En el programa
televisivo Fantástico
exhibido semanas atrás tuvimos la oportunidad
de asistir a un raro
abordaje más serio del
asunto Ufos, tan a
proposito y
vehementemente rechazado
de la divulgación
rutinaria de los medios
de masa. Lo que es una
pena. Pues esa
postura, directamente
relacionada a las
iniciativas mundiales de
la cobertura, lanza a la
población a un estado de ignorancia obtusa de una realidad cuya obviedad
se evidencia por sí,
mientras más evoluciona el estado de conciencia
humana global y los
avances de la propia
ciencia.
Mi interés sobre este asunto, desde muy
pronto, vino prendido a los conocimientos y
vivencias espíritas, y
no podría ocurrir de
otro modo. Durante varios años, desde el
primero y más impresionante
avistamento de un Ufo en
la fase de la infancia,
en la presencia de dos otros testigos, no
llegué a hacer la
conexión de lo que
ocurría con las
convicciones e
informaciones que
gradualmente iba
adquiriendo, bajo las
directrices de la
Espiritualidad asistente
y de los estudios
intensos en este
contexto.
Sólo con el ingreso en
la fase adulta, con
dominio práctico y
teórico de algunas
características de las
manifestaciones
mediúmnicas y de vida multidimensionales,
espontáneamente fui
estableciendo
correlaciones obvias,
entre las verdades de la
existencia en las muchas
esferas espirituales y
el modo como la
fenomenologia ufológica ocurre.
Es este asunto, por lo
tanto, que me gustaría
compartir con los
lectores en esta
oportunidad, ya que es
llegado el tiempo en que
nuestra cuarentena
cósmica vislumbra su
resultado. De hecho, no
es posible más que, con
el nivel de comprensión
de las cosas a que
llegamos, aún concibamos
que todo el portentoso
universo por encima de
nosotros exista
solamente a pretexto de
adorno y deslumbramiento
para nuestros ojos,
durante las noches
estrelladas. Como de
hecho ya nos afianzaba
Carl Sagan: “Si no
existe vida fuera de la
Tierra, entonces el
universo es un gran
desperdício de espacio”.
Festival de equívocos
intencionados sobre el
tema
Más; inadmisible que,
sin el necesario estudio
e investigación exenta
del asunto, aún se
encamina por la negativa
fácil, echando mano del
argumento fallido de
que, si nuestra
instrumentación
científica y
conocimiento tecnológico
actuales aún no detectan,
como se desearía, las
pruebas cronológicas de
esa realidad, entonces
es de concluir,
peremptoriamente, que no
exista. Porque cualquier
raciocínio simple nos
lleva a la comprensión
de que, para niveles
muchísimo más avanzados
de dominio tecnológico y
científico, sólo los
respectivos recursos
compatibles de detección
atenderían,
satisfactoriamente, a
esa exigencia.
Además de eso, en medio
a la confusión virtual
de nuestros tiempos, en
medio del festival de
equívocos y fraudes
intencionales que buscan
aún desacreditar el
asunto, por intereses
varios – entre los
principales, los
religiosos y políticos,
temerosos de que, de
hecho, esa humanidad
perdida en un pequeño
mundo azulado en la
enormidad incalculable
del cosmos no sea la
última palabra de la
manifestación de la Vida
– de hecho, existe
material fidedigno de
importancia, accesible a
cualquier que busque
investigar con seriedad
el tema, de buena
voluntad, y sin ideas
preconcebidas.
Sin embargo, es preciso
que se entienda que, a
parte las iniciativas
del encubrimiento
militar en muchos
países, de entre ellos
Brasil, por razones
justificables – entre
esas, la no preparación
lamentable en el cual se
ve metida la población
mundial, para lidiar con
las implicaciones
estupendas de la
admisión de esta verdad
– el trabajo de
asociación de ufólogos
serios de várias
procedencias mundiales
con las autoridades ya
admite el acceso a
documentos verídicos
hasta entonces
resguardados, sobre
casos emblemáticos como
el de Roswell, Varginha,
la Operación Plato, y la
famosa aparición masiva
de Ufos en el espacio
aéreo de Rio de Janeiro,
en las passadas décadas
de 1970/80, exhibida en
la materia de lo
Fantástico
mencionada.
¿Por qué razón los
objetos avistados no
vuelan?
La experiencia personal
con este asunto
fascinante, como dije,
sólo contribuyó para
enriquecer mi
comprensión de cómo
ocurre, no sólo la
continuidad de la vida
después de nuestro
pasaje rápido en la faz
material terrena, por
medio de la
reencarnación, como
también la manera como
esas muchas
civilizaciones,
provenientes no
solamente de lugares
dimensionales adyacentes
al orbe, como también de
otros mundos – donde tal
vez ya hallamos,
nosotros mismos,
estacionados en otros
períodos evolutivos,
antes de comenzar
nuestro ciclo terreno –
operan con el aspecto
multidimensional de la
existencia. Pues muchos
habitan en otro nivel
vibratorio de la vida y,
por lo tanto, de acceso
sólo esporádico a los
limitados sentidos de
que somos portadores, em
cuanto a un cuerpo
físico.
Preguntas inquietaron
durante muchos años mis
reflexiones: – ¿Por qué
razón los objetos
avistados,
reiteradamente, no
propiamente vuelan –
surgiendo y
desapareciendo, en
asombrosa evidencia de
materialización y
desmaterialización,
delante de mi mirada
espantada? ¿Por qué, en
muchas ocasiones, los
accesos mediante
desprendimento del
cuerpo físico – con las
mismas características
descritas por muchos de
los contactados de uno o
de otro modo, alrededor
del mundo? ¿Viéndose
dentro de uno de esos
transportes avanzados,
tras ser alcanzados por
un poderoso influxo
luminoso de tonalidades
variadas, anaranjada o
multicores; o, aún,
simplemente
visualizándolos
macizamente,
estacionado, o en vuelo
tranquilo en los cielos,
más en determinadas
regiones de entre
nuestros lugares de
habitación conocidos,
que en otros?
Tres de esos
avistamientos,
efectivamente, se dieron
para mí exactamente así,
a lo largo de los años.
El primero, ya citado,
en los cielos nocturnos
del barrio del Méier en
Rio de Janeiro –
auténtico vivero de
avistamientos
ufológicos, por razones
que aún busco comprender
– era el de un objeto
inmenso, lenticular,
como emitiendo luz
propia a distancia, de
su aspecto reflejado.
Delante de mi terror y
de dos niñas más que me
hacían compañía –
deberíamos contar cerca
de nueve o diez años de
edad, no más – describió
un leve movimiento
lateral y desapareció
por detrás de la cúpula
de la Iglesia Corazón de
Maria.
Los objetos surgen y
desaparecen de la misma
manera
Dos otros avistamientos
ocurrieron en años
recientes, sólo para
citar algunos de los más
impactantes – de la
varanda de mi actual
residencia, un
apartamento de segundo
piso con cierta visión
privilegiada de los
cielos al norte, durante
dos tardes soleadas, me
surgió un objeto en
forma de boomeran, y a
juzgar por la altitud
elevadísima, también de
tamaño considerable. En
las dos oportunidades,
apareció exactamente en
el mismo cuadrante de
los cielos, como si,
extrañamente, quienes lo
ocupaba pretendiera ser
observado. Tuve tiempo
de correr, coger unos
prismáticos potente y
encuadrarlo, tras cierta
dificultad; para, tras
unos pocos segundos, los
“boomerans” de tonalidad
cenincienta simplemente
“desaparecieron” en los
cielos limpios, sin
desplazamiento visible
para cualquier dirección.
Surgieron y
desaparecieron, de la
misma manera
vertiginosa.
Las peculiaridades de
esos eventos,
inevitablemente,
recuerdan las
descripciones de ciertas
vivencias mediúmnicas,
en que los Espíritus
también nos surgen de
ese mismo modo
enigmático, aunque, como
ocurre con los Ufos,
tampoco se den tan
frecuentemente. Me
parece que en razón de
que esos fenómenos
demandan condiciones
especiales, no solamente
del ambiente fluídico, o
atmosférico-magnético,
en el caso de los Ufos,
como también del
interior de quien los
viven, de sus
condiciones espirituales
/ mediúmnicas
específicas. Me acuerdo,
así, de haber avistado
en tres veces Espíritus,
en esas mismas
condiciones semejantes:
surgiendo de la nada, y
desapareciendo como
surgieron, sin destino
concevibles, aunque, al
verlos, me aparecieron a
la visión tan “de carne
y hueso” como cualquiera
de las personas que nos
rodean en situación de
reencarnadas, y con las
cuales convivimos.
Hay mucho que descubrir
sobre las insospechadas
condiciones de
manifestación de la vida
en el universo, y en los
estadios pasajeros en
que actualmente nos
situamos sobre este
pequeño mundo, sólo
levantamos la punta de
un inmenso velo. Sin
embargo, hoy, se alcanza
un nivel en que la
propia Física apunta
para la manifestación de
realidades mediante
meras probabilidades,
basadas en foco de
conciencia, abriéndose
comprensión para la
comprensión de lo que
sean los universos
paralelos.
¿Procedentes de otros
mundos, hay quién nos
observe?
De este modo, en
similitude con lo que la
propia investigación
ufológica seria nos
permite desvelar, no hay
como no establecer
paralelos que nos
conducen a conclusiones
obvias, cuyo
conocimiento ya nos
pertenecía desde antes
incluso del advenimiento
de la Codificación
Espírita.
Los seres – Espíritus en
evolución en este mundo,
em cuanto a las várias
civilizaciones que
pueblan el infinito, en
escalones diversos de
avance tecnológico o de
conciencia – se
manifiestan en una
multiplicidad incontable
de habitaciones
esparcidas en el cosmos,
próximas, paralelas, o
distantes de nosotros en
el momento presente, en
régimen de simultaneidad.
De modo que, dadas las
condiciones adecuadas,
podemos o no accederlos
– lo que, alguna vez que
otra, empeñan de caso
pensado, en iniciativa
de convivencia entre
seres de planos / mundos
diferentes, autorizadas
por los seres mayores en
comprensión, que
supervisan y amparan las
humanidades em
incontables lugares.
Lo que ocurre en
relación a la
fenomenologia ufológica,
por lo tanto, dice al
respecto de una orden de
acontecimientos hermanos
– no antagónicos – de lo
que ya podemos
comprender sobre
nuestras circunstancias
de Espíritus en
trayectoria conciencial
ascendente. No por
casualidad – sea por
estudio, o supervisión,
o tutela de seres
reencarnados de quienes
guardan conocimiento, o
hilos de estima pasados
– esos visitantes,
procedentes de otros
mundos, nos observan.
Acompañan el aparente
caos momentáneo en que
tardan las poblaciones
habitantes de los
niveles terrenos
materiales, astrales y
etéricos. Contactan
muchos, esparcidos por
el globo, presencial o
telepaticamente; cuidan
de algunos, chipam(1)
y amparan otros tantos.
Y todo eso representa la
confirmación del alcance
de un estádio de esta
humanidad, que ha de
preceder un tiempo, tal
vez no tan distante, en
que encontremos
condiciones evolutivas
adecuadas para hacer
justicia a la
reanudación de la
ciudadanía cósmica. En
épocas en que, sabiendo
cómo lidiar
pacíficamente con las
diferencias entre los
que nos circundan en las
ciudades y naciones de
este planeta, nos
hallemos en condiciones
de convivir
armonicamente también
con la riqueza
portentosa de la
Creación, representada
por las civilizaciones
que nos visitan y
pueblan la multiplicidad
de mundos y dimensiones
esparcidas alrededor, y
en las extensiones
infinitas de los cielos.
(1)
Los contactados, en
variados casos, son
portadores de chips,
pequeños dispositivos
etéricos de cuya
existencia en su
organismo espiritual,
muchas veces, siquiera
sospechan. Son, así,
localizados con
facilidad por nuestros
visitantes pacíficos, y
con ellos conviven, en
régimen de telepatia, o
comunicacional mental
facilitada. Esto,
probablemente, se
refiere a la interacción
con seres en estado de
manifestación
semimaterial, que,
lidIando con una
humanidad reencarnada en
niveles frecuenciales
más groseros, necesita
de un “plus”, que
facilite este contacto
en condiciones
peculiares
satisfactorias.
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