Reencarnar es
volver a la vida
física, renacer
en otro cuerpo.
Esa es la idea
central de
diversas
doctrinas
religiosas,
principalmente
las orientales.
En el occidente,
la teoría de la
reencarnación es
ampliamente
divulgada por el
Espiritismo.
Para comprender
la pluralidad de
las existencias
es necesario
creer en la
inmortalidad del
alma.
Según la
Doctrina
Espírita, la
pluralidad de
las existencias
es la prueba de
la misericordia
divina.
Solamente a
través de la
reencarnación
tenemos la
oportunidad de
progresar
moralmente,
corrigiendo
nuestras
imperfecciones y
perfeccionando
nuestras
cualidades. La
reencarnación
constituye pues,
una Ley natural.
El paso de los
Espíritus por la
carne es así
justificado por
el Espiritismo:
132. ¿Cuál es
la finalidad de
la encarnación
de los
Espíritus?
— Dios la impone
con el fin de
llevarlos a la
perfección: para
unos, es una
expiación; para
otros, una
misión. Pero,
para llegar a
esa perfección,
ellos deben
sufrir todas las
vicisitudes de
la existencia
corpórea; en
esto es que está
la expiación. La
encarnación
tiene aún otra
finalidad, que
es la de poner
el Espíritu en
condiciones de
enfrentar su
parte en la obra
de la Creación.
Es para
ejecutarla que
él toma un
aparato en cada
mundo, en
armonía con la
materia esencial
del mismo, a fin
de en el
cumplir, de
aquel punto de
vista, las
órdenes de Dios.
Y de esa manera,
concursando para
la obra general,
también
progresar. (El
Libro de los
Espíritus, de
Allan Kardec.)
La reencarnación
no partió del
Espiritismo
La doctrina de
las vidas
sucesivas,
también llamada
Palingenesis,
del griego Palin
(nuevo) y
génesis
(nacimiento) se
relaciona con la
historia de las
antiguas
civilizaciones.
Los primeros
registros acerca
de la
reencarnación
parten de los
hindúes 5.000
años a.C. Un
poco más tarde,
los egipcios
también hicieron
anotaciones
sobre el tema:
“Antes de nacer,
la criatura ya
vivió y la
muerte no es el
fin.” (Papiro
egipcio, 3000
a.C.)
Los grandes
pensadores,
precursores del
Espiritismo y de
la idea
cristiana,
discutieron
ampliamente la
cuestión en sus
escuelas
filosóficas.
Pitágoras decía
ser la
reencarnación de
Euforbo, hijo de
Panto, que fue
muerto por
Menelao en la
Guerra de Troya:
"El alma nunca
muere, sino
recomienza una
nueva vida,
cambia de
domicilio,
tomando otra
forma. En cuanto
a mí, ya fui
Euforbes, en
tiempo de la
guerra de Troya
y me acuerdo
perfectamente
bien de mi
nombre y de mis
padres, así como
fui muerto en
combate con el
rey de
Esparta... Pero
aunque viviendo
en varios
cuerpos, el alma
es siempre la
misma, pues sólo
cambia la
forma.”
(Pitágoras 572 -
492 a.C.)
Sócrates,
considerado por
muchos el mayor
filósofo del
mundo
occidental,
también expresó
su pensamiento
en relación al
asunto. A pesar
de no dejar
ningún documento
registrado, sus
enseñanzas
fueron anotadas
e inmortalizadas
por sus
discípulos:
“Estoy
convencido de
que vivimos
nuevamente y que
los vivos
emergen de los
que murieron y
que las almas de
los que murieron
están vivas”.
(Sócrates, 469 –
399 a.C.)
Platón, que fue
fuertemente
influenciado por
Sócrates y
Pitágoras, se
hizo el gran
divulgador de la
doctrina de la
reencarnación.
Sus registros
son apuntados
por diversos
teólogos para
justificar el
objeto en
cuestión: "Oh
tú, muchacho o
joven que te
juzgas
abandonado por
los dioses, sepa
que, si te
hicieras peor,
irás a estar con
las peores
almas, o si
mejor, irás a
juntarte a las
mejores almas, y
en toda sucesión
de vida y muerte
harás y sufrirás
lo que un igual
puede
merecidamente
sufrir en las
manos de
iguales. Es esta
la justicia de
los cielos".
"Aprender es
recordar."
(Platón, 427 -
347 a.C.)
La reencarnación
como dogma judío
En Israel
existían dos
escuelas
filosóficas que
dominaban la
clase espiritual
de la época, los
fariseos y los
saduceos. La
primera, formada
por
representantes
de clase media,
era más flexible
y creía en la
reencarnación,
pero utilizaba
el término
resurrección
para designar la
idea del retorno
del alma a la
vida física.
“Ellos [los
fariseos]
también creían
que las almas
tenían una
fuerza inmortal
dentro de ellas
y que bajo la
tierra ellas
serán premiadas
o castigadas,
según ellas
hubieran vivido
virtuosamente o
en vicio esta
vida; y estas
últimas son
mantenidas en
una prisión
eterna, mientras
que las primeras
tendrán el
poder de vivir
nuevamente.”
(Flavio Josefa –
Antigüedades)
Ya los saduceos,
en más pequeño
número, eran
representados
por la alta
sociedad. Sus
miembros eran
conservadores y
no creían, de
forma alguna, en
la inmortalidad
del alma y por
consecuencia en
la
reencarnación.
¿Pero por qué
mencionar aquí
las creencias
judaicas?
La respuesta es
simple, Jesús
era judío y
antes de iniciar
sus
predicaciones
probablemente
haya recibido la
misma formación
religiosa de su
pueblo. El
Evangelio de
Lucas nos cuenta
que a los 12
años Jesús viajó
con los padres
de Nazarét a
Jerusalén para
celebrar el
Pessach, la
Pascua judaica;
ese hecho puede
demostrar el
contacto de
Jesús con la
religión
judaica.
Jesús y la
reencarnación
Mucho se debate
sobre las
enseñanzas de
Jesús. Cada
religión
enfatiza aquello
que mejor le
conviene,
utilizando los
registros
bíblicos para
fundamentar sus
creencias.
Partiendo de esa
proposición,
podemos citar
algunos pasajes
bíblicos que
pueden ser
relacionados a
la doctrina de
la
reencarnación.
Analicemos un
tramo bíblico
que refiere el
diálogo entre el
Nazareno y un
doctor de la ley
judaica,
Nicodemos: “En
verdad, en
verdad os digo
que nadie puede
ver el reino de
Dios si no nace
de nuevo. Le
preguntó,
entonces,
Nicodemos: ¿Cómo
puede nacer un
hombre ya viejo?
¿Puede volver a
entrar en el
vientre de su
madre, para
nacer por
segunda vez?
Jesús respondió:
En verdad, en
verdad os digo
que aquel que no
naciera del agua
y del espíritu
no puede entrar
en el reino de
Dios. Lo que es
nacido de la
carne es carne,
y lo que es
nacido del
espíritu es
espíritu. No te
maravilles de
haberte dicho:
Necesario os es
nacer de nuevo.
El viento sopla
dondequiera, y
oyes su voz,
pero no sabes de
dónde viene, ni
para dónde va;
lo mismo se da
con todo aquel
que es nacido
del espíritu”.
(João, capítulo
III, vv. 1 a
12.)
En ese tramo,
Jesús demuestra
que es preciso
nacer nuevamente
para adentrar en
el reino de
Dios, o sea,
para llegar a la
perfección. Este
es el principio
de la pluralidad
de las
existencias.
Otro segmento
bíblico que nos
ofrece subsidios
para confirmar
la hipótesis de
que Jesús
hablaba sobre
reencarnación
dice respecto a
su explicación a
los apóstoles
con relación a
Elías y Juan
Bautista: “Es
verdad que Elías
ha de venir y
restablecer
todas las cosas;
pero yo os
declaro que
Elías ya vino y
ellos no lo
conocieron y lo
trataron como
les pareció. Es
así que harán
sufrir al Hijo
del Hombre.
Entonces, sus
discípulos
comprendieron
que fue de Juan
Bautista que él
había hablado”.
(Mateo, cap.
XVII, vv. 10 a
13 y Marcos,
cap. IX, vv. 11
a 13.)
Ahora, aquí nos
parece muy clara
la idea de la
trasmigración
del alma. Si
Juan Bautista
era
Elías, este
hecho sólo puede
ser explicado
por la
reencarnación,
pues Juan
Bautista y Elías
fueron dos
personas
distintas, con
cuerpos físicos
diferentes. Si
la creencia de
la doctrina de
la reencarnación
fuera contraria
a las enseñanzas
de Jesús,
ciertamente él
la habría
combatido, como
hizo con tantas
otras creencias
conservadoras.
La reencarnación
como creencia
del Cristianismo
primitivo
Algunos
estudiosos
defienden que la
teoría de la
reencarnación
era aceptada
entre los
cristianos
primitivos. De
hecho, teólogos
famosos y
doctores de la
iglesia como
Orígenes, San
Clemente, San
Jerónimo e
incluso San
Agustín,
exponían sus
opiniones en
favor de la
pluralidad de
las
existencias:
“Toda alma viene
para este mundo
fortalecida por
las victorias o
debilitadas por
las derrotas de
su vida
anterior. Su
lugar en este
mundo es
determinado por
sus méritos o
deméritos
anteriores. Su
trabajo en este
mundo determina
su lugar en el
mundo que
seguirá después
de este.”
(De Principiis
y Contra Celsum
- Orígenes)
“¿No habré yo
vivido en otro
cuerpo, en
alguna parte,
antes de entrar
en el útero de
mi madre?
(Confesiones –
San Agustín)
La propuesta de
las vidas
sucesivas habría
resistido hasta
el año 553,
cuando el
emperador
Justiniano
convocó el 2º
Concilio de
Constantinopla
para combatir
las ideas de
Orígenes, que
eran adoptadas
por la Iglesia.
¿Por qué
Justiniano
intervino en una
cuestión
religiosa?
Se cree que su
esposa, la
emperatriz
Teodora, antes
de casarse,
habría sido una
prostituta. Para
que este hecho
no comprometiera
su reputación,
Teodora
determinó el
asesinato de
todas las
prostitutas de
la región,
aproximadamente
quinientas. Ese
hecho causó
mucha revuelta
en los
cristianos que
eran
reencarnacionistas;
ellos la
acusaron de
asesinato.
Muchos pasaron a
comentar que
Teodora habría
que volver a la
vida quinientas
veces para pagar
por los crímenes
cometidos. La
emperatriz, por
su parte, pasó a
odiar la
doctrina de la
reencarnación y,
por eso,
solicitó al
marido que
tomara una
actitud con
relación al
hecho. El
emperador, que
había iniciado
una persecución
a Orígenes desde
el año 543,
organizó el
concilio y
ordenó de forma
autoritaria que
cualquier idea
relacionada a la
reencarnación
fuera proscrita
del
Cristianismo.
La realización
de ese concilio
no contó con la
presencia de
todos los
obispos. Los
representantes
de Roma y la
gran mayoría del
obispado
occidental no
participaron de
la asamblea. De
ese modo,
Justiniano
consiguió
fácilmente la
aprobación de
sus intereses.
Los
participantes
del concilio
resolvieron, por
lo tanto,
sustituir la
creencia de la
reencarnación
por la creencia
en la
resurrección. La
decisión final
del 2º Concilio
de
Constantinopla
que dice
respecto al
asunto es la
siguiente:
“Quién sostenga
la mítica
creencia en la
preexistencia
del alma y la
opinión,
consecuentemente
extraña, de su
vuelta, sea
anatema”.
Esta decisión se
refleja hasta
hoy en la
doctrina
cristiana. El
gobierno de
Justiniano
cambió el rumbo
del Cristianismo
de forma
significativa.
La Iglesia de
Roma alteró el
discurso y acabó
por influenciar
las doctrinas
protestantes.
Por ese motivo,
la
espiritualidad
mayor trabaja
para fortalecer
el Espiritismo,
que surge con la
propuesta de
rescatar el
Cristianismo
primitivo.
La reencarnación
a los ojos de la
ciencia
Existen diversas
investigaciones
científicas
sobre
reencarnación en
todo el mundo,
inclusive en
Brasil. Uno de
los mayores y
más complejos
estudios
realizados hasta
ahora fue
acogido en la
Universidad de
Virginia en los
Estados Unidos.
Un grupo de
investigadores,
inicialmente
liderado por el
psiquiatra Ian
Stevenson, que
murió en 2007,
estudia hace
décadas los
casos en que
personas dicen
recordar sus
vidas pasadas.
EL Dr. Stevenson
pasó 37 años
registrando y
analizando
testimonios de
niños que
alegaban tener
recuerdos
nítidos de otras
vidas.
Algunos
registros, de
hecho,
impresionan.
Niños que desde
muy pronto
despiertan
talentos innatos
para diversos
campos del
conocimiento son
considerados un
misterio a los
ojos de la
ciencia.
Pequeños genios
como Mozart, que
compuso su
primera canción
a los 5 años de
edad, y tantos
otros ejemplos
de pequeños con
conocimiento
inusual, aún
permanecen
inexplicablemente.
¿No sería más
justo admitir
que exista un
conocimiento
anterior que
pueda justificar
esos talentos?
¿Cómo niños que
ni fueron
alfabetizados
desarrollan
complejas
habilidades en
diferentes
áreas,
recordando
situaciones
ajenas a la
presente
existencia?
Fueron esas
observaciones
que instigaron
las
investigaciones
del Dr.
Stevenson, las
cuales
resultaron en la
publicación de
materiales
científicos y
algunos libros
sobre el tema.
Parte de la
comunidad
científica, sin
embargo, no ve
con buenos ojos
la posibilidad
de la
comprobación
científica de la
reencarnación.
La justificación
es que los
estudios sobre
el tema son
generalmente
basados en
evidencias
narradas,
relatos de
personas y
comparaciones.
La dificultad en
ofrecer pruebas
concretas es muy
grande, pues
comúnmente
existen
intervalos
considerables
entre una
reencarnación y
otra. No
existiría, según
tal idea, nada
“palpable”.
Otro problema
encontrado y
citado muchas
veces por el Dr.
Stevenson es que
sus compañeros
científicos
creen en las
teorías
materialistas
como verdades
absolutas y no
están abiertos a
nuevas
posibilidades de
estudio. "Si aún
existiera un
tribunal de
inquisición,
ciertamente los
científicos que
se dedican a ese
tipo de
investigación,
serían quemados
en la hoguera
por herejía.”
(Ian Stevenson)
Es importante
recordar que
Galileo también
fue rechazado
por sostener la
idea de
Copernico de que
los cuerpos
celestes giraban
en torno al sol.
Lo mismo ocurre
hoy con tantos
otros asuntos;
la reencarnación
es sólo uno de
ellos. La
diferencia es
que hoy nadie
está condenado a
la muerte por
defender sus
opiniones, como
en la época de
Galileo.
A pesar de todas
las
dificultades, el
Dr. Stevenson
consiguió
despertar el
interés de buena
parte de los
científicos para
el asunto. Las
investigaciones
prosiguen y cada
día crecen las
expectativas
para la
comprobación
científica de la
pluralidad de
las existencias,
a pesar de que,
para algunos,
las evidencias
son
irrefutables.
Referências:
A Reencarnação
no Evangelho -
Hugo Alvarenga
Novaes
Cristianismo e
Espiritismo -
Léon Denis
O Evangelho
segundo O
Espiritismo -
Allan Kardec
O Livro dos
Espíritos -
Allan Kardec
Twenty Cases
Suggestive of
Reincarnation -
American Society
For Psychical
Research.
Versão Em
Português, da
Editora Difusora
Cultural.
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