¿Tú tienes
hambre de qué?
En entrevista
publicada en
esta misma
edición, el
conocido
periodista y
escritor Marcelo
Teixeira habla
acerca de sus
libros y anuncia
para breve el
lanzamiento de
una interesante
obra, por él
coordinada, que
tiene como
título
provisional la
frase “¿Tú
Tienes Hambre de
Qué?, aunque ése
no sea el título
definitivo, una
vez que ya
existe en el
mercado librero
una obra con el
mismo nombre.
La pregunta es
estimulante:
Caro lector que
ahora nos lee,
¿tú tienes
hambre de qué?
La pregunta hace
parte de la
letra de uno de
los mayores
sucesos grabados
por Titãs, banda
de rock formada
en São Paulo en
1982. En la
canción, en
respuesta a la
pregunta, el
autor es
enfático: “la
gente no quiere
sólo comida”.
“La gente quiere
comida,
diversión y
arte.”
¡Comida,
diversión y
arte!
Para la inmensa
mayoría de las
personas que
conocemos, he
aquí una
respuesta que
ciertamente
satisface y
creemos hasta
que, para
muchos, ni es
necesario tanto,
porque sabemos
que existen
criaturas cuyo
sueño es tener,
un día, una
pequeña casa a
la orilla de un
río donde puedan
vivir, pescar y
descansar, hasta
que la muerte
así lo permita.
El hecho es que
las expectativas
de las personas
varían de caso a
caso.
Nos acordamos, a
propósito, de un
episodio que se
pasó con el
inolvidable
Jerônimo
Mendonça,
mineiro de
Ituiutaba, que
retornó a la
patria
espiritual en
noviembre de
1989, a los 50
años de edad.
Como muchos
saben, Jerônimo
Mendonça
permaneció cerca
de treinta y dos
años aprisionado
al lecho,
tetrapléjico, y
con la agravante
pierda de la
visión. Cuando
se quedó ciego,
amigos leían
para él.
Cierta vez, un
reportero le
preguntó lo que
es la felicidad.
Él, de pronto,
respondió: “La
felicidad, para
mí, acostado
hace tanto
tiempo en esta
cama sin poder
moverme, sería
poder volverme
hacia al lado”.
Es evidente que,
a la luz de los
conocimientos
espírita,
comida,
diversión y arte
no bastan.
Es necesario
soñar con algo
más, porque no
vinimos a esta
esfera para
disfrutar, para
pasear, para
hacer turismo,
pero
esencialmente
para progresar,
y nuestro
objetivo es la
perfección
relativa, que
todos nosotros
podremos atingir
– y ciertamente
atingiremos un
día -, porque
ése es el
nuestro
verdadero
destino.
Con el progreso
espiritual
efectivamente
conquistado,
todas nuestras
hambresestarán
satisfechas.
Hambre de paz…
De respeto a
todos…
De solidaridad…
De justicia…
De libertad…
De igualdad…
De fraternidad…
Es como dijeron
los inmortales,
en respuesta a
una proposición
que les fue
presentada por
Allan Kardec:
“En una sociedad
organizada según
la ley del
Cristo nadie
debe morir de
hambre.” (El
Libro de los
Espíritus,
cuestión 930.)
|