entrevistado nos
cuenta sus
experiencias. |
Habiendo nacido
en una familia
espírita, ¿cómo
siente el
Espiritismo
dentro de usted?
La mayor
influencia
espírita de mi
familia viene de
mi padre, quien
siempre estudió
e investigó
mucho sobre la
doctrina, hábito
que tuve la
felicidad de
heredar, aunque
sea
parcialmente,
pues no estudio
tanto como él,
pero lo
suficiente como
para tener
siempre
conversaciones
productivas y
edificantes.
Otro factor que
percibo que me
influenció mucho
fue haber
asistido a sus
conferencias
desde niño. Como
él siempre se
preocupó en ser
original y
creativo, al
mismo tiempo que
coherente, claro
y basado
fuertemente en
la doctrina
(como mínimo
Kardec, Emmanuel
y Joanna son
citados en sus
conferencias)
hoy siento la
facilidad en
también ser
claro y siempre
me preocupo por
las fuentes de
donde busco
información. La
influencia de mi
madre en mi fue
más emocional.
Percibo muchas
actitudes en mis
relaciones con
las personas que
vienen de ella,
principalmente
las buenas
actitudes, no
siempre
"ligadas"
específicamente
a la doctrina
escrita, pero
ciertamente
espiritualizadas.
Dentro de mí,
siento que el
Espiritismo
todavía está
tomando forma, y
pienso que
siempre será
así, pues cada
vez que leo un
texto del
Evangelio, mi
comprensión es
diferente, y en
toda
conversación con
alguien hay algo
nuevo que
aprender. Sobre
el conocimiento
de la doctrina,
sólo puedo
afirmar que leo
y estudio
razonablemente
porque me gusta
mucho, medito
con alguna
frecuencia, pero
en materia de
sentir y vivir
de hecho las
enseñanzas
morales, aún soy
un principiante
que sabe poco.
¿Cuál es su
visión del mundo
en la edad en la
que se
encuentra,
teniendo en
cuenta el
conocimiento
espírita que ya
tiene?
Trato siempre de
tener en mente
la lección del
texto "Punto de
Vista", que
consta en el
ítem 5 del
capítulo II de
El Evangelio
según el
Espiritismo.
De lo poco que
estudié el
texto, comprendí
que es mejor
encarar al mundo
con fe en la
vida futura,
espiritual, que
mantener los
pensamientos y
preocupaciones
sólo en el
aspecto
terrenal. El
texto, así como
todo ese
capítulo, es muy
claro con
respecto a esa
visión del
mundo,
importante para
no desesperarse
con las
dificultades
naturales de la
vida, ni
preocuparse
excesivamente
por todos esos
problemas que
estamos viendo
en la política,
en la educación
o en las
relaciones
interpersonales.
No creo que mi
edad tenga
alguna
influencia en
mis opiniones
sobre el mundo
porque, en
primer lugar,
ésta sigue
básicamente ese
texto, que es
muy lógico;
entonces, con la
motivación
segura, las
personas de
cualquier edad
serán capaces de
entender y
apreciar el
mundo con la fe
en la vida
futura que trata
el texto. Y en
segundo lugar,
como está basada
en el
Espiritismo, su
esencia nunca va
a cambiar con el
paso del tiempo:
autoconocimiento,
el esfuerzo para
superar las
malas
inclinaciones,
disciplina en
todo trabajo que
se realice,
caridad (como lo
entendía Jesús),
entre otros. Los
únicos cambios
que el tiempo
traerá serán los
“objetivos” de
esas enseñanzas
básicas del
Espiritismo, por
ejemplo: Cuál es
la mala
inclinación a
superar, qué
trabajo a
realizar exigirá
disciplina,
hacia quién
dirigir el acto
de caridad,
entre otros.
¿Cómo encara,
como espírita,
los desafíos de
la juventud en
el mundo actual?
La juventud en
el mundo actual
enfrenta muchos
desafíos, y
desafíos
bastante
diversos
también. Varios
de ellos se
aplican también
a la infancia, a
la madurez y a
la tercera edad,
como por ejemplo
el
autoperfeccionamiento,
eternamente
importante. Pero
veo en la
juventud actual
la misión de
transformar al
mundo en
aspectos más
profundos, al
mismo tiempo más
sutiles, que de
los cambios que
vienen
ocurriendo
debido a las
últimas
generaciones. No
estoy diciendo
que éstas no
causaron
transformaciones
importantes,
pero es la
esencia de la
transformación
en sí la que
cambiara. Desde
el comienzo de
la revolución
industrial, y
hasta un poco
antes de eso,
desde el inicio
del uso de
metodologías
científicas
experimentales
en la producción
del
conocimiento,
los mayores
cambios que
ocurrieron en el
mundo y en la
Humanidad fueron
las racionales,
materiales y
tecnológicas. No
es que no
hubiese habido
cambios morales
y de
comportamiento,
lo digo en
comparación con
las primeras.
Pienso que la
juventud actual
traerá más a
primer plano la
reforma que el
mundo en la fase
de transición
requiere, que
ocurre en los
sentimientos.
Más respeto por
la diversidad,
por la
naturaleza, por
la realización
de un trabajo
bien hecho, por
los sentimientos
del prójimo. Son
valores que han
crecido cada vez
más, y que
representan la
vivencia del
mensaje de
Cristo. Además,
la juventud
actual tiene
otra misión
grandiosa: la de
preparar a la
siguiente
generación para
dar continuidad
a la evolución
de la Humanidad
y, en
consecuencia,
del planeta.
Todos sabemos,
por fuentes como
Divaldo Pereira
Franco e Yvonne
de Amaral
Pereira, que
Espíritus de
otros orbes más
evolucionados de
la Tierra, han
venido a
reencarnar aquí
para darle un
impulso a la
transición hacia
la Regeneración.
Por lo tanto, le
corresponde a la
juventud actual
trabajar lo
máximo posible
ahora para que
los preparemos
para esa gran
obra, así como
también para
adelantar lo
máximo posible
ese progreso,
pues si esos
Espíritus tan
buenos pueden
hacer tanto por
la evolución,
que comiencen a
trabajar en un
planeta en el
mejor estado
posible. En este
caso, no pasará
mucho tiempo
para que, de
hecho, estemos
viviendo en un
planeta más
agradable.
Siendo hijo de
un periodista
muy conocido y
también espírita
con actividad en
el país, ¿cuál
es la sensación,
influencia y
reflexión en su
vida juvenil?
Todo hijo, o
todo joven, que
es hijo de una
personalidad
reconocida,
requiere
enfrentar un
desafío
relativamente
peligroso, que
es el orgullo.
Estoy muy
agradecido a
Dios por haber
tenido siempre
buenas amistades
en las que, mis
amigos y yo,
nunca tomamos en
cuenta para nada
ese hecho (el
que mi padre sea
famoso en la
región). En
general, cuando
las personas que
conocen a mi
padre venían a
hablar conmigo,
me preguntaban
si yo seguiría
sus pasos.
Entonces, si
sucedía dentro
del centro
espírita la
pregunta era:
“¿algún día
quieres dar
conferencias
como tu papá?”,
pero fuera del
centro era:
“¿quieres ser
periodista como
tu papá?”. Acabé
viviendo
afirmativamente
sólo la primera
pregunta. Pienso
que, como todo
joven, tengo
reflejos
positivos y
negativos
absorbidos
inconscientemente
de la relación
con mi padre.
Los positivos
para mí, son más
fáciles de ser
percibidos.
Pienso en ellos
y converso con
las personas
cercanas sobre
eso. Las malas
generalmente
surgen en las
conversaciones
de terapia. La
gran influencia
positiva de él
sobre mi vida ha
sido el gusto
por el estudio
de la doctrina
A su modo de
ver, ¿cuál es la
influencia más
positiva que el
conocimiento
espírita ha
ejercido sobre
su vida?
Como empecé los
estudios de la
doctrina en mi
infancia, tengo
dificultad en
imaginar cómo
sería mi vida
hoy si no
tuviese el
conocimiento
espirita. Si
pudiera, diría
con mayor
precisión cual
es la influencia
más positiva del
Espiritismo en
mí. Pero aún es
posible
responder a la
pregunta basado
en el poco
autoconocimiento
que he
practicado,
buscando tal vez
algunas de las
influencias más
significativas,
en lugar de una
sola. Una de las
mayores
influencias que
la doctrina
ejerce en mi
ocurre en las
relaciones
interpersonales,
cuando me
esfuerzo en no
juzgar a alguien
basado en
chismes o
historias que se
cuentan sobre
ella (algo que
casi nunca
ocurre en
nuestra
sociedad), y
hasta tratar de
superar la
“primera
impresión”
cuando conozco a
alguien, ya sea
positiva o
negativa. El
Espiritismo me
recuerda que
estamos
reencarnados en
un planeta en
estado de
Expiación y
Prueba, y que
por lo tanto
todos, siendo
Jesús la única
excepción
indiscutible,
tenemos
problemas y
vicios que
todavía deben
ser superados y
en todos los
aspectos del
ser, físico,
psicológico y
emocional. La
consecuencia
lógica es que no
tiene sentido
que yo (ser
imperfecto con
muchos vicios)
quiera entender
y juzgar lo que
es mejor o peor
para otra
persona (también
imperfecta en su
propio contexto,
diferente al
mío). El
conocimiento
espírita también
ha repercutido
en mí en la
preocupación de
tratar de
mejorar siempre.
Tanto a mí mismo
como al ambiente
a mi alrededor.
Es bastante
clara la
cobranza de la
conciencia
cuando me siento
alejado del
camino recto de
la vivencia del
Evangelio en el
día a día,
aunque no
siempre la
reacción, que
ocurre en el
cambio de
actitudes y
pensamientos,
surja de manera
rápida y clara.
¿Qué le falta al
joven para
acercarse más al
movimiento
espírita?
¿Falta estímulo,
falta
espacio?
Existe una
diversidad
infinita entre
los jóvenes. En
pensamientos,
sentimientos y,
en consecuencia,
en sus opiniones
y visiones del
mundo. Puedo
responder por lo
que yo considero
más importante y
válido para esta
pregunta,
tratando de ser
lo más justo
posible con el
movimiento
espírita como un
todo, basado
también en las
conversaciones
que he tenido
con amigos de
varias ciudades.
Algunas
dificultades en
el desarrollo de
la juventud
dentro de la
casa espírita
son diferentes
de centro a
centro, pero los
que yo considero
principales
suelen ser
comunes en la
mayoría. He
tenido colegas
que me han
comentado sobre
la falta de
espacio para el
trabajo, debido
a pensamientos
que proceden de
las directivas
de las casas
espíritas, tales
como: “el joven
aún no sabe
trabajar” o “los
jóvenes no
tienen
disciplina/responsabilidad/seriedad,
quién sabe en
unos años”. Pero
felizmente esa
no es una
característica
tan general en
el movimiento
espírita.
En mi opinión la
falta de
estímulo es un
tema mucho más
grave, y que
está mucho más
presente en los
centros
espíritas (que
yo he podido
observar),
incluso porque
esa situación
engloba a la
anterior (en un
centro en donde
no hay espacio,
probablemente no
hay estímulo).
No todos los
centros poseen
un grupo de
jóvenes activo
en los trabajos
de la casa
(considerando
también la
influencia del
ambiente
espiritual), y
entre los que lo
tienen, no todos
acompañan el
desarrollo de
esos trabajos,
permitiendo que
los jóvenes se
queden muchas
veces estudiando
o interpretando
la doctrina de
forma
individual,
pudiendo eso ser
peligroso. Pero,
aun así, dentro
del tema de la
falta de
estímulo, en mi
visión, ha
faltado la más
importante de
todas las
motivaciones
para la
permanencia y
dedicación del
joven en el
Espiritismo, que
es el ejemplo.
Tener a alguien
(generalmente
mayor, pero no
necesariamente)
que además de
dirigir y
administrar los
estudios y
trabajos de la
casa que
frecuenta, vive
sinceramente las
lecciones de la
doctrina dentro
y fuera del
centro espírita.
Una persona
responsable que
visiblemente se
esfuerza para
ser humilde (no
busca la
vanidad, ni la
ilusión del
control y el
poder), que se
esfuerza por
mantener siempre
buenas
relaciones con
todos
(independientemente
de la
orientación
sexual, clase
social, etc.),
que no maldice
ni juzga, que es
sincera con sus
propios
sentimientos y
con los del
prójimo.
Es bastante
perceptible para
el joven alguien
que se esfuerza
para ser cada
vez mejor y
ésta, a mi modo
de ver, es la
mejor motivación
posible,
principalmente
para los que son
nuevos en el
movimiento,
porque es la
imagen viva y
real de aquello
que está en los
libros y que se
dice en las
conferencias.
¿Qué actividades
atraerían más al
joven hacia el
compromiso con
las tareas del
centro y del
movimiento
espírita?
Pienso que una
de las
características
más resaltantes
de la mayoría de
los jóvenes es
la gran cantidad
de energía
disponible para
ser invertida en
las actividades.
Trabajos más
abiertos y
visibles, que
traigan más vida
y alegría al
ambiente, tal
vez sea algo que
atraiga a los
jóvenes hacia el
compromiso.
Trabajos con
arte, con música
y teatro,
incitan en la
juventud una
voluntad de
profundizar en
los
conocimientos y
en los trabajos.
Quizás darle al
joven la
oportunidad de
brindar
conferencias sea
un excelente
incentivo, o
hacerlo
responsable de
un determinado
grupo de
estudio,
trabajando
respectivamente
en las artes de
la oratoria y la
literatura. Hay
personas jóvenes
que aman
trabajar con la
evangelización
de niños, y
otras que son
bastante
sensibles para
la atención
fraterna, y
hasta para un
trabajo
mediúmnico.
Independiente de
la actividad a
ser desarrollada
en la casa,
siempre es bueno
ofrecer la
libertad para
que el joven
conozca y escoja
el trabajo que
le gustaría
desarrollar. Al
hacer algo que
le gusta, muy
probablemente se
volverá más
comprometido con
la tarea.
¿Algo resaltante
que le gustaría
destacar de su
experiencia
juvenil espírita?
Cuando pensaba
en qué responder
esta pregunta,
inesperadamente
acabé
perdiéndome en
varios
recuerdos. De
cuando fui a la
juventud
espírita las
primeras veces,
los primeros
encuentros de
juventudes
espíritas en el
carnaval, en
Pascua, los
fines de semana
y feriados.
Diría que
sobresale
siempre la
presencia de los
amigos en esos
encuentros
llenos de luz.
Siempre hay los
abrazos llorosos
al final, las
presentaciones
musicales, el
sentimiento de
amistad en su
forma más pura y
el sentimiento
del trabajo
realizado
después de
tantas
dificultades
superadas.
Pienso que la
experiencia
juvenil espírita
más fuerte para
quien se permite
sumergirse en
las actividades
y el trabajo es
la amistad.
¿Algo más que le
gustan añadir?
La juventud
espírita, de una
manera general,
posee una fuerza
de trabajo muy
grande, y sólo
basta que sea
bien dirigida.
Que los jóvenes
puedan tomar
conciencia de
toda la
capacidad que
poseen de
cambiar el mundo
a su alrededor
para mejor, pero
que también todo
el resto de
trabajadores de
las casas
espíritas puedan
percibir esa
fuerza. Que
todos nosotros
podamos tener
los corazones
abiertos y
receptivos para
el Cristo en
nosotros,
aprendiendo a
trabajar en
conjunto,
independientemente
de donde
estemos.
Sus palabras
finales.
Me gustaría
agradecer por la
entrevista, por
haberme dado a
oportunidad de
contar un poco
de mi historia,
de mis
opiniones, y que
me hizo
reflexionar aún
más de lo que yo
esperaba sobre
la influencia
del Espiritismo
en mí. Espero
poder alcanzar
corazones que no
imaginaba y
poder haber
generado al
menos un poco de
reflexión
personal en cada
uno.
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