Factores predisponibles del
proceso obsesivo
Presentamos en esta edición
el tema
nº
124
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones
para debate
1. ¿Dónde se localizan las
causas de la obsesión?
2. ¿Por qué la obsesión, por
norma, exige un tratamiento
difícil?
3. ¿Cuáles son los factores
predisponibles del proceso
de la obsesión?
4. ¿Qué actitud es preciso
tomar en el trato con los
obsesores?
5. ¿La participación del
obsesado es importante en el
tratamiento de la obsesión?
Texto para la
lectura
Bajo cualquier forma, la
obsesión exige un
tratamiento difícil
1. El problema de la
obsesión, bajo cualquier
aspecto, envuelve a obsesor
y obsesado. Casi siempre,
evocaciones del pasado
establecen conexión entre el
desencarnado y el encarnado.
La influencia que este
último recibe es sutil en el
inicio, pero poco a poco la
implicación cerebral se
acentúa, hasta alcanzar un
estadio de verdadera
vampirización, en que
obsesor y obsesado se
completan.
2. Las causas de la obsesión
se localizan, por lo tanto,
en procesos morales
lamentables, en que el
perseguidor y la víctima se
dejaron envolver en el
pasado. Reencontrándose
ahora e imantados por la ley
de la Justicia Divina, se
inician los cambios
mentales, muchas veces ya en
la vida intrauterina,
intercambio vibratorio ese
que se acentúa a partir del
nacimiento, durante la nueva
encarnación del obsesado.
3. Bajo cualquier forma,
desde la más simple hasta la
subyugación, la obsesión
exige tratamiento difícil,
porque ambos, obsesor y
obsesado, son enfermos del
espíritu.
4. En la intensificación del
proceso obsesivo se
yuxtapone sutilmente,
cerebro a cerebro, mente a
mente, la voluntad dominante
sobre la voluntad que se
deja dominar, órgano a
órgano, a través del cuerpo
espiritual. Cada concesión
hecha por el hospedero, más
coercitiva se hace la
presencia del huésped, que
se transforma en parásito
insidioso, estableciendo,
muchas veces, la simbiosis a
través de la cual el poder
de la voluntad dominadora
consigue borrar la lucidez
del dominado.
En toda obsesión, el
encarnado conduce en sí los
factores predisponibles
5. En toda obsesión, el
encarnado conduce en sí aún
los factores predisponibles
– los débitos morales a
rescatar – que permiten el
proceso. Encontrando en su
víctima las condiciones, la
predisposición y las
defensas desprotegidas, de
todo eso se vale el obsesor
para instalar su onda mental
en la mente de la persona
buscada.
6. La interferencia se da
por un proceso semejante al
que ocurre en la radio,
cuando una emisora
clandestina pasa a utilizar
determinada frecuencia
dirigida por otra,
perjudicándole la
transmisión. El perseguidor
actúa con persistencia para
que se establezca la
sintonía mental, enviando
sus pensamientos en una
repetición constante,
hipnótica, a la mente de la
víctima que, falta de
vigilancia, los asimila,
dejándose dominar por las
ideas intrusas.
7. En la obsesión, enseña
Kardec, el Espíritu actúa
exteriormente, con la ayuda
de su periespíritu, que él
identifica con el
periespíritu del encarnado,
quedando este obligado a
proceder contra su voluntad.
8. Ante los obsesores, es
imperioso que se cultive la
oración con cariño y
dedicación. El encarnado
tiene necesidad de la
comunión con Dios por medio
de la plegaria, tanto cuanto
el cuerpo físico necesita de
aire puro para conservar la
salud. En la Tierra, somos
lo que pensamos e
intercambiamos vibraciones
que se armonizan con otras
vibraciones afines. Es
indispensable, pues,
cultivar buenos pensamientos
a fin de neutralizar las
influencias negativas de los
que nos cercan en la
experiencia diaria. En el
ejercicio de la oración
habituándolos también a
meditar sobre las
incuestionable necesidades
de liberación y progreso.
En el tratamiento de la
obsesión, es preciso que el
obsesado se ayude
9. Ante los seres
perturbadores del mundo
espiritual, es preciso
cultivar la bondad, abriendo
el corazón al perdón y a la
indulgencia, de modo a
alcanzar fraternidad y
comprensión. Es necesario,
aún, renovar la disposición
íntima para que, al
conversar con esos seres de
mente en desaliño, por medio
del pensamiento o de la
palabra, sepamos
comprenderlos y ayudarlos
con amor y humildad.
10. El trabajo incansable
por el bien común, inspirado
en la enseñanza traída por
los Espíritus superiores,
nos conserva la mente y el
corazón en Jesús,
sintonizados con las esferas
más altas, donde sorberemos
las fuerzas para vencer las
agresiones de que podemos
ser víctimas. Orando y
ayudando, conservaremos
nuestra paz.
11. Cuando somos solicitado
a auxiliar a un obsesado, no
nos debe faltar paciencia y
comprensión, así como la
caridad de la buena palabra
y del pase. Es imperioso,
sin embargo, contribuir para
su propio esclarecimiento,
insistiendo para que el
mismo se ayude.
12. Él debe entender que,
con su progreso, contribuirá
para el perfeccionamiento
del otro ser que, conectado
a él por imposición de la
Justicia Divina, tiene
necesidad de evolucionar
también.
Respuestas a las cuestiones propuestas
1. ¿Dónde se localizan las
causas de la obsesión?
R.: Las causas de la
obsesión se localizan en los
procesos morales lamentables
en que el perseguidor y la
víctima se dejaron envolver
en el pasado.
2. ¿Por qué la obsesión, por
norma, exige un tratamiento
difícil?
R.: En la obsesión el
tratamiento es difícil
porque obsesor y obsesado
son, ambos, enfermos del
espíritu.
3. ¿Cuáles son los factores
predisponibles de la
obsesión?
R.: Los factores
predisponibles son los
débitos morales a rescatar.
Encontrando en su víctima
las condiciones, la
predisposición y las
defensas sin protección, de
todo eso se vale el obsesor
para instalar su onda mental
en la mente de la persona
buscada.
4. ¿Qué actitud es precisa
tomar en el tratamiento con
los obsesores?
R.: Ante esos seres es
preciso cultivar la bondad,
abriendo el corazón al
perdón y a la indulgencia,
de modo a alcanzar
fraternidad y comprensión.
Es necesario, aún, renovar
la disposición íntima para
que, al conversar con ellos
por medio del pensamiento o
de la palabra, sepamos
comprenderlos y ayudarlos
con amor y humildad.
5. ¿La participación del
obsesor es importante en el
tratamiento de la obsesión?
R.: Sí. Es preciso que él
mismo se ayude y entienda
que, con su progreso,
contribuirá para el
perfeccionamiento del otro
ser que, conectado a él por
imposición de la Justicia
Divina, tiene necesidad de
evolucionar también.
Bibliografia:
A Gênese,
de Allan Kardec, cap.
XIV, itens 45
a 49.
Nos
Bastidores da Obsessão,
de Manoel
Philomeno de Miranda,
psicografado por Divaldo P.
Franco, pp. 31, 38 e 41.
Obsessão/Desobsessão,
de Suely
Caldas Schubert, pp. 50, 61
e 69.