El
trabajo de Kardec en la
elaboración de El
Evangelio
según el
Espiritismo y la
transformación del
pensamiento religioso de
la humanidad
Parte 2 e final
El Cristianismo es
universal, imponiéndose
a todas las épocas, a
todos los hombres y a
todas las
circunstancias. Es la
verdad que transciende
las culturas humanas, la
cual tiende a ser
reconocida por todos los
pueblos, hasta los
maestros locales, como
Buda, Confucio, Mahoma y
otros, fueron emisarios
de la gran verdad,
consubstanciada por las
enseñanzas de Jesús. Y
el Espiritismo, que es
el Consolador Prometido,
viene a avivar esas
enseñanzas y esclarecer
a muchos de ellos, hasta
entonces mal
interpretados. Por lo
tanto, Cristianismo y
Espiritismo se conjugan,
se armonizan, se
completan.
Con El Evangelio
según el Espiritismo
el pensamiento religioso
de la humanidad entra en
una nueva etapa, la era
del espíritu que las
claridades de los
Espíritus, por toda la
Tierra, anuncian. El
hombre, el ser en el
mundo, viene siendo
preparado, generación a
generación, para colocar
el amor en acción,
superando atavismos
pasados, en la
realización de la
transformación moral de
sí mismo y de la
humanidad. Con el
Espiritismo todo queda
más fácil, y con esa
monumental doctrina, no
tenemos más disculpas
para dar en el
aplazamiento de esa
misión, pues
reconocemos, en
definitiva, que a “cada
uno es dado según sus
obras”, y que tras
la muerte, que es sólo
del cuerpo, seremos
responsabilizados por
los rumbos de la
sociedad humana, pues de
ella formamos parte y en
ella tenemos el deber de
vivir de la forma más
moralizada y
espiritualizada que nos
sea posible.
Significado profundo
Fueron necesarios mil
ochocientos sesenta y
cuatro años para que el
hombre finalmente
comprendiera las
lecciones de Jesús, en
espíritu y verdad. Ese
tiempo fue necesario
para la madurez
espiritual de la
humanidad, estando apta
para estudiar la Buena
Nueva a través de los
prismas de la
inmortalidad del alma,
de la vida futura y de
la reencarnación, como,
en el inicio, así
entendían los primeros
cristianos. En la mitad
del siglo diecinueve, en
Francia de revoluciones
y contrarrevoluciones,
un emisario divino
reencarnado, Allan
Kardec, en diálogos
repletos de reverencia y
belleza con los
Espíritus Superiores,
trajo la llama a una
obra inigualable,
desafiante de las
estructuras religiosas y
sociales humanas: El
Evangelio según el
Espiritismo.
Explica Kardec que la
obra trae la “explicación
de las máximas morales
de Cristo, su
concordancia con el
Espiritismo y su
aplicación a las
diversas situaciones de
la vida”. Por lo
tanto, El Evangelio
según el Espiritismo
no es un libro de
teología, no se pierde
en el enmarañado de
discusiones
interpretativas bien al
gusto de los teólogos y
filósofos, recogidos en
discursos académicos
interminables, en dudas
históricas y otras
cuestiones que desvían
el Evangelio de su
finalidad, o sea, la
moralización y
espiritualización del
hombre.
Teniendo como base los
principios de la
Doctrina Espírita,
Kardec se preocupó en
estudiar las enseñanzas
morales de Jesús,
mostrando la aplicación
práctica de ellos en el
día a día de al vivencia
humana, cuando la
revelación espírita
esclarece muchos puntos
que solamente pueden ser
entendidos con la visión
inmortal del alma, la
continuidad de la vida
después de la muerte y
la gran clave que es la
reencarnación. Y afirma,
vehemente: “Fe
incuestionable es
solamente aquella que
puede encarar la razón,
cara a cara, en todas
las épocas de la
humanidad”.
La historia del
evangelio espírita
El libro fue publicado,
inicialmente, con el
título de Imitación del
Evangelio. Kardec
explica lo siguiente: "Más
tarde, por fuerza de las
observaciones reiteradas
del Sr. Didier y de
otras personas, lo
cambié para ‘El
Evangelio según el
Espiritismo’,
representando un manual
de aplicación moral del
Espiritismo”.
El 9 de agosto de 1863,
Kardec recibió una
comunicación de sus
guías espirituales,
sobre la elaboración del
libro. La comunicación
señalaba lo siguiente: "Ese
libro de doctrina tendrá
influencia considerable,
porque explica
cuestiones de interés
capital. No solamente el
mundo religioso
encontrará en el las
máximas que necesita,
como las naciones, en su
vida práctica, de el
sorberán instrucciones
excelentes. Hiciste bien
al enfrentar las
cuestiones de elevada
moral práctica, del
punto de vista de los
intereses generales, de
los intereses sociales y
de los intereses
religiosos".
Afirma José Herculano
Pires, en una nota
explicativa a su
traducción de El
Evangelio según el
Espiritismo, que el
es un “libro de
cabecera, de lectura
diaria obligatoria, de
lectura preparatoria de
reuniones doctrinarias,
debe ser encarado
también como libro de
estudio, para mejor
comprensión de la
Doctrina”.
Kardec se limitó
exclusivamente a las
enseñanzas morales de
Jesús, y, en la
introducción, explica el
por qué de esa opción:
“Delante de ese
código divino, la propia
incredulidad se curva.
Es el terreno en que
todos los cultos pueden
encontrarse, la bandera
bajo la cual todos
pueden abrigarse, por
más diferentes que sean
sus creencias. Porque
nunca fue objeto de
disputas religiosas,
siempre y por todas
partes provocadas por
los dogmas. Si lo
discutieran, las sectas
habrían, de hecho,
encontrado en el su
propia condena, porque
la mayoría de ellas se
apega más a la parte
mística que a la parte
moral, que exige la
reforma de cada uno.
Para los hombres, en
particular, es una regla
de conducta que
comprende todas las
circunstancias de la
vida privada y pública,
el principio de todas
las relaciones sociales
fundadas en la más
rigurosa justicia. Es,
por fin, y por encima de
todo, el camino
interminable de la
felicidad a conquistar,
una punta del velo
erguido sobre la vida
futura. Es esa parte que
constituye el objeto
exclusivo de esta obra”.
La primera edición fue
lanzada el 15 de abril
de 1864, con el nombre
de Imitación del
Evangelio, e
informada en el volumen
del mismo mes de la
Revista Espírita. En
la Revista Espírita
de noviembre de 1865,
Kardec informa a los
lectores que estaba “en
la imprenta para
aparecer en pocos días”
la tercera edición de
El Evangelio según el
Espiritismo. Son
suyas las palabras
transcritas a
continuación: “Esta
edición fue objeto de
una revisión completa de
la obra. Además de
algunas adiciones, las
principales alteraciones
consisten en una
clasificación más
metódica, más clara y
más cómoda de las
materias lo que hace su
lectura y las búsquedas
más fáciles”. Esa
tercera edición es
considerada definitiva,
sirviendo de base para
las traducciones del
francés para el
portugués.
Aún en la introducción,
notamos el celo y el
trabajo de Kardec para
confeccionar el libro,
al cual el daba gran
importancia.
“Reunimos en esta
obra los tramos que
pueden constituir,
propiamente hablando, un
código de moral
Universal, sin
distinción de cultos. En
las citas, conservamos
todo lo que era de
utilidad al desarrollo
del pensamiento,
suprimiendo sólo las
cosas extrañas al
asunto. Además de eso,
respetamos
escrupulosamente la
traducción original de
Sacy, así como la
división por versículos.
Pero, en vez de
prendernos a una orden
cronológica imposible, y
sin ventaja real en
semejante asunto, las
máximas fueron agrupadas
y distribuidas
metódicamente según su
naturaleza, de manera
que unas se deduzcan de
las otras, tanto como
sea posible. La
indicación de los
números de orden de los
capítulos y de los
versículos permite
recurrir a la
clasificación común, si
se juzga conveniente”.
Un himno de amor
Hace poco más de dos mil
años una luz como nadie
nunca había visto inundó
el planeta e inició la
transformación moral de
la humanidad. Esa luz
representa el amor
mayor, emanada de Dios,
y traída por el Maestro
de todos nosotros,
Jesús. Y Él entregó la
luz del amor a cada
corazón a través de
lecciones y ejemplos que
desafían el tiempo y
calientan las almas
sedientas de la verdad
eterna. Y, tras muchas
luchas el tiempo
histórico de la
humanidad, una nueva
luz, igualmente emanada
de Dios, se hizo
presente en el mundo
para recordar las
lecciones críticas:
Allan Kardec.
Esa nueva luz codificó
el Espiritismo, doctrina
eminentemente cristiana,
y, en la formación de
los principios que la
rigen, nos legó ese
libro maravilloso que es
El Evangelio según el
Espiritismo,
trayendo a las mentes y
a los corazones las
sublimes lecciones
eternas de Jesús. Por
ese motivo, las últimas
palabras de Kardec en la
introducción de la obra
tocan las fibras más
profundas del alma.
“Esta obra es para el
uso de todos; cada cuál
puede de ella coger los
medios de conformar su
conducta a la moral de
Cristo. Los espíritas en
ella encontrarán, además
de eso, las aplicaciones
que les conciernen más
especialmente. Gracias a
las comunicaciones
establecidas, de ahora
en delante, de manera
permanente, entre los
hombres y el mundo
invisible, la ley
evangélica, enseñada a
todas las naciones por
los propios Espíritus,
no será más letra
muerta, porque cada cuál
la comprenderá, y será
incesantemente
solicitado a ponerla en
práctica, por los
consejos de sus guías
espirituales. Las
instrucciones de los
Espíritus son
verdaderamente las voces
del cielo que vienen a
esclarecer a los hombres
e invitarlos a la
práctica del Evangelio”.
Vivamos el amor a través
de la bondad y de la
caridad, teniendo en
El Evangelio según el
Espiritismo no sólo
nuestro libro de
cabecera, sino nuestro
guión infalible para
ganar más pronto la
perfección.
Marcus De Mario es
Educador, Escritor.
Conferenciante.
Colaborador de la Radio
Rio de Janeiro. Director
del Instituto Brasileño
de Educación Moral.
Colaborador de la
Asociación Espírita
Hogar de Lola y del
Centro Espírita Humildad
y Amor, en la ciudad de
Río de Janeiro, RJ.
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