Reuniones
mediúmnicas
abiertas al
público.
¿Se puede?
Los neófitos en
refiriéndose al
Espiritismo
extrañan, con
razón, por qué
en algunos
Centros
Espiritas aún se
hacen reuniones
mediúmnicas
abiertas al
público y a los
curiosos.
Efectivamente,
aunque el hecho
tenga sido común
en el pasado,
las sesiones
mediúmnicas
deberían merecer
hoy de los
dirigentes
espiritas una
mayor atención,
sobre todo
cuando tantos
autores serios
ya se
manifestaron
relatando lo que
en ellas ocurre
y cuáles son sus
grandes
finalidades.
Más de un
bienhechor
espiritual nos
tienen dicho que
una reunión
mediúmnica,
especialmente
cuando su
objetivo es el
esclarecimiento
de las entidades
desencarnadas,
se asemeja a una
enfermería, con
recursos traídos
de la
Espiritualidad
para el
tratamiento de
las criaturas
conturbadas e
infelices que
allí comparecen.
No se comprende,
pues, que sea
ella abierta a
curiosos,
contrariando
orientación
especifica hecha
por autores como
Cairbar Schutel
(“Médium y
Mediumnidad”,
págs. 53 y 72),
Carlos Imbassahy
(“Al Margen del
Espiritismo”,
págs. 239 y 240)
y Spártaco Banal
(“Las Sesiones
Prácticas del
Espiritismo”,
cap. VIII,
pág.37), antes
mismo del
advenimiento de
las obras de
André Luiz en el
escenario
editorial
brasileño.
Allan Kardec, el
codificador de
la doctrina
espirita, ya
había tratado de
la cuestión
cuando contestó
a los que le
proponían abrir
al público las
sesiones de la
Sociedad
Parisiense de
Estudios
Espiritas,
medida con la
cual no
concordó.
(“Revista
Espirita”, año
de 1861,
pág.140.)
Preguntaron a
Divaldo Franco:
“¿Las reuniones
mediúmnicas
deben ser
públicas? ¿Por
qué?”
El conocido
médium y orador
respondió: “El
Codificador
recomienda
pequeños grupos,
en razón de las
dificultades que
hay en los
grandes grupos,
en relación a la
sintonía
vibratoria y
armonía de
pensamientos.
Una reunión
mediúmnica de
carácter público
es un riesgo sin
necesidad,
porque vienen
personas
portadoras de
sentimientos los
más diversos,
que irán
molestar,
invariablemente,
la operación de
la mediumnidad.
Afirman los
Bienhechores que
una reunión
mediúmnica es
una seria labor,
que se
desarrolla en el
campo del
periespíritu, y
si el equipo no
tiene un
conocimiento
especializado,
es comprensible
que muchos
problemas
sucedan por
negligencia de
la misma. La
reunión
mediúmnica no
debe ser de
carácter
público, porque
tendría aspecto
especulativo,
exhibicionista,
destituida de
finalidad
superior,
actitudes tales
que van de
encuentro
negativamente a
los postulados
morales de la
Doctrina.
“Mismo en las
reuniones
mediúmnicas
privadas debe
mantenerse un
número ideal de
miembros, no
excediendo a 20
personas, para
que se eviten
esos trastornos
naturales en los
agrupamientos
masivos. Donde
haya un grupo
mediúmnico con
gran número, que
sea dividido en
dos trabajos
separados
(porque, en
Movimiento
Espirita, en el
orden del bien,
dividir es
multiplicar el
beneficio de
aquellos que se
reparten).
Igualmente es
necesario que
las personas
sean afines
entre sí en el
grupo.
Por motivos
obvios, si
estamos en una
reunión
mediúmnica y no
somos simpáticos
a un individuo,
toda la
comunicación que
por él venga,
nuestras
represiones y
conflictos nos
ponen la
caperuza,
creyendo que
ellas sean
dirigidas a
nosotros
indirectamente.
Si, por
casualidad,
alguien no nos
es simpático,
cuando él entra
en trance nos
quedamos
haciendo
fantasías:
‘Imagine el
fingido; ve si
voy a creer en
él!’ Formamos,
así, una antena
emisora de
dificultades
para el
compañero que
está siendo
agredido por
nuestra mente,
porque desde que
el individuo es
médium, él no lo
es
exclusivamente
de los espíritus
desencarnados,
pero también de
los encarnados”.
“El éxito de una
reunión
mediúmnica
depende del
equipo que allí
comparece y no
sólo del médium.
Los Mentores
programan, pero
aquel equipo en
funcionamiento
responderá por
los resultados.
Nunca es
demasiado
recomendar que
las sesiones
mediúmnicas sean
de carácter
privado”.
(“Directrices de
Seguridad”,
cuestión nº 42.)
Reiterando las
advertencias de
Kardec y de los
autores
mencionados,
André Luiz
advierte:
“Nos coloquemos
en lugar de los
desencarnados en
desequilibrio y
vamos a
entender, de
pronto, la
inoportunidad de
la presencia de
cualquier
persona extraña
a la obra
asistencial de
esa naturaleza.”
(“Desobsesión”,
cap.18.)
Y dice más el
conocido autor
espiritual:
“El servicio de
desobsesión no
es un
departamento de
trabajo para
cortesías
sociales que,
aunque
respetables, no
se compadecen
con la
enfermería
espiritual a ser
desarrollada, a
beneficio de
hermanos
desencarnados
que amargas
dificultades
atormentan.
“Todavía, hay
casos donde
compañeros de la
construcción
espirita
cristiana,
cuando soliciten
permiso para
eso, pueden
tener acceso al
servicio, en
carácter de
observación
constructiva;
sin embargo, es
necesario
preservar el
cuidado de no
acogerlos en
gran número para
que el clima
vibratorio de la
reunión no venga
a sufrir cambios
inoportunos.
“Esas visitas,
sin embargo,
deben ser
recibidas sólo
de vez en
cuando, y en
circunstancias
realmente
aceptables en el
plan de los
trabajos de
desobsesión,
principalmente
cuando objetiven
la fundación de
actividades
congéneres. Y
antes de la
admisión
necesaria es
imperioso que
los mentores
espirituales del
grupo sean
previamente
consultados, por
respeto justo a
las
responsabilidades
que abrazan, en
favor del
equipo, aunque
sepamos que la
orientación de
las actividades
espiritas hacen
parte de la
propia Doctrina
Espirita y no en
el arbitrio de
los amigos
desencarnados,
mismo aquellos
que presenten
elevada
condición”.
(“Desobsesión”,
cap. 21.)
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