Iniciado el tratamiento,
sea consciente y
perseverante. A medida
que usted se recupere,
el profesional que lo
trata – siendo ético y
competente – ciertamente
va a preparar una
estrategia para que
usted quede libre de los
remedios, disminuyendo
gradualmente sus dosis
hasta la retirada
completa, si es posible.
No interrumpa el
tratamiento con
medicamentos
psiquiátricos por cuenta
propia. Hay una
oportunidad muy grande
de pasar usted por una
crisis, que exigirá
dosificación iguales o
mayores que aquellas que
estaba tomando
anteriormente.
Tomar medicación por el
tiempo que sea preciso,
para suplir las
cantidades de
neuro-hormonas que nos
faltan, puede no ser un
camino muy agradable,
pero es extremadamente
necesario y puede
llevarnos a sufrir mucho
menos.
Una visión espírita de
la cuestión
Si sabemos qué
pensamientos y
sentimientos construyen
nuestro ánimo y
benefician o perjudican
nuestra salud,
ciertamente podemos
ayudarnos. Mantener
pensamientos y
sentimientos
constructivos y
saludables es una lucha
cotidiana de todos los
que quieren mantenerse
bien. Si necesitáramos
de la ayuda de una
lectura, de una música,
de una actividad física,
de un amigo, de un pase
espiritual, o de una
desobsesión, seamos
prácticos.
André Luiz nos enseña
que los estados mentales
– miedo, culpa,
remordimiento,
frustración, rabia, sólo
para citar los más
relacionados en la
depresión – son
proyectados en el
organismo humano a
través de los bióforos,
que son unidades de
fuerza psicosomáticas
localizadas en las
mitocondrias – órganos
que existen en algunos
tipos de células que
funcionan como “caja de
fuerza”, pues producen
energía para todas las
actividades celulares.
El término bióforo
fue creado por Augusto
Weismann (1834-1914)
para referirse a los
elementos constitutivos
básicos de las
estructuras vivas.
Emmanuel referente a esa
enseñanza añade que la
depresión interfiere en
la mitosis celular,
pudiendo contribuir para
la aparición de cáncer y
otras enfermedades
inmunológicas, sobre
todo la deficiencia
inmunitaria. La medicina
también confirma esta
última afirmación
integralmente. Las
personas deprimidas
están con su sistema
inmunológico debilitado
y mucho más sujetos a
infecciones y otras
dolencias que dependen
de su buen
funcionamiento.
Creo que esos
condicionamientos
energéticos emanados del
espíritu alcanzan los
sistemas endocrino,
nervioso, inmunológico y
aún de multiplicación de
las células (mitosis),
comprometiendo su
desempeño. Esa es la
raíz no sólo de las
deficiencias de
neurotransmisores, sino
de todo el conjunto de
malestar físico asociado
a la depresión, como
veremos a continuación.
En la depresión hay una
perdida de energía
vital, que deja el
organismo debilitado.
Nuestro cuerpo, como
sabemos, es comandado
por nuestro espíritu.
Vea la visión cariñosa y
esclarecedora de un
espíritu amigo:
“Depresión – dice él –
es el desamor del alma
por sí misma, por la
vida, y sus perspectivas
de realización y de
felicidad. Sin amor y
sin esperanza, la
criatura deja de
asimilar energía vital
del cosmos. Su voluntad
y motivación de vivir se
debilitan.”
¿Pero cómo enfrentar esa
situación?
Conviviendo con la
depresión
La depresión llega sin
aviso y alcanza a
hombres y mujeres en
cualquier edad, de niños
a personas con más de 70
años, pasando por
jóvenes muy saludables.
Cuando llega, exige que
el espíritu se resuelva
y se depure, a partir
del enfrentamiento con
los factores que lo
enflaquecen emocional y
físicamente. Además del
tratamiento médico y
espiritual, muchas
actitudes, con todo,
pueden cambiar
favorablemente la forma
como la depresión será
vivida y superada.
Comience replanteando la
cuestión del
amor-propio. De gustarse
a sí mismo y valorar la
propia vida es condición
necesaria para que un
individuo tenga ganas de
vivir y de realizarse,
empleando sus
potencialidades con ese
objetivo.
Dios no creó a nadie
incapaz para la vida.
La felicidad, por su
parte, no es una puerta
abierta esperando que
entremos, sino una
perspectiva a ser
construida y sostenida a
lo largo de la vida por
actitudes que tengan
valor para nosotros y
para nuestro prójimo y
que irán a componer
nuestra historia.
Necesitamos soñar y
construir las
condiciones para
realizar nuestros
sueños. Para eso,
tenemos que creer en
nosotros mismos, en
nuestra capacidad y en
la vida, como un camino
de realización que somos
capaces de andar.
Un poco de fe también es
ayuda valiosísima:
necesitamos creer en el
Creador de la Vida como
un ser sabio,
misericordioso y justo,
para que podamos aceptar
la vida, como una
perspectiva positiva,
amorosa y justa para
nuestra evolución. Sino,
¿cuál es el sentido de
la vida: trabajar para
pagar las cuentas, ir al
Centro comercial y hacer
unas fiestas de vez en
cuando?
Necesitamos convivir con
los otros para ser
felices, pero no debemos
transformar la
convivencia en
dependencia enferma,
pues eso nos vuelve un
peso para el otro,
estimulándolo a
abandonarnos. Vivir al
lado de alguien
deprimido es algo que
muchos no soportan.
El centro de gravedad
que ancla nuestra
felicidad debe estar en
nuestro interior.
Podemos dejar al otro
compartir ese centro y
nosotros compartiremos
el centro de él.
Es así que nos
enriquecemos
afectivamente.
Cada uno, sin embargo,
necesita mantenerse
íntegro e independiente,
para garantizar su salud
emocional y poder
construir una nueva
relación, si
eventualmente la
afinidad y la
complicidad que
sostienen la convivencia
desaparezcan en algún
momento, llegando a la
separación. En suma,
para estar feliz en la
relación con el otro, es
preciso ser feliz
consigo mismo, para
tener algo bueno para
compartir.
Fuera
depresión con actitudes
simples
No se deje abatir por
problemas pequeños y
pasajeros. De a ellos la
importancia que deben
tener: poca o ninguna.
Sólo eso va a disminuir
substancialmente su
desgaste en la vida,
haciéndolo una persona
más sencilla y agradable
hasta para sí mismo.
No necesita ser payazo
ni simular carcajadas,
pero mantenga el buen
humor. Él es plancha
salvadora en el mar de
las personas amargas, de
las que protestan
demasiado, de los
pesimistas y de los
desgraciados. Sin buen
humor, usted se hunde en
el mar de ellos.
Las conquistas que
anheló y no consiguió
podrían haberlo hecho
feliz o infeliz. No
alimente frustración por
lo que no consiguió,
sino el fracaso por una
meta no alcanzada
comprometerá las demás.
Valore las conquistas.
Si alguien lo traicionó,
hirió, lo desgració o lo
volvió inferior,
siéntase feliz por no
haber sido usted quien
hizo eso con su prójimo.
El error fue de ella,
pero es usted quien
decide cuánto va eso a
influir su vida. Sólo
usted puede poner fin a
su sufrimiento.
Perdonarla,
comprendiendo sus
limitaciones, disuelve
por completo su
sufrimiento.
Si erró y perjudicó
mucho la vida de
alguien, no se quede
conservando culpa o
remordimiento. Vea lo
que puede hacer para
hacer al otro feliz. Si
no pudiera hacer nada
por aquella persona que
lo perjudicó o lo
desgració, hágalo por
otra, pero haga. Pruebe
para usted mismo que se
transformó en un ser
mejor y que ya no repite
viejos errores, sea con
aquellos que ama o aún
con aquellos que odia.
Especialmente porque
usted ya sabe de los
perjuicios que ese
sentimiento le trae.
Menos conexión en las
redes sociales, menos
mensajes, emails y
juegos, menos vicio en
los móviles, Ipads y
ordenadores, y más
conexión consigo mismo,
con sus sentimientos,
con su energía vital,
con su cuerpo físico,
con quien ama, buscando
entender y armonizarse
consigo mismo y con su
prójimo, puede ser una
ayuda valiosa para el
autoconocimiento y el
equilibrio emocional.
Cuando esté triste y la
cabeza caliente, en vez
de quedarse preso en sus
sentimientos en un
cuarto, camine,
ejercítese, respire
hondo y tome el sol por
la mañana o al final de
la tarde, si es posible
en un parque en medio de
la naturaleza. Quedese
sólo con usted, con los
árboles, con las flores
y con los pájaros. Así
usted estará más cerca
de Dios y conectado con
la parte armoniosa de la
vida. Tras eso, el mal
que lo atormenta
ciertamente va a salir
por las vías urinarias.
Media hora al sol por
día le garantiza la
cantidad necesaria de
vitamina D – en verdad
una poderosa hormona
esteroide responsable
por 229 funciones del
sistema inmunológico y
capaz de ayudarlo a
superar la depresión.
La combinación de más
oxígeno (respiración),
más circulación y
nutrición de las células
(movimiento) y más
vitamina D (poder
inmunitario) va a
llevarlo a tener energía
para evitar o enfrentar
la depresión.
No alimente la depresión
con sus pensamientos y
sentimientos. Si siente
presencias espirituales
menos agradables,
llévelas a un centro
espírita para
tratamiento. El
bienestar de ellas va a
ayudar su camino.
Ser feliz no es una
obligación, sino un
placer a su alcance,
casi todos los días,
nunca 24 horas, sino
usted perdería la
motivación de la
conquista.
Persista.
¡Usted puede mandar la
depresión a las habas!
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