Profilaxis:
amor, bondad
y
conocimiento
La mente, en
todo el tiempo,
comprende el
desarrollo
consciente o
subconsciente,
posibilitando la
expresividad del
ser humano a
través de la
imaginación, del
lenguaje, de los
sentidos, del
pensamiento, de
la razón, de la
memoria, del
sentimiento y de
toda riqueza
mental ya
desarrollada o
por desarrollar
en el Espíritu,
centella eterna
creada por Dios.
Sin embargo, hay
muchos misterios
a ser revelados
en relación a
los que se
aclararon hasta
ahora. Las
enfermedades
físicas son, en
muchas
situaciones,
casos para que
sean observados
con atención,
pues, en
confirmadas
sentencias
certificadas por
el cuño
espiritual y por
investigaciones
científicas
humanas, ellas
pueden ser
consecuencias de
la suma de
sentimientos
desequilibrados,
menospreciados,
de personas cuya
mente necesita
de amparo,
debiendo el
reconocimiento
partir de sí
propias.
Una enfermedad
bastante temida
es el mal de
Alzheimer, una
vez que, cuando
se desconecta el
sentido de las
actitudes,
pensamientos o
palabras,
también el
Espíritu acaba
por
desconectarse de
la vida común y
de la percepción
de los
compañeros de
jornada.
Todo entonces se
transforma en
extrañeza,
inseguridad y
carencia.
Mientras tanto,
la sabiduría
divina nos
indica siempre
la perfecta
acción para el
bien común y,
como no existen
casualidad ni
equívocos en la
obra de la
Creación, el
amor del Padre
siempre busca
traer el hijo
para la
comprensión de
lo que realmente
es valeroso y
eficaz para
elevar el alma.
El doctor alemán
Alois Alzheimer
fue quien
efectuó las
primeras
investigaciones
referentes a esa
enfermedad y por
eso recibió ella
el apellido del
investigador.
Algunos aspectos
fueron descritos
como posibles
inhibidores o
dificultadores
del
aparecimiento de
la enfermedad,
como mantener
una vida
saludable y
también la
preservación de
la lectura y
trabajos
mentales; a
pesar de que,
mucho más allá
de eso, algunas
actitudes pueden
prevenir no sólo
la enfermedad de
Alzheimer como
tantos otros
males y
sufrimientos en
la vida y no
sólo en una
vivencia. He
aquí algunas de
ellas: cultivar
la bondad, la
rectitud, la
humildad y la
honestidad, el
perdón, la
paciencia, la
conexión con el
Alto, el respeto
y todos los
sentimientos
buenos que
forman el amor.
Se sabe que el
progreso
significa
libertad para el
espíritu;
sabemos también
que muchos
factores de
comprensión y
desprendimiento
son necesarios
para la
evolución. La
reforma íntima
es la luz para
los nuevos días.
Y como nada es
fruto de la
casualidad, en
la situación en
la cual aún
hubiese un
paciente a ser
cuidado con la
Enfermedad de
Alzheimer u otra
enfermedad
cualquiera,
habrá siempre un
cuidador
familiar o una
persona
contratada para
atenderlo y para
ampararlo.
Esa providencia
bendita
permitida por
Dios es fecunda
para el
crecimiento de
un o de otro, y
en muchos casos
de ambos, pues
el enfermo puede
ser el hermano
renegado y el
que cuida, el
verdugo de un
triste pasado.
Ninguna
situación es,
por lo tanto,
infructífera;
nuestro
sentimiento es
que necesita
elevarse para
comprender que
en toda ocasión
difícil hay la
bondad del
rescate y del
bendito reparo
para que
alcancemos
vivencias más
felices.
Para
innumerables
males aún no hay
vacuna, pero hay
y siempre habrá
el trabajo en el
bien, el cultivo
de buenos
pensamientos y
sentimientos,
las nobles
actitudes, la
comprensión de
que aquél que
más comprende
puede ser un
amparo y no una
voz de acusación
y que el
crecimiento, en
todas las
situaciones,
constituye la
libertad para el
Espíritu y el
anhelado avance
para el
Universo.
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