El cielo se gana
a través de la
caridad y por la
blandura
La afabilidad y
la dulzura son
formas con que
se manifiesta la
benevolencia
entre las
criaturas
humanas, así lo
dice Lázaro
(Espíritu) en un
mensaje
transmitido en
el año 1861 en
Paris e
insertada por
Allan Kardec en
el cap. IX de su
libro El
Evangelio según
el Espiritismo.
De esta manera,
la virtud a que
llamamos
benevolencia es
expresamente
mencionada por
los instructores
espirituales que
participaron de
la obra de
codificación de
la doctrina
espírita, cuando
por ellos fue
dicho cual el
sentido de la
palabra caridad
según el
entendimiento de
Jesús. La
información está
contenida en la
respuesta dada a
la cuestión 886
d’ El Libro
de los Espíritus,
adelante
reproducida:
886. ¿Cuál el
verdadero
sentido de la
palabra caridad,
como la entendía
Jesús?
“Benevolencia
para con todos,
indulgencia para
las
imperfecciones
de los otros,
perdón de las
ofensas.”
Nota de Kardec:
El amor y la
caridad son el
complemento de
la ley de
justicia, pues
amar el prójimo
es hacerle todo
el bien que nos
sea posible y
que deseáramos
que nos fuese
hecho. Tal el
sentido de estas
palabras de
Jesús: Amaos
unos a otros
como hermanos.
La caridad,
según Jesús, no
se restringe a
la limosna,
abarca todas las
relaciones en
que nos
encontramos con
nuestros
semejantes, sean
ellos nuestros
inferiores,
nuestros
iguales, o
nuestros
superiores. Ella
nos prescribe la
indulgencia
porque de
indulgencia
necesitamos
nosotros mismos,
y nos prohíbe
que humillemos
los
desafortunados,
contrariamente a
lo que se tiene
la costumbre de
hacer. Se
presente una
persona rica y
todas las
atenciones y
deferencias le
son dispensadas.
Si la persona es
pobre, toda
gente como que
entiende que no
necesita que se
preocupe con
ella. No
obstante, cuando
más lastimosa
sea su posición,
tanto mayor
cuidado debemos
poner en no
aumentarle el
infortunio por
la humillación.
El hombre
verdaderamente
bueno busca
elevar, a sus
propios ojos,
aquél que le es
inferior,
disminuyendo la
distancia que
los separa.
La caridad, como
se ve, va mucho
más allá del
simple acto de
practicarse la
benevolencia,
porque debe
abarcar todas
las relaciones
en que nos
encontramos con
nuestros
semejantes, sean
ellos nuestros
inferiores,
nuestros iguales
o nuestros
superiores.
Sintéticamente,
ella presupone:
-
Benevolencia
con todos,
porque somos
todos
hermanos y
es así que
nuestro
Padre desea
que nos
tratemos.
-
Indulgencia
para con los
otros
porque, como
nosotros aún
cometemos
muchos
errores,
necesitamos
también de
indulgencia
ajena.
-
Perdón de
las ofensas,
porque la
actitud
contraria al
perdón hace
mal a aquél
que no
consigue
perdonar.
Como sabemos,
Jesús recurría
casi siempre al
recurso de las
parábolas cuando
se dirigía a las
personas que lo
oían, por la
simple razón de
que ni todos
poseían
evolución
espiritual
necesaria para
aprehender en su
profundidad las
verdades
evangélicas;
pero no dejó
duda alguna
sobre la
necesidad de la
caridad y del
amor al prójimo
como condiciones
para el ingreso
de la criatura
humana en el
llamado reino
de los cielos,
como el lector
puede averiguar
por sí mismo, a
la vista de las
enseñanzas
siguientes
contenidas en el
Evangelio
según Mateos.
“Ni todos los
que dicen:
¡Señor, Señor!
Entrarán en el
reino de los
cielos; pero sí
los que hacen la
voluntad de mi
Padre que está
en los cielos.”
(Mateos, 7:21)
“Así, todo aquél
que oye mis
palabras y las
ponen en
práctica, será
semejante a un
hombre sensato,
que construye su
casa sobre la
roca. Cae la
lluvia, corren
los torrentes,
soplan los
vientos que se
lanzan contra
esa casa. Pero
ella no
desmorona,
porque está
construida sobre
la roca.”
(Mateos,
7:24-25)
“Entonces el Rey
dirá a los que
estén a su
derecha: ¡Venid,
benditos de mi
Padre! Recibid
en herencia el
Reino que a
vosotros está
preparado desde
la creación del
mundo. Porque
tuve hambre y me
distéis de
comer. Tuve sed
y me distéis de
beber. Era
extranjero y me
acogisteis.
Estaba desnudo y
me vestisteis,
enfermo y me
visitasteis, en
la cárcel y me
visteis ver.”
(Mateos,
25:34-36)
“Por lo tanto,
todo lo que
querréis que los
otros vos hagan,
haced lo mismo
también vosotros
a ellos: en eso
está la Ley y
los Profetas.”
(Mateos, 7:12)
En razón de
advertencias tan
claras y
convincentes, no
es de extrañar
la frase el
cielo se gana
por la caridad y
por la blandura,
que Kardec
escribió e
insertó en el
cap. IV, ítem
11, d’ El
Evangelio según
el Espiritismo.
Adoptémosla, por
motivos obvios,
para servir de
título a este
texto.
|