La vida tiene
sentido y
es importante
que nos
acordemos de eso
En el mismo
periódico, con
diferencia de
sólo 15 días,
leemos las
declaraciones
abajo, dadas por
personas
formadas en la
misma
asignatura, la
Psicología:
“Creo que la
gente busca
sentido
demasiado para
la vida. Una de
las razones para
la infelicidad,
creo, viene de
esa incapacidad
de vivir con
levedad, de
convivir con el
hecho de que
la vida no tiene
sentido.”
(Contardo
Calligaris,
psicoanalista
italiano, en
entrevista
publicada en la
Gaceta del
Pueblo, 4 de
enero de 2016,
pág. 8.)
(Negrita
nuestra)
“El desarrollo
de la
dependencia está
relacionado a
cinco
componentes:
familiar,
psicológico,
espiritual y
social. (…) el
componente
espiritual tiene
que ver con
la percepción de
sentido para la
vida. Es
mucho menor la
experimentación
de drogas y la
repetición del
uso entre
jóvenes que
tienen relación
con la
espiritualidad.”
(Raphael Mestres,
psicólogo,
maestrando en
Dependencias
Químicas por la
Universidad del
Salvador, en
Buenos Aires, y
coautor del
libro No da
nada, sobre
dependencia
química, en
entrevista
publicada en la
Gaceta del
Pueblo, en 19 y
20 de diciembre
de 2015, pág.
31.)
(Negrita
nuestra)
La vida, según
el psicoanalista
Calligaris, no
tiene sentido.
Diferente es la
opinión de las
personas a quien
el psicólogo
Raphael Mestres
se refiere.
Al final, ¿la
vida tiene o no
tiene sentido?
Es obvio que la
vida tiene, sí,
sentido. Ella no
es un punto en
la oscuridad, ni
una novela a que
falta un editor
o una dirección.
El lector puede
pensar que es
dogmáticamente
que así nos
expresamos,
ignorando que la
doctrina
espírita no es
hecha de dogmas,
ni es fruto de
decisiones
conciliares o de
decretos
papales. Muy
diferente de
eso, ella se
fundamenta en el
testimonio,
confirmado miles
de veces, de
personas que
también nutrían
pensamientos
equivocados,
pero un día,
retornando a la
vida verdadera,
tuvieron que
rever sus
conceptos.
Nos reportamos a
eso en febrero
de 2014, cuando
comentamos en
este mismo
espacio el libro
Ante Dios, la
primera obra de
autoría de Erick,
seudónimo
utilizado por el
ilustre escritor
brasileño, que
la transmitió
por intermedio
de la médium
Célia Xavier de
Camargo, nuestra
compañera de
redacción en
esta revista.
(1)
La visión que
Erick tenía de
la vida y del
mundo, cuando
estaba
encarnado, era
totalmente
diversa de la
visión de Erick–desencarnado.
Inconformado con
las
desigualdades,
las injusticias
y las maldades
de la sociedad
terrena, Erick
rechazaba, en
vida, la idea de
Dios y, como
consecuencia,
todo cuanto
ocurriese de
aquello que
llamamos de fe.
La vida, para
él, como lo es
para Contardo
Calligaris, no
tenía sentido.
Le ocurrió, no
obstante, la
bendita
desencarnación y
Erick pudo,
finalmente,
percibir con los
propios ojos que
la vida y el
mundo obedecen a
una
planificación
meticulosa y
que, en la
ejecución de esa
planificación,
es fuerte la
presencia del
Creador y de los
Bienhechores
espirituales que
la bondad del
Padre permite
que nos asistan,
para que no nos
apartemos del
rumbo que es
necesario seguir
para que
alcancemos la
meta para la
cual todos
fuimos creados.
Leemos en la
principal obra
espírita la
siguiente
respuesta dada
por los
inmortales a la
pregunta “¿Cuál
es el objetivo
de la
encarnación de
los Espíritus?”:
“Dios les impone
la encarnación
con el fin de
hacerlos llegar
a la perfección.
Para unos, es
expiación; para
otros, misión.
Pero, para
alcanzar esa
perfección,
tienen que
sufrir todas las
vicisitudes de
la existencia
corporal; en eso
es que está la
expiación.
Objetiva aún
otro fin la
encarnación; lo
de poner el
Espíritu en
condiciones de
soportar la
parte que le
toca en la obra
de la creación.
Para ejecutarla
es que, en cada
mundo, toma el
Espíritu un
instrumento, de
armonía con la
materia esencial
de ese mundo, a
fin de ahí
cumplir, de
aquel punto de
vista, los
órdenes de Dios.
Es así que,
concurriendo
para la obra
general, él
propio se
adelanta.”
(El Libro de los
Espíritus, de
Allan Kardec,
cuestión 132.)
Que existen
muchos Ericks
por aquí,
creemos que
nadie ignora.
Es, sin embargo,
una lástima que
sea necesario
que desencarnen
para alterar su
visión con
respecto a la
vida, al mundo
y, sobre todo,
con relación a
Dios, nuestro
Creador, a quien
todo debemos.
(1) El texto
mencionado,
titulado Ante
Dios, puede
ser leído
pulsándose en
este enlace:
http://www.oconsolador.com.br/ano7/350/editorial.html
|