En otros artículos
tratamos del tema
caridad bajo una
perspectiva estática,
cuando abordamos sus
virtudes componentes. En
este, la abordaremos
bajo la perspectiva
dinámica: la procesal.
La caridad es la virtud
central de la moral
espírita. Sin embargo,
al comparar lo que en la
codificación dicen los
Espíritus con lo que
hacemos, nosotros, los
espíritas, actualmente,
somos honestamente
obligados a identificar
un hiato. Tal vez este
se deba a la mala
comprensión de lo que
sea verdaderamente la
caridad. Hemos reducido
la caridad, como
cualquier persona que
haya estudiado con más
profundidad la cuestión
puede percibir, en la
mayor parte de las veces,
a la asistencia social,
cuando no al
asistencialismo. No
predicamos cualquier
cualidad peyorativa a la
asistencia social,
porque, evidentemente,
esta produce el bien;
durante mucho tiempo aún
necesitaremos de ella,
en nuestro país. En el
límite extremo, algunos
reducen aún más la
caridad, haciéndola
simple actos simbólicos,
sin real fundamento
ético y cristiano. Sin
embargo, como aseveró el
propio codificador, si
no practicáramos la
caridad verdadera jamás
seremos verdaderos
espíritas.
El reducionismo a que
llevamos la caridad, en
nuestras prácticas y en
nuestras vidas, puede
ser consecuencia de
perspectivas estrechas
con que la entendemos.
Por eso, presentarla
bajo otras perspectivas
podrá contribuir para la
ampliación de nuestra
comprensión, y facilitar
su aplicación en
nuestras actividades. En
suma, necesitamos
reflejar sobre la
sublime virtud a partir
de perspectivas
diferenciadas para que,
cambiando nuestra
percepción, podamos
modificarnos y modificar
la realidad que nos
cerca.
De manera general,
estamos acostumbrados a
ver la caridad de una
manera estática y
reducionista, por eso
parecerá extraño, y
hasta antidoctrinaria,
en una primera
aproximación, verla bajo
la perspectiva procesal.
Sin embargo, tal
perspectiva no es una
novedad doctrinaria,
porque fueron los
propios Espíritus de la
codificación que la
presentaron.
Nuestro primer paso en
la dirección del cambio
de percepción debe ser
la comprensión de lo que
consiste un proceso.
Hagamos una exploración
semántica para mejor
comprender el término.
Proceso es una palabra
que tiene origen en la
lengua latina, y que
viene de la conjunción
de los términos pro y
cedere, la cual indica
la acción o conjunto de
acciones que buscan “ir
para el frente”, un
seguimento, um trayecto,
avanzar rumbo a um
objetivo.
La caridad es también un
proceso
Actualmente, este
término fue apropiado
por las ciencias y
resignificado, pasando a
ser entendido como una
secuencia continua de
acciones o actividades
que presentan cierta
unidad, quiere decir,
que están vinculadas de
alguna forma, y que
actuando en conjunto
convergen para la
consecución de un
determinado objetivo.
Este puede ser, por
ejemplo, proyectar
alguna cosa o aún otros
procesos, crear algo,
producir cosas tangibles
o prestar servicios,
controlar actividades,
mantener una determinada
situación dentro de
patrones aceptables,
asegurar la calidad de
una actividad etc. Del
punto de vista de las
ciencias, el proceso es
compuesto de tres
elementos: Entradas
(inputs), Conversor,
Salidas (outputs).
Entradas pueden ser
cosas materiales,
energía, información
etc.; dependiendo del
tipo de procesamiento
que será ejecutado; el
conversor es el aparato,
así como el conjunto de
actividades ejercidas
por este sobre las
entradas, el cual busca
transformar una cosa en
otra, producir alguna
alteración simple, o aún
evitar que una
transformación ocurra.
El teléfono celular es
un ejemplo de aparato
conversor, pues
transforma señales
digitales en sonido e
imágenes en una pantalla
(display), y,
convertido, transforma
voz e imágenes en
señales digitales. El
resultado será una “salida”.
Algunos términos
generalmente utilizados
como sinónimos de
“salida” son efecto,
resultado y producto. El
producto no siempre es
algo tangible, como
podríamos suponer; puede
ser una imagen, una
emoción, una experiencia,
un aprendizaje. Cuando
alguien da un abrazo
cariñoso en una persona
triste generalmente
consigue que esta
obtenga alivio emocional
para un sufrimiento;
este alivio es el efecto
o el “producto” del
abrazo. Hubo, por lo
tanto una conversión de
sufrimiento emocional en
alivio emocional. Cuando
es aplicado a la
subjetividad el proceso
puede ser visto también
como una manera de
actuar, y no solamente
como una secuencia de
producción de cosas.
Trazamos aquí solamente
algunas notas esenciales
a la comprensión del
significado del término
en cuestión, sin agotar,
naturalmente, todas sus
características y
aplicaciones.
Tenemos flertes razones
para afirmar que la
caridad es también un
proceso.
En la cuestión 888-(a),
de El Libro de los
Espíritus, estos dan la
siguiente respuesta a
Kardec: “La verdadera
caridad es siempre
bondadosa y benévola;
está tanto en el acto,
como en la manera como
es practicado. Doble
valor tiene un servicio
prestado con delicadeza.
Si lo es con altivez,
puede ser que la
necesidad obligue a
quién lo recibe a
aceptarlo, pero su
corazón poco se
conmoverá” (1)
La caridad está en el
acto y en la manera como
es practicada
Desmembremos las
afirmaciones contenidas
em la respuesta de
arriba para mejor
entendimiento.
1) La verdadera
caridad es siempre
bondadosa y benévola: en
primer lugar, observemos
que los Espíritus
afirman que para ser
verdadera caridad es
condición sine qua non
ser siempre bondadosa
y benévola. Ella no
puede ser hoy bondadosa
y benévola y mañana no
serlo más; no puede ser
hoy bondadosa, pero no y
mañana benévola, pero no
bondadosa, o sea, sólo
puede ser caridad si la
bondad y la benevolencia
andan juntas. Podemos
reducir a los elementos
más simples y obtener la
siguiente afirmación
categórica: La
caridad es bondadosa y
benévola, que es una
definición esencial.
2) ¿Por cuál motivo
los Espíritus hacen tal
afirmación? La respuesta
es que: “(la caridad)
está tanto en el acto,
como en la manera por
qué este es practicado”.
Quiere esto decir que no
se puede separar, a no
ser mentalmente, en la
caridad, el acto
y el modo de actuar,
porque estos son
simultáneos, no pudiendo,
por lo tanto, ser
aislados y ejercidos en
momentos diferentes. Hay
una síntesis entre
bondad y benevolencia.
Observemos que el acto y
el modo de actuar ya
están incluidos en la
definición esencial; hay
una conexión entre estos
y aquellos, por cuanto
el acto debe ser
bondadoso, y benevolente
el modo de actuar.
3) Después tenemos:
“un servicio prestado
con delicadeza tiene
doble valor”. En el
contexto de la respuesta,
podemos entender que el
servicio prestado debe
ser bondadoso, quiere
decir, el servicio, como
acto o producto, tiene
que producir algo bueno;
la delicadeza es
expresión de la
benevolencia. He ahí el
doble valor.
4) Finalmente
tenemos que: “Si el
(servicio) es
(prestado) con
altivez, puede ser que
la necesidad obligue a
quién lo recibe a
aceptarlo, pero su
corazón poco se
conmoverá”. Este
periodo es el cierre de
la respuesta. El acto
estará completo si el
beneficiario acepta el
servicio, aunque sea
solamente porque la
necesidad así lo obligue;
la realización del acto
al amenizar la
dificultad del prójimo
es algo bueno. Sin
embargo, la ausencia de
la delicadeza, es decir,
el modo poco delicado
de actuar, de
prestar el servicio, lo
hace incompleto del
punto de vista moral.
Para ser caritativo, el
acto (benefício al
necesitado) deberá ser
bueno y benévolo (ejercido
con delicadeza), sin
duda que a benefício del
necesitado.
5)
Complementariamente los
Espíritus dicen: “[...],
pero su corazón poco se
conmoverá”. Ahora, esta
oración indica con
seguridad que el
objetivo del servicio
prestado no es solamente
satisfacer a una
necesidad. El modo
delicado de actuar,
complementando el
acto bueno, busca
producir una
modificación afectiva en
el beneficiario del
servicio, busca
conmoverlo. La
delicadeza que acompaña
la realización la
satisfacción de una
necesidad a quién de
ella sufre puede
provocar una excitación,
despertar una emoción
viva y contundente que
retire el beneficiario
del acto bueno de una
situación de
incrédulidad, tristeza o
letargia afectiva.
¿Cuál es el significado
de “bueno” y cómo
entenderlo?
Antes de continuar,
presentaremos algunas
informaciones
adiccionales para mejor
entendimiento de las
afirmaciones de los
Espíritus.
¿Cuando ellos dicen que
la caridad es siempre
bondadosa, y
que ella está presente
en el acto, lo que
desean expresar cómo
“acto” y “acto bondadoso”?
¿y cuál es el
significado de “bueno”?
¿cómo podemos entenderlo?
Busquemos la
profundización de la
cuestión, analizando el
significado del término
“acto”, conforme la
enseñanza de Mario
Ferreira dos Santos
(2). No podemos
entender el acto sin
referirnos a la
potencia. Para
Aristóteles las cosas no
son sólo lo que son,
sino también lo que
pueden ser. Así, las
cosas pueden pasar de la
potencia para el acto,
por medio de una
mutación (movimiento).
La mutación presenta
tres momentos: a) de la
posibilidad; b) el de la
realización en curso; y,
c) el de la realización.
De esta forma, la
expresión “acto” se
aplica a los momentos
“b” y “c ”, en oposición
al momento “a”, que es
la cosa em potencia, aún
en el campo de la
posibilidad, del poder
ser, mientras en “c” el
ser ya se realizo, como
resultado de la mutación.
Así se cierra el
movimiento.
Para Aristóteles el
momento “a”, la
potencia, era la
dynamis; el momento
“b”, el acto, era la
energéia, y el
momento “c”, el “fin”,
la realización, era la
entelekhéia. La
palabra “acto”
significaba tanto la
energéia como la
entelekhéia. En la
filosofía aristotélica
existen dos conceptos
más fundamentales, el de
materia y el de forma.
Esta no debe ser
confundida con el de
figura, y aquel no es
exclusivamente la
materia bruta percibida
por nuestros sentidos.
La materia es la
potencia, quiere decir,
lo que tiene la
posibilidad de hacerse
esto o aquello. Sin
embargo, la materia se
transforma en algo por
intermédio de la forma.
El acto es opuesto a la
potencia; es el acto que
modela la potencia. Así,
la potencia depende del
acto para venir a la
existencia, depende de
él para adquirir
determinación. Es a
través del acto que una
posibilidad se realiza,
pues el acto es la
realidad de un ser que
aún estaba
indeterminado, es el
princípio del ser. La
potencia es pasiva, es
inerte, y el acto es
activo. Por eso es que
es el acto que dá forma
a la potencia. El
significado de acto se
hace evidente cuando
entendemos que la
palabra griega
energéia tiene el
sentido de eficacia, que
es compuesta también por
la palabra ergon,
que significa trabajo.
Si trabajo es la acción
que produce efectos,
entonces el acto (y
energéia) es la
acción que produce
resultados.
¿Hay diferencia entre
acto bueno y acto
bondadoso?
Ahora, si acto es una
acción en curso,
entonces la caridad
tiene una dimensión “hacer”.
Pensemos en un ejemplo
bien común: una persona
que entrega un pan a un
hambriento. La entrega
del pan es un acto, cuya
finalidad es la
satisfacción de una
necesidad premiante, el
hambre de una persona.
Saciar el hambre es un
bien que se realiza en
la forma de un pan. La
entrega del pan es la
realización de la
saciedad en marcha, en
curso, pero mientras
este bien está sólo en
la intención del
benefactor es sólo un
bien en potencia; cuando
el pan es comprado,
preparado, envasado y
desplazado hasta aquel
que de él necesita es un
bien en vías de
realización, es decir,
un bien en curso. Cuando
el hambriento come el
pan, la finalidad es
alcanzada: el bien fue
realizado. ¿Pero, sería
este un acto bueno, o
acto bondadoso?
Veamos.
En el latim “bonus”
significa bueno, y
“bene” significa bien.
De entrada, ambos
hallamos, que son
sinónimos, tienen la
connotación de la idea
de perfección, en
abstracto y, en
concreto, todo aquello
que es acabado,
completo, o que alcanzó
el grado máximo, en su
género (3).
Cuando, por ejemplo,
vemos el acabado de una
construcción y lo
aprobamos porque quedó
dentro de los patrones
exigidos, décimos que
quedó bueno, o que fue
“bien hecho”; si decimos
que un hombre es un buen
padre estamos afirmando
que él presenta un
desempeño esperado en la
función de padre, siendo
o no un padre biológico(4).
Secundariamente, bien y
bueno no son solamente
aquello que lo es sólo
en sí mismo, sino bueno
para alguien. Un pan es
bueno en sí mismo, y
también es bueno para
quien tiene hambre. Bien
es aquello que, no
poseído, sin embargo es
apetecido, es objeto de
aspiraciones y deseos, y
que, poseído, engendra
la satisfacción,
independientemente de
cualquier obligación
moral(5). Un
automóvil puede ser
bueno para un conductor
y malo para otro,
dependiendo de las
actividades para las
cuales el vehículo será
utilizado. Por lo tanto,
bueno es también aquello
que satisface una
necesidad, así como
aquello que alcanza um
desempeño esperado em
uma determinada función.
Bondadoso es un adjetivo
calificativo de aquello
que demuestra estar
procedido de lo que es
bueno, que tiene el bien
en abundancia. Sin
embargo, para algo
demostrar la abundancia
del bien necesita de la
capacidad para hacerlo.
La benevolencia con el
prójimo es también
caridad
La bondad es la
capacidad de hacer o
reflejar el bien del
cual algo está
promovido. Sólo es
posible demostrar
aquello que de alguna
manera existe, aquello
que tiene “ser”. La
nada, por inexistente,
es indemonstrable.
Pero el bien, o lo bueno,
necesita de su opuesto
para ser apreciado. Si
donamos pan a quién
tiene hambre, eso es
apreciado como un bien;
si dejamos
voluntariamente a
alguien pasar hambre,
esto será apreciado como
un mal. Consecuentemente,
la caridad es un acto
predicado como bondadoso
cuando demuestra el bien,
satisfaciendo ciertas
necesidades y
desempeñando su función
dentro de patrones
esperados. ¡Esta
cuestión es tan clara
que nos parece una
redundancia hablar de
“caridad bondadosa”,
pues, si no fuera
bondadosa, jamás será
caridad!
Hasta aquí nos
reportamos solamente a
la bondad presente en la
caridad. ¿Pero cuál es
el papel de la
benevolencia en el
proceso? En cuanto a eso,
los Espíritus corroboran
la afirmación de que la
caridad es siempre
benévola, al decir que “La
verdadera caridad no
consiste sólo en la
limosna que dais, ni,
aún, en las palabras de
consolación que le
causeis. [...]. La
caridad sublime, que
Jesús enseñó, también
consiste en la
benevolencia de que
useis siempre y en todas
las cosas para con
vuestro prójimo”. (ESE.
Cap. XI. Ítem 14. p.
200.) Colocando la
expresión en un orden
diferente, ella se hace
más clara: La caridad
consiste en la
benevolencia que usamos
siempre para con el
prójimo, y no solamente
en la limosna que le
damos, ni aún en las
palabras de consolación
que le añadimos. Aún una
inspección superficial
de esta afirmación nos
muestra que tanto la
limosna (algo tangible)
como las palabras de
consolación (algo
intangible) son actos,
son bienes em curso de
realización. Sin
embargo, lo más
importante que es dicho
es que la caridad
consiste en la
benevolencia.
Cabe aquí una paréntesis
para explicar mejor esta
virtud y su posición
como potencia y acto.
Dijimos en otro artículo
que benevolencia
significa “bien-querer”,
la virtud que nos
inclina a buscar el bien
del prójimo, y que, por
lo tanto, ella sería una
virtud directora de las
otras virtudes
componentes de la
caridad. Prestando
atención en esta palabra
compuesta, vemos que
ella es formada por el
“bien” y por la voluntad
(querer). Luego, si
tanto la bondad en
cuanto la benevolencia
derivan del “Bien”,
podemos deducir que las
dos tienen una misma
raíz, por eso se
asemejan tanto, al punto
de ser confundidas.
Algunos diccionarios las
colocan como sinónimas,
sin embargo, existen
diferencias
significativas. Si por
un lado la bondad busca
la realización de un
bien, por otro, la
benevolencia es un modo
de actuar.
La verdadera caridad es
delicada
En la caridad, la
benevolencia desempeña
dos papeles, o mejor,
está presente en dos
momentos: primero como
potencia y después como
acto. Como potencialidad
ella ejerce la función
de “entrada” del proceso,
o principio del acto, ya
que en su base existe un
bien.
En el segundo momento la
voluntad dirige el bien.
Imaginemos que el bien
es una fuerza libre en
la naturaleza que
necesita ser
disciplinada para
producir algo bueno. Es
la voluntad que conduce
el bien inherente al
Espíritu para una
finalidad específica.
Aún según los Espíritus
de la codificación, la
afabilidade y la dulzura
son formas de
manifestación de la
benevolencia(8).
Afabilidad es delicadeza
y dulzura es suavidad.
Por lo tanto, queda
caracterizada la
benevolencia, además de
la voluntad conductora
del bien, como la manera
delicada y suave de
producir algo bueno.
La confirmación de lo
que dijimos está en esta
afirmación: “La
verdadera caridad,
[...], es delicada
e ingeniosa en el
disimular el beneficio,
en el evitar hasta
las simples apariencias
capaces de molestar,
dado que toda fricción
moral aumenta el
sufrimiento que se
origina de la necesidad”
(9) Es
nítido aquí que evitar
la ofensa, la
humillación del
necesitado, se refiere a
la dulzura.
Para completar la
explicación falta aún
esclarecer que la
benevolencia tiene una
función “reductora” en
la caridad. Si la
caridad busca producir
un bien para otros,
sobre todo para aquellos
más necesitados, aunque
el resultado del acto
pueda ser bueno, de
forma alguna este acto
deberá aumentar el
sufrimiento a que otro
esté expuesto. Así, el
acto bondadoso, si es
realizado de manera
grosera, puede ampliar
el sufrimiento, debe ser
suavizado por la
presencia y por la
acción conjunta de la
benevolencia.
Creemos haber explicado
suficientemente la
caridad bajo la
perspectiva procesal. El
bien es a “entrada” del
proceso, o a “materia”
sobre la cual actúa la
bondad y la convierte en
algo bueno para alguien,
con la acción conjunta
de la benevolencia, que
busca amenizar el
sufrimiento de otros.
Tenemos, así, el bien
como “entrada”, la
bondad y la benevolencia
como el bien en
realización (conversión)
y el beneficio a ser
producido, sin aumentar
sufrimientos, como la
finalidad del acto. En
el fondo, la caridad es
el bien transitando de
una persona para otra y
siendo convertido de
bien potencial en un
bien concreto.
[1]
Kardec. Allan.
O Livro dos
Espíritos.
As Leis Morais.
Cap. XI. Questão
888.a. p. 408.
68ª Edição. Ed.
FEB. 1987.
Brasília. DF.
[2]
SANTOS, Mario
Ferreira dos.
Convite à
Filosofia e à
História da
Filosofia.
p. 49. Sem
Edição e
Editora.
[3]
ÁVILA, Fernando
Bastos de, Pe,
SJ. Pequena
Enciclopédia de
Moral e Civismo.
p. 92. 2ª
Edição. Ed.
FINAME. 1972.
Rio de Janeiro.
RJ.
[4]
WILLIAMS,
Bernard.
Moral: uma
introdução à
Ética. P.
77-87. Ed.
Martins Fontes.
2005. São Paulo.
SP.
[5]
ÁVILA, Fernando
Bastos de, Pe,
SJ. Pequena
Enciclopédia de
Moral e Civismo.
p. 92. 2ª
Edição. Ed.
FINAME. 1972.
Rio de Janeiro.
RJ.
6
El sentido de la
bondad como
facultad es
Angel Aguarod
quién lo da.
Quién dice
facultad, dice
capacidad. Véase
en AGUAROD,
Angel. Grandes y
Pequeños
Problemas. Cap.
IV. El Problema
de la
Benevolencia,
ítem IV – La
bondad. P. 102 .
5ª Ed. Editora
FEB. 1992.
Brasilia. DF.
[8]
Kardec. Allan.
O Evangelho
segundo o
Espiritismo.
Cap. IX. Item 6.
[9]
Kardec. Allan.
O Evangelho
segundo o
Espiritismo.
Cap. XIII. Item
3.
|