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Año 2 – 101 – 5 de Abril del 2009
WELLINGTON BALBO
wellington_plasvipel@terra.com.br   
Bauru, São Paulo (Brasil) 
Traducción:
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org  
 

Sebastião Paiva:

 “Sueño en contribuir para la desaparición del hambre y del desempleo”

El gran misionero de la caridad pide que nos acordemos de que la existencia física es efímera y, por causa de eso, busquemos llevar una vida comedida y disciplinada, sin demasiado apego a la materia y trabajando siempre por nuestro semejante
 

Sebastião Paiva (foto), conocido cariñosamente por todos como “Seo Paiva”, completa el próximo día 8 de abril 100 años de existencia física. Espírita, practicó en su vida, con extrema excelencia, la máxima acuñada por Allan Kardec: “Fuera de la caridad no hay salvación”, pues fue, y aun es en la ciudad de Bauru y región un baluarte del auxilio al prójimo.

Nacido en una familia humilde en la zona rural  de  Bebedouro,  quedó huérfano de

padre aun siendo niño. Hijo más mayor, comenzó a ayudar a la madre en coger agua del pozo y en transporte de ropas sucias y limpias. A los 12 años, ya residiendo con la familia en la ciudad de Viladouro, consiguió empleo en la vía de cable de San Pablo-Goiás como practicante de telégrafo. En 1921 ya trabajaba en la Compañía Paulista de Cable, jubilándose en el año 1953. Desembarcó en Bauru en 1940 y pasó a colaborar con el Centro Espírita Amor y Caridad, donde conoció la dificultad por las cuales pasaban las familias necesitadas. En 1946 fundó la Sociedad Benéfica Cristiana, hoy Fundación Espírita Sebastián Paiva que desarrolla un largo trabajo en pro del semejante. En 1948 se junto al “Seo Paiva” el Sr. Roberto Previdello, que se volvió su gran amigo y colaborador. En 1960 compraron 100 palmos cuadrados (15 625 de tierra) de la hacienda Vals de Palmas y construyeron una casa para asilar a 120 niños, un edificio para escuela y plaza de deportes, además de piscina.

La lista de beneficencias a la sociedad prestadas por Sebastián Paiva y Roberto Previdello es, como se ve, extensa, y para ser narrada con fidelidad sería preciso escribir un libro. Las realizaciones tomaron proporciones enormes y hoy son 89 funcionarios y voluntarios que se desdoblan en desvelo para atender niños y ancianos que aun viven en la institución.

Fue para hablar sobre su historia de vida que “Seo Paiva” nos recibió gentilmente y concedió esta entrevista conmemorativa de sus 100 años bien vivido de amor al prójimo.

El Consolador: ¿Actualmente cuántas personas son atendidas en la Fundación Espírita Sebastián Paiva?

En el momento tenemos 20 niños y 160 ancianos internos.

El Consolador: ¿En los cuadros de la Fundación Espírita Sebastián Paiva hay muchos colaboradores?

Tenemos 89 funcionarios y varios voluntarios.

El Consolador: ¿Podemos tener la idea de la inversión que ustedes hacen aquí en los niños y ancianos?

Invertimos una media R$ 600,00 por mes en cada niño y R$ 800,00 en los adultos. Cuando hablamos de inversión queremos decir de las necesidades que niños y ancianos tienen y que tenemos que suplir, como por ejemplo, ropas, alimentación, medicamentos etc.

El Consolador: ¿Cuándo comenzó ese trabajo en favor del semejante?

Comenzamos nuestras actividades el 1º de enero de 1946, y desde entonces trabajamos ininterrumpidamente.

El Consolador: ¿Cuáles son los recuerdos del señor de esa época?

Recuerdo que antiguamente yo iba a la panadería y siempre que veía a alguien necesitado lo recogía y lo encaminaba a nuestra institución. Había muchas personas que llegaban de fuera y necesitaban de empleo, no sólo de las haciendas, sino que venían del Norte del país. Entonces nosotros las ayudamos a conseguir empleo. Era mucha gente, niños, jóvenes, adultos…

El Consolador: El señor también fundó en la ciudad de Dos Córregos el Hogar Tito y Paiva. ¿Es así?

Sí, mi compañero y yo Ângelo Rico – su apellido es Tito – fundamos en 1936 la Sociedad Espírita de Asistencia Social, cuya finalidad era distribuir alimentos a las familias necesitadas. En los días de hoy la entidad aun funciona y tiene el nombre Hogar Tito y Paiva.

El Consolador: En esos 100 años de provechosa existencia física el señor debe haber visto muchas cosas. Por eso, la pregunta es: ¿Hay algo aun hoy que lo deja indignado?

Sí, la injusticia social.

El Consolador: ¿El señor es espírita?

Sí.

El Consolador: ¿Cómo se dio su contacto con la doctrina codificada por Allan Kardec?

Aun bien joven, leí un libro llamado “Del calvario al Infinito” (obra psicografiada por la médium Zilda Gama, de autoría del Espíritu Víctor Hugo). Encontré la doctrina lógica y, a partir de entonces, eso cambió mi mentalidad, pues encontré en ella –Doctrina Espírita – una forma práctica de prestar solidaridad a las personas.

El Consolador: En la época en que comenzó su trabajo el Espiritismo no tenía la aceptación social que tiene en los días de hoy: ¿El señor notó o sintió en la piel algún tipo de preconcepto por ser espírita?

No, nunca.

El Consolador: ¿Y la sociedad bauruense, siempre respondió bien a la Sociedad Benéfica Cristiana, hoy denominada Fundación Sebastián Paiva?

Sí, la sociedad bauruense siempre nos respondió positivamente. Tuve un gran amigo que mucho colaboró con nuestras obras: Roberto Previdello (desencarnado en el año 2003) que mucho nos ayudaba aquí. Realizamos muchas cosas juntas.

El Consolador: Ustedes tuvieron y tienen gran amistad...

Sí, como ya dije, trabajamos mucho tiempo juntos.

El Consolador: ¿Algún hecho curioso respecto a ustedes?

Sí, varios, pero hay uno del que no me olvido. Cierta vez yo sentía muchos dolores en el pecho y fui a tomar pases. Fue entonces que una entidad espiritual, por intermedio de la médium, dijo: “Usted va a continuar en la Tierra, quien viene para la espiritualidad es su amigo”. Y fue justamente eso lo que ocurrió, pues pronto Roberto Previlledo estaba enfermo y desencarnó.

El Consolador: Sabemos que muchas jóvenes que crecieron aquí se casaron.

Sí, casamos a 25 muchachas.

El Consolador: ¿Ellas volvieron para una visita?

Sí, siempre vienen a visitarnos.

El Consolador: Creo que eso es una de las grandes alegrías suyas.

Sí, son grandes las alegrías, pero también lo que me alegra es el hecho de ser útil y poder contribuir con el semejante.

El Consolador: ¿El señor tiene algún sueño?

Sueño en contribuir para la desaparición del hambre y del desempleo, lo que nuestra institución ya viene realizando hace tantos años. Sueño para que la política mejore la vida del pueblo. Hay mucho desperdicio, y cuando eso ocurre el pueblo sufre.

El Consolador: Su mensaje final a nuestros lectores.

Deseo que se acuerden de que la existencia física es efímera, por eso procuren llevar una vida comedida y disciplinada, sin demasiados apegos a la materia y, también piensen en el futuro y trabajen por el semejante.

 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita