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Año 8 - N° 402 - 22 de Febrero de 2015
ADILSON LORENTE       
adilsonlorente@uol.com.br        
São Paulo, SP (Brasil) 
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 
 

Depresión, una visión espiritual no ortodoxa

Parte 2 e final

 
 
Iniciado el tratamiento, sea consciente y perseverante. A medida que usted se recupere, el profesional que lo trata – siendo ético y competente – ciertamente va a preparar una estrategia para que usted quede libre de los remedios, disminuyendo gradualmente sus dosis hasta la retirada completa, si es posible. No interrumpa el tratamiento con medicamentos psiquiátricos por cuenta propia. Hay una oportunidad muy grande de pasar usted por una crisis, que exigirá dosificación iguales o mayores que aquellas que estaba tomando anteriormente.

Tomar medicación por el tiempo que sea preciso, para suplir las cantidades de neuro-hormonas que nos faltan, puede no ser un camino muy agradable, pero es extremadamente necesario y puede llevarnos a sufrir mucho menos.

Una visión espírita de la cuestión

 

Si sabemos qué pensamientos y sentimientos construyen nuestro ánimo y benefician o perjudican nuestra salud, ciertamente podemos ayudarnos. Mantener pensamientos y sentimientos constructivos y saludables es una lucha cotidiana de todos los que quieren mantenerse bien. Si necesitáramos de la ayuda de una lectura, de una música, de una actividad física, de un amigo, de un pase espiritual, o de una desobsesión, seamos prácticos.

 

André Luiz nos enseña que los estados mentales – miedo, culpa, remordimiento, frustración, rabia, sólo para citar los más relacionados en la depresión – son proyectados en el organismo humano a través de los bióforos, que son unidades de fuerza psicosomáticas localizadas en las mitocondrias – órganos que existen en algunos tipos de células que funcionan como “caja de fuerza”, pues producen energía para todas las actividades celulares. El término bióforo fue creado por Augusto Weismann (1834-1914) para referirse a los elementos constitutivos básicos de las estructuras vivas.

 

Emmanuel referente a esa enseñanza añade que la depresión interfiere en la mitosis celular, pudiendo contribuir para la aparición de cáncer y otras enfermedades inmunológicas, sobre todo la deficiencia inmunitaria. La medicina también confirma esta última afirmación integralmente. Las personas deprimidas están con su sistema inmunológico debilitado y mucho más sujetos a infecciones y otras dolencias que dependen de su buen funcionamiento.

 

Creo que esos condicionamientos energéticos emanados del espíritu alcanzan los sistemas endocrino, nervioso, inmunológico y aún de multiplicación de las células (mitosis), comprometiendo su desempeño. Esa es la raíz no sólo de las deficiencias de neurotransmisores, sino de todo el conjunto de malestar físico asociado a la depresión, como veremos a continuación.

 

En la depresión hay una perdida de energía vital, que deja el organismo debilitado.

 

Nuestro cuerpo, como sabemos, es comandado por nuestro espíritu. Vea la visión cariñosa y esclarecedora de un espíritu amigo: “Depresión – dice él – es el desamor del alma por sí misma, por la vida, y sus perspectivas de realización y de felicidad. Sin amor y sin esperanza, la criatura deja de asimilar energía vital del cosmos. Su voluntad y motivación de vivir se debilitan.”

 

¿Pero cómo enfrentar esa situación?

 

Conviviendo con la depresión

 

La depresión llega sin aviso y alcanza a hombres y mujeres en cualquier edad, de niños a personas con más de 70 años, pasando por jóvenes muy saludables. Cuando llega, exige que el espíritu se resuelva y se depure, a partir del enfrentamiento con los factores que lo enflaquecen emocional y físicamente. Además del tratamiento médico y espiritual, muchas actitudes, con todo, pueden cambiar favorablemente la forma como la depresión será vivida y superada.

 

Comience replanteando la cuestión del amor-propio. De gustarse a sí mismo y valorar la propia vida es condición necesaria para que un individuo tenga ganas de vivir y de realizarse, empleando sus potencialidades con ese objetivo. Dios no creó a nadie incapaz para la vida.

 

La felicidad, por su parte, no es una puerta abierta esperando que entremos, sino una perspectiva a ser construida y sostenida a lo largo de la vida por actitudes que tengan valor para nosotros y para nuestro prójimo y que irán a componer nuestra historia.

 

Necesitamos soñar y construir las condiciones para realizar nuestros sueños. Para eso, tenemos que creer en nosotros mismos, en nuestra capacidad y en la vida, como un camino de realización que somos capaces de andar.   

 

Un poco de fe también es ayuda valiosísima: necesitamos creer en el Creador de la Vida como un ser sabio, misericordioso y justo, para que podamos aceptar la vida, como una perspectiva positiva, amorosa y justa para nuestra evolución. Sino, ¿cuál es el sentido de la vida: trabajar para pagar las cuentas, ir al Centro comercial y hacer unas fiestas de vez en cuando?

 

Necesitamos convivir con los otros para ser felices, pero no debemos transformar la convivencia en dependencia enferma, pues eso nos vuelve un peso para el otro, estimulándolo a abandonarnos. Vivir al lado de alguien deprimido es algo que muchos no soportan.

 

El centro de gravedad que ancla nuestra felicidad debe estar en nuestro interior. Podemos dejar al otro compartir ese centro y nosotros compartiremos el centro de él. Es así que nos enriquecemos afectivamente.

 

Cada uno, sin embargo, necesita mantenerse íntegro e independiente, para garantizar su salud emocional y poder construir una nueva relación, si eventualmente la afinidad y la complicidad que sostienen la convivencia desaparezcan en algún momento, llegando a la separación. En suma, para estar feliz en la relación con el otro, es preciso ser feliz consigo mismo, para tener algo bueno para compartir.

 

Fuera depresión con actitudes simples

 

No se deje abatir por problemas pequeños y pasajeros. De a ellos la importancia que deben tener: poca o ninguna. Sólo eso va a disminuir substancialmente su desgaste en la vida, haciéndolo una persona más sencilla y agradable hasta para sí mismo.

 

No necesita ser payazo ni simular carcajadas, pero mantenga el buen humor. Él es plancha salvadora en el mar de las personas amargas, de las que protestan demasiado, de los pesimistas y de los desgraciados. Sin buen humor, usted se hunde en el mar de ellos.

 

Las conquistas que anheló y no consiguió podrían haberlo hecho feliz o infeliz. No alimente frustración por lo que no consiguió, sino el fracaso por una meta no alcanzada comprometerá las demás. Valore las conquistas.

 

Si alguien lo traicionó, hirió, lo desgració o lo volvió inferior, siéntase feliz por no haber sido usted quien hizo eso con su prójimo. El error fue de ella, pero es usted quien decide cuánto va eso a influir su vida. Sólo usted puede poner fin a su sufrimiento. Perdonarla, comprendiendo sus limitaciones, disuelve por completo su sufrimiento.

 

Si erró y perjudicó mucho la vida de alguien, no se quede conservando culpa o remordimiento. Vea lo que puede hacer para hacer al otro feliz. Si no pudiera hacer nada por aquella persona que lo perjudicó o lo desgració, hágalo por otra, pero haga. Pruebe para usted mismo que se transformó en un ser mejor y que ya no repite viejos errores, sea con aquellos que ama o aún con aquellos que odia. Especialmente porque usted ya sabe de los perjuicios que ese sentimiento le trae.

 

Menos conexión en las redes sociales, menos mensajes, emails y juegos, menos vicio en los móviles, Ipads y ordenadores, y más conexión consigo mismo, con sus sentimientos, con su energía vital, con su cuerpo físico, con quien ama, buscando entender y armonizarse consigo mismo y con su prójimo, puede ser una ayuda valiosa para el autoconocimiento y el equilibrio emocional. 

 

Cuando esté triste y la cabeza caliente, en vez de quedarse preso en sus sentimientos en un cuarto, camine, ejercítese, respire hondo y tome el sol por la mañana o al final de la tarde, si es posible en un parque en medio de la naturaleza. Quedese sólo con usted, con los árboles, con las flores y con los pájaros. Así usted estará más cerca de Dios y conectado con la parte armoniosa de la vida. Tras eso, el mal que lo atormenta ciertamente va a salir por las vías urinarias.

 

Media hora al sol por día le garantiza la cantidad necesaria de vitamina D – en verdad una poderosa hormona esteroide responsable por 229 funciones del sistema inmunológico y capaz de ayudarlo a superar la depresión.

 

La combinación de más oxígeno (respiración), más circulación y nutrición de las células (movimiento) y más vitamina D (poder inmunitario) va a llevarlo a tener energía para evitar o enfrentar la depresión.

 

No alimente la depresión con sus pensamientos y sentimientos. Si siente presencias espirituales menos agradables, llévelas a un centro espírita para tratamiento. El bienestar de ellas va a ayudar su camino.

 

Ser feliz no es una obligación, sino un placer a su alcance, casi todos los días, nunca 24 horas, sino usted perdería la motivación de la conquista.

 

Persista.

 

¡Usted puede mandar la depresión a las habas!

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita