En la entrevista
que Divaldo
Franco concedió
a Ana María
Braga, en su
programa matinal
en la Rede Globo
de Televisâo,
llamó la
atención la
sorpresa de la
periodista con
respecto a la
jovialidad del
notable médium
que, como
sabemos, ya pasó
la marca de los
80 años. ¿Cuál
es el secreto de
esa jovialidad?
Divaldo dice:
“Alegría de
vivir”,
añadiendo
enseguida que el
Espiritismo le
había quitado
todas las dudas
al respecto de
las metas
psicológicas y
de los objetivos
de nuestro
pasaje por la
Tierra.
Es probable que
esté ahí, en el
esclarecimiento
de nuestras
dudas, el motivo
por el cual la
Doctrina
Espírita encanta
a los adultos
que a ella
llegan después
de haber
cultivado otras
creencias.
Fue lo que nos
dijo hace poco
una de esas
personas que
ingresó por
primera vez en
un centro
espírita después
de haber
perdido, en
circunstancias
dramáticas, a su
hijo más
pequeño.
Estudiando la
Doctrina,
conociendo mejor
las
circunstancias y
los misterios de
la vida, el
también dice,
como Divaldo,
que el
Espiritismo le
esclareció todas
las dudas que
una vida
dedicada al
catolicismo
jamás había
solucionando.
En la pasada
semana, en este
espacio de la
revista, el tema
principal fue la
larga distancia
que existe entre
el mundo que
conocemos y el
mundo soñado por
los
revolucionarios
franceses, mundo
ese en el cual
un día imperarán
soberanas la
fraternidad, la
igualdad y
libertad.
La pregunta
inevitable es:
¿por qué ese día
se encuentra tan
lejos?
Conforme observó
Kardec al
respecto del
tema, la
cuestión se
resume toda a la
inexistencia en
la Tierra del
sentimiento de
fraternidad que,
aunque pueda
existir en ese o
en aquel
círculo,
constituye un
ideal distante
de las
diferentes
sociedades en el
planeta, con
culturas
heterogéneas y
un sentimiento
nacionalista muy
fuerte que
divide en vez de
unir a los
terráqueos.
Al mostrar con
meridiana
claridad cuáles
son nuestros
verdaderos
intereses en
este pasaje por
la Tierra y
cuáles las metas
que el Espíritu
humano busca en
su largo proceso
evolutivo, el
Espiritismo
puede ayudar
mucho en esa
unión cada día
más necesaria,
porque es la
base de la idea
de fraternidad,
que es el hecho
de ser todos
hermanos, hijos
del mismo Padre
y a camino del
mismo objetivo.
En la pasada
semana, se
discutió
también, en esta
revista, un
asunto que
parece trivial,
pero en verdad
no lo es: la
autenticidad de
la frase “La
mayor caridad
que podemos
hacer al
Espiritismo es
la caridad de su
propia
divulgación”,
que muchos
atribuyen a
Emmanuel, que
fue en la Tierra
el mentor
espiritual de la
obra de Chico
Xavier.
Suscitado por un
lector de la
revista, el tema
mereció de
nuestro
colaborador
Leonardo Machado
la siguiente
observación: “Con
relación al
e-mail de
Claudio Luis
Mota da Silva,
divulgado en la
edición 94,
tengo el
conocimiento de
una frase
semejante,
aunque con
algunas otras
especificaciones,
de Emmanuel.
Transcribo el
contexto en que
esta se
encuentra
incluida:
“Acuérdate de
ellos, los casi
locos del
sufrimiento, y
trabaja para que
la Doctrina
Espírita les
extienda un
socorro
oportuno. Para
eso, estudiemos
a Allan Kardec,
a la claridad
del mensaje de
Jesucristo y,
sea en el
ejemplo o en la
actitud, en la
acción o en la
palabra,
recordemos que
el Espiritismo
nos solicita una
especie
permanente de
caridad – la
caridad de su
propia
divulgación”.
Este texto se
encuentra en el
libro Estudie
y Viva de
Emmanuel/André
Luiz por Chico
Xavier/Waldo
Vieira, en el
capítulo 40,
mensaje titulado
‘Socorro
oportuno’,
editado por la
FEB.”
De acuerdo con
lo que dice el
compañero, esta
explicado de
dónde surgió la
frase famosa
que, en verdad,
no fue dirigida
en aquella forma
por Emmanuel.
Divulgar el
Espiritismo no
significa hacer
a el caridad.
No. Divulgar el
Espiritismo
significa ayudar
a las personas
para que, tal
como Divaldo
observó, puedan
eliminar todas
las dudas que
tengan con
relación a las
metas
psicológicas y a
los objetivos de
su pasaje por el
planeta. Con
eso, estaremos,
sin duda,
contribuyendo
para que el
ideal de la
fraternidad sea,
un día, realidad
en el mundo en
que vivimos.
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