Un público
inmenso,
estimado en 1,8
millones de
personas,
asistió de
cerca, el último
día 20, a la
posesión del
nuevo presidente
de los Estados
Unidos, Barack
Hussein Obama,
que asumió el
cargo más
importante del
país en un
momento de
inseguridad y
dificultades.
Aunque en su
discurso él haya
definido al país
como nación de
cristianos y
musulmanes,
judíos e
hindúes, y
también de no
creyentes, la
ceremonia fue
marcada por la
presencia de la
Biblia en el
juramento
presidencial y
por un sermón
equilibrado
proferido por el
pastor Rick
Warren, que
invocó la ayuda
del Señor en su
habla y, al
final, oró el
conocido Padre
Nuestro.
¡Es muy bueno
ver de parte de
la alta
administración
de un país
importante la
reverencia a
Dios y el
reconocimiento
de la
importancia de
las enseñanzas
de Jesús en
nuestras vidas!
Claro que hay
entre la palabra
y la acción un
largo camino a
recorrer, pero
no se puede
dejar de
reconocer que se
trata de un buen
comienzo. En un
mundo conturbado
y envuelto en
tantos
conflictos,
nadie tiene el
derecho de
despreciar la
ayuda de la
Providencia
Divina, ya que
hay momentos en
la vida – y
ellos son muchos
–en que nada es
capaz de
suplantar el
poder de la fe y
de sus recursos
extraordinarios,
en base a los
ascendentes
místicos que
dominan los
centros del
progreso humano
en todos sus
departamentos, a
que Emmanuel se
refirió en su
libro “A Camino
de la Luz”, obra
psicografiada
por Francisco
Cándido Xavier
en 1938, cuando
el planeta vivía
también momentos
de gran
turbulencia que
acabaron
redundando en la
2ª Guerra
Mundial.
En ese libro,
Emmanuel muestra
que, desde la
escultura
geológica de
este orbe, el
Cristo ha
influido la
organización de
todos los
avances de la
civilización del
planeta, razón
por la que no
existe motivo
para que
dispensemos su
ayuda en la
crisis por la
que pasamos.
La vida no
puede, en
efecto,
restringirse a
los abatidos
límites de las
conquistas
materiales.
Existe algo
mucho más
profundo e
importante que
conquistar, es
tener. Conforme
nos enseña el
espiritismo, hay
un objetivo
bastante claro
en el pasaje del
hombre por el
mundo, que es su
perfeccionamiento
espiritual en
todos los
sentidos, tanto
como el
perfeccionamiento
del propio
planeta.
Directo y
objetivo, el
discurso de
Barak Obama
reconoció las
dificultades del
momento, pero
transmitió la
seguridad de que
ellas deben ser
y serán
enfrentadas,
como además,
debe ser la
actitud del
hombre ante las
pruebas de la
vida, que no
surgen en
nuestro camino
para abatirnos
más, y sí, para
ser vencidas.
La Tierra llegó
a un momento en
que no puede
prescindir de la
paz y en que es
necesario, de
una vez por
todas, dar un ya
esta bien a toda
acción que no se
conciliara con
la ley de Dios y
las enseñanzas
de Cristo.
¡Quiera Dios que
la investidura
de Barak Obama
en el cargo más
importante de
América abra
perspectivas
posibles de que
tal hecho se
concrete!
|