El médium: concepto
y clasificación
Presentamos en esta edición
el tema
nº
103
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones
para debate
1. ¿Cómo define Kardec al
médium?
2. En la práctica mediúmnica,
¿qué es realmente importante
para el médium?
3. ¿La mediumnidad puede ser
considerada un instrumento
de perfeccionamiento
espiritual?
4. ¿La sintonía mental tiene
alguna importancia en el
ejercicio de la mediumnidad?
5. ¿Dónde, según el
Espiritismo, se sitúan los
mayores escollos de la
mediumnidad?
Texto para la
lectura
La facultad mediúmnica no
constituye un privilegio
exclusivo
1. En la lección 19 del
programa II de este Estudio
Sistematizado, en que fueron
examinados los Principios
Básicos de la Doctrina
Espírita, ya vimos el
concepto de mediumnidad y la
clasificación de los
principales tipos y
variedades de médiums. (Consulte
al respecto el texto
publicado en la edición 19
de esta revista.)
2. Al volver a ver el
asunto, recordemos la
definición de médium que
Kardec incluyó en el ítem
159 de El Libro de los
Médiums: “Todo aquel que
siente, en un grado
cualquiera, la influencia de
los Espíritus es, por ese
hecho, médium. Esa facultad
es inherente al hombre; no
constituye, por tanto, un
privilegio exclusivo. Por
eso mismo, raras son las
personas que de ella no
posean algunos rudimentos.
Puede pues decirse que todos
son, más o menos, médiums
todavía, usualmente, así
sólo se califican aquellos
en que la facultad
mediúmnica se muestra bien
caracterizada y se traduce
por efectos patentes, de
cierta intensidad, lo que
entonces depende de una
organización más o menos
sensitiva. Es de notar,
además de eso, que esa
facultad no se revela, de la
misma manera, en todos.
Generalmente, los médiums
tienen una aptitud especial
para los fenómenos de esta o
de aquel orden, donde
resulta que forman tantas
variedades cuantas son las
especies de
manifestaciones”.
3. La definición dada por el
Codificador del Espiritismo
es, a buen seguro, más
completa y abarcadora; pero
es preciso que entendamos
que la facultad mediúmnica
no libera al hombre, por sí
sólo, de las influencias de
los Espíritus malévolos.
La facultad en sí es, en la
realidad, neutra. El uso que
el hombre hace de ella es lo
que importa. Al emplearla,
podemos armonizarnos con los
buenos Espíritus o
relacionarnos con los malos.
La sintonía es, por lo
tanto, fundamental en la
práctica mediúmnica.
La mente permanece en la
base de todos los fenómenos
mediúmnicos
4. Dándonos la oportunidad
de rechazar las malas
influencias espirituales y
acatar las que provengan de
los buenos Espíritus, la
mediumnidad se hace así un
instrumento de
perfeccionamiento
espiritual. Como sabemos,
los Espíritus benefactores
buscan inspirarnos para el
bien, mientras los Espíritus
inferiores buscan inducirnos
al mal.
5. En nuestro caminar
evolutivo, somos todos
instrumentos de las fuerzas
con las cuales sintonizamos.
Todos somos médiums dentro
del campo mental que nos es
propio. Si nuestro
pensamiento fluye en la
dirección de la vida
superior, nos asociamos a
las energías edificantes. Si
nos esclavizamos a la
sombras de la vida primitiva
o torturada, entramos en
sintonía con fuerzas
perturbadoras y deprimentes.
6. Cada criatura emite rayos
específicos y vive en la
onda espiritual con que se
identifica. La mente,
enseñan los instructores
espirituales, permanece en
la base de todos los
fenómenos mediúmnicos. Cada
alma se envuelve en el
círculo de fuerzas vivas que
transpiran de su “hálito
mental”. Actuamos y
reaccionamos unos sobre los
otros, por medio de la
energía mental en que nos
renovamos constantemente.
El más cruel enemigo de los
médiums es el orgullo
7. Asevera Emmanuel que los
médiums, en su generalidad,
“son Espíritus que rescatan
débitos del pasado”, lo que
explica por qué es difícil a
la criatura humana cumplir
íntegramente, sin enfrentar
obstáculos, los deberes que
la facultad mediúmnica le
señala en la existencia.
8. En el cap. XXXI de El
Libro de los Médiums, Kardec
insertó diversas
disertaciones en que
personajes importantes en la
obra de la Codificación del
Espiritismo tratan del tema
que ahora enfocamos.
9. Veamos tramos de algunas
de esos mensajes:
“Todos los hombres son
médiums, todos tienen un
Espíritu que los dirige para
el bien, cuando saben
escucharlo.” (Channing.)
“El
don de la mediumnidad es tan
antiguo cuanto el mundo. Los
profetas eran médiums.”
(Pierre Jouty.)
"Las facultades de que gozan
los médiums les granjean los
elogios de los hombres. Las
felicitaciones, las
adulaciones, he ahí, para
ellos, el escollo. (...)
Nunca me cansaré de
recomendaros que os confiéis
a vuestro ángel guardián,
para que os ayude a estar
siempre en guardia contra
vuestro más cruel enemigo,
que es el orgullo.”
(Joana d´Arc.)
“Cuando queráis recibir
comunicaciones de buenos
Espíritus, importa que os
preparéis para ese favor por
el reconocimiento, por
intenciones puras y por el
deseo de hacer el bien, con
miras al progreso general.”
(Pascal.)
“Os hablaré hoy del
desinterés, que debe ser una
de las cualidades esenciales
de los médiums, tanto como
la modestia y la dedicación.
(...) No es racional que se
suponga que Espíritus buenos
puedan auxiliar a quién
busque satisfacer el orgullo
o a la ambición.” (Delfine
de Girardin.)
“Todos los médiums son,
incontestablemente, llamados
a servir a la causa del
Espiritismo, en la medida de
sus facultades, pero bien
pocos hay que no se dejan
prender en las trampas del
amor-propio. (...)
Acuérdense siempre de estas
palabras: Aquel que se
ensalza será humillado y el
que se humille será
ensalzado.” (El Espíritu de
Verdad.)
Respuestas a
las cuestiones propuestas
1. ¿Cómo define Kardec al
médium?
R.: Médium es todo aquel que
siente, en un grado
cualquiera, la influencia de
los Espíritus. Esa facultad
es inherente al hombre; no
constituye, por lo tanto, un
privilegio exclusivo. Raras
son las personas que de ella
no posean algunos
rudimentos.
2. En la práctica mediúmnica,
¿qué es realmente importante
para el médium?
R.: La facultad mediúmnica
es, en sí misma, neutra. El
uso que el hombre hace de
ella es lo que importa,
porque al emplearla podemos
armonizarnos con los buenos
Espíritus o relacionarnos
con los malos.
3. ¿La mediumnidad puede ser
considerada un instrumento
de perfeccionamiento
espiritual?
R.: Sí. Dándonos la
oportunidad de rechazar las
malas influencias
espirituales y acatar las
que se aprovechen de los
buenos Espíritus, la
mediumnidad se hace, en
efecto, un instrumento de
perfeccionamiento
espiritual.
4. ¿La sintonía mental tiene
alguna importancia en el
ejercicio de la mediumnidad?
R.: Sí. La sintonía es
fundamental en la práctica
mediúmnica. En nuestro
camino evolutivo, somos
todos instrumentos de las
fuerzas con las cuales
sintonizamos. Si nuestro
pensamiento fluye en la
dirección de la vida
superior, nos asociamos a
las energías edificantes. Si
nos esclavizamos a la
sombras de la vida primitiva
o torturada, entramos en
sintonía con fuerzas
perturbadoras y deprimentes.
5. ¿Dónde, según el
Espiritismo, se sitúan los
mayores escollos de la
mediumnidad?
R.: Los elogios, las
felicitaciones, las
adulaciones he ahí los
mayores escollos que se
presentan a los médiums, que
deben estar siempre en
guardia contra su más cruel
enemigo, que es el orgullo.
Bibliografia:
O Livro dos
Médiuns,
de Allan
Kardec, cap. XIV, item 159,
e cap. XXXI, itens X, XI,
XII, XIII, XIV e XV.
O Livro dos
Espíritos,
de Allan Kardec, questão
159.
No Invisível,
de Léon Denis, pp. 52 a 60.
Mediunidade e
Evolução,
de Martins Peralva, p. 15.
O Pensamento
de Emmanuel,
de Martins Peralva, p. 233.
Nos Domínios
da Mediunidade,
de André Luiz, psicografado
por Chico Xavier, pp. 11,
15, 16 e 17.