|
Una gota de agua, limpia
y cristalina, cayó un
día en la tierra reseca
ayudando a humedecer el
suelo.
Insatisfecha, sin
embargo, deseaba
liberarse de la tierra
que la sofocaba.
Uniéndose a otras gotas
de agua, caminó bajo el
|
suelo hasta
encontrar un
pequeño chorro
de agua que
descendía de la
montaña. Se
incorporaron a
él y siguieron
juntos, cantando
entre las
piedras. |
Al poco se fue cansando
del bello paisaje y del
juego. Pero
inmediatamente llegaron
a un pequeño riacho y se
unieron a él, ayudando a
aumentarlo y a
aumentarle la fuerza. A
ella no le gustaban, sin
embargo, los peces,
insectos y animales
diversos, que venían a
refrescarse y beber el
agua del riacho.
Caminando siempre,
inmediatamen-te
encontraron un río y
ella quedó fascinada con
la cantidad de gotas de
agua que allí vivían.
Creyó que la vida en el
río sería muy divertida.
Pero inmediatamente
percibió que los
problemas eran los
mismos, un montón de
troncos de árboles que
de vez en cuando
descendían en su lecho,
de pequeños barcos de
pescadores
y de
personas
que |
|
en busca de
diversión. |
En poco tiempo, siempre
insatisfecha, estaba
aburrida y suspirando
por una vida diferente.
Un día divisó un vasto
lienzo de agua que
parecía no tener fin.
Parecía que toda la
tierra se había
transformado en agua. ¡Ella
exultou! Era el mar.
Sumergida en el océano,
ella se vio separada de
sus amigas. Sintió un
gusto diferente: era la
sal.
Todos eran extraños a su
alrededor y, aunque el
mar fuera bellísimo, con
muchas novedades y
distracciones, ella se
sintió muy sola. Era
sólo una pequeña gota de
agua, en un mar de
gotitas. Y, tristemente,
comenzó a recordar su
vida pasada.
Se acordó con nostalgia
de cuando había caído en
el suelo. Con su ayuda,
había nacido una linda
plantita que le había
quedado profundamente
agradecida. Después, en
aquel chorro de agua,
hubo tenido tantas
oportunidades de ayudar
a las plantas en el
margen y los insectos
que venían a beber agua.
Se acordaba con
nostalgia del riacho, de
los árboles que sacudían
sus ramas haciéndole
cosquillas, de las ranas
que jugueteaban a
esconderse en sus
márgenes.
En el río también, a fin
de cuentas, fue feliz,
aunque no lo supiera.
Los animales que venían
a matar la sede y
refrescarse en las aguas
eran amigos y siempre la
trataron con delicadeza.
Y los pajaritos, con sus
gorgojeo, le alegraban
la vida.
Suspiró, triste y
desalentada. Se sentía
inútil.
¡Si pudiera volver
atrás, me gustaría hacer
tantas cosas que no
había hecho! No hubo
aprovechado las
oportunidades que Dios
le había dado y ahora se
arrepentía.
Lloró... lloró... y
mirando para el cielo,
suplicó al Padre
Celestial que le diese
una nueva oportunidad.
Mientras hacía la
plegaria, comenzó a
sentirse ligera...
ligera... ligera... y
percibió que era
transportada para un
mundo diferente. Se
acomodó a una nube
blanda, ligera, y se
adormeció contenta.
Algunos días después,
una gota de agua,
luminosa y linda, cayó del cielo en forma de
rocío en la corola
|
|
de una flor. |
|
Tía Célia
|