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Año 7 341 8 de Diciembre de 2013
ORSON PETER CARRARA       
orsonpeter@yahoo.com.br      
Matão, São Paulo (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Orson Peter Carrara


¿Cuáles son y donde están las Leyes
de Dios?

 
 
Este abordaje es resultado de una pregunta que recibí por e-mail, generando charla y también mí libro Dios – ¿Él existe? ¿Dónde se encuentra? ¿Cuáles son y donde están sus leyes?

La pregunta del lector fue colocada después de un pequeño tramo en que él afirmaba haber leído artículos de mi autoría en que destaqué la importancia de actuar en consonancia con la Ley de Dios. De inicio, la pregunta me asustó, causando sorpresa. Quedé pensando cómo podría haber alguien que no sabía cuáles son las leyes divinas e incluso dónde podemos encontrarlas.

Después, madurada la reflexión, percibí que se trataba de una importante pregunta, pues muchos son novatos de edad y aún de contacto con la grandeza del Espiritismo y lo que se percibe en la sociedad actual es un total alejamiento a las grandes verdades de la vida, claramente presentadas por las Leyes Divinas.

Estuve ponderando sobre la cuestión, respondí el e-mail y pasé a hacer conferencias sobre las Leyes Divinas.

La Ley Divina no se restringe a las cuestiones morales

Mucha gente confunde Ley Divina sólo con la cuestión moral, restringiéndola en esa área. Sin embargo, las Leyes de Dios están por todas partes, inclusive en las cuestiones físicas, pues son Leyes que coordinan y conducen la vida. Están, pues, en la naturaleza.

La ley de gravedad es una Ley Divina, aplicada a la realidad del planeta. La reproducción humana es una Ley Divina, por lo tanto, de Dios. Los diferentes estadios de vida, de la infancia a la vejez, seguida de la muerte biológica, obedecen igualmente a una Ley de Dios. El equilibrio planetario, las leyes físicas y químicas igualmente son Leyes Divinas.

Eso nos remite a la claridad de El Libro de los Espíritus, en su Libro Tercero – Leyes Morales. Es la parte de la obra que originó El Evangelio según el Espiritismo.

Son 12 capítulos y 306 preguntas, didácticamente presentadas para que estudiemos y entendamos las Leyes Divinas.

Lo más interesante es que cuando leí la pregunta de la persona que me escribió, mi pensamiento buscó luego la pregunta 621 de El Libro de los Espíritus, indicando que la Ley de Dios está en la conciencia. Casi que inmediatamente, un “salto” o un viaje por la historia hizo recordar que en la época primitiva buscábamos a Dios por medio de rituales – bailes, tambores, fuego, etc. – que homenajeaban los diversos dioses que poblaban nuestra mente. ¿Cómo podríamos tener noción de la ley en una conciencia obtusa, no desarrollada, que caracteriza el ser primitivo?

Fue necesito la acción del tiempo para desarrollar la conciencia. No teníamos aún ni un idioma, no sabíamos hablar. Ese desarrollo vino gradualmente. Con el tiempo desarrollamos un lenguaje, creamos idiomas, creamos sistemas comunicativos.

Moisés

La Providencia Divina, sin embargo, providenció que uno de los más enérgicos Espíritus conectados a la evolución del planeta viniera a auxiliarnos en el desarrollo de la conciencia, aunque en sus primeros pasos. Moisés, entonces, es convocado a esa tarea.

Moisés surgió en esa época de ignorancia, aunque ya con algún desarrollo. Legisló con severidad para contener a seres humanos ignorantes, feroces hasta, primitivos. Al lado de la severidad, sin embargo, presentó las primeras lecciones de las Leyes de Dios, por medio de los Diez Mandamientos, que presentaron las primeras nociones y deberes impuestos por la fraternidad y por el respeto al prójimo. El No Matarás, No Cometeréis Adulterio, No Hurtaréis, entre otros, ya indican la importancia de respetar al prójimo.

Aunque precedidos del No, ya conducen a una nueva postura en una época de agresividad latente y expuesta. Es cómo conducir niños delante de los peligros e inconvenientes, que necesitan de nosotros.

De hecho, éramos niños espirituales. Necesitábamos de orientación disciplinada con rigor.

Después de esas primeras nociones, otros vinieron para dar secuencia a esa didáctica de despertar y desarrollo. Entre ellos, el gran Sócrates, que presentó ideas revolucionarias para su época. Fue incomprendido, claro, pues también vino en una época de inmensa ignorancia humana. Perseguido, fue condenado, pero dejó sus ideas. Aunque nada haya escrito, su fiel discípulo Platón anotó y nos legó el tesoro de sus conocimientos. Y Sócrates fue considerado por Kardec como el precursor de las ideas cristianas y del Espiritismo – que vendrían más tarde, en otra época más avanzada. Él hablaba de inmortalidad, de reencarnación, de comunicación con los espíritus, aunque en otras palabras.

Allan Kardec registro eso en El Evangelio según el Espiritismo. Invitamos al lector a consultar la obra.

En la Introducción del libro está el resumen de la doctrina de Sócrates y en el capítulo I están los Diez Mandamientos traídos por Moisés. Es de máxima importancia que estudiemos con cariño y atención la introducción y capítulo primero del libro para una comprensión amplia de lo que aquí estamos abordando. De hecho, nunca deberemos dejar de leer la introducción de los libros, siempre instrumentos valiosos para perfecto encadenamiento de las ideas.

Jesús

Después de esos estadios de desarrollo, con Moisés y Sócrates alterando las ideas antes cristalizadas en un egoísmo feroz, he ahí que el propio Cristo se corporifica entre nosotros, ahora trayendo Él aún la Buena Nueva, la Buena Noticia, el Evangelio, para enseñar el Amor. Era aún una fase de ignorancia, pero la venida de Cristo modificó la historia del planeta. Vivió Él, en la piel, en la ejemplificación, el Amor en toda su grandeza y abundancia.

Él transformó la historia en antes y tras él. Presentó ahora un Dios de Misericordia, Bondad y Justicia. Alejó la idea, antes necesaria, de un dios vengativo y que alcanzaba generaciones por fuerza del equívoco único de alguien.

Presentó, finalmente, la figura de un Padre y la Humanidad nunca más fue la misma.

Tras él, muchos otros vinieron en todos los tiempos, para auxiliar en ese proceso de despertar y desarrollo de la conciencia. Entre ellos, Francisco de Asís, Vicente de Paul y más recientemente, Hermana Dulce, Madre Teresa, Chico Xavier, entre tantos otros ejemplos que pueden ser enumerados, famosos, conocidos, o anónimos. Son seres tocados por Cristo y que se hicieron cartas vivas de ejemplificación en la propia vivencia. Esteban, Pablo y tantos mártires solidificaron en el corazón humano las lecciones sublimes de Jesús.

Espiritismo

Y después de los brotes de progreso traídos por la Revolución Francesa, en una época de mentalidad más madurada, he ahí que surge la Codificación Espírita, organizada por Allan Kardec, con la publicación de El Libro de los Espíritus, el 18 de abril de 1857.

Obra que se desplegó en las demás obras, dio origen a los adeptos e inspiró la fundación de las instituciones espíritas, es la base granítica de toda la estructura doctrinaria del Espiritismo.

Y es en esta notable obra que el Codificador presenta en el Libro Tercero, las Leyes Morales.

Y sin profundizar en cada pregunta, un breve análisis en el Índice de la obra ya demuestra el aspecto didáctico que permite comprender la extensión de lo que son las Leyes Divinas.

Y lo más extraordinario es verificar la conexión perfecta de Los Diez Mandamientos, con el Evangelio de Jesús y la las leyes presentadas por el Espiritismo.

Se percibe, con claridad, que la ley es la misma, sólo la forma como fue presentada es que cambia, considerándose los estadios en que la humanidad se encontraba.

En una época de completa ignorancia, fue necesito la disciplina férrea de Moisés; después vino la dulzura de Jesús para tocar los corazones y ahora, con la mentalidad humana más madura, surge la claridad del Espiritismo que no elude, sino esclarece con propiedad sobre nuestro origen, naturaleza y destino, sometidos como estamos a las Leyes Divinas, que esencialmente, son leyes de amor para conducir la vida.

Sugiero, pues, al lector, abrir el Índice de la obra citada, para verificar esa didáctica de la presentación de las Leyes Divinas, obra de sabiduría y justicia de la Bondad de Dios.

Y no podemos alegar ignorancia. Somos hoy dententores del conocimiento de la Ley.

Acompañemos, en los capítulos siguientes, esas Leyes, una  a una, comentada.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita