¿Cómo estamos moldeando
nuestro futuro
espiritual?
La noción del bien debe
ser una directriz diaria
en nuestras
vidas y las acciones
volcadas al bien
constituyen nuestro
verdadero capital
espiritual
El compañero Carlos
Torres Pastorino
(1910-1980), en su
opúsculo Minutos de
Sabiduría, cuyo
contenido hace justicia
al título, enfatizó, con
mucha razón, que “Somos
esclavos del ayer, pero
somos dueños de nuestro
mañana”. Tal afirmación
nos remite a la
necesidad de averiguar
cómo estamos moldeando
nuestro futuro – tema
central de este
artículo.
Puesto esto, es
inicialmente pertinente
recordar las sensatas
explicaciones del
Codificador sobre el
asunto en pauta
presentes en la obra
El Evangelio según el
Espiritismo. Siendo
así, para Allan Kardec,
el Espiritismo demuestra
que la vida futura no es
más que una simple
cuestión de fe o mera
hipótesis. Se trata de
una realidad sustanciada
por hechos concretos. A
fin de cuentas, son las
propias entidades
(Espíritus) que
describen sus
experiencias más allá de
la tumba. Además de eso,
las descripciones de la
vida futura son tan
meticulosas, detalladas
y racionales que somos
llevados a estar de
acuerdo que no podría
ser de otra forma. En
consecuencia, pasamos,
por tanto a conocer la
magnitud y el
significado de la
verdadera justicia de
Dios.
En verdad, el
Espiritismo deslinda de
manera precisa los
mecanismos subyacentes a
la justicia divina, lo
que constituye, de
hecho, una de sus
principales
contribuciones a la
humanidad. Vale resaltar
también que el fenómeno
de la reencarnación –
sin el cual la idea de
vida futura no tendría
sentido – ha sido
exhaustivamente
estudiado. Los
científicos Erlendur
Haraldson e Ian
Stevenson (1918-2007),
entre otros, catalogaron
centenas de casos
sugestivos de ese
fenómeno.
Así, negar la
posibilidad de la
reencarnación con el
argumento de falta de
pruebas no se justifica
más, dado que las
evidencias a su favor
abundan por todas
partes. Por otro lado,
nuestra vida presente
sigue – es siempre
oportuno recordar – un
rumbo pre-determinado.
Dicho de otra forma, la
mayoría de nosotros
llegó aún a pedir las
“cruces” que
presentemente
cargamos... Nada nos fue
impuesto, excepción de
los casos de
reencarnación
compulsiva.
De ese modo, consonante
a la ley de acción y
reacción, estamos
cogiendo actualmente las
experiencias apropiadas
a nuestras necesidades
evolutivas. Está claro
que la mayoría,
disfrutando plenamente
de su libre albedrío,
podrá agravar o atenuar
su propia situación. Por
lo tanto, si usáramos de
tal capacidad de manera
sabia, probablemente
volveremos más aliviados
al mundo espiritual (ya
que endeudados todos
somos). Pero si usamos
esa condición de manera
inconsecuente,
agravaremos nuestro
cuadro cármico. Así
pues, habremos de
expurgar también las
nuevas faltas a través
de los sagrados
mecanismos de la ley de
causa y efecto, que
serán adicionadas a los
débitos ya existentes.
La dimensión de la
familia merece profundas
consideraciones. ¿Cómo
estamos relacionándonos
con ella?
Sin embargo, si ya
cargamos dentro de
nosotros, de hecho, la
convicción de la
inmortalidad del alma y
de la pluralidad de las
existencias, entonces es
recomendable que
reflejemos sobre lo que
estamos
haciendo en relación a
nuestro futuro
espiritual. En ese
sentido, hay varios
aspectos y dimensiones
para averiguar, como,
por ejemplo, la salud.
¿Cómo estamos cuidando
de nuestro cuerpo
físico? ¿Estamos
tratando de la
vestimenta carnal
adecuadamente? Cabe
destacar que todo lo que
hagamos en esa área
tendrá impacto en
nuestras encarnaciones
futuras. En ese sentido,
en las últimas décadas
antiguos mitos y
percepciones han caído
por tierra. Finalmente,
con el progreso
científico mucho ya se
sabe sobre lo que nos
conviene o no en
términos de salud.
Ciertos alimentos o
ingredientes antes
omnipresentes en
nuestras comidas vienen
siendo gradualmente
proscritos. Más aún, los
descubrimientos apuntan
claramente para los
maleficios de la sal,
del azúcar, de la grasa
saturada cuando
ingerimos demasiado.
El cultivo de las
adicciones merece un
capítulo a parte, dados
los perjuicios que
ocasionan en nuestros
organismos. De ese modo,
ya se sabe de la dañina
asociación del
tabaquismo y de la
aparición de los
cánceres
de cuello de útero y de
mama, por ejemplo.
Siendo así, descuidar
las advertencias y
recomendaciones de los
órganos de salud puede
traernos sinsabores
innecesarios ya que
nuestro futuro cuerpo
tendrá que presentar
serias limitaciones,
volviendo nuestra
existencia más
dificultosa.
La dimensión de la
familia merece profundas
consideraciones. ¿Cómo
estamos relacionándonos
con aquellos que nos
recibieron como padres?
¿Y nuestros hermanos y
hermanas? Es en el
ámbito familiar que
trabamos, por regla,
las primeras
experiencias de
reajustamiento cármico.
Partiendo de esa
premisa, ¿estamos
esforzándonos para
promover los debidos
reajustes ante la ley
del amor? No es raro,
somos enfrentados
por historias escabrosas
envolviendo a padres que
no respetan a su prole,
transformándolas,
inclusive, en esclavas
sexuales. Tales abusos
son lógicamente
explicabais por la ley
de acción y reacción ya
referida.
Sin embargo, ciertamente
producirán serias y
dolorosas consecuencias
a sus causantes por no
contener sus taras.
El prójimo es un aspecto
altamente relevante.
¿Qué estamos realizando
en ese campo? No hay
como avanzar
espiritualmente sin
tener al otro en mente.
El otro constituye la
oportunidad de anular el
virus del egoísmo y de
la indiferencia en
nosotros.
En función del creciente
clamor, la tendencia es
que los desvíos éticos
no sean tolerados más
Al mirar para el
compañero de existencia
(y sus necesidades)
estamos ensanchando
nuestra visión.
Solidarizarse con su
desdicha, dolencia,
sufrimiento y
necesidades es crecer en
sensibilidad. A la vez,
en nos capacita al
desarrollo de nuestra
inteligencia espiritual.
De hecho, es
inconcebible aspirar a
un futuro espiritual
mejor sin acciones
concretas en favor del
prójimo.
Nuestros talentos deben
ser cuidadosamente
escrutados. Siendo así,
¿cómo estamos empleando
nuestras capacidades y
los talentos que Dios
nos dio? Merced a la
bondad divina todos
nosotros somos
portadores
de determinadas
habilidades. Cuando son
bien aprovechadas, ellas
nos propician las
condiciones de
subsistencia e de
contribución benéfica
para los que dependen de
nuestro esfuerzo.
Infelizmente,
muchos se pierden en el
marco de sus propias
ambiciones, dejándose
llevar por sugerencias o
inspiraciones malignas.
En consecuencia,
utilizan su inteligencia
y su potencial para
herir, engañar e incluso
destruir a los que en
ellos depositaron plena
confianza.
¿Y la ética? ¿Estamos
actuando dentro de
rigurosos principios
morales? En función del
creciente clamor social,
la tendencia es que los
desvíos en esa esfera no
sean más tolerados. De
modo general, los
operarios corruptos, los
legisladores
corruptos, los
empresarios sin
escrúpulos y las
empresas que no respetan
a los consumidores
tenderán a ser
demonizados por la
sociedad. Tener una
conducta inadecuada en
esa variable puede
causar enorme
sufrimiento a los
protagonistas no sólo en
la presente vida, sino
también en futuras.
Además de eso, los
instrumentos de
comunicación virtual
vienen contribuyendo
para la diseminación de
los hechos,
especialmente los
relacionados con la
flagrante falta de
respeto a las leyes,
volviendo inviable la
posibilidad del olvido
de los deslices.
En cuanto a la variable
resignación, ¿soportamos
con humildad las pruebas
que establecemos para
nosotros mismos? Sufrir
por sufrir no tiene
sentido. Ya que hay
razones concretas para
la vivencia de tal
experiencia, entonces
debemos aceptarla con
una mirada constructiva.
De ese modo, no basta
sufrir; se ha que
enfrentar el sufrimiento
con dignidad y
estoicismo. De lo
contrario, no habrá
mérito alguno en
rebelarse u ofender a la
Divinidad.
Por otro lado, ¿somos
personas capaces de
expresar gratitud?
¿Reconocemos y
agradecemos a aquellos
que nos soportan y
auxilian en el camino
redentor? Es
prácticamente inviable a
un individuo avanzar en
la vida sin la ayuda –
esto es, sin la
benevolencia,
beneplácito y simpatía –
de los otros.
La compasión es de las
capacidades que sólo las
almas identificadas con
el ideal de progreso
espiritual poseen
Generalmente, somos
amparados y asistidos
por los de aquí y los de
allá, de la dimensión
espiritual, ¡aún más!
¿Quién no necesitó de
una ayudita aquí, un
empujoncito allá? De ese
modo, no expresar
gratitud es fallar en
una virtud vital. ¿Cómo
podemos, así, aspirar a
un futuro espiritual más
sonriente si ni siquiera
dominamos la capacidad
principiante de
agradecer?
El perdón igualmente
tiene un papel crucial
en nuestro desarrollo
espiritual. A fin de
cuentas, Jesús nos
recomendó perdonar
infinitamente. Es
evidente que olvidar las
ofensas, las acciones
perjudiciales y el
malestar causados a
nosotros por los otros
es algo difícil. Sin
embargo, no se trata de
una cosa imposible, como
el Maestro tan bien
demostró. Entonces, si
él nos sirve de modelo,
lo mejor es esforzarnos
en copiarlo.
La compasión, por su
parte, es de aquellas
capacidades que sólo las
almas ya identificadas
con el ideal de progreso
espiritual poseen. En el
mundo moderno, como se
observa, muchos han
caído bajo el peso de su
inferioridad.
Sin embargo, libre de
pecados ninguno de
nosotros está, así no
nos cabe tirar piedras a
quienquiera que sea...
Siendo la caridad la
manifestación de nuestra
preocupación con el
prójimo, hay en su lado
más saliente la
posibilidad de donación.
Recientemente, la
prestigiosa revista São
Paulo traía en uno de
sus reportajes
el siguiente título:
“Campaña del Regalo:
¿Caja de Donación o
Cesta de Basura?”
Básicamente, el texto
relataba el estado de
precariedad de muchas
ropas y calzados donados
por los ciudadanos,
hecho que dificulta
sustancialmente el
trabajo de los
voluntarios.
Es curioso que muchos
tengan dificultad de
discernir lo que puede
ser usado de lo que es
pura basura. En efecto,
a rigor no debemos temer
tirar en la basura lo
que a él pertenece, es
decir, ropas rasgadas,
impregnadas de mal olor
y sucias, así como
calzados desgastados por
el uso continuo o
agujereados en la suela.
Creo así que una
donación debe ser
encarada como la
oportunidad de dar un
regalo. De ese modo, el
ideal es que el “regalo”
sea entregado
debidamente limpio,
higienizado y, de
preferencia, perfumado,
sea su futuro
beneficiado vividor en
la calle o no.
Presos a la variable
caridad debemos insertar
en nuestra “auditoria
interior” la virtud de
la generosidad.
Finalmente, sin
generosidad en el
corazón es poco probable
que ocurran actos de
caridad. Guardar y
acumular son verbos que
deben ser interpretados
con mucha atención en el
campo espiritual.
Al conocer el
Espiritismo, asumimos
graves responsabilidades
que ninguna otra
doctrina
atribuye a sus
seguidores
Ya decía Jesús, con
mucha propiedad, que “es
más fácil entrar un
camello por el agujero
de una aguja que entrara
un rico en el reino de
Dios” (Lucas 18:25).
Deshacerse o compartir
es algo por demás
doloroso para muchas
personas portadoras de
recursos materiales en
este mundo. En ese
sentido, la revista
Época Negocios Online,
basada en el relato
anual Global Wealth de
la consultora Boston
Consultimg Group, daba
la noticia recientemente
del aumento en el número
de millonarios, esto es,
aquellos con patrimonio
por encima de US$ 1
millón. Hubo, según la
publicación, un
incremento del 14 %
alcanzando 11,2 millones
de familias en el mundo.
Tal resultado indica que
el aumento de la riqueza
llevó a una mayor
concentración de renta.
Explicando mejor: en el
2009, menos del 1% de
todas las familias del
mundo eran millonarias,
pero el porcentaje de la
riqueza mundial que
detenían era del 38%,
por encima de los 36%
del 2008. Ya las
familias con fortunas
por encima de US$ 5
millones representaban
sólo 0,1% del total,
pero detenían 21%, o US$
23 trillones, de la
riqueza mundial. Ahora,
la posesión de tan
abultados recursos
materiales y – más
importantes aún – la
sabiduría con que serán
usados serán
determinantes para el
futuro espiritual de ese
reducido grupo.
El espíritu Hermano José
en la obra Señor y
Maestro nos da
algunos consejos
valiosos referentes al
tema bajo análisis. Así,
nos recomienda el
benefactor para ser
constantes en nuestras
actitudes en el bien,
así como determinados
en nuestras
disposiciones de
beneficiar al prójimo.
La noción del bien debe
ser una directriz diaria
en nuestras vidas. Las
acciones volcadas al
bien constituyen nuestro
verdadero capital
espiritual. Si al
relacionarnos con el
semejante somos imbuidos
de ese pensamiento, un
futuro más feliz nos
aguardará. Hermano José
observa la importancia
de ser fieles a los
nobles principios que
abrazamos y coherentes
en nuestra fe. Al
conocer el Espiritismo,
asumimos
graves responsabilidades
que ninguna otra
doctrina atribuye a sus
seguidores. En efecto,
considerando que hemos
sido sistemáticamente
esclarecidos por los
mayores de la
espiritualidad, no
podemos más alegar
desconocimiento de cosas
básicas.
Está claro que no
agotamos todos los
aspectos plausibles de
ayudarnos a construir un
futuro espiritual mejor.
Pero tenemos la
impresión de que las
dimensiones ahora
examinadas pueden servir
de inicio de ese
proceso. Sea como fuera,
la indagación será
siempre oportuna: ¿qué
estamos moldeando para
nosotros?
|