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Año 2 - N° 82 - 16 de Noviembre del 2008


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

El mundo necesita de entendimiento, no de guerras

 
El mundo festejó mucho la semana pasada la elección de Barack Obama como nuevo presidente de los Estados Unidos, cuya ascensión al importante cargo no constituyó ninguna novedad, apenas por el color de su piel, por su origen modesto, desvinculado de los grupos económicos que tradicionalmente se alternan en el comando de aquella nación.

En Brasil tuvimos también elecciones para los dirigentes de nuestras ciudad y, una vez más, el tema ética en la política fue recordado, dividiéndose los electores entre aquellos que entienden que la ética es fundamental en cualquier asunto, especialmente en lo que dice al respecto de la elección de los nuevos gobernantes, al lado de los que piensan de forma diferente.

Esa cuestión podría ser resuelta con facilidad con un razonamiento sencillo.

Vamos a suponer que debemos escoger al administrador de un edificio en que viven 30 matrimonios. Uno de los candidatos ya desvió recursos de la comunidad en una ocasión anterior. Los gastos por el contabilizado no eran reales. Las obras por él pagadas tuvieron su precio adulterado. El, en fin, se enriqueció a costa del dinero de las comunidades. Nos preguntamos: ¿Debemos escogerlo de nuevo? ¿Es una actitud inteligente repetir una experiencia negativa ya vivida?

Ahora, el magistrado de una ciudad, de un estado miembro o de una nación es, en verdad, alguien que, entre otras cosas, desempeña el papel de un administrador.

Si el no es honesto, no da ninguna importancia a la ética, está claro que no sirve para el cargo y, evidentemente, no podría ni incluso ser candidato.

En un estudio publicado en el libro Obras Póstumas, Kardec escribió sobre las aristocracias y previó que el mundo llegaría un día, en la elección de sus gobernantes, al optar por la llamada aristocracia intelecto-moral en que, al lado de la ética, el candidato reúne también cualidades intelectuales suficientes para desempeñar bien sus funciones.

En el caso americano, la esperanza que nos da la elección de Barack Obama se origina, en parte, de ese sentimiento, o sea,  que de entre todas las hipótesis formuladas por los partidos, el sea lo que más se aproxima al ideal ante previsto por Kardec, no sólo en el aspecto intelectual, sino especialmente en el aspecto moral.

El mundo en que vivimos, a pesar de su notoria inferioridad moral, no puede más resolver  sus problemas con la fuerza de las armas.

Ya pasó la hora de intentar poner en práctica el lema de los revolucionarios franceses – Libertad, Igualdad, Fraternidad -, pero, para eso, es necesario como en todos los emprendimientos humanos, que las personas entiendan que la medida se revele importante y sea dado el primer paso.

El entendimiento entre los pueblos, y no la guerra, es lo que resolverá de forma definitiva los problemas del mundo.
 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita