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Año 9 - N° 412 - 3 de Mayo de 2015
PAULO DA SILVA NETO SOBRINHO
paulosnetos@gmail.com

Belo Horizonte, MG (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Paulo da Silva Neto Sobrinho

¿El concurso de cuántos médiums será necesario para tener el Control Universal?

Parte 1

 

De entre los grandes problemas que surgen, al hablarse de Control Universal de la Enseñanza de los Espíritus – CUEE, uno de ellos es el de que las opiniones dan idea (o son en el sentido) de que es preciso la confirmación de miles de Espíritus, y que todos hablen de la misma forma sobre el mismo hecho.

Muchos compañeros, que exigen la aplicación del CUEE para determinadas revelaciones, casi que masacran al médium que las recibió, llegan al punto de tachar de pseudosabio a determinado Espíritu que osó traerlas, aunque no haya sido el primero en revelarlas, lo que muchas veces esos compañeros ni al menos saben de eso.

Nos parece que esos discípulos quieren ser mayores que el Maestro, pues Kardec, delante de Los cuatro evangelios, no descalificó a su autor y ni los supuestos Espíritus que los dictaron, como se ha hecho por ahí, en relación a dos determinados Espíritus. Veamos este tramo del artículo “Los evangelios explicados”, publicado por Kardec en la Revista Espírita 1866:

El autor de esa nueva obra creyó deber seguir otro camino; en lugar de proceder por grados, quiso alcanzar el objetivo de un golpe. Trató, por ciertas cuestiones que no juzgamos oportuno abordar aún, y de las cuales, consecuentemente le dejamos la responsabilidad, así como a los Espíritus que los comentaron. Consecuente con nuestro principio, que consiste en regular nuestro camino sobre el desarrollo de la opinión, no daremos, hasta nueva orden, a sus teorías, ni aprobación, ni desaprobación, dejando al tiempo el cuidado de sancionarlas o de contradecirlas. Conviene, pues, considerar esas explicaciones como opiniones personales de los Espíritus que las formularon, opiniones que pueden ser justas o falsas, y que, en todos los casos, tienen necesidad de la sanción del control universal, y hasta más amplia confirmación no podrían ser consideradas como partes integrantes de la Doctrina Espírita. (KARDEC, 1993i, p. 190-191, negrita nuestra).

Es cierto que Kardec aborda un punto específico de la obra, cual sea el hecho de llamar un cuerpo fluídico para Cristo; sin embargo, elegantemente, y sin ningún tipo de desprecio, y ni con aspereza, comenta:

Dijimos que el libro del Sr. Roustaing no se aleja de los principios de El Libro de los Espíritus y lo de los médiums; nuestras observaciones llevan, pues, sobre la aplicación de esos mismos principios a la interpretación de ciertos hechos. Es así, por ejemplo, que da a Cristo, en lugar de un cuerpo carnal, un cuerpo fluídico concretando, teniendo todas las apariencias de la materialidad, y de él hace un agénere. A los ojos de los hombres que no habrían podido comprender, entonces, su naturaleza espiritual, tuvo que pasar EN APARIENCIA, esa palabra es incesantemente repetida en todo el curso de la obra, para todas las vicisitudes de la Humanidad. Así se explicaría el misterio de su nacimiento: María no habría tenido sino las apariencias del embarazo. Este punto, colocado por premisa y piedra angular, es la base sobre la cual se apoya para explicación de todos los hechos extraordinarios o milagrosos de la vida de Jesús.

Sin duda, no hay ahí nada de materialmente imposible para quien conoce las propiedades del envoltorio periespiritual; sin pronunciarnos pro o contra esa teoría diremos que ella es al menos hipotética, y que, si un día ella fuera reconocida errada, la base siendo falsa, el edificio se desmoronaría. Esperamos, pues, los numerosos comentarios que ella no dejará de provocar de parte de los Espíritus, y que contribuirán para elucidar la cuestión. Sin prejuzgarla, diremos que ya fueron hechas objeciones serias a esa teoría, y que, en nuestra opinión, los hechos pueden perfectamente explicarse sin salir de las condiciones de la Humanidad corpórea.

Estas observaciones, subordinadas a la sanción del futuro, no disminuye nada la importancia de esa obra que, al lado de las cosas dudosas de nuestro punto de vista, de ellas concluye, incontestablemente, buenas y verdaderas, y será consultada provechosamente por los Espíritas serios. (KARDEC, 1993i, p. 191-192, negrita nuestra). 

Observamos que Kardec fue prudente, no condenó, dejando para que los Espíritus, en el futuro, pudieran manifestarse sobre el tema. Fue además, recomendando su lectura por los Espíritas serios, lo que ciertamente dejaron a algunos compañeros pasmados.

En La Génesis, en el ítem “Desaparición del cuerpo de Jesús” tenemos algunas consideraciones sobre la cuestión del cuerpo fluídico, que juzgamos procedan, si no directamente de los Espíritus, fueron vía indirecta, probablemente por inspiración, dictadas a Kardec.

Al cerrar este artículo, Kardec dice: 

Si el fondo de un libro es lo principal, la forma no es de desdeñarse, y entra también por alguna cosa en el éxito. Creemos que ciertas partes son desarrolladas muy largamente, sin provecho para la claridad. En nuestra opinión, si, limitándose a lo estrictamente necesario, se habría podido reducir la obra en dos, o aún en un único volumen, habría ganado en popularidad. (KARDEC, 1993i, p. 192). 

O sea, en la opinión de Kardec hubo prolijidad en la obra, pero no recomendó a nadie que no la leyera, ni, mucho menos, hizo cualquier artículo contestándola punto a punto.

Un poco al frente, en esa misma obra, encontramos algo que, en otra parte, ya mencionamos; pero es necesario volvamos a ella para situarnos bien aquí en ese estudio: “El Libro de los Espíritus no es un tratado completo del Espiritismo; no hace sino colocarle las bases y los puntos fundamentales, que deben desarrollarse sucesivamente por el estudio y por la observación.” (KARDEC, 1993i, p. 223, negrita nuestra).

Si la principal obra de la Codificación – El Libro de los Espíritus –, que se despliega en nuevas publicaciones – El Libro de los Médiums, El Evangelio Según el Espiritismo, La Génesis y El Cielo y el Infierno –, cada una de ellas desmenuzaron una de sus cuatro partes, no es un tratado completo de Espiritismo, importa concluir, por obvio, que nuevas cosas pueden surgir fuera de las bases inamovibles que son sus principios básicos, entre ellos: mediumnidad, influencia de los Espíritus en nuestras vidas, ley del progreso, reencarnación, mundo espiritual, pluralidad de los mundos habitados, etc.

Completamos con esa otra palabra de Kardec, publicada en la Revista Espírita 1868:

El programa de la Doctrina no será, pues, invariable sino sobre los principios pasados al estado de verdades constatadas; para los otros, ella no los admitirá, como siempre lo hizo, sino a título de hipótesis hasta la confirmación. Si le fuera demostrado que ella está en el error sobre un punto, ella se modificará sobre ese punto. (KARDEC, 1993j, p. 377, negrita nuestra).

Ahora, del modo que las cosas andan, a lo que todo indica, no hay la mínima posibilidad de venir nada más, ya que se está haciendo con la Doctrina Espírita lo que los cristianos hicieron con las revelaciones divinas, cerrándolas en un libro – la Biblia, en nuestro caso, en esas cinco obras mencionadas.

Es obvio que no podemos aceptar cualquier novedad sin antes pasarla por la criba del CUEE, conforme orienta Kardec en el artículo “Autoridad de la Doctrina Espírita – Control Universal de la Enseñanza de los Espíritus” (KARDEC, 1993h, p. 99-105); pues ahí resbalaremos para una credulidad ciega, o sea, mientras no sea aceptada como racional por la mayoría, no debemos considerar como cosa definida. No es el caso de lo que ocurre, principalmente, en Brasil – unos aceptando fácilmente, otros condenando sistemáticamente; no habiendo prudencia de ninguna de las partes.

A menos que hayamos pasado vencido, en ningún lugar fue establecido un número líquido y correcto de médiums/Espíritus para que se pueda considerar como ejercido el CUEE. Sin embargo, apunta algunas condiciones imprescindibles para tal emprendimiento, que las resumimos en esos tres puntos de control:

1º control: el de la lógica y de la razón;

2º control: el de la uniformidad de opinión de la mayoría de los Espíritus;

3º control: concordancia de las revelaciones venidas por varios médiums, extraños unos a los otros y de varias localidades, de preferencia que no hayan conocimiento lo que los otros dijeron antes.

Del artículo “Mi primera iniciación en el Espiritismo”, constante de Obras Póstumas, transcribimos este pequeño trecho:

No me contenté, sin embargo, con esa verificación; los Espíritus así me lo habían recomendado. Habiéndome las circunstancias puesto en relación con otros médiums, siempre que se presentaba ocasión yo la aprovechaba para proponer algunas de las cuestiones que me parecían espinosas. Fue así que más de diez médiums prestaron concurso a ese trabajo. De la comparación y de la fusión de todas las respuestas; coordinadas, clasificadas y muchas veces retocadas en el silencio de la meditación, fue que elaboré la primera edición de El Libro de los Espíritus, entregada a la publicidad el 18 de abril de 1857.” (KARDEC, 2006ª, p. 301, negrita nuestra). 

De la obra El Libro de los Espíritus – primera edición de 18 de abril de 1857, publicada por el IPECE – Instituto de Enseñanza e Investigación de la Cultura Espírita, encontramos esa información: 

[…] Se puede considerar que todo el texto que forma la primera edición de “El Libro de los Espíritus” fue obtenido sólo con la participación de la mediumnidad de efectos físicos, pertinentes a tres médiums adolescentes: Julie, 12 años; Japhet, 15 años; y Caroline, 14 años. Eso porque los injertos que el profesor Rivail hizo en los textos compilados, con la ayuda de cerca de una decena de médiums de efectos intelectuales, fueron siendo sucesivamente corregidos por la pléyade de Espíritus desencarnados que actuaba en las residencias de los Srs. Roustan y Baudin, a través de Julie, Caroline y Japhet, y por ella suprimidos. […]. (KARDEC, 2004,

En la Revista Espírita 1858, Kardec publica un artículo titulado “De la pluralidad de las existencias corpóreas”, del cual extraemos este párrafo: 

[…] Tenemos aún otra refutación a oponer es la de que no fue enseñada solamente a nosotros; ella lo fue en muchos otros lugares, en Francia y en el extranjero; en Alemania, en Holanda, en Rusia, etc. y eso antes aún de la publicación de El Libro de los Espíritus. Añadimos aún que, desde que nos entregamos al estudio del Espiritismo, tuvimos comunicaciones por más de cincuenta médiums, escribientes, parlantes, videntes, etc., más o menos esclarecidos, de una inteligencia normal o menos limitada, algunos mismo completamente iletrados, y por consecuencia enteramente extraños a las materias filosóficas, y que, en ningún caso, los Espíritus fueron desmentidos sobre esa cuestión; ocurre lo mismo en todos los círculos que conocemos, donde el mismo principio fue profesado. Ese argumento no es sin réplica, nosotros lo sabemos, por eso en él no insistiremos más que lo razonable. (KARDEC, p.295, negrita nuestra).

Por lo que entendemos, Kardec buscó confirmar la información sobre la pluralidad de existencias en mensajes recibidos por más de cincuenta médiums. Sin embargo, no se trata de un punto nuevo, como se podría pensar, pues, ya en abril de 1857, ese principio constaba de la primera edición de El Libro de los Espíritus. Probablemente, Kardec, por aún no haberse convencido plenamente de la reencarnación, resolvió insistir en ese punto.

Tomemos ahora la Revista Espírita 1864, para ver nuevas informaciones. La primera consta del artículo “De la perfección de los seres creados”:

La cuestión de los animales pide algunos desarrollos. Ellos tienen un principio inteligente, es decir incontestable. ¿De qué naturaleza es ese principio? ¿Que relaciones tiene con el del hombre? ¿Es estacionario en cada especie, o progresivo pasando de una especie a la otra? ¿Cuál es para él el límite del progreso? ¿Camina paralelamente al hombre, o bien es el mismo principio que se elabora y ensaya la vida en las especies inferiores, para recibir más tarde nuevas facultades y sufrir la transformación humana? Son tantas cuestiones que quedaron insolubles hasta este día, y si el velo que cubre ese misterio no fue aún levantado por los Espíritus, es que eso habría sido prematuro: el hombre no está aún maduro para recibir tanta luz. Varios Espíritus dieron, es decir verdad, teorías a ese respecto, pero ninguna tiene un carácter bastante auténtico para ser acepta como verdad definitiva; no se puede, pues, considerarlas, hasta nueva orden, sino como sistemas individuales. Sólo la concordancia puede darles una consagración, porque ahí está el único y verdadero control de la enseñanza de los Espíritus. Por eso es por lo que estamos lejos de aceptar como verdades irrecusables todo lo que enseñan individualmente; un principio, cualquiera que sea, para nosotros no adquiere autenticidad sino por la universalidad de la enseñanza, quiere decir, por las instrucciones idénticas dadas sobre todos los puntos por médiums extraños unos a los otros y no sufriendo las mismas influencias, notoriamente exentos de obsesiones y asistidos por Espíritus buenos y esclarecidos, es preciso oír aquellos que prueban su superioridad por la elevación de sus pensamientos, la alta importancia de sus enseñanzas, no contradiciéndose jamás, y no diciendo jamás nada que la lógica más rigurosa no pueda admitir. Fue así que fueron controladas las diversas partes de la doctrina formulada en El Libro de los Espíritus y en El Libro de los Médiums. […].

¡En general, no se podría traer mucha prudencia en hecho de teorías nuevas sobre las cuales se puede iludir; también cuántas de ellas se vieron, desde el origen del Espiritismo, que, prematuramente entregadas a la publicidad, no tuvieron sino una existencia efímera! Así lo será con todas aquellas que no tengan sino un carácter individual y no hayan sufrido el control de la concordancia. En nuestra posición, recibiendo las comunicaciones de cerca de mil centros Espíritas serios, diseminados sobre los diversos puntos del globo, somos capaces de ver los principios sobre los cuales esa concordancia se establece; fue esa observación que nos guió hasta este día, y será igualmente la que nos guiará en los nuevos campos que el Espiritismo está llamado a explorar. Es así que, hace algún tiempo, notamos en las comunicaciones venidas de diversos lados, tanto de Francia como del exterior, una tendencia a entrar en una vía nueva, por las revelaciones de una naturaleza toda especial. Esas revelaciones, frecuentemente hechas con palabras veladas, pasaron desapercibidas para muchos de aquellos que las obtuvieron; muchos otros creyeron sólo ellos tenerlas; tomadas aisladamente, serían para nosotros sin valor, pero su coincidencia les da una alta seriedad, de la cual será capaz de juzgar más tarde, cuando llegara el momento de entregarlas a la luz de la publicidad. (KARDEC, 1993h, p. 68-69, negrita nuestra).

(Continúa en la próxima edición.)


 

 

 


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