La experiencia
relatada por
nuestro
compañero Carlos
Antonio de
Barros Silva en
la entrevista
que ilustra esta
edición nos
muestra una vez
más la
importancia de
internet en la
divulgación de
las enseñanzas
espíritas.
Sea en el
Nordeste
brasileño, sea
en el Sudeste,
sea en el Sur,
el hecho es que
la propuesta de
usar ese moderno
vehículo de
comunicación en
la difusión del
Espiritismo
salió del plan
de las ideas y,
como se dice
popularmente,
vino para
quedarse.
Hace poco tiempo
vimos en esta
misma revista el
éxito que viene
alcanzando la
Radio
Fraternidad, de
Uberlândia (MG),
en el vehículo
de programas
espíritas por la
red mundial de
ordenadores.
El sonido de una
Web Radio, como
la de Uberlândia,
parece local,
sin ruido, como
si oyéramos una
emisora FM
situada en
nuestra ciudad.
Además de eso,
el oyente puede
acceder a los
programas
anteriores que,
una vez
grabados, allí
se encuentran
disponibles a
cualquier hora,
hecho que se
repite en la
experiencia de
la TV y de los
periódicos y
revistas hechos
exclusivamente
para internet.
Se debe añadir,
aun, al respecto
del asunto algo
que nos parece
intrigante.
De la misma
manera que se
dio cuando del
surgimiento de
esta revista,
creada al inicio
del 2007, parece
que la idea,
estando en el
aire, se
diseminó a la
vez por
diferentes
lugares,
estableciendo
una red dentro
de la red, en la
cual las
personas de
cualquier parte
del mundo pueden
ver, oír o leer
las enseñanzas
espíritas sin un
coste adicional
excepto la carga
propia de los
que se valen de
internet.
Cuando la
revista O
Consolador
surgió, varios
internautas se
refirieron a esa
posibilidad y
uno de ellos,
residente en una
ciudad en que no
existen centros
espíritas,
comentó que, a
partir de
entonces, le era
posible
participar de
los estudios
semanales que la
revista
proporciona y
acompañar lo que
ocurre en el
movimiento
espírita sin
necesidad de
salir de casa.
Hay, sin
embargo, quien
vea en el uso de
internet un
problema serio,
a pesar de las
inmensas
posibilidades
que ella nos
ofrece, que es
la falta de
ordenadores y la
falta de
conexión a
internet en un
número
considerable de
residencias. Ese
empeño no existe
en lo tocante a
los periódicos
impresos.
De hecho, es una
verdad que,
mientras,
sabemos que son
cosas
temporales.
Cuando surgió en
Brasil la
televisión,
pocos poseían
televisores,
mientras que la
radio imperaba
absolutamente.
Los años pasaron
y hoy constituye
una rareza no
tener un aparato
de TV en una
residencia
cualquiera, aún
cuando esté
situada en una
pequeña ciudad
del interior
brasileño.
Con los
ordenadores e
internet se dará
lo mismo. Las
generaciones que
vendrán a la
Tierra a partir
de nuestros
bisnietos no
podrán vivir sin
esos
instrumentos, y
es ciertamente
por eso que
tantas personas
despertaron,
casi a la vez,
para la idea de
aprovecharlos
también, y desde
ya, en la
divulgación de
enseñanzas que
sólo promueven
el bien, la paz
y la concordia
entre los
hombres.
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