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Año 9 - N° 415 - 24 de Mayo de 2015 
ROGÉRIO COELHO
rcoelho47@yahoo.com.br 
Muriaé, Minas Gerais (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Rogério Coelho

Renovación con Jesús

Toda obsesión tiene  bases en la reciprocidad

 

Renovación con Jesús es reconstrucción
De vida a beneficio de todas las vidas.

- Eurípedes Barsanulfo


De entre las muchas e imperecederas lecciones aplicadas por el Tierno Pegureiro – hace dos milenios – se destaca, sin sombra de duda, de manera fulgurante, la Ley de Amor.

Los campos rudos de las Almas solamente serán renovados transmutándolos en tierra fértil, a partir del momento en que nos decidamos por la adopción incondicional y plena de esa Ley Mayor, que es la Ley de la no violencia, de la suavidad, de la blandura, de la serenidad, de la persuasión, de la mansedumbre, de la docilidad...

Esa Ley debe vigorizar en todos los departamentos de la vida de relación, pero, en el ámbito de los trabajos de desobsesión, se hace factor imprescindible para desatar las cadenas que aprisionan verdugos y víctimas entre sí.  

Según Aulus, toda obsesión tiene cimientos en la reciprocidad.

La Ley del Amor y sus colofones actuarán siempre no sólo como terapéutica eficiente en la ecuación de los pungentes e intrincados dramas obsesivos, sino también como excelente profilaxis, como factor de higiene espiritual.

Los Benefactores Espirituales, a través de los libros especializados que constituyen las obras subsidiarias de la Doctrina Espírita, ya demostraron ampliamente la necesidad del comedimiento en el tratamiento y erradicación de los lazos obsesivos, donde no se pueden cortar los doloridos lazos de odio de manera atropellada, pero sí, desatarlos con el algodón de la misericordia y del amor.

Casos de obsesión existen que atraviesan milenios de interacción psíquica perniciosa, extremadamente dañina para ambas partes en régimen de nefasto litigio. No será de un golpe repentino y milagroso” que casos tales serán sanados de forma satisfactoria. Hay que tener paciencia, aprendizaje, perspicacia, ciencia y extremado amor…

Es necesario el perfecto conocimiento de toda la trama que se desarrolla al sabor de las reuniones hebdomadarias. Señoreándose de la situación en su totalidad, el adoctrinador llegará, entonces, al punto sensible de la cuestión. 

En el libro Entre la Tierra y el Cielo, de la serie André Luiz, psicografiado por Chico Xavier, encontramos un ejemplo típico de una desobsesión realizada en los moldes espíritas: Odila, desencarnada, atormentaba a Zulmira, encarnada.

La mujer es siempre madre...

Aquel Espíritu atormentado juzgó que la otra hube tomado su espacio en el corazón de Amaro, además de, por la negligencia maliciosa y arbitraria, haber permitido la muerte de su hijo, por ahogamiento. El odio era, por lo tanto, profundo, total, alimentando gran esfuerzo de parte de la desencarnada.     

En virtud de la irradiación constante de odio que emanaba de Odila, la salud de Zulmira peligraba…

Acompañemos el desenlace de la desobsesión registrada a finales del capítulo veintitrés de la obra citada y observemos el amor, la suavidad, la argumentación dirigida en el cariño con que Clara, la afectuosa Mentora, renovó aquel Espíritu atormentado para las claridades de la paz interior con Jesús:

“¡No me hables así!” – imprecó la interpelada, con evidentes señales de angustia – “odio a la infame que nos robó la felicidad...”

- “¡Odila, reflexiona! ¿Te olvidas de que la mujer es siempre madre? El túmulo no restituirá el cuerpo que la tierra consumió y, si deseas recuperar la ternura y la confianza del compañero que dejaste en la retaguardia, es preciso amarlo con el Espíritu. ¡Modifica los impulsos del corazón! No supongas a Amaro capaz de quererte trastornada cuál te encuentras, entre las zarpas envenenadas del despecho, si llegara, de repente, hasta nosotros...”

– “¡Ella mató a mi hijo!...”

– “¿Cómo puedes probar semejante acusación?”

– “La intrusa le envidiaba la posición en el cariño de Amaro.”

– “Sí”, - concordó Clara, afectuosa, “admito que Zulmira así se condujera. Es inexperimentada aún y la ignorancia mientras nos demoramos en la Tierra puede impedirnos la visión, pero no sería justo, tan solamente por eso, atribuirle la muerte del pequeñito... ¡Medita! La verdadera fraternidad te ayudará a sentir en aquella que te sucedió en el hogar a una hija susceptible de recogerte el afecto y la orientación... 

¡En lugar de forjar una enemiga en el siniestro yunque de la crueldad, edificarás una dedicación noble y leal para enriquecerte la vida. Retirando la luz de tu amor de las llamas combustibles del infierno de los celos en que padeces por la propia voluntad, serás realmente para el hombre querido y para la hija que clama por tu asistencia una inspiración y una bendición!...”

La venganza ciega los ojos y congela el corazón

Tal vez porque Odila, casi vencida, simplemente llorara, la Mensajera apartó los cabellos, añadiendo: – “Sé que sufres igualmente como madre atormentada. Recuerda, con todo, que nuestros hijos pertenecen a Dios y, si la muerte cogió al niño que estremeces, separándola de los brazos paternales, es que la Voluntad Divina determinó el alejamiento...”

La Mensajera le acariciaba la frente, dándonos la impresión de que la sometía a suaves operaciones magnéticas... Tras algunos instantes en que sólo oíamos el sollozo de Odila transformada, la venerable amiga acentuó: – “¿Por qué no te dispones a clarear el propio camino, a fin de reencontrar a tu ángel y abrazarlo, de nuevo, en tus brazos, en vez de consagrarte inútilmente a la venganza que te ciega los ojos y congela el corazón?”

Clara había alcanzado por descontado el punto sensible de aquella alma atribulada, porque la infortunada madre, cual arrojara para fuera de sí misma todas las congojas que le señoreaban los sentimientos, gritó, como fiera estrangulada por el dolor: – “¡Mi hijo!... ¡mi hijo!...”  Y su llanto convulsivo se hizo más angustiado, más conmovedor...

La Emisaria del Bien la abrazó fraternalmente y, con maternal caricia, le habló: “¡Alégrate, hermana querida! ¡Grande es tu felicidad! ¡Puedes ayudar y eso representa la ventura mayor!   ¡Nada te impide de auxiliar al compañero de la experiencia humana, al alcance de tus manos, y basta una plegaria de amor puro, con el testimonio de tu comprensión y de tu piedad, para que venzas la reducida distancia entre tu sufrimiento y el hijito idolatrado!... ¡Hace veintidós siglos espero por un minuto igual a este para mi añorado y angustiado corazón, ya que mis amados aún no se inclinaron para mí!...”

La voz de Clara parecía mezclada de lágrimas que no llegaban a surgir.

Dominada por las vibraciones de la Mensajera Celeste, Odila se agarró a ella, prosiguiendo en llanto convulsivo, mientras la instructora repetía con desvelos de madre: – “¡Vamos hija! ¡Vamos a la búsqueda de nuestra renovación con Jesús!...”

Separar a obsesor y obsesado puede llevar a la muerte

Amparándola, Clara la condujo para fuera, pegada al propio pecho.

Junto a nosotros, Clarêncio informó: “ahora Zulmira podrá recuperarse. La adversaria se retiró sin la violencia que le perjudicaría el campo mental”.

Notemos que el trabajador de las tareas desobsesivas debe reunir las condiciones necesarias para el trabajo a ser realizado. Además de la cualificación exigida, necesita observar el momento psicológico ideal para desconectar las partes en litigio dentro del proceso obsesivo.

Observamos que la no preparación del trabajador, muchas veces, provoca la intervención de los Mentores Espirituales en el sentido de retardar el desligamiento de las víctimas del proceso obsesivo, a fin de que no haya una ruptura violenta y dañina tanto para el encarnado como para el desencarnado envuelto.

En el capítulo tres de la obra citada tenemos la evidente demostración de eso: – Cuando Hilário y André Luiz observaron la acción perniciosa de Odila contra Zulmira, instintiva e inocentemente, se acercaron a la Entidad desencarnada para alejarla con la presteza posible, pero el Instructor generoso les detuvo el gesto diciendo: – “la violencia no ayuda. Las dos se encuentran conectadas una a la otra. Separarlas a la fuerza sería la dilaceración de consecuencias imprevisibles. La exasperación de la mujer desencarnada pesaría demasiado sobre los centros cerebrales de Zulmira y la lipotimia (1) podría acarrear la parálisis o incluso la muerte del cuerpo…

La cuestión en esta casa surge realmente susceptible... Es necesario buscar alguien que ya haya almacenado en el alma bastante amor y bastante comprensión para conversar con el poder creador de la renovación”.

La obsesión tiene cimiento en la reciprocidad

Atendamos ahora, para mayor comprensión del tema, en el diálogo (2) establecido entre el Mentor Aulus e Hilário ante otro caso de terrible obsesión, cuando este pregunta, entre afligido y perplejo, con el drama: – “¿Por qué no separar de una vez verdugo y víctima?”

– “Calma, Hilário!” - ponderó el Asistente -, “aún no examinamos el asunto en su estructura básica. Toda obsesión tiene cimiento en la reciprocidad. Recordemos la enseñanza de nuestro Divino Maestro. No basta arrancar la cizaña: es preciso saber hasta que punto la raíz de él se entraña con la raíz del trigo, para que no vengamos a chafar uno y otro. No hay dolor sin razón. Atendamos, así, a la ley de cooperación, sin el propósito de anticiparnos a la Justicia Divina”.

Hilário volvió a preguntar: - “¿aún, para colaborar em favor de esos hermanos em desesperación será suficiente el concurso verbalista?

Responde sabiamente el Mentor: – “No les extendemos simplemente palabras, sino por encima de todo nuestro sentimiento. Toda frase articulada con amor es una proyección de nosotros mismos. Por lo tanto, si es incontestable nuestra imposibilidad de ofrecerles la liberación prematura, estamos donando, en favor de ellos, nuestra buena voluntad, a través del verbo nacido de nuestros corazones, igualmente necesitados de plena redención con Cristo.

Analizando el pasado, al cual todos nos conectamos a través de recuerdos amargos, somos enfermos en asistencia recíproca. No sería lícito que guardemos la pretensión de labrar sentencias definitivas pro o contra nadie, porque, en la posición en que aún nos hallamos, todos poseemos cuentas mayores o menores a liquidar... Para el cuidado fraterno de que daba testimonio, la enferma y el perseguidor merecían igual cariño”.

La Doctrina Espírita es riquísima de variadas enseñanzas. Es, por lo tanto, imprescindible el estudio perseverante, continuado, sistematizado, para que el trabajador adiestrado en las sutilezas y enredos de los intrincados dramas obsesivos pueda realmente actuar de forma digna, equilibrada, adecuada y realiza en la liberación bendecida de verdugos y víctimas y en la definitiva renovación de las almas con Jesús.

____________________

(1) Nota: síncope - Medicina.  Pérdida temporal de conciencia debida la mala circulación sanguínea cerebral, alteración en la composición de la sangre que irriga el encéfalo, o las alteraciones en el patrón de actividad del sistema nervioso central, debidas a estímulos que llegan a ese sistema. [Sin.: lipotimia, deliquio, desmayo, (pop.) desmayo, ataque, expirar.]

(2) XAVIER, Francisco Cândido. Nos domínios da mediunidade. 12. ed. Rio [de Janeiro]: FEB, 1983, cap. 23.

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita