Sebastião Paiva:
“Sueño
en contribuir para
la desaparición del
hambre y del
desempleo”
El gran misionero de
la caridad pide que
nos acordemos de que
la existencia física
es efímera y, por
causa de eso,
busquemos llevar una
vida comedida y
disciplinada, sin
demasiado apego a la
materia y trabajando
siempre por nuestro
semejante
Sebastião Paiva
(foto), conocido
cariñosamente por
todos como “Seo
Paiva”, completa el
próximo día 8 de
abril 100 años de
existencia física.
Espírita, practicó
en su vida, con
extrema excelencia,
la máxima acuñada
por Allan Kardec:
“Fuera de la caridad
no hay salvación”,
pues fue, y aun es
en la ciudad de
Bauru y región un
baluarte del auxilio
al prójimo.
Nacido en
una familia
humilde en
la zona
rural
de
Bebedouro,
quedó
huérfano de
|
|
padre aun
siendo niño.
Hijo más
mayor,
comenzó a
ayudar a la
madre en
coger agua
del pozo y
en
transporte
de ropas
sucias y
limpias. A
los 12 años, ya
residiendo con la
familia en la ciudad
de Viladouro,
consiguió empleo en
la vía de cable de
San Pablo-Goiás como
practicante de
telégrafo. En 1921
ya trabajaba en la
Compañía Paulista de
Cable, jubilándose
en el año 1953.
Desembarcó en Bauru
en 1940 y pasó a
colaborar con el
Centro Espírita Amor
y Caridad, donde
conoció la
dificultad por las
cuales pasaban las
familias
necesitadas. En 1946
fundó la Sociedad
Benéfica Cristiana,
hoy Fundación
Espírita Sebastián
Paiva que desarrolla
un largo trabajo en
pro del semejante.
En 1948 se junto al
“Seo Paiva” el Sr.
Roberto Previdello,
que se volvió su
gran amigo y
colaborador. En 1960
compraron 100 palmos
cuadrados (15 625 de
tierra) de la
hacienda Vals de
Palmas y
construyeron una
casa para asilar a
120 niños, un
edificio para
escuela y plaza de
deportes, además de
piscina. |
La lista de
beneficencias a la
sociedad prestadas
por Sebastián Paiva
y Roberto Previdello
es, como se ve,
extensa, y para ser
narrada con
fidelidad sería
preciso escribir un
libro. Las
realizaciones
tomaron proporciones
enormes y hoy son 89
funcionarios y
voluntarios que se
desdoblan en desvelo
para atender niños y
ancianos que aun
viven en la
institución.
Fue para hablar
sobre su historia de
vida que “Seo Paiva”
nos recibió
gentilmente y
concedió esta
entrevista
conmemorativa de sus
100 años bien vivido
de amor al prójimo.
El Consolador:
¿Actualmente cuántas
personas son
atendidas en la
Fundación Espírita
Sebastián Paiva?
En el momento
tenemos 20 niños y
160 ancianos
internos.
El Consolador: ¿En
los cuadros de la
Fundación Espírita
Sebastián Paiva hay
muchos
colaboradores?
Tenemos 89
funcionarios y
varios voluntarios.
El Consolador:
¿Podemos tener la
idea de la inversión
que ustedes hacen
aquí en los niños y
ancianos?
Invertimos una media
R$ 600,00 por mes en
cada niño y R$
800,00 en los
adultos. Cuando
hablamos de
inversión queremos
decir de las
necesidades que
niños y ancianos
tienen y que tenemos
que suplir, como por
ejemplo, ropas,
alimentación,
medicamentos etc.
El Consolador:
¿Cuándo comenzó ese
trabajo en favor del
semejante?
Comenzamos nuestras
actividades el 1º de
enero de 1946, y
desde entonces
trabajamos
ininterrumpidamente.
El Consolador:
¿Cuáles son los
recuerdos del señor
de esa época?
Recuerdo que
antiguamente yo iba
a la panadería y
siempre que veía a
alguien necesitado
lo recogía y lo
encaminaba a nuestra
institución. Había
muchas personas que
llegaban de fuera y
necesitaban de
empleo, no sólo de
las haciendas, sino
que venían del Norte
del país. Entonces
nosotros las
ayudamos a conseguir
empleo. Era mucha
gente, niños,
jóvenes, adultos…
El Consolador: El
señor también fundó
en la ciudad de Dos
Córregos el Hogar
Tito y Paiva. ¿Es
así?
Sí, mi compañero y
yo Ângelo Rico – su
apellido es Tito –
fundamos en 1936 la
Sociedad Espírita de
Asistencia Social,
cuya finalidad era
distribuir alimentos
a las familias
necesitadas. En los
días de hoy la
entidad aun funciona
y tiene el nombre
Hogar Tito y Paiva.
El Consolador: En
esos 100 años de
provechosa
existencia física el
señor debe haber
visto muchas cosas.
Por eso, la pregunta
es: ¿Hay algo aun
hoy que lo deja
indignado?
Sí, la injusticia
social.
El Consolador: ¿El
señor es espírita?
Sí.
El Consolador: ¿Cómo
se dio su contacto
con la doctrina
codificada por Allan
Kardec?
Aun bien joven, leí
un libro llamado
“Del calvario al
Infinito” (obra
psicografiada por la
médium Zilda Gama,
de autoría del
Espíritu Víctor Hugo).
Encontré la doctrina
lógica y, a partir
de entonces, eso
cambió mi
mentalidad, pues
encontré en ella
–Doctrina Espírita –
una forma práctica
de prestar
solidaridad a las
personas.
El Consolador: En la
época en que comenzó
su trabajo el
Espiritismo no tenía
la aceptación social
que tiene en los
días de hoy: ¿El
señor notó o sintió
en la piel algún
tipo de preconcepto
por ser espírita?
No, nunca.
El Consolador: ¿Y la
sociedad bauruense,
siempre respondió
bien a la Sociedad
Benéfica Cristiana,
hoy denominada
Fundación Sebastián
Paiva?
Sí, la sociedad
bauruense siempre
nos respondió
positivamente. Tuve
un gran amigo que
mucho colaboró con
nuestras obras:
Roberto Previdello (desencarnado
en el año 2003)
que mucho nos
ayudaba aquí.
Realizamos muchas
cosas juntas.
El Consolador:
Ustedes tuvieron y
tienen gran
amistad...
Sí, como ya dije,
trabajamos mucho
tiempo juntos.
El Consolador:
¿Algún hecho curioso
respecto a ustedes?
Sí, varios, pero hay
uno del que no me
olvido. Cierta vez
yo sentía muchos
dolores en el pecho
y fui a tomar pases.
Fue entonces que una
entidad espiritual,
por intermedio de la
médium, dijo: “Usted
va a continuar en la
Tierra, quien viene
para la
espiritualidad es su
amigo”. Y fue
justamente eso lo
que ocurrió, pues
pronto Roberto
Previlledo estaba
enfermo y
desencarnó.
El Consolador:
Sabemos que muchas
jóvenes que
crecieron aquí se
casaron.
Sí, casamos a 25
muchachas.
El Consolador:
¿Ellas volvieron
para una visita?
Sí, siempre vienen a
visitarnos.
El Consolador: Creo
que eso es una de
las grandes alegrías
suyas.
Sí, son grandes las
alegrías, pero
también lo que me
alegra es el hecho
de ser útil y poder
contribuir con el
semejante.
El Consolador: ¿El
señor tiene algún
sueño?
Sueño en contribuir
para la desaparición
del hambre y del
desempleo, lo que
nuestra institución
ya viene realizando
hace tantos años.
Sueño para que la
política mejore la
vida del pueblo. Hay
mucho desperdicio, y
cuando eso ocurre el
pueblo sufre.
El Consolador: Su
mensaje final a
nuestros lectores.
Deseo que se
acuerden de que la
existencia física es
efímera, por eso
procuren llevar una
vida comedida y
disciplinada, sin
demasiados apegos a
la materia y,
también piensen en
el futuro y trabajen
por el semejante.
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