El excelente libro La
Comunicación con el Más
Allá, publicado por
la Editora Fase Ltda.,
con derechos exclusivos
para la Lengua
Portuguesa reservados a
Otto Pierre Editores
Ltda., junta varios
casos de comunicaciones
entre encarnados y
desencarnados y de
premonición, en una
prueba irrefutable de la
continuación de la vida
más allá de la tumba.
Por tratarse de una obra
fascinante del punto de
vista de comprobación de
que es factible
establecer intercambio
entre el mundo material
y el mundo invisible,
conforme enseña la
Doctrina Espírita,
decidimos relatar en un
artículo uno de los
episodios contados en la
obra sobredicha,
especialmente por el
hecho de envolver a
personas que no
profesaban la Doctrina
codificada por Allan
Kardec.
Al investigar sobre los
datos biográficos del
Reverendo James A. Pike,
perteneciente a la
Iglesia Anglicana de la
ciudad de San Francisco
- California - EUA, y
una de las personas
envueltas en un de los
casos narrados en el
libro ya referido,
ocurrido a partir del 4
de febrero de 1966, día
de la muerte, por
suicidio, del joven Jim,
hijo de aquel Obispo,
encontramos en internet
una página del Centro
Espírita Caminos de Luz
(www.caminhosluz.com.br),
materia de autoría de
uno de los más
apreciados, conocidos y
admirables escritores
espíritas, Hermínio
Corrêa de Miranda que,
coincidentemente,
discurre sobre el mismo
acontecimiento sobre el
cual pretendíamos
escribir. Nuestra
intención era abordar el
hecho sólo de manera
superficial, reiterando
una de las bases
doctrinarias del
Espiritismo de que la
vida continúa aún tras
la corrupción del cuerpo
por la muerte. Sin
embargo, al leer el
resumen de toda la
historia, escrito
magistralmente por
Hermínio C. de Miranda,
reconocemos nuestra
incapacidad de escribir
sobre algo ya tan
brillantemente hecho por
un literato de su
estirpe al cual, ni de
lejos, tendríamos la
pretensión de
igualarnos. Así,
hallamos por las buenas,
y para mejor juicio del
lector que eventualmente
se dé al trabajo de leer
lo que escribimos,
reproducir, a
continuación, el
artículo “El Obispo y
los Espíritus”. El
autor, brillantemente,
resumió una larga
historia, por lo tanto,
no pudo relatar todos
los acontecimientos que
envolvieron a los
personajes de las obras
La Comunicación con
el Más Allá y The Other
Side ("El Otro
Lado"). Hay mucho más al
respecto.
Finalizamos,
reproduciendo parte de
una sentencia del pastor
Benezech, de Montauban,
opinando sobre el
Espiritismo, contenida
en una carta dirigida al
escritor francés Léon
Denis, en febrero de
1905, citada en el libro
de este último,
Cristianismo y
Espiritismo: “(...)
religión establecida
sobre hechos de
experiencia y plenamente
en consonancia con la
Ciencia y el
racionalismo”.
EL OBISPO Y LOS
ESPÍRITUS
– Papá, acabo de tomar
una dosis de LSD. ¿Será
que tú quieres sentarte
conmigo y guiarme en mi
"viaje"?
La pregunta era dirigida
al famoso Obispo de
California, James A.
Pike, del ramo americano
de la Iglesia Anglicana.
No había otra cosa que
hacer sino ayudar a Jim
en su aventura
alucinante bajo el
efecto de la droga. No
era ya secreto para el
Obispo que su hijo de 19
años de edad hace algún
tiempo venía tomando
drogas. Todo había sido
hecho para sacar al
joven de aquella
pesadilla. En el momento
en que la pregunta le
fue dirigida, se
encontraban, padre e
hijo, en Inglaterra,
alejados del resto de la
familia, que había
quedado en los Estados
Unidos. Era un intento
más de romper el hábito
maldito de huir a la
realidad que el joven
Pike hube adoptado. Su
padre ya había hecho
todos los exámenes de
conciencia para buscar
saber donde había
fallado, hubo pasado por
todas las aflicciones
por ver así truncado el
destino del hijo para el
cual ciertamente había
soñado con realizaciones
incluso superiores a las
suyas.
La narración, densa y
dramática, de una
sinceridad y franqueza
conmovedoras, está en el
libro intitulado The
Other Side ("El Otro
Lado"), publicado en
1968 en los Estados
Unidos. El Obispo Pike
murió trágicamente al
año siguiente, cuando en
un viaje por Tierra
Santa. Su gran pasión
era escribir sobre los
orígenes del
Cristianismo. Fue una
figura eminente en su
Iglesia. Dinámico, muy
combativo y franco en el
expresar sus opiniones,
tuvo problemas con
compañeros y superiores
más ortodoxos que cierta
vez llegaron a juzgarlo
por herejía.
Tras una temporada en
Londres, donde padre e
hijo convivieron por
algunos meses, haciendo
intensos estudios
universitarios,
resolvieron regresar
separadamente a Estados
Unidos. El padre para
participar de una
convención de su Iglesia
(después volvería a
Inglaterra) y el hijo
para matricularse en la
Universidad de San
Francisco.
Estaba el Obispo
oficiando en su iglesia
cuando recibió como una
puñalada la noticia de
que Jim se había
suicidado en un cuarto
de hotel en Nueva York.
La tragedia alcanzó de
lleno a aquel hombre de
sensibilidad y cultura,
miembro destacado de una
organización religiosa
que, sin embargo,
confiesa que no tenía
condiciones de dar
ningún bienestar a la
familia "en base de una
creencia en la vida
después de la muerte.”
No será la única vez en
el libro que declara esa
posición de incredulidad
en base de la
sobrevivencia del
Espíritu, a despecho de
ser líder religioso de
una extensa comunidad
cristiana. Ya hubo dicho
páginas antes que "a la
falta de otra
evidencia..., tenía que
admitir, con toda la
honestidad, que no
disponía de datos
suficientes sobre los
cuales pudiera basar una
afirmación de vida
después de la muerte.
LA DRAMÁTICA HISTORIA
SÓLO COMENZÓ
Ciertamente toda la
estructura del
pensamiento religioso
que constituía objeto de
su vida y de su
predicación, es basada
en la creencia de que
nosotros sobrevivimos a
la muerte del cuerpo,
pero creencia no es
evidencia y, para un
espíritu lúcido y
habituado al trato de
las ideas, no basta la
creencia cuando el
hombre confronta el
problema de la muerte.
A esa altura, sin
embargo, la dramática
historia del Obispo Pike
estaba sólo comenzando.
De vuelta a Inglaterra
para dar proseguimiento
a sus estudios, llevó su
capellán David Barr y la
Sra. Maren Bergrud, de
la Diócesis de
California, y que ya una
vez lo había ayudado a
preparar uno de sus
varios libros. Los tres
fueron a ocupar el mismo
apartamento donde por
tiempo vivió Pike y el
hijo.
Una noche, al entrar en
casa, encontraron, sobre
el suelo, dos tarjetas
postales colocadas de
modo a formar un ángulo
de 140 grados. Más tarde
se descubrió que la
posición de las tarjetas
indicaba – o por lo
menos coincidía con – la
posición de las agujas
del reloj en el momento
en que Jim se había
suicidado. Naturalmente
que Jim tenía manía por
las postales y la
primera cosa que hacía,
al llegar a una ciudad
en visita, era comprar
algunas de ellas que,
según el padre, jamás
ponía en el correo. Era
extraño encontrar
aquellas tarjetas, y la
mujer que hacía la
limpieza del apartamento
afirmó categóricamente
que nada tenía que ver
con ellas. Era de toda
confianza, honesta y muy
cuidadosa en todo cuánto
hacía. El incidente
aunque extraño, no tenía
gran significación. O
por lo menos así
pensaron todos y Pike
confiesa que "jamás nos
ocurrió que él (Jim)
podría, de alguna forma,
estar relacionado con
las tarjetas".
El martes, 22 de
febrero, otro extraño
acontecimiento: la Sra.
Bergrud apareció de
mañana para el café con
parte de sus cabellos
quemados. La sorpresa
fue grande y general,
inclusive de ella misma
que aún no había dado
por hecho. Una mecha en
la altura de la cabeza
fuera quemada en línea
recta, quedando con las
puntas negras, pero
ninguna señal había de
quemadura en la piel.
Misterio.
A la mañana siguiente,
nuevas porciones del
cabello de la Sra.
Bergrud aparecieron
también quemados.
Trás mucha especulación,
ella parecía conformada
y dijo:
– Bien, algunas personas
no les gustaba mi
cabello en mechones así;
por eso tal vez sea
mejor así como está.
La frase sacudió a Pike,
pues él se acordó
perfectamente de Jim
comentando con él cierta
vez que no le gustaba
los mechones de Maren y
había llegado aún a
proponerle a ella que
los cortara.
PIKE COMIENZA A HABLAR
DE MODO EXTRAÑO
Días después, la Sra.
Bergrud amaneció con
heridas serias en las
manos. Parecía que un
instrumento penetrante
había sido introducido
bajo sus uñas. Una
estaba quebrada y
realmente se cayó más
tarde; otra no se había
quebrado, pero la carne
bajo ella estaba herida.
En la discusión que
siguió y en la
preocupación con los
curativos, ¡no
observaron sino después
que el resto de los
mechones de la Sra.
Bergrud había
desaparecido!
Eran sólo los primeros
fenómenos, las primeras
manifestaciones
evidentes de un Espíritu
en desesperación y
confusión, intentando
transmitir, a las
personas enteramente sin
preparación para el
problema, señales de su
supervivencia.
– A mí sólo me gustaría
– dice el Obispo a sus
amigos – de comprender
lo que está ocurriendo
aquí.
En medio de la
conversación que siguió,
descubrieron que el
propio Obispo – al que
todo indica para
nosotros espíritas –
había servido de médium
a una manifestación del
Espíritu del hijo.
Para gran sorpresa suya
y de sus amigos, no se
acordaba absolutamente
de nada de lo que hubo
dicho en estado de
trance, pero los
pensamientos expresados
fueron muy chocantes
para los que oyeron las
palabras pronunciadas,
pues revelaban actitudes
mentales enteramente
diferentes de las
habituales en el Obispo.
Según le contaron, Pike,
tras acostarse a la
noche, se había sentado
en la cama y había
comenzado a hablar de
aquella manera extraña,
como si estuviera
monologando. No sería
difícil reconocer en
aquellas palabras la
expresión del
pensamiento de Jim y no
del viejo Pike, razón
por la cual la Sra.
Bergrud quedó tan
chocada al oírlas
pronunciadas por su
amigo, pues desconocía
totalmente el origen y
razón del fenómeno.
Pike comenzó entonces a
admitir la posibilidad
de que aquella serie de
acontecimientos tuviera
que ver algo con el hijo
muerto. ¿Pero por dónde
comenzar la
investigación cuidadosa
y consciente de los
hechos? Ninguna idea,
ninguna preparación,
ninguna orientación. Era
un Obispo protestante,
había dedicado toda su
vida a la Iglesia y a su
teología y ciertamente
siempre había tenido el
hábito de poner de lado,
sin examen, los
fenómenos y las
referencias que tuvieran
cualquier relación con
el mundo de los
Espíritus.
(Continúa en el
próximo número de esta
revista.)
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