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Año 2 - N° 84 - 30 de Noviembre del 2008

PAULO DA SILVA NETO SOBRINHO   
pauloneto@ghnet.com.br  
Guanhães, Minas Gerais (Brasil)

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org


El embarazo de los Espíritus
 

En una reunión de estudios adoctrinadores, en nuestra casa espírita, un frecuentador nos dirigió la siguiente pregunta: ¿podría haber embarazo en los Espíritus? A lo que le respondimos: hasta donde nosotros sabemos, no. Nos replicó: pero existe un libro espírita, citando el título, que habla de eso. No sabía, le dije, entre tanto, vamos a procurar estudiarlo, pues no podemos emitir opinión sobre algo que no tenemos conocimiento.

Fuimos entonces a buscar la información en el libro Infinitas Moradas, del cual transcribiremos una parte. Es un trecho específico del diálogo entre el Dr. Ignacio Ferreira con Odilon Fernandes, ambos ya en la condición de Espíritus desencarnados. Iniciamos con la palabra del Dr. Ignacio:

- ¡Con tanta grandeza por encima de nuestras cabezas y nosotros insistiendo en continuar viendo lo que tenemos bajo los pies!... Por más que me esfuerce, yo no entiendo a esas personas que dejan el cuerpo y prosiguen igual… No era para que, desde el Otro Lado tuviésemos hospitales, valles de expiación y tampoco regiones tenebrosas, ni esos nuestros hermanos con problemas de deformidad en el cuerpo espiritual, al punto de necesitar prácticamente de un nuevo nacimiento por aquí, con la finalidad de readquirir la forma humana, antes de un nuevo sumergimiento en la carne.

- Es un tema que trasciende este, Ignacio, sobre el cual, infelizmente, no debemos profundizar con nuestros compañeros encarnados que, en bien de la verdad, aun revelan dificultad para aceptar la Reencarnación como ella es… Ellos no entenderían el “embarazo” periespiritual en las regiones inferiores, donde los seres que padecen aberraciones de forma carecen de un renacimiento como  recurso terapéutico. Dejemos que la simiente de la idea florezca naturalmente. Si se “muere” por aquí, ¿por qué también no se renacería?...

- O nacería, ¿no es?

- Sí, o nacería, pues si los Espíritus Superiores confirmaron a Allan Kardec que en la Naturaleza nada da saltos, ¿cómo explicarse, por ejemplo, sin elementos de transición en nuestro Plano, la primera encarnación humana del principio espiritual? El cuerpo humano no está apto para recibir entidades  primarias, sin que su organismo periespiritual haya, antes,  humanizado la forma. ¡Los primeros nacimientos ocurren aquí!... Pero repito, tal vez esto sea mucho para la cabeza de cuantos aun no consiguieron, por sí mismos, intuir semejantes realidades. El asunto ha generado polémicas, y no podemos comprometer la tarea que, a pesar de los pesares, ha producido frutos de significativa cualidad.

- Tal vez yo me haya excedido...

 (BACCELLI, 2003, pp. 5960). (negrita nuestra)

Bueno, no hay duda alguna sobre lo que el compañero nos informó al respecto de que hay un libro abordando este asunto. Pero nos cabe el deber de verificar si encontramos apoyo para eso en las obras básicas de la codificación, una vez que, como el propio Kardec dice, la opinión de un Espíritu no pasa sólo de una opinión y de ella no podemos asentar base para un punto doctrinario.

Inicialmente, veremos que en El Libro de los Espíritus, a la pregunta de Kardec si los Espíritus tenían sexo, la respuesta de los Espíritus fue: “No como lo entendéis, pues los sexos dependen de la organización. Hay entre ellos amor y simpatía, pero basados en la concordancia de los sentimientos.” (preg. 200, p. 134). Según podemos entender de esa respuesta, por faltarles una organización física, los Espíritus no tienen sexo. Si no hay sexo, ¿cómo habría relación sexual para la consecuente fecundación del óvulo por el espermatozoide? Además de eso, ¿dónde se fijaría el óvulo fecundado?

Pero más adelante, cuando el asunto es la evolución del principio inteligente, específicamente en el momento que él sale del reino animal para estacionar en el reino hominal, Kardec pregunta (607b) a los Espíritus si el periodo de humanización comienza en la Tierra. A lo que responden que “la Tierra no es el punto de partida de la primera encarnación humana. El periodo de la humanización comienza, generalmente, en mundos aun inferiores a la Tierra” (p. 300).

Viniendo del reino animal, obviamente, con un periespíritu adecuado a aquel reino, el, el principio inteligente, no se une a un cuerpo humano igual al nuestro, si no a un cuerpo humano mucho más próximo al de el, adaptado a las condiciones de los planetas primitivos. Ese cuerpo humano, tan próximo del de los animales, no ofrece ninguna dificultad de adaptación a ese nuevo estadio evolutivo por el cual pasa. Ciertamente que eso no ocurre de un día para el otro, pero en millares de años sin que haya solución de continuidad: “todo se encadena en la Naturaleza”. Fue lo que ocurrió aquí en la Tierra, cuando aun era un planeta primitivo, con los seres de los cuales descendemos, que parecían más animales que propiamente seres humanos de la forma que somos hoy. Kardec tejiendo consideraciones sobre la hipótesis del origen del cuerpo humano, dice que “como en la Naturaleza no hay transiciones bruscas, es probable que los primeros hombres aparecidos en la Tierra poco difieren del mono por la forma exterior y mucho por la inteligencia.” (La Génesis, p. 213).

En El Cielo y el Infierno, en el capítulo II, de la segunda parte, cuando los relatos sobre las manifestaciones de los Espíritus Felices, encontramos la afirmación de que “los Espíritus no se reproducen” y que “los Espíritus no pueden tener sexo”. Kardec, en una nota explica: “Siempre dijeron que los Espíritus no tienen sexo, siendo este apenas necesario a la reproducción de los cuerpos. De hecho, no reproduciéndose, el sexo les sería inútil.” (p. 183). Así, queda claro que los Espíritus no se reproducen, por consiguiente, no hay como hablar de embarazo de Espíritu, que si ocurriese, ahí sí, tendríamos el tal embarazo periespiritual.

Nuevamente encontramos a Kardec hablando sobre el asunto, ahora en la Revista Espírita:

Las almas o Espíritus no tienen sexo. Los afectos que las une nada tienen de carnal y, por eso mismo, son más duraderos, porque son fundados sobre una simpatía real, y no son subordinadas a las vicisitudes de la materia.

[...]

Los sexos no existen sino en el organismo; son necesarios a la   reproducción de los seres materiales; pero los Espíritus, siendo la creación de Dios, no se reproducen unos por los otros, y por esto es que   os sexos serían inútiles en el mundo espiritual. (Revista Espírita 1866, p.3). (negrita nuestra) 

Ese último párrafo resume todo cuanto podríamos buscar en la codificación, no necesitaríamos de nada más, mientras tanto, vamos a continuar con nuestra investigación.

Vamos ahora a recurrir al Espíritu André Luiz, por la psicografia de Chico Xavier, para aclarar aun más ese asunto. Cita una situación donde será necesario recomponer la forma espiritual humana, conforme podemos leer cuando él habla sobre el monoideísmo:

Se establece en el, el  monoideísmo por el cual los otros deseos se le desvanecen en lo interior.

Por la oclusión de otros estímulos, los órganos del cuerpo espiritual se retraen o se atrofian, por la ausencia de función, y se vuelven, instintivamente, para la sede del gobierno mental, donde se localizan, ocultos y extenuados, en el foco de los pensamientos en circuito cerrado sobre sí mismo, como implementos potenciales del germen vivo entre las paredes del óvulo.

En tales circunstancias, si el monoideísmo es solamente reversible a través de la reencarnación,…

[...]

En ese periodo, afirmamos habitualmente que el desencarnado perdió su cuerpo espiritual, transubstanciándose en un cuerpo ovoide, lo que ocurre, además, a otros numerosos desencarnados, en situación de desequilibrio,… (XAVIER, 1987, pp. 90-91). (negritas nuestras)

Por tanto, algunos Espíritus pierden la forma periespiritual humana para transformarse en ovoides. ¿Podrían ellos reencarnar en esas condiciones? ¿Tendrían la necesidad de retomar la forma humana? En fin, ¿qué ocurrirá en la presente situación? Vamos a continuar recurriendo a André Luiz que, más adelante, habla de la necesidad de la reencarnación, de una forma general:

FORMA CARNAL – Todavía, así como el germen para desenvolverse en el óvulo necesita templarse al calor del ave que lo acoge maternalmente o del ambiente térmico apropiado, en el recinto del choque, y así como la simiente, para liberar los principios germinativos del vegetal gigantesco en que se convertirá, no prescinde del nacimiento templado del suelo, los Espíritus desencarnados, sedientos de reintegración en el mundo físico, necesitan del recipiente genésico de la mujer que con ellos se armoniza, en las líneas de la afinidad y, consecuentemente, de la herencia, recipiente ese a que se aglutinan, mecánicamente, y donde, conforme las leyes de la reencarnación, operan en algunos días todos los hechos de su evolución en los reinos inferiores de la Naturaleza.

Asimilando recursos orgánicos con el auxilio de la célula femenina, fecundada y fundamentalmente marcada por el gen paterno, la mente elabora, por sí misma, un nuevo vehículo fisiopsicosomático, atrayendo para sus moldes ocultos las células físicas a reproducirse por formas de la división de células, de conformidad con la orientación que le es impuesta, esto es, reflejando las condiciones en que ella, la mente desencarnada se encuentra.

Se le plasma de ese modo, con la nueva forma carnal, nuevo vehículo al Espíritu, que se rehace o se reconstituye en una formación reciente, entretejido de células sutiles, vehículo este que evolucionará igualmente después del nacimiento y que persistirá después de la tumba. (XAVIER, 1978, PP. 91-92). (negrita nuestra)

Deja clara la cuestión de el Espíritu tener que cumplir la ley de la reencarnación, entrando nuevamente en un cuerpo femenino, vía óvulo fecundado, para seguir el curso normal del proceso reencarnatorio. Y, en especial, para los casos de los Espíritus en forma de ovoides él dice:

Los Espíritus categóricamente inferiores, en la mayoría de las ocasiones, padeciendo monoideísmo tiránico, entran en simbiosis fluídica con las organizaciones femeninas, la que se agregan experimentando el delineamiento del cuerpo espiritual o el fenómeno de “ovoidización”, siendo inevitablemente atraídos al recipiente uterino, en circunstancias adecuadas, para la reencarnación que les toca, en moldes enteramente dependientes de la hereditariedad, como ocurre a la simiente que, después de desligarse del fruto seco, germina en el suelo, según los principios órgano génicos a que obedecen, tan pronto encuentre el favor ambiental. (XAVIER, 1987, pp. 152-153). (negrita nuestra).

Así es que, incluso en este caso, está la necesidad de la unión del Espíritu en forma de ovoide con el óvulo ya fecundado, sin otro procedimiento a no ser la reducción periespiritual. Es interesante que hay para los reencarnantes, el acto de “reducimiento del cuerpo espiritual” para ligarlo al óvulo. Curioso es que el proceso de reducción periespiritual para la reencarnación es bien semejante al de la ovoidización por fijación mental del Espíritu, aun preso a sentimientos inferiores de los cuales parece no querer extender la mano.

Podemos aun, para corroborar eso, traer más la información dictada por el Espíritu Adamastor:

La ovoidización es una de las pungentes enfermedades que puede acometer el Espíritu después de la muerte. Consiste en la perdida de la conciencia activa, cuando el yo consciente se retrasa completamente, en hechos de atroces e insoportables sufrimientos, volviéndose sobre sí mismo, anulándose y perdiendo todo el contacto con la realidad. La actividad consciente del alma entra en letargo, refugiándose en las superficies del subconsciente. El pensamiento continúo se fragmenta, perdiendo su hilo de conducción, y la estructura periespiritual se desfigura completamente, deshaciendo su natural conformación humana, adquiriendo el formato aproximado de un huevo, cuyas dimensiones se aproximan a un cráneo infantil. El proceso es un todo semejante al de las bacterias que se retraen delante de condiciones adversas de vida, aguardando nuevas oportunidades para volver a la actividad normal. La ovoidización es un proceso incurable en el plano espiritual, siendo una de las más graves enfermedades de nuestro mundo, y solamente puede ser revertida en reencarnaciones expiatorias, cuando el Espíritu se reencuentra con un nuevo ambiente de manifestación y puede rehacer el metabolismo de su consciente. Varias reencarnaciones, sin embargo, se consumen en intentos frustrados, de modo que la pérdida evolutiva es inmensa para estos seres infelices. Muchos retroceden a condiciones tan primarias de la vida humana que necesitan reencarnar entre pueblos primitivos, a fin de soportarles la grave patología, sin deshacerse en malformaciones congénitas incomparables con la biología humana. […] (FREIRE, 2002, p. 28). (negrita nuestra).

Juntamos también, a nuestra investigación, el pensamiento del escritor espírita Eurípides Khul, en su estudio del capítulo XII – Alma y desencarnación, del libro Evolución en dos mundos. Leamos:

5) ¿Qué son los ovoides y cuál es el origen de su existencia en el mundo espiritual?

R – Ovoides son los Espíritus que, aun en la fase primitiva de la evolución, asumen la forma de huevo, después de la desencarnación, en consecuencia de su incapacidad en adaptarse a la nueva manera de vivir, ahora en el mundo espiritual. La idea fija, única, auto-hipnotizante, de renacer en la carne, mantiene su psiquismo unido en la vida carnal y magnetizar la mente, reprimiendo otros estímulos a los órganos del cuerpo espiritual, que se retraen y atrofian, por falta de función. Se vuelven entonces, esos órganos, para la mente, donde se dejan dominar por los pensamientos. Sus células son atrofiadas por la única idea de volver al vehículo físico. Es un proceso semejante al encogimiento del periespíritu por ocasión de la reencarnación. En cuanto perdura esta situación, el Espíritu pierde la forma humana, asumiendo la forma ovoide. El formato de huevo se explica por ser este el nacimiento donde se da inicio al proceso de renacimiento de varios seres, inclusive del propio hombre, que tiene su cuerpo físico concebido en el óvulo de la madre. De ahí el porqué la mente de esos Espíritus, fijados en la idea de renacer para la vida física, plasman la forma ovoide.

Así permanecen hasta que surja una nueva oportunidad reencarnatoria. Con el proceso de reencarnación iniciado, asimilan nuevos recursos orgánicos, utilizando el auxilio de células de los padres. Su mente pasa a elaborar el nuevo vehículo fisiológico, en moldes cuya orientación le es impuesta. Plasma, de esta manera, nueva forma carnal, nuevo vehículo físico, para lo que rehace y reconstituye el periespíritu, readquiriendo la forma humana.

André Luiz compara esas criaturas a algunas bacterias que, apartadas de su medio ambiente, volviéndose incólumes al frío y al calor, manteniéndose inmóviles por largos periodos, pero que entran en actividad tan pronto sean colocadas en el ambiente que les sea peculiar.

6) ¿Cómo es plasmada la nueva forma carnal en la cual el Espíritu reencarnante se expresará?

R – Para que se de el proceso reencarnatorio que lo liberará de la forma ovoide, el Espíritu reencarnante necesita del organismo genésico de la futura madre, con la cual tiene afinidad y de la cual heredará características físicas, para asimilar recursos orgánicos a través de la célula femenina, fecundada por el gen paterno. Su mente entonces, elabora, por sí misma, un nuevo vehículo fisiopsicosomático, atrayendo células físicas que se reproducen en conformidad con la orientación que le es impuesta y reflejando su estado evolutivo. Plasma, así, la nueva forma carnal, que irá a repercutir en el periespíritu, a través de células sutiles, promoviendo alteraciones en el cuerpo espiritual desde el renacimiento y que irán a perdurar después de la tumba.

(Fonte: http://www.cvdee.org.br/est_nltexto.asp?id=08&cap=12).(negrita nuestra).

Por tanto, tenemos aquí, por la opinión de ese autor, que es necesaria la reencarnación para que el Espíritu asuma nuevamente la forma periespiritual humana.

A la duda del Dr. Ignacio: “¿Y nacen niños por aquí?...” respondió André Luiz: “Esta claro que sí,…” (BACCELLI, 2002, p.215), no deja duda que se habla igual del embarazo periespiritual de Espíritus, siguiéndose la idea de lo que ocurre aquí en la tierra, no es una posibilidad real, por cuanto son otras las leyes que rigen el mundo espiritual. Además, si ella ocurriese, sólo podría ser igual a nivel periespiritual, ya que el cuerpo del Espíritu, en la dimensión espiritual, es el periespíritu. Obviamente, esa no deja de ser también una opinión personal, pero nuestro objetivo no es llevar al lector a aceptarla, sólo provocarle una reflexión sobre el asunto, de forma a encontrar una solución para el problema levantado. Y que quede claro que no estamos contra nadie, sólo analizamos las opiniones, lo que ciertamente ocurrirá con nosotros en relación a lo que aquí estamos hablando. 

 

Referências Bibliográficas:

KARDEC, A. O Livro dos Espíritos, Rio de Janeiro: FEB, 1995.

KARDEC, A. O Céu e o Inferno, Rio de Janeiro: FEB, 1995.

KARDEC, A. A Gênese, Rio de Janeiro: FEB, 1995.

KARDEC, A. Revista Espírita 1866, Araras - SP: IDE, 1993.

XAVIER, F. C. Evolução em dois mundos, Rio de Janeiro: FEB, 1987.

BACCELLI, C. A. Infinitas Moradas, Uberaba – MG: LEEPP, 2003.

BACCELLI, C. A. Na próxima dimensão, Uberaba – MG: LEEPP, 2002

FREIRE, G. T. Ícaro redimido: a vida de Santos Dumont no Plano Espiritual, Belo Horizonte: Ediame, 2002. 

O autor é um dos responsáveis pelo site http://www.apologiaespirita.org/
 

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Revista Semanal de Divulgación Espirita