Ensayo
teórico sobre las
sensaciones y percepciones
de los Espíritus
Presentamos en esta edición
el tema
nº
70
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones para debate
1. ¿Es correcto decir que el
Espíritu es un ser
inmaterial?
2. ¿Las sensaciones y
percepciones de los
Espíritus varían de
individuo para individuo?
3. ¿El Estado de encarnado
amplía o reduce las
percepciones del Espírito?
4. ¿Por qué el Espíritu
desencarnado tiene
sensaciones, como las de
dolor y de frío, típicas de
los individuos encarnados?
5. ¿Los sufrimientos por los
que pasamos pueden ser
evitados?
Texto para la lectura
El Espíritu no es un ser
inmaterial, sino incorpóreo
1. En respuesta a la
pregunta nº 82 de El
Libro de los Espíritus,
los inmortales dijeron, al
respecto de la naturaleza
del Espíritu, que el vocablo
inmaterial no sería
el más apropiado para
definirlo. Incorpóreo, sí,
ese sería el término más
exacto, porque el Espíritu,
siendo el resultado de una
creación, ha de ser alguna
cosa. La sustancia que lo
constituye es, con todo, tan
etérea que escapa
enteramente al alcance de
nuestros sentidos.
2. En base a la información
de arriba, se deduce que las
sensaciones y percepciones
de los Espíritus son
diferentes, conforme su
grado evolutivo y el estado
de encarnación o
desencarnación en que se
encuentren. Es preciso, por
tanto, para comprender mejor
los matices de ese hecho,
recordar las condiciones en
que viven los Espíritus en
el plano carnal y en el
plano espiritual, como en
adelante veremos.
3. Hay en el hombre tres
elementos: 1º. El alma o
Espíritu, principio
inteligente, sede del
sentido moral; 2º. El cuerpo
material, involucro grosero,
de que el Espíritu se
reviste temporalmente, en
cumplimiento de ciertos
designios providenciales;
3º. El periespíritu,
envoltorio fluídico semi
material, que sirve de unión
entre el alma y el cuerpo.
4. Durante la vida corpórea,
el cuerpo recibe impresiones
exteriores y las trasmite al
Espíritu por intermedio del
periespíritu. Las
percepciones y sensaciones
quedan, por causa de eso,
sensiblemente reducidas, por
cuanto, aislado en la concha
milagrosa del cuerpo, el
Espíritu está reducido en
sus percepciones a los
límites que se hacen
necesarios. Por ejemplo,
nadie, salvo en casos
especiales, tiene fácil
acceso a los recuerdos de
sus existencias pasadas.
5. Afirma Emmanuel que la
esfera sensorial funciona,
para el Espíritu, a la
manera de cámara sofocadora.
Visión, audición, tacto
padecen enormes
restricciones. El cerebro
físico es como un gabinete
oscuro, proporcionándole
enseñanza de recapitular y
reaprender. Conocimientos
adquiridos y hábitos
profundamente arraigados ahi
yacen en la forma estática
de intuiciones y
tendencias.
Después de la desencarnación,
muchos ignoran ese hecho
6. En el plano espiritual,
la situación se modifica
enteramente. Enseña el
Espiritismo que, por ocasión
de la muerte, el
periespíritu se desprende
más o menos lentamente del
cuerpo y, por eso, durante
los primeros minutos después
de la desencarnación, el
Espíritu no encuentra
explicación para la
situación en que se
encuentra. Cree no estar
muerto, porque se siente
vivo. Ve a un lado el cuerpo
material y sabe que le
pertenece, pero no comprende
que esté separado de el. Esa
situación dura en cuanto
haya unión entre el cuerpo y
el periespíritu.
7. Ese factor lleva muchas
veces al Espíritu a tener
sensaciones de dolor, frío,
calor y a sentir, algunas
veces, hasta los gusanos
corroer su cuerpo físico en
descomposición. Ahora,
sabemos que los gusanos no
le corroen el periespíritu,
del mismo modo que él no
está sujeto más a las
sensaciones físicas de frío,
calor y dolor. Es que, no
siendo completa la
separación entre el cuerpo y
el periespíritu, existe una
repercusión moral que
trasmite al Espíritu hechos
de esa naturaleza.
8. Numerosas veces ya no
existe unión entre el cuerpo
y el periespíritu, pues el
primero ya se descompuso, y
no obstante el recuerdo y la
sensación del hecho ocurrido
repercuten por muchos años,
manteniendo la impresión de
que aquel hecho se da en la
actualidad.
9. Hay, por otro lado,
Espíritus detentores de
mayor grado de evolución que
se vuelven inaccesibles a
las sensaciones mencionadas.
Su periespíritu menos denso
y las percepciones más
apuradas no permiten que se
de la repercusión de
sensaciones típicamente
materiales.
Muchos sufrimientos son
ocasionados por nosotros
mismos
10. Los sufrimientos de este
mundo – enseña Kardec –
independiente, algunas veces,
de nosotros, pero en mucho
mayor número son debidos a
nuestra voluntad.
Remontemosno al origen de
ellos y veremos que la mayor
parte de nuestros
sufrimientos son la
consecuencia de causas que
podríamos haber evitado.
11. ¿Cuántos males, cuántas
dolencias, cuántas
aflixiones no debe el hombre
a sus excesos, a su ambición,
en una palabra: ¿a sus
pasiones? Aquel que viviese
con sobriedad, que de nada
abusase, que fuese siempre
simple en los gustos y
modesto en los deseos, y de
muchas tribulaciones se
ahorraría. Se da lo mismo
con el Espíritu. Los
sufrimientos por los que
pasa son siempre la
consecuencia de la manera
como vivió en la Tierra.
12. Ciertamente, en el plano
espiritual, no sufrirá más
de gota, ni de reumatismo,
pero experimentará otros
sufrimientos que nada quedan
a deber a aquellos. Su
sufrir resulta de los lazos
que aun lo prenden a la
materia. Cuanto más libre
estuviera de la influencia
de esta, menos sensaciones
dolorosas experimentará.
Esta, pues, en sus manos
liberarse de tal influencia
desde la vida actual.
13. Domando sus pasiones
animales; no alimentando
odio, ni envidia, ni celos,
ni orgullo; no dejándose
dominar por el egoísmo;
purificándose, nutriendo
buenos sentimientos,
practicando el bien; no
dando a las cosas de este
mundo importancia que no
merecen – el Espíritu,
aunque revestido del
involucro corporal, ya
estará depurado, ya estará
liberado del yugo de la
materia y, siendo así,
cuando deja ese involucro,
no más le sufrirá cualquier
influencia.
Respuestas a las cuestiones
propuestas
1. ¿Es correcto decir que el
Espíritu es un ser
inmaterial?
R.: No. En la cuestión nº 82
de El Libro de los
Espíritus está dicho, al
respecto de la naturaleza
del Espíritu, que el vocablo
inmaterial no sería
el término más apropiado
para definirlo. Incorpóreo,
sí, ese sería el término más
exacto, porque el Espíritu,
siendo el resultado de una
creación, ha de ser alguna
cosa. La sustancia que lo
constituye es, con todo, tan
etérea que escapa
enteramente al alcance de
nuestros sentidos.
2. ¿Las sensaciones y
percepciones de los
Espíritus varían de
individuo para individuo?
R.: Sí. Las sensaciones y
percepciones de los
Espíritus varían de acuerdo
con su grado evolutivo y el
estado de encarnación o
desencarnación en que se
encuentren.
3. ¿El estado de encarnado
amplía o reduce las
percepciones del Espírita?
R.: Reduce las percepciones
a los límites que se hacen
necesarios. Es por eso que
nadie, salvo en casos
especiales, tienen acceso
fácil a los recuerdos de sus
existencias pasadas.
4. ¿Por qué el Espíritu
desencarnado tiene
sensaciones, como las del
dolor y de frío, típicas de
los endividuos encarnados?
R.: Es que, no estando
completa la separación entre
el cuerpo y el periespíritu,
existe una repercusión moral
que transmite al Espíritu
hechos de esa naturaleza.
Hay aun casos en que ya no
existe unión entre el cuerpo
y el periespíritu, pues el
primero ya se descompone, y
no obstante el recuerdo y la
sensación del hecho ocurrido
repercuten por muchos años,
manteniendo la impresión de
que aquel hecho se da en la
actualidad.
5. ¿Los sufrimientos por los
que pasamos pueden ser
evitados?
R.: Los sufrimientos de este
mundo impiden, algunas veces,
de nosotros, pero en mucho
mayor número son debidos a
nuestra voluntad.
Remontemosno al origen de
ellos y veremos que la mayor
parte de nuestros
sufrimientos son la
consecuencia de causas que
podríamos haber evitado. En
cuanto a esos, por tanto, se
puede decir que es posible,
sí, al ser humano evitarlos.
Bibliografia:
El Libro de
los Espíritus, de Allan
Kardec, items 82 e 257.
El Livro de
los Mediums, de Allan
Kardec, item 54.
Roteiro,
de Emmanuel,
p. 15.