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Año 9 - N° 449 - 24 de Enero de 2016
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


La vida tiene sentido y
es importante que nos
acordemos de eso
 

En el mismo periódico, con diferencia de sólo 15 días, leemos las declaraciones abajo, dadas por personas formadas en la misma asignatura, la Psicología:

“Creo que la gente busca sentido demasiado para la vida. Una de las razones para la infelicidad, creo, viene de esa incapacidad de vivir con levedad, de convivir con el hecho de que la vida no tiene sentido.” (Contardo Calligaris, psicoanalista italiano, en entrevista publicada en la Gaceta del Pueblo, 4 de enero de 2016, pág. 8.) (Negrita nuestra)

“El desarrollo de la dependencia está relacionado a cinco componentes: familiar, psicológico, espiritual y social. (…) el componente espiritual tiene que ver con la percepción de sentido para la vida. Es mucho menor la experimentación de drogas y la repetición del uso entre jóvenes que tienen relación con la espiritualidad.” (Raphael Mestres, psicólogo, maestrando en Dependencias Químicas por la Universidad del Salvador, en Buenos Aires, y coautor del libro No da nada, sobre dependencia química, en entrevista publicada en la Gaceta del Pueblo, en 19 y 20 de diciembre de 2015, pág. 31.) (Negrita nuestra)

La vida, según el psicoanalista Calligaris, no tiene sentido.

Diferente es la opinión de las personas a quien el psicólogo Raphael Mestres se refiere.

Al final, ¿la vida tiene o no tiene sentido?

Es obvio que la vida tiene, sí, sentido. Ella no es un punto en la oscuridad, ni una novela a que falta un editor o una dirección.

El lector puede pensar que es dogmáticamente que así nos expresamos, ignorando que la doctrina espírita no es hecha de dogmas, ni es fruto de decisiones conciliares o de decretos papales. Muy diferente de eso, ella se fundamenta en el testimonio, confirmado miles de veces, de personas que también nutrían pensamientos equivocados, pero un día, retornando a la vida verdadera, tuvieron que rever sus conceptos.

Nos reportamos a eso en febrero de 2014, cuando comentamos en este mismo espacio el libro Ante Dios, la primera obra de autoría de Erick, seudónimo utilizado por el ilustre escritor brasileño, que la transmitió por intermedio de la médium Célia Xavier de Camargo, nuestra compañera de redacción en esta revista. (1)

La visión que Erick tenía de la vida y del mundo, cuando estaba encarnado, era totalmente diversa de la visión de Erick–desencarnado.

Inconformado con las desigualdades, las injusticias y las maldades de la sociedad terrena, Erick rechazaba, en vida, la idea de Dios y, como consecuencia, todo cuanto ocurriese de aquello que llamamos de fe. La vida, para él, como lo es para Contardo Calligaris, no tenía sentido.

Le ocurrió, no obstante, la bendita desencarnación y Erick pudo, finalmente, percibir con los propios ojos que la vida y el mundo obedecen a una planificación meticulosa y que, en la ejecución de esa planificación, es fuerte la presencia del Creador y de los Bienhechores espirituales que la bondad del Padre permite que nos asistan, para que no nos apartemos del rumbo que es necesario seguir para que alcancemos la meta para la cual todos fuimos creados.

Leemos en la principal obra espírita la siguiente respuesta dada por los inmortales a la pregunta “¿Cuál es el objetivo de la encarnación de los Espíritus?”:

“Dios les impone la encarnación con el fin de hacerlos llegar a la perfección. Para unos, es expiación; para otros, misión. Pero, para alcanzar esa perfección, tienen que sufrir todas las vicisitudes de la existencia corporal; en eso es que está la expiación. Objetiva aún otro fin la encarnación; lo de poner el Espíritu en condiciones de soportar la parte que le toca en la obra de la creación. Para ejecutarla es que, en cada mundo, toma el Espíritu un instrumento, de armonía con la materia esencial de ese mundo, a fin de ahí cumplir, de aquel punto de vista, los órdenes de Dios. Es así que, concurriendo para la obra general, él propio se adelanta.” (El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec, cuestión 132.)

Que existen muchos Ericks por aquí, creemos que nadie ignora.

Es, sin embargo, una lástima que sea necesario que desencarnen para alterar su visión con respecto a la vida, al mundo y, sobre todo, con relación a Dios, nuestro Creador, a quien todo debemos.


(1) El texto mencionado, titulado Ante Dios, puede ser leído pulsándose en este enlace: http://www.oconsolador.com.br/ano7/350/editorial.html




 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita