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Ano 8 - N° 386 - 26 de Octubre de 2014
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 
 

Impermeable, chanclos
y paraguas


Las nuevas generaciones por cierto jamás usaron chanclos. Nos referimos a la población brasileña, porque no sabemos que procedimiento adoptan los extranjeros, sobre todo en las regiones donde llueve mucho.

Los brasileños más antiguos, sin embargo, conocen y deben haber utilizado, en algún momento de la vida, un buen par de chanclos, una especie de calzado hecho de caucho que se pone por encima de los zapatos, con la finalidad de preservarlos de la humedad, de la lluvia y del barro.

Hace algunos años, un conocido escritor y conferenciante respondía a las preguntas que el público le encaminaba, una vez terminada su exposición doctrinaria inicial.

En cierto momento, una joven madre de hijos adolescentes formuló una pregunta que todas las madres, en igual situación, ciertamente harían:

-¿Qué hacer para preservar los hijos ante los peligros de la convivencia social, en que las drogas y el embarazo precoz se habían tornado, en su ciudad, un hecho común?

Para justificar la pregunta, la mujer agregó que los padres pueden hasta llevar los hijos a una fiesta, al club, a la discoteca; pero, evidentemente, no pueden permanecer junto a ellos y, así, evitar que algún mal les ocurra. 

El conferenciante le respondió haciendo inicialmente una pregunta:

-¿Qué hacemos cuando salimos de casa para el trabajo en un día de lluvia muy fuerte seguida de torrente?

Continuando a hablar, él propio respondió:

- En la ciudad donde vivo, en razón de un día así, utilizamos un par de chanclos, un impermeable y un buen paraguas.

Él explicó, entonces, que nuestros hijos adolescentes deben salir para sus encuentros sociales munidos de iguales recursos, que corresponde a los padres providenciar y poner a la disposición de ellos, cuanto antes, porque lo que se ve fuera de los hogares, no sólo en las grandes ciudades, es un verdadero temporal – un temporal, obviamente, de naturaleza moral.

Poner chanclos, impermeable y paraguas se entiende una buena educación que transmita a los hijos la conciencia perfecta de lo que significa la vida y cuales sus objetivos. Es eso que puede proteger nuestros jóvenes ante los peligros de la convivencia social a que la joven madre se refiriera.

¡Vigilancia y oración!

He aquí un antiguo precepto propuesto por Jesús que continúa más actual de lo que nunca, sea cual sea la edad en que nos encontremos.

Escribió Paulo a sus compañeros de Corinto: “Todas las cosas me son licitas, pero ni todas las cosas me convienen; todas las cosas me son licitas, pero ni todas las cosas edifican”. (1ª Epístola a los Corintios, 10:23.)

Si tuviésemos siempre en mente esos dos preceptos, muchas contrariedades y decepciones evitaríamos.

Sería, pues, importante que nuestros hijos también supiesen de eso.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita