El embarazo de los
Espíritus
En una reunión de
estudios adoctrinadores,
en nuestra casa
espírita, un
frecuentador nos dirigió
la siguiente pregunta:
¿podría haber embarazo
en los Espíritus? A lo
que le respondimos:
hasta donde nosotros
sabemos, no. Nos
replicó: pero existe un
libro espírita, citando
el título, que habla de
eso. No sabía, le dije,
entre tanto, vamos a
procurar estudiarlo,
pues no podemos emitir
opinión sobre algo que
no tenemos conocimiento. |
|
Fuimos entonces a buscar
la información en el
libro Infinitas
Moradas, del cual
transcribiremos una
parte. Es un trecho
específico del diálogo
entre el Dr. Ignacio
Ferreira con Odilon
Fernandes, ambos ya en
la condición de
Espíritus desencarnados.
Iniciamos con la palabra
del Dr. Ignacio:
- ¡Con
tanta grandeza por
encima de nuestras
cabezas y nosotros
insistiendo en continuar
viendo lo que tenemos
bajo los pies!... Por
más que me esfuerce, yo
no entiendo a esas
personas que dejan el
cuerpo y prosiguen
igual… No era para que,
desde el Otro Lado
tuviésemos hospitales,
valles de expiación y
tampoco regiones
tenebrosas, ni
esos
nuestros hermanos con
problemas de deformidad
en el cuerpo espiritual,
al punto de necesitar
prácticamente de un
nuevo nacimiento por
aquí, con la finalidad
de readquirir la forma
humana, antes de un
nuevo sumergimiento en
la carne.
- Es un tema que
trasciende este,
Ignacio, sobre el cual,
infelizmente, no debemos
profundizar con nuestros
compañeros encarnados
que, en bien de la
verdad, aun revelan
dificultad para aceptar
la Reencarnación como
ella es… Ellos no
entenderían el
“embarazo”
periespiritual en las
regiones inferiores,
donde los seres que
padecen aberraciones de
forma carecen de un
renacimiento como
recurso terapéutico.
Dejemos que la simiente
de la idea florezca
naturalmente. Si se
“muere” por aquí, ¿por
qué también no se
renacería?...
- O nacería, ¿no es?
- Sí, o nacería, pues si
los Espíritus Superiores
confirmaron a Allan
Kardec que en la
Naturaleza nada da
saltos, ¿cómo
explicarse, por ejemplo,
sin elementos de
transición en nuestro
Plano, la primera
encarnación humana del
principio espiritual?
El cuerpo humano no está
apto para recibir
entidades primarias,
sin que su organismo
periespiritual haya,
antes, humanizado la
forma. ¡Los primeros
nacimientos ocurren
aquí!... Pero
repito, tal vez esto sea
mucho para la cabeza de
cuantos aun no
consiguieron, por sí
mismos, intuir
semejantes realidades.
El asunto ha generado
polémicas, y no podemos
comprometer la tarea
que, a pesar de los
pesares, ha producido
frutos de significativa
cualidad.
- Tal vez yo me haya
excedido...
(BACCELLI,
2003, pp. 5960).
(negrita nuestra)
Bueno, no hay duda
alguna sobre lo que el
compañero nos informó al
respecto de que hay un
libro abordando este
asunto. Pero nos cabe el
deber de verificar si
encontramos apoyo para
eso en las obras básicas
de la codificación, una
vez que, como el propio
Kardec dice, la opinión
de un Espíritu no pasa
sólo de una opinión y de
ella no podemos asentar
base para un punto
doctrinario.
Inicialmente, veremos
que en El Libro de
los Espíritus, a la
pregunta de Kardec si
los Espíritus tenían
sexo, la respuesta de
los Espíritus fue: “No
como lo entendéis, pues
los sexos dependen de la
organización. Hay entre
ellos amor y simpatía,
pero basados en la
concordancia de los
sentimientos.”
(preg.
200, p. 134). Según
podemos entender de esa
respuesta, por faltarles
una organización física,
los Espíritus no tienen
sexo. Si no hay sexo,
¿cómo habría relación
sexual para la
consecuente fecundación
del óvulo por el
espermatozoide?
Además de eso, ¿dónde se
fijaría el óvulo
fecundado?
Pero más adelante,
cuando el asunto es la
evolución del principio
inteligente,
específicamente en el
momento que él sale del
reino animal para
estacionar en el reino
hominal, Kardec pregunta
(607b) a los Espíritus
si el periodo de
humanización comienza en
la Tierra. A lo que
responden que “la Tierra
no es el punto de
partida de la primera
encarnación humana. El
periodo de la
humanización comienza,
generalmente, en mundos
aun inferiores a la
Tierra” (p. 300).
Viniendo del reino
animal, obviamente, con
un periespíritu adecuado
a aquel reino, el, el
principio inteligente,
no se une a un cuerpo
humano igual al nuestro,
si no a un cuerpo humano
mucho más próximo al de
el, adaptado a las
condiciones de los
planetas primitivos. Ese
cuerpo humano, tan
próximo del de los
animales, no ofrece
ninguna dificultad de
adaptación a ese nuevo
estadio evolutivo por el
cual pasa. Ciertamente
que eso no ocurre de un
día para el otro, pero
en millares de años sin
que haya solución de
continuidad: “todo se
encadena en la
Naturaleza”. Fue lo que
ocurrió aquí en la
Tierra, cuando aun era
un planeta primitivo,
con los seres de los
cuales descendemos, que
parecían más animales
que propiamente seres
humanos de la forma que
somos hoy. Kardec
tejiendo consideraciones
sobre la hipótesis del
origen del cuerpo
humano, dice que “como
en la Naturaleza no hay
transiciones bruscas, es
probable que los
primeros hombres
aparecidos en la Tierra
poco difieren del mono
por la forma exterior y
mucho por la
inteligencia.” (La
Génesis, p. 213).
En El Cielo y el
Infierno, en el
capítulo II, de la
segunda parte, cuando
los relatos sobre las
manifestaciones de los
Espíritus Felices,
encontramos la
afirmación de que “los
Espíritus no se
reproducen” y que “los
Espíritus no pueden
tener sexo”. Kardec, en
una nota explica:
“Siempre dijeron que los
Espíritus no tienen
sexo, siendo este apenas
necesario a la
reproducción de los
cuerpos.
De hecho, no
reproduciéndose, el sexo
les sería inútil.”
(p. 183). Así, queda
claro que los Espíritus
no se reproducen, por
consiguiente, no hay
como hablar de embarazo
de Espíritu, que si
ocurriese, ahí sí,
tendríamos el tal
embarazo periespiritual.
Nuevamente encontramos a
Kardec hablando sobre el
asunto, ahora en la
Revista Espírita:
Las almas
o Espíritus no tienen
sexo.
Los afectos que las une
nada tienen de carnal y,
por eso mismo, son más
duraderos, porque son
fundados sobre una
simpatía real, y no son
subordinadas a las
vicisitudes de la
materia.
[...]
Los sexos no existen
sino en el organismo;
son necesarios a la
reproducción de los
seres materiales; pero
los Espíritus, siendo la
creación de Dios, no se
reproducen unos por los
otros, y por esto es que
os sexos serían
inútiles en el mundo
espiritual.
(Revista Espírita
1866, p.3). (negrita
nuestra)
Ese último párrafo
resume todo cuanto
podríamos buscar en la
codificación, no
necesitaríamos de nada
más, mientras tanto,
vamos a continuar con
nuestra investigación.
Vamos ahora a recurrir
al Espíritu André Luiz,
por la psicografia de
Chico Xavier, para
aclarar aun más ese
asunto. Cita una
situación donde será
necesario recomponer la
forma espiritual humana,
conforme podemos leer
cuando él habla sobre el
monoideísmo:
Se establece en el, el monoideísmo
por el cual los
otros deseos se le
desvanecen en lo
interior.
Por la oclusión de otros
estímulos, los
órganos del cuerpo
espiritual se retraen o
se atrofian, por la
ausencia de función, y
se vuelven,
instintivamente, para la
sede del gobierno
mental, donde se
localizan, ocultos y
extenuados, en el foco
de los pensamientos en
circuito cerrado sobre
sí mismo, como
implementos potenciales
del germen vivo entre
las paredes del óvulo.
En tales circunstancias,
si el monoideísmo es
solamente reversible a
través de la
reencarnación,…
[...]
En ese periodo,
afirmamos habitualmente
que el desencarnado
perdió su cuerpo
espiritual,
transubstanciándose en
un cuerpo ovoide, lo
que ocurre, además, a
otros numerosos
desencarnados, en
situación de
desequilibrio,… (XAVIER,
1987, pp. 90-91).
(negritas nuestras)
Por tanto, algunos
Espíritus pierden la
forma periespiritual
humana para
transformarse en
ovoides. ¿Podrían ellos
reencarnar en esas
condiciones? ¿Tendrían
la necesidad de retomar
la forma humana? En fin,
¿qué ocurrirá en la
presente situación?
Vamos a continuar
recurriendo a André Luiz
que, más adelante, habla
de la necesidad de la
reencarnación, de una
forma general:
FORMA CARNAL – Todavía,
así como el germen para
desenvolverse en el
óvulo necesita templarse
al calor del ave que lo
acoge maternalmente o
del ambiente térmico
apropiado, en el recinto
del choque, y así como
la simiente, para
liberar los principios
germinativos del vegetal
gigantesco en que se
convertirá, no prescinde
del nacimiento templado
del suelo, los
Espíritus desencarnados,
sedientos de
reintegración en el
mundo físico, necesitan
del recipiente genésico
de la mujer que con
ellos se armoniza, en
las líneas de la
afinidad y,
consecuentemente, de la
herencia, recipiente
ese a que se aglutinan,
mecánicamente, y donde,
conforme las leyes de la
reencarnación, operan en
algunos días todos los
hechos de su evolución
en los reinos inferiores
de la Naturaleza.
Asimilando recursos
orgánicos con el auxilio
de la célula femenina,
fecundada y
fundamentalmente marcada
por el gen paterno, la
mente elabora, por sí
misma, un nuevo vehículo
fisiopsicosomático,
atrayendo para sus
moldes ocultos las
células físicas a
reproducirse por formas
de la división de
células, de conformidad
con la orientación que
le es impuesta, esto es,
reflejando las
condiciones en que ella,
la mente desencarnada se
encuentra.
Se le plasma de ese
modo, con la nueva forma
carnal, nuevo vehículo
al Espíritu, que se
rehace o se reconstituye
en una formación
reciente, entretejido de
células sutiles,
vehículo este que
evolucionará igualmente
después del nacimiento y
que persistirá después
de la tumba.
(XAVIER, 1978, PP.
91-92). (negrita
nuestra)
Deja clara la cuestión
de el Espíritu tener que
cumplir la ley de la
reencarnación, entrando
nuevamente en un cuerpo
femenino, vía óvulo
fecundado, para seguir
el curso normal del
proceso reencarnatorio.
Y, en especial, para los
casos de los Espíritus
en forma de ovoides él
dice:
Los Espíritus
categóricamente
inferiores, en la
mayoría de las
ocasiones, padeciendo
monoideísmo tiránico,
entran en simbiosis
fluídica con las
organizaciones
femeninas, la que se
agregan experimentando
el delineamiento del
cuerpo espiritual o el
fenómeno de
“ovoidización”, siendo
inevitablemente atraídos
al recipiente uterino,
en circunstancias
adecuadas, para la
reencarnación que les
toca, en moldes
enteramente dependientes
de la hereditariedad,
como ocurre a la
simiente que, después de
desligarse del fruto
seco, germina en el
suelo, según los
principios órgano
génicos a que obedecen,
tan pronto encuentre el
favor ambiental.
(XAVIER, 1987, pp.
152-153). (negrita
nuestra).
Así es que, incluso en
este caso, está la
necesidad de la unión
del Espíritu en forma de
ovoide con el óvulo ya
fecundado, sin otro
procedimiento a no ser
la reducción
periespiritual. Es
interesante que hay para
los reencarnantes, el
acto de “reducimiento
del cuerpo espiritual”
para ligarlo al óvulo.
Curioso es que el
proceso de reducción
periespiritual para la
reencarnación es bien
semejante al de la
ovoidización por
fijación mental del
Espíritu, aun preso a
sentimientos inferiores
de los cuales parece no
querer extender la mano.
Podemos aun, para
corroborar eso, traer
más la información
dictada por el Espíritu
Adamastor:
La ovoidización es una
de las pungentes
enfermedades que puede
acometer el Espíritu
después de la muerte.
Consiste en la perdida
de la conciencia activa,
cuando el yo consciente
se retrasa
completamente, en hechos
de atroces e
insoportables
sufrimientos,
volviéndose sobre sí
mismo, anulándose y
perdiendo todo el
contacto con la
realidad. La actividad
consciente del alma
entra en letargo,
refugiándose en las
superficies del
subconsciente. El
pensamiento continúo se
fragmenta, perdiendo su
hilo de conducción, y la
estructura
periespiritual se
desfigura completamente,
deshaciendo su natural
conformación humana,
adquiriendo el formato
aproximado de un huevo,
cuyas dimensiones se
aproximan a un cráneo
infantil. El proceso es
un todo semejante al de
las bacterias que se
retraen delante de
condiciones adversas de
vida, aguardando nuevas
oportunidades para
volver a la actividad
normal. La
ovoidización es un
proceso incurable en el
plano espiritual,
siendo una de las más
graves enfermedades de
nuestro mundo, y
solamente puede ser
revertida en
reencarnaciones
expiatorias, cuando
el Espíritu se
reencuentra con un nuevo
ambiente de
manifestación y puede
rehacer el metabolismo
de su consciente.
Varias reencarnaciones,
sin embargo, se consumen
en intentos frustrados,
de modo que la pérdida
evolutiva es inmensa
para estos seres
infelices. Muchos
retroceden a condiciones
tan primarias de la vida
humana que necesitan
reencarnar entre pueblos
primitivos, a fin de
soportarles la grave
patología, sin
deshacerse en
malformaciones
congénitas incomparables
con la biología humana.
[…] (FREIRE, 2002, p.
28). (negrita nuestra).
Juntamos también, a
nuestra investigación,
el pensamiento del
escritor espírita
Eurípides Khul, en su
estudio del capítulo XII
– Alma y desencarnación,
del libro Evolución
en dos mundos.
Leamos:
5) ¿Qué son los ovoides
y cuál es el origen de
su existencia en el
mundo espiritual?
R – Ovoides son los
Espíritus que, aun en la
fase primitiva de la
evolución, asumen la
forma de huevo, después
de la desencarnación, en
consecuencia de su
incapacidad en adaptarse
a la nueva manera de
vivir, ahora en el mundo
espiritual. La idea
fija, única,
auto-hipnotizante, de
renacer en la carne,
mantiene su psiquismo
unido en la vida carnal
y magnetizar la mente,
reprimiendo otros
estímulos a los órganos
del cuerpo espiritual,
que se retraen y
atrofian, por falta de
función. Se vuelven
entonces, esos órganos,
para la mente, donde se
dejan dominar por los
pensamientos. Sus
células son atrofiadas
por la única idea de
volver al vehículo
físico. Es un proceso
semejante al
encogimiento del
periespíritu por ocasión
de la reencarnación.
En cuanto perdura esta
situación, el Espíritu
pierde la forma humana,
asumiendo la forma
ovoide. El formato de
huevo se explica por ser
este el nacimiento donde
se da inicio al proceso
de renacimiento de
varios seres, inclusive
del propio hombre, que
tiene su cuerpo físico
concebido en el óvulo de
la madre. De ahí el
porqué la mente de esos
Espíritus, fijados en la
idea de renacer para la
vida física, plasman la
forma ovoide.
Así permanecen hasta que
surja una nueva
oportunidad
reencarnatoria. Con el
proceso de reencarnación
iniciado, asimilan
nuevos recursos
orgánicos, utilizando el
auxilio de células de
los padres. Su mente
pasa a elaborar el nuevo
vehículo fisiológico, en
moldes cuya orientación
le es impuesta.
Plasma, de esta manera,
nueva forma carnal,
nuevo vehículo físico,
para lo que rehace y
reconstituye el
periespíritu,
readquiriendo la forma
humana.
André Luiz compara esas
criaturas a algunas
bacterias que, apartadas
de su medio ambiente,
volviéndose incólumes al
frío y al calor,
manteniéndose inmóviles
por largos periodos,
pero que entran en
actividad tan pronto
sean colocadas en el
ambiente que les sea
peculiar.
6) ¿Cómo es plasmada la
nueva forma carnal en la
cual el Espíritu
reencarnante se
expresará?
R – Para que se de el
proceso reencarnatorio
que lo liberará de la
forma ovoide, el
Espíritu reencarnante
necesita del organismo
genésico de la futura
madre, con la cual
tiene afinidad y de la
cual heredará
características físicas,
para asimilar recursos
orgánicos a través de la
célula femenina,
fecundada por el gen
paterno. Su mente
entonces, elabora, por
sí misma, un nuevo
vehículo
fisiopsicosomático,
atrayendo células
físicas que se
reproducen en
conformidad con la
orientación que le es
impuesta y reflejando su
estado evolutivo.
Plasma, así, la nueva
forma carnal, que irá a
repercutir en el
periespíritu, a través
de células sutiles,
promoviendo alteraciones
en el cuerpo espiritual
desde el renacimiento y
que irán a perdurar
después de la tumba.
(Fonte:
http://www.cvdee.org.br/est_nltexto.asp?id=08&cap=12).(negrita
nuestra).
Por tanto, tenemos aquí,
por la opinión de ese
autor, que es necesaria
la reencarnación para
que el Espíritu asuma
nuevamente la forma
periespiritual humana.
A la duda del Dr.
Ignacio: “¿Y nacen niños
por aquí?...” respondió
André Luiz: “Esta claro
que sí,…” (BACCELLI,
2002, p.215), no deja
duda que se habla igual
del embarazo
periespiritual de
Espíritus, siguiéndose
la idea de lo que ocurre
aquí en la tierra, no es
una posibilidad real,
por cuanto son otras las
leyes que rigen el mundo
espiritual. Además, si
ella ocurriese, sólo
podría ser igual a nivel
periespiritual, ya que
el cuerpo del Espíritu,
en la dimensión
espiritual, es el
periespíritu.
Obviamente, esa no deja
de ser también una
opinión personal, pero
nuestro objetivo no es
llevar al lector a
aceptarla, sólo
provocarle una reflexión
sobre el asunto, de
forma a encontrar una
solución para el
problema levantado. Y
que quede claro que no
estamos contra nadie,
sólo analizamos las
opiniones, lo que
ciertamente ocurrirá con
nosotros en relación a
lo que aquí estamos
hablando.
Referências
Bibliográficas:
KARDEC, A. O Livro
dos Espíritos, Rio
de Janeiro: FEB, 1995.
KARDEC, A. O Céu e o
Inferno, Rio de
Janeiro: FEB, 1995.
KARDEC, A. A Gênese,
Rio de Janeiro: FEB,
1995.
KARDEC, A. Revista
Espírita 1866,
Araras - SP: IDE, 1993.
XAVIER, F. C.
Evolução em dois mundos,
Rio de Janeiro: FEB,
1987.
BACCELLI, C. A.
Infinitas Moradas,
Uberaba – MG: LEEPP,
2003.
BACCELLI, C. A. Na
próxima dimensão,
Uberaba – MG: LEEPP,
2002
FREIRE, G. T. Ícaro
redimido: a vida de
Santos Dumont no Plano
Espiritual, Belo
Horizonte: Ediame,
2002.