Impermeable,
chanclos
y
paraguas
Las nuevas
generaciones por
cierto jamás
usaron chanclos.
Nos referimos a
la población
brasileña,
porque no
sabemos que
procedimiento
adoptan los
extranjeros,
sobre todo en
las regiones
donde llueve
mucho.
Los brasileños
más antiguos,
sin embargo,
conocen y deben
haber utilizado,
en algún momento
de la vida, un
buen par de
chanclos, una
especie de
calzado hecho de
caucho que se
pone por encima
de los zapatos,
con la finalidad
de preservarlos
de la humedad,
de la lluvia y
del barro.
Hace algunos
años, un
conocido
escritor y
conferenciante
respondía a las
preguntas que el
público le
encaminaba, una
vez terminada su
exposición
doctrinaria
inicial.
En cierto
momento, una
joven madre de
hijos
adolescentes
formuló una
pregunta que
todas las
madres, en igual
situación,
ciertamente
harían:
-¿Qué hacer para
preservar los
hijos ante los
peligros de la
convivencia
social, en que
las drogas y el
embarazo precoz
se habían
tornado, en su
ciudad, un hecho
común?
Para justificar
la pregunta, la
mujer agregó que
los padres
pueden hasta
llevar los hijos
a una fiesta, al
club, a la
discoteca; pero,
evidentemente,
no pueden
permanecer junto
a ellos y, así,
evitar que algún
mal les ocurra.
El
conferenciante
le respondió
haciendo
inicialmente una
pregunta:
-¿Qué hacemos
cuando salimos
de casa para el
trabajo en un
día de lluvia
muy fuerte
seguida de
torrente?
Continuando a
hablar, él
propio
respondió:
- En la ciudad
donde vivo, en
razón de un día
así, utilizamos
un par de
chanclos, un
impermeable y un
buen paraguas.
Él explicó,
entonces, que
nuestros hijos
adolescentes
deben salir para
sus encuentros
sociales munidos
de iguales
recursos, que
corresponde a
los padres
providenciar y
poner a la
disposición de
ellos, cuanto
antes, porque lo
que se ve fuera
de los hogares,
no sólo en las
grandes
ciudades, es un
verdadero
temporal –
un
temporal,
obviamente, de
naturaleza
moral.
Poner chanclos,
impermeable y
paraguas se
entiende una
buena educación
que transmita a
los hijos la
conciencia
perfecta de lo
que significa la
vida y cuales
sus objetivos.
Es eso que puede
proteger
nuestros jóvenes
ante los
peligros de la
convivencia
social a que la
joven madre se
refiriera.
¡Vigilancia y
oración!
He aquí un
antiguo precepto
propuesto por
Jesús que
continúa más
actual de lo que
nunca, sea cual
sea la edad en
que nos
encontremos.
Escribió Paulo a
sus compañeros
de Corinto:
“Todas las cosas
me son licitas,
pero ni todas
las cosas me
convienen; todas
las cosas me son
licitas, pero ni
todas las cosas
edifican”.
(1ª Epístola a
los Corintios,
10:23.)
Si tuviésemos
siempre en mente
esos dos
preceptos,
muchas
contrariedades y
decepciones
evitaríamos.
Sería, pues,
importante que
nuestros hijos
también supiesen
de eso.
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