Cuando esta
revista surgió –
se conmemoraban
entonces 150
años del
advenimiento de
la Doctrina
Espírita – nadie
podría imaginar
lo que nos
aguardaba.
Finalmente, la
preparación de
una edición
semanal de una
revista depende
del concurso de
muchas personas,
pues es
humanamente
imposible a un
único individuo
redactar 32
diferentes
textos cada
siete días, como
se verifica en
las ediciones
semanales de “O
Consolador”.
La historia del
surgimiento de
esta revista es
bien curiosa.
En el inicio
éramos solamente
dos sus
integrantes,
pero
inmediatamente
surgieron
colaboradores en
diferentes
lugares, tanto
en Brasil como
en el exterior.
Un poco más y se
juntaron al
equipo nuevos
compañeros y
compañeras, lo
que permitió que
este periódico
pudiera
presentar
algunos textos
en los idiomas
inglés y
español, además
de ampliar, de
modo
considerable, la
cobertura de los
eventos
espíritas
realizados en
nuestro País y
fuera de él.
Como ya habíamos
dicho un año
atrás, los
proyectos de
largo curso sólo
se hacen
posibles con
mucha dedicación
y trabajo. Con
estos dos
ingredientes es
posible contar
también con el
apoyo
indispensable de
los protectores
espirituales.
Al reafirmar ese
pensamiento,
podemos
igualmente decir
que, 36 meses
tras la primera
reunión que
decidió por la
creación de esta
revista, sus
objetivos vienen
siendo cumplidos
tales como
fueron
concebidos y la
respuesta del
lector, en el
País y fuera de
él,
ha superado
nuestras mejores
expectativas.
(Lea acerca del
asunto el
Especial
titulado La
revista O
Consolador
alcanza tres
años de vida,
publicado en la
misma edición.)
La lección que
de eso deriva
es, sin embargo,
bien clara, o
sea, es preciso
perseverar y
empeñar nuestros
mejores
esfuerzos para
que el proyecto
tenga
continuidad, sin
desviarse jamás
de las
finalidades para
las cuales fue
creado.
Observando esa
lección, tenemos
seguridad de que
haremos por
merecer el apoyo
de todas las
personas,
encarnadas y
desencarnadas,
que tienen
conciencia de la
importancia de
divulgarse
las enseñanzas
espíritas con
fidelidad a la
codificación
kardecista, que
continúa siendo
– para valernos
aquí de una
expresión
acuñada por
Herculano Pires
– la “piedra de
toque” en
cuestión de
Espiritismo.
(1)
(1)
Piedra de toque.
1. Jaspe o
cualquier otra
piedra dura y
oscura empleada
por los joyeros
para
evaluar
la pureza de los
metales. 2. Fig.
Medio de
evaluar, de
comparación.
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