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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 9 - N° 427 - 16 de Agosto de 2015

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

Retribuir la violencia
con amor

 

  

Cierto día, la mamá de Guillermo, pasando cerca de la escuela de su hijo, decidiórecogerloa la salida. Se acercó al portón y se quedó esperándoloa la sombra de un árbol.

Sin embargo, tan pronto como los niños comenzaron a salir felices, haciendo alboroto, notó que Alfonso, uno de los alumnos, tenía una expresión de enojo, muy irritada. Después de cruzar el portón, se quedó parado en la calle. Luego, salió otro niño, Ricardo, que sonriente y tranquilo conversaba con algunos compañeros, y se reían.
 

Al verlo pasar por el portón, se dio cuenta que Alfonso apretó los puños y se dirigió a Ricardo, lleno de rabia y, acercándose, le  comenzó a dar golpes en la cabeza.

Los otros niños comenzaron a gritar, intentando separarlos, pero Alfonso no se detenía. Ricardo tenía la nariz ensangrentada y suplicaba en lágrimas:

- ¡Alfonso! ¿Por qué me pegas? ¿Por qué estás tan enojado? ¿Qué fue lo que te hice?

Pero el compañero no paraba de golpearlo, diciendo:

- ¡Esto es para que aprendas a no querer parecer mejor que yo! ¿Piensas que no te vi? ¡La profesora te felicitó diciendo que tu dibujo era mejor que el mío! ¡Hiciste eso solo para humillarme delante de toda la clase!...

En ese momento la profesora, que le habíanavisado de la pelea, llegó corriendo, intentando separar a los dos alumnos. Pero, aunsujetándolos por los brazos, intentaba separarlos a la fuerza sin conseguirlo.

La mamá de Guillermo, que veía la escena, pidió permiso para hablar con Alfonso. La profesora, cansada, se lo permitió.

Entonces, Dora avanzó hacia Alfonso, que continuaba abalanzándose sobre Ricardo y, elevando su pensamiento a Jesús pidiéndole ayuda, se acercó más y envolvió a Alfonso con amor, dándole un abrazo y, al mismo tiempo, alejándolo de aquel lugar.

Libre de Alfonso, Ricardo se mostró aliviado y corrió hacia el otro lado de la calle, junto a su amigo Guillermo para ver lo que iba a pasar.
 

Dora, la mamá de Guillermo, abrazada al niño, con dulzura le decía palabras de  paz y cariño, calmándolo. Llevó a Alfonso hacia una banca y se sentó con él, que ahora lloraba en sus brazos. Ella le enjugó el rostro, lo acunó en sus brazos y murmuró:

- ¿Por qué estás tan enojado, Alfonso? Siempre has sido un buen niño, ¡le caes bien a todo el mundo! Cálmate. Respira hondo, piensa en Jesús y luego estarás mejor.

Él movió la cabeza y dijo:

- ¡No sé por qué estaba tan enojado, tía Dora! ¡De repente, vi a Ricardo riéndose y pensé que se reía de mí, porque la profesora dijo que su dibujo era mejor que el mío!

En ese momento la profesora, ahora más calmada, se había acercado y, escuchando la conversación, explicó:

- No, Alfonso. ¡Lo que yo dije es que los mejores dibujos de la clase realmente fueron el de Ricardo y el tuyo, que es excelente! Entendiste mal.

- Entonces,¿mi dibujo está bien?

- ¡Claro que sí! Tú dibujas muy bien, Alfonso. Es diferente del estilo de Ricardo, pero ambos son muy buenos, ¡los mejores de la clase! – explicó la profesora.

- ¡Ah, entonces soy feliz! – dijo Alfonso con una tímida sonrisa en su rostro, ya calmado.

La profesora lo abrazó y, llamando a Ricardo, hizo que hicieran las paces, intercambiando un abrazo. En seguida, se alejó, satisfecha con el resultado al final del incidente. 

Terminada la pelea, los alumnos se alejaron comentando lo que había sucedido, así como Dora y su hijo Guillermo.

En el trayecto a casa, caminando por la vereda, Guillermo retomó el tema:

- Mamá, ¿cómo lograste calmar a Alfonso? ¡Él estaba bien enojado!...

La mamá pensó un poco y respondió:

- Hijo, ¿te acuerdas de la lección que leímos en el Evangelio anoche?

- Sí me acuerdo, mamá. Jesús decía que los discípulos no deberían devolver violencia con violencia. Al contrario, que usaran la bondad, a única arma que acaba con el mal. Así, tratando a todos con amor, ¡no tendremos problemas ni enemigos!

La mamita sonrió, satisfecha:

- ¡Muy bien, Guillermo! Aprendiste muy bien la lección. Nunca vamos a vencer si usamos la violencia. Contra la ira, el odio, la crueldad, debemos siempre responder con amor. Sólo así conseguiremos resolver cualquier situación.

El niño asintió con la cabeza:

- Y eso fue lo que hiciste, mamá. Después, Alfonso estaba calmado, tranquilo… ¡Creo que mi profesora también aprendió algo hoy contigo, mamá!

- Hijo mío, lo que realmente importa es el bien que hacemos a los otros. Ahora todo está  en paz de nuevo. Gracias a Jesús, a quien supliqué ayuda en ese momento.

Guillermo abrazó a su mamá con mucho amor y gratitud, porque ella había ayudado a su amigo Alfonso, que estaba tan descontrolado, y comentó:

- Gracias a Jesús, conseguiste ayudar a Alfonso, que es un buen niño, pero muy enojado. ¡Tal vez hoy aprendió una lecciónhoy!

MEIMEI

(Recibida por Célia X. de Camargo, el 22/06/2015.)




                                                                                   



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