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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 10 - N° 460 - 10 de Abril de 2016

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

El avestruz Milo
y su familia

 

A un avestruz llamado Milo, de lindo plumaje, le gustaba caminar en medio del campo, buscando comida o divirtiéndose y jugando con sus amigos.

Aun así, a Milo no le gustaba encontrarse con otros de su especie, pues siempre quería robarle la comida que él conseguía. Por eso, prefería quedarse aislado de sus hermanos.
 

Cierto día, buscando comida en medio de la maleza, vio a un amigo suyo que  venía detrás de él, con el deseo de quitarle lo que él había conseguido. Entonces, Milo, que no quería pelear con él, se alejó.

   

Una avestruz hembra, Pipa, corrió para hablar con él y, al darse cuenta que se acercaba, Milo se quedó parado, esperando.

Conversaron, jugaron y pasearon bastante. Como tuvieron hambre, Milo consiguió más hierbas para ellos dos, y las comieron con gusto.

Así, se hicieron amigos y les empezó a gustar el estar juntos. Cuando algún otro macho se acercaba, Milo corría detrás de él, ahuyentándolo.

Algún tiempo después, ¡Pipa puso un huevo grande! ¡Después otro y otro más! Y como el huevo de avestruz es muy grande, pues llega a pesar hasta un kilo y medio, los bebés también serían grandes y fuertes, según decían los amigos avestruces con más experiencia.

Entonces, Pipa debía quedarse incubando los huevos de la familia. Durante el día, ella permanecía en el nido y, en la noche, Milo se encargaba de incubar los huevos. Luego nacieron dos lindos y pequeños avestruces machos y una avestruz hembra.

La alegría de la familia fue grande. Todos celebraron el nacimiento de los pequeños.

Ahora Milo y Pipa tenían realmente una familia y vivía con mucho amor y cariño cuidando a sus polluelos.
 

Pero cierto día, apareció un gran jaguar que, al ver polluelos de avestruz, se quedó rondando en medio de la maleza, y muchas veces observando desde lo alto de los árboles, esperando una ocasión en que los padres estuvieran distraídos para robarles los

polluelos.  

Mientras tanto, Milo y Pipa, que amaban mucho su familia, cuidadosos, no dejaban a los polluelos solos y se mantenían siempre cerca. Hasta que, una tarde, el jaguar hambriento, desesperado por conseguir comida, decidió atacar a sus presas.

A pesar del tamaño del jaguar, los avestruces también eran enormes y defendían a su familia. Entonces, aprovechando una hora en que el jaguar estaba distraído observando a los bebés, mientras mamá avestruz cuidaba de los polluelos, papá avestruz fue por detrás del jaguar, que no lo había percibido acercarse, y saltó encima del jaguar.

Como era fuerte y capaz de luchar, Milo agarró al jaguar y lo sujetó con sus alas, atacándolo con su enorme pico. Después de un tiempo, el jaguar logró correr y desapareció en medio de la maleza, para satisfacción de la familia de avestruces.

¡La alegría fue general! Todos estaban contentos, pues el jaguar no había conseguido separar a la familia de avestruces.

¡Pronto, los hijos de la pareja habían crecido! Era necesario cuidar de su alimentación, pues se mostraban insaciables. Entonces, redoblaron los cuidados, porque ellos ya estaban corriendo detrás de sus enamoradas, pues crecían rápido y llegarían pronto a la etapa adulta. Y el papá Milo y la mamá Pipa se sentían felices al ver que sus polluelos ahora se estaban volviendo adultos, y pronto tendrían sus propios polluelos.

Así, en la hacienda, ellos crecían cada vez más, llenos de ánimo y alegría, y con la satisfacción de ver a la familia crecer siempre.

MEIMEI

(Recibida por Célia X. de Camargo, el 1° de febrero del 2016.)


                                                   
 



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