Somerset Maugham –
citado por el escritor
goiano Eli Brasiliense –
se refiere a una leyenda
oriental que ilustra el
fatalismo de la muerte y
la inutilidad de
temerla.
En la ciudad de Bagdad,
un negociante envía
siervo al mercado para
comprar alimentos.
Momentos después de,
vuelve él apavorado,
pidiendo un caballo,
para huir rumbo a la
ciudad de Samarra, pues
vio la muerte, en medio
de la multitud,
mirándolo con gesto
amenazador.
El patrono lo atiende y
él parte,
aceleradamente.
El próprio comerciante,
yendo a la compra,
encuentra también la
muerte y le pregunta:
– “¿Por qué amenazaste a
mi siervo?” –, al que
esta responde, con aire
de inocencia:
– “¡¿Yo?! ¡No lo amenacé!
Sólo demostré espanto de
encontrarlo en Bagdad,
una vez que tenemos un
encuentro marcado hoy a
la noche, en Samarra.”(1)
Temor y duda en cuanto a
la supervivencia del ser
siempre inquietaron al
ser humano. A lo largo
de los milenios,
pensadores y filósofos
se inclinaron sobre ese
tema.
La Doctrina Espírita,
desde la segunda mitad
del siglo XIX, lanzó
luces que iluminan la
comprensión del asunto,
comprobando la
supervivencia del ser,
con testimonios de
aquellos que se
presentaron bajo la
denominación de
Espíritus, afirmando
haber vivido en la
Tierra, en cuerpos de
carne, además de revelar
incontables verdades que
el hombre desconocía y
comprobando otras,
tales como: la
existencia de Dios, la
reencarnación, las vidas
sucesivas, la Ley de
Causa y Efecto, etc.
Allan Kardec, el
Codificador de esa
Doctrina, analizó el
asunto en el libro El
Cielo y el Infierno o La
Justicia Divina según el
Espiritismo (2),
cuya primera edición se
dio el 1º de agosto de
1865, en París, Francia.
Después de nuestra
desencarnación,
tendremos alegría o
sufrimiento. Si amamos y
aprendemos, seremos
felices. Ser orgullosos,
egoístas, ignorantes y
malos, sufriremos.
En seguida a la muerte,
la separación nunca es
brusca
En la segunda parte de
la obra a que nos
referimos, titulada
“Ejemplos”, Kardec
enfoca el tema bajo
varios ángulos, en ocho
capítulos:
1 - La extinción de la
vida orgánica separa el
alma del cuerpo: y esa
separación nunca es
brusca. Sólo es completa
cuando no haya más un
átomo del periespíritu
conectado a una molécula
del cuerpo (ítem 4, p.
167).
2 - Si en la separación
la cohesión entre esos
elementos está en el
auge de la fuerza, la
muerte es dolorosa. Así,
generalmente el Espíritu
sufre la descomposición
del cuerpo en muertes
trágicas: accidentes,
asesinatos, suicidios
etc.
3 - Si la cohesión es
débil, la separación es
fácil y sin sacudida: en
la muerte por vejez o
enfermedad prolongada
(ítem 5, p. 168).
4 - En esa transición de
una vida (corporal) para
otra (espiritual), el
Espíritu pasa por una
perturbación;
experimenta sopor que le
paraliza las facultades:
“Es cómo si dijéramos un
estado de catalepsia, de
modo que el alma casi
nunca testifica
conscientemente el
último suspiro.”
Esa perturbación puede
perdurar por tiempo
indeterminado, variando
de algunas horas o
algunos años. La
liberación de ese estado
es igual al despertar de
un sueño profundo; las
ideas son vagas,
confusas, hasta que el
Espíritu se consciencia
de su condición. El
despertar es tranquilo
para unos, pero “(...)
tétrico, aterrador y
ansioso, para otros, es
cual horrenda
pesadilla”. (Ítem 6, p.
168/9).
5 - El desprendimiento
es más fácil o difícil,
conforme el estado moral
del alma: el apego a la
materia, o a los gozos
materiales, dificulta la
separación y la hace
dolorosa y prolongada.
“Al contrario, en las
almas puras, que con
antelación se
identifican con la vida
espiritual el apego es
casi nulo.”
Y los lazos se rompen
facilmente (ítem 8, p.
169).
Hay Espíritus que,
aunque desencarnados, no
saben de eso
Depende de nosotros,
pues, hacer fácil o
penoso ese
desprendimiento.
Purificarse; eliminar
malas tendencias;
desapegar-se de las
cosas del mundo; sufrir
con resignación y
humildad – he ahí los
medios de facilitar ese
desenlace, haciéndolo
indoloro.
A veces el Espíritu cree
que aún está encarnado:
juzga material su cuerpo
fluídico (periespíritu).
Conversa con uno, con
otro, nadie responde. Se
irrita, cuando debía
orar, buscar ayuda de
amigos espirituales y
aceptar el hecho
consumado.
Referida obra trae, aún,
mensajes de Espíritus,
agrupadas según su
naturaleza: Espíritus
felices; Espíritus en
condiciones medianas;
Espíritus sufridores;
suicidas; criminales
arrepentidos; Espíritus
endurecidos; y de muchos
que pasaron por
expiaciones terrestres.
Merece ser estudiada y
meditada por todos
nosotros, que ya tenemos
el pasaje de vuelta a la
patria espiritual,
aunque ignoremos la
fecha de partida.
La Doctrina Espírita es
esclarecedora:
estudiarla,
comprenderla, ayuda a
nosotros mismos, a
aquellos con quienes
convivimos y a los
desencarnados. Por eso,
los espíritas no vamos a
los tumbas una vez por
año. Oramos por los
desencarnados todos los
días, o siempre que su
nombre nos viene al
recuerdo, dondequiera
que estemos, sin horario
o lugar determinado. ¡El
amor dispensa cualquier
formalidad!
En 1936, la publicación
de Cartas de una
muerta, obra dictada
al médium Francisco C.
Xavier por el Espíritu
de aquella que fue su
madre carnal, en su más
reciente encarnación,
trajo nuevas e
incontables
revelaciones.
En 1944, la FEB edita
Nuestro Hogar, del
Espíritu André Luiz, en
la psicografia de
Francisco C. Xavier, y
nuevos informes sobre la
vida después de la
muerte son traídos al
conocimiento del gran
público, tanto en ese
como en los demás libros
de la misma serie. Tal
como un reportero que va
a tierra extranjera, el
autor habla de su
experiencia en el plano
espiritual.
Libros numerosos tratan
de la muerte y de los
hechos que siguen
En 1949, la FEB, con el
libro Volví (3),
añade nuevos datos, no
sólo en cuanto al
momento mismo de la
“muerte”, pero de las
experiencias que se le
siguen.
A partir de 1974, con el
libro Astronautas del
Más Allá (4),
editado por el GEEM
Editora, se
multiplicaron libros de
consoladores mensajes
particulares, de
Espíritus desencarnados
a sus familiares, no
sólo por las manos
generosas del médium de
Pedro Leopoldo, sino por
las de tantos otros.
Paralelamente, a partir
de la década de los 60,
libros escritos por
médicos(as) y
psicólogos(as), trajeron
la contribución del lado
profano, no religioso, a
través de relatos
obtenidos a partir de la
regresión de memoria,
que conducían los sujets
a mencionar hechos
ocurridos en
encarnaciones anteriores
vividas por ellos, así
como de personas que
pasaron por la
experiencia de la muerte
clínica, por pocos
minutos. El estudio de
esas experiencias,
vividas y narradas por
centenares de
individuos, mientras su
muerte clínica era
confirmada, resultó en
la publicación de
incontables obras sobre
el intrigante y seductor
asunto.
La comparación de esos
relatos – de regresión
de memoria y de
Experiencia de Casi
Muerte (EQM) – con
aquellos de los
Espíritus desencarnados,
a través de la
psicografia, desde el
siglo XIX, guarda
asombrosa concordancia,
por las grandes
semejanzas que
presentan.
De entre ellos,
destacamos los
contenidos en algunas
obras: Vida Tras la
Vida (5),
La Luz del Más Allá (6),
Recordando Vidas
Pasadas (7),
Volver del Mañana
(8),
Espiritismo y Vida
Eterna (9)
y Tras esta Vida
(10).
Lo que los Espíritus
experimentan al
desencarnar
El Espíritu, al
desencarnar, según esos
relatos de varios
orígenes, experimenta lo
siguiente:
1 – Se ve fuera del
cuerpo.
2 – No percibe el
momento de la transición
de esta para la otra
vida: pasa por estado de
sopor, de sueño
profundo, de desmayo;
unos ven una entidad
espiritual serena,
fraterna, antes y/o tras
el sueño.
3 – Experimenta
sentimientos de paz y
quietud, unos; de
sufrimientos, otros.
4 – Se ve en un túnel.
5 – Pasa por
recapitulación de la
vida, en la presencia de
un Ser de Luz: vuelve a
ver toda su última
existencia, en los
mínimos detalles. Se
desnuda delante de sí
mismo. Evalúa su
conducta, sus
pensamientos y acciones.
“Me vi delante de todo
lo que yo había soñado,
diseñado y realizado en
la vida. Insignificantes
ideas que había emitido,
tanto como mis actos
mínimos, desfilaban,
absolutamente precisos,
ante mis ojos afligidos,
como se me fueran
revelados de sobresalto,
por un extraño poder, en
una cámara ultrarrápida
instalada dentro de mí.
Se hubo transformado mi
pensamiento en una
película cinematográfica
misteriosa e
inopinadamente
desenrollado,
desdoblándose, con
espantosa elasticidad,
para su creador
asombrado, que era yo
mismo (3)
“En esta situación, la
persona no sólo ve todas
las acciones por ella
perpetradas, sino,
también y de inmediato,
percibe los efectos de
cada una de ellas sobre
la vida de los demás.
(...) si yo me veo
cometiendo un acto
odioso, (...) puedo
sentir su tristeza, su
dolor y su congoja.
(...) si practico un
acto generoso, (...)
siento su alegría y
felicidad.” (6)
6 – Recibe ayuda de
Espíritus, familiares y
amigos; antes y/o tras
el sueño profundo.
7 – Siente los reflejos
de la causa de la muerte
del cuerpo material.
8 – Se conciencia de su
estado y de la nueva
fase de la vida que se
le presenta.
“La muerte fue la mejor
parte del viaje.” (Él se
refiere a la regresión.)
“Morir era cómo ser
liberado, volver
nuevamente para casa.”(7)
Efectos sobre la vida de
quien pasó por la
experiencia de casi
muerte
Los efectos son muchos y
diversos:
1 – No temen más la
muerte. Todos cambiaron
para mejor. Creen en la
vida tras la vida.
2 – Todos aquellos que
pasaron por esta
experiencia (de “casi
muerte”), volvieron
creyendo que la cosa más
importante de la vida es
el AMOR.
3 – Sensación de unión
con todas las cosas
(interdependencia =
cuando herimos a alguien
es a nosotros mismos que
lo hacemos).
4 – Valoración del
conocimiento: para la
mayoría de ellos, la
segunda cosa en grado de
peso en la vida es el
conocimiento. (6)
5 – Tienen nuevo
concepto de
responsabilidad: “La
cosa más importante que
aprendí con esta
experiencia fue que soy
responsable por todo lo
que hago. Disculpas y
otros subterfugios eran
imposibles, mientras
estuve allá, con él (el
ser de luz),
recapitulando mi vida.”
6 – Aprecio por la vida:
ellos afirman que la
“vida es preciosa, que
son las ‘pequeñas cosas’
que cuentan y que la
vida es para ser vivida
en su plenitud. (...)
los simples actos de
bondad que vienen del
corazón son los más
importantes, porque son
los más sinceros.” “Él
deseaba saber como era
mi corazón, y no mi
cabeza.”?
7 – Se vuelven para el
lado espiritual:
estudian y aceptan las
enseñanzas espirituales.
8 – Cambian su conducta
y pasan a ser:
– Más blandas y a tener
calor humano, bondad,
buen humor.
– Más desprendidas de
los bienes materiales.
– Más sinceras y
honestas.
“(...) vivo mi vida,
sabiendo que algún día
tendré que someterme a
otro repaso de todos mis
actos.”(6)
“Usted puede dar y
recibir perdón. Puede
liberarse de adicciones,
apegos y rabias – es
decir, de cualquier
equipaje que usted no
desee conducir para un
lugar donde todo es
Luz.” (8)
– Trabajan más en
beneficio del prójimo;
son más generosas y
confiadas.
– Estudian más. (“¡Espíritas!
amaos, este el primer
mandamiento; instruíos,
este el segundo.”)(11)
– Son más optimistas y
más agradables; es buena
la convivencia con
ellos.
– Pasan a preocuparse
más con los otros, en
oírlos, en servirlos, en
verlos felices.
El Hermano X, en la
bella crónica
“Entrenamiento para la
muerte”, nos da algunas
señales importantes
sobre el asunto. Es
importante conocerlas.
(12)
Los hechos comprueban
que la inmortalidad es
incuestionable
Delante de lo expuesto,
podemos deducir algunas
conclusiones:
1 – el estado de
felicidad o infelicidad
del espíritu dependen:
– Del desprendimiento de
la vida material.
– De la conducta moral,
durante la vida en la
fase de encarnado.
– Del grado de elevación
del Espíritu y de
posibilidades y
facultades del cuerpo
espiritual.
– De actitudes y
comportamientos de
familiares encarnados,
en el velatorio y
después: plegaria,
resignación, aceptación.
2 – La inmortalidad del
alma es incuestionable
(la regresión de memoria
confirma su
continuidad).
3 – El hombre no debe
temer la muerte; sino
vivir bien, siendo útil,
fraterno, amoroso,
estudioso.
4 – Todos los
desencarnados son
amparados por Espíritus
familiares y amigos –
los rebeldes, en el
futuro, cuando se
transformen, aunque
después de muchas
encarnaciones.
Dios a nadie abandona.
Claramente, Jesús nos
advierte: “(...) el Hijo
del hombre (...)
retribuirá a cada uno
conforme sus obras.”
(Mateo 16-27.)
¿Qué hemos hecho de
nuestras vidas?
Aprendamos a valorar
cada minuto, cada
oportunidad de ser
útiles. Vamos a prestar
cuentas de todo, delante
de nuestra conciencia.
Busquemos ser dignos de
ese don imperecedero y
maravilloso que Dios nos
concedió: ¡la vida!
Bibliografia:
01. BRASILIENSE, Eli.
A Morte do Homem Eterno,
1 ed. Goiânia, Edição do
Autor, 1970, p. 50.
02. KARDEC, Allan. O
Céu e o Inferno. 37
ed. Rio de Janeiro: FEB,
1991.
03. XAVIER, Francisco
Cândido. Voltei.
Pelo Espírito Irmão
Jacob. 7 ed. Rio de
Janeiro: FEB, 1979.
04. PIRES, J.
Herculano-Espíritos
Diversos/XAVIER,
Francisco Cândido.
Astronautas do Além.
3 ed. São Bernardo do
Campo: GEEM, 1974.
05. MOODY JR., Raymond.
Vida Depois da Vida.
São Paulo: Círculo do
Livro.
06. MOODY JR., Raymond.
A Luz do Além. 1
ed. Rio de Janeiro:
NÓRDICA, 1988.
07. WAMBACH, Helen.
Recordando Vidas
Passadas. 1 ed. São
Paulo: PENSAMENTO, 1978.
08. RITCHIE, George G.
Voltar do Amanhã.
6 ed. Rio de Janeiro:
NÓRDICA, 1980.
09. CAVERSAN, Ariovaldo.
Espiritismo e Vida
Eterna. 3 ed.
Capivari: EME Editora,
1994.
10. ANDRADE, Geziel.
Depois desta vida. 1
ed. Capivari: EME
Editora, 1996.
11. KARDEC, Allan. O
Evangelho segundo o
Espiritismo. 105 ed.
Rio de Janeiro: FEB,
1991, p. 136.
12. XAVIER, Francisco
Cândido. Cartas e
Crônicas. Pelo
Espírito Irmão X. 7 ed.
Rio de Janeiro: FEB,
1988, cap. 4, p. 21-24.