Lo que debemos
esperar del año
que ahora se
inicia
Cuando empieza
un nuevo año
tenemos la
costumbre, de
una manera
general,
proceder a un
balance del año
que terminó,
siguiéndose el
establecimiento
de planes para
la etapa que va
a empezar.
Ocurre entonces
algo que, según
varios autores
espiritas, se
observa
igualmente en el
periodo que
sucede al
desencarne de
una persona.
La respuesta que
se da a la usual
pregunta - ¿Qué
hice yo del
tiempo y de los
recursos que me
fueron
concedidos? – se
revela
fundamental en
el planeamiento
de las etapas
siguientes, y es
así, con base en
los errores y
aciertos, que
caminamos de
manera gradual
en rumbo de
aquello que
constituye la
meta para la
cual fuimos
creados, que es
alcanzar la
perfección.
En esta caminata
existen los que
avanzan o
progresan
despacito, pero
hay quien
consigue
aprovechar bien
las
oportunidades
recibidas,
atingiendo en
pocos años lo
que para muchas
personas
exigiría siglos
de trabajo y
abnegación.
Incesante es,
según el
Espiritismo, la
marcha del
progreso, de
manera que todos
nosotros, más
día, menos día,
atingiremos el
objetivo trazado
por el Creador.
En el medio
espírita,
siempre que el
asunto sale a
colación, se
menciona el caso
de Jésus
Gonçalves, cuyas
existencias
pretéritas
fueron enfocadas
por varios
autores.
De esas
existencias,
tres fueron
señaladas por
actos que a
ninguna persona
le gustaría
fuesen
recordados. El
Espíritu de
Jésus Gonçalves
fue, en el
pasado, Alarico,
El Grande
(siglos IV y V),
Alarico II, 8º
jefe de los
Visigodos
(siglos V y VI)
y Armand Jean du
Plessis
Richelieu, el
poderoso
Cardenal
Richelieu
(siglos XVI y
XVII).
Alarico, El
Grande, general
y jefe mayor de
los Visigodos,
aplastó Roma en
el inicio del
siglo V.
Entrenado en las
técnicas de
guerra dentro
del Imperio
Romano, devastó
Tracia, Grecia e
Italia, marcando
el fin de una
Era. Al
desencarnar, se
enfrentó, en la
Patria
Espiritual, con
el horror de sus
crímenes. Por
pedido suyo y
con la
concordancia de
las Esferas
Espirituales,
volvió a Tierra
como Alarico II,
de nuevo en el
comando y en el
seno de su
propio pueblo.
Sin embargo, a
pesar del
arrepentimiento
demostrado en el
Plan Espiritual,
no ha conseguido
apartarse de su
gana de poder y
gloria y acabó
sucumbiendo a la
nueva prueba.
Los siglos
avanzaron y
resultó que
Alarico volvió a
reencarnar, de
esta vez en
tierras
francesas, como
el poderoso
Cardenal
Richelieu.
Investido de
gran poder,
Richelieu
defendió el
absolutismo real
y fue por 14
años, del 1628
al 1642, en
condición de
primer ministro
de Francia, el
hombre más
temido de
aquella época.
Hombre de
acción, militar
completo,
católico
fervoroso y
político de
extrema
habilidad, la
razón del Estado
era su razón de
ser; por eso,
no tuvo piedad
de aquellos que,
en su opinión,
aflojaban el
reino de
Francia, siendo
responsable
directo por los
espectáculos de
sangre que
ocurrieron
durante su
administración y
que dejaron
muchos pueblos
en la miseria.
Richelieu
desencarnó en 4
de diciembre de
1642, víctima de
una extraña
enfermedad:
tumores de
diagnóstico
desconocido.
En inicio del
siglo XX, más
precisamente en
1902, el vuelve
al escenario
terreno, como
Jésus Gonçalves,
el Poeta de las
Llagas
Redentoras, que
viviría hasta
1947, en busca
de su
pacificación a
través de
pruebas ásperas
y redentoras, en
que el mal de
Hansen – la
hanseníase –
cumpliría un
papel
importante.
Según algunas
fuentes, no fue
esa la primera
vez que él
enfrentaba esa
enfermedad. Pero
lo que es
realmente
importante es
saber que el
enfrentamiento
de las
consecuencias de
sus actos y la
búsqueda de la
redención por
medio del
sufrimiento, de
la resignación y
del amor
consiguieron lo
que nuestros
Bienhechores
siempre esperan
de nosotros: la
transformación
moral, la
estructuración
de un nuevo
hombre,
comprometido
entonces con el
bien y la paz.
Entre el
desencarne de
Richelieu y el
de Jésus
Gonçalves se
pasaron 305
años, un periodo
de tiempo que
puede parecer
excesivo, pero…
¿lo qué es
excesivo cuando
comparado a la
vida inmortal
del ser humano?
Cuando la muerte
de Richelieu fue
divulgada, se
atribuyó al papa
Urbano VIII el
siguiente:
comentario: “Si
existe un Dios,
el Cardenal
Richelieu tendrá
muchas cuentas a
prestar. Sino…
bien, su vida
tendría sido una
victoria”.
Cuando Jésus
dejó el cuerpo
físico, Chico
Xavier relató el
siguiente:
“Terminado el
mensaje de
nuestro querido
orientador,
cuando me
encontraba en
profunda
concentración
mental, vi la
puerta de
entrada
iluminarse de
suave claridad.
Un
hombre–espíritu
apareció ante
mis ojos, pero
en condiciones
admirables.
Además de la
aura de brillo
pálido que lo
circundaba,
traía luz
deslucida, pero
clara y bella, a
envolverle
cierta parte del
rostro y de la
cabeza, al mismo
tiempo en que
una de las
piernas surgía
vestida
igualmente de
luz. Profunda
simpatía me unió
el corazón a la
entidad que nos
buscaba, así de
improviso e
indagué,
mentalmente, si
yo podía saber
de quien se
trataba. El
visitante se
aproximó más de
mí y dijo:
- ¡Chico, yo soy
Jésus Gonçalves!
Cumplo mi
promesa… ¡Vine a
verte!
Las lágrimas me
subieron del
corazón a los
ojos. Percibí
que el
inolvidable
amigo mostraba
más intensa luz
en las regiones
donde la
molestia más lo
supliciara en el
cuerpo físico, y
quise decirle
algo de mi
admiración y de
mi alegría. No
obstante, no
pude articular
palabra alguna
ni al menos en
pensamiento.
Él, sin embargo,
continuó:
-Si posible,
Chico, quiero
escribir por
ti…. dar mis
noticias a los
hermanos que
dejé a
distancia y
agradecer a Dios
las dádivas que
tengo recibido…
Con gran
esfuerzo,
pregunté a él,
aun mentalmente,
lo que pretendía
escribir,
queriendo, de mi
parte, hablar
alguna cosa,
porque yo
ignoraba que él
hubiese
desencarnado y
no conseguía
esconder mi
jubiloso
espanto.
Él me abrazó.
Enseguida,
colocándose en
el medio del
pequeño salón,
recitó un poema
que yo oía, pero
no guardaba en
la memoria… Al
terminar, me
pareció más
bello, más
brillante… Tomé
el lápiz… Jésus
Gonçalves se
asomó sobre mi
brazo y escribió
en lágrimas los
versos que él
recitara para
mí, momentos
antes, en voz
alta…”
Como dijimos
líneas arriba,
en la caminata
evolutiva
existen los que
avanzan
despacito, pero
hay quien
consigue
aprovechar bien
las
oportunidades
recibidas,
atingiendo en
pocos años lo
que para muchas
personas
exigiría siglos
de trabajo y
abnegación. Que
podamos
colocarnos en
ese segundo
grupo,
aprovechando
bien el tiempo y
los recursos que
vamos a
disfrutar en el
año que ahora
empieza.
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