El Evangelio según Marcos
Segundo
libro del Nuevo Testamento
Marcos (Discípulo de
Pedro)
(Parte 9 e final)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. El pueblo prefirió que
Barrabás fuese soltado, y no
Jesús. ¿Quién era Barrabás?
2. ¿En qué hora, según
Marcos, Jesús fue
crucificado? ¿Y cuándo
expiró él?
3. ¿Para quién, según
Marcos, Jesús apareció
primero, después de la
resurrección?
4. ¿Cuál fue la reacción de
los discípulos de Jesús al
oír de Maria Magdalena la
noticia de la resurrección?
5. ¿Qué recomendación hizo
Jesús al aparecer a los once
discípulos en Galilea?
Texto para la lectura
39. Jesús nada dice a
Pilatos en su defensa -
Al amanecer, los príncipes
de los sacerdotes, los
ancianos, los escribas y
todo el Sanedrín se
reunieron y llevaron a Jesús
a Pilatos, gobernador de la
provincia, que le preguntó:
“¿Tú eres el Rey de los
Judíos?” Jesús,
respondiéndole, dijo: “Tú lo
dices”. Los príncipes de los
sacerdotes lo acusaron,
entonces, de muchas cosas,
pero él nada respondió.
Pilatos lo interrogó por
segunda vez, pero Jesús
permaneció en silencio,
hecho que hizo a Pilatos
maravillarse. En la
secuencia, el gobernador
preguntó a la multitud si
ellos querían que fuera
suelto el Rey de los Judíos,
porque era hábito soltar el
día de la fiesta a un preso
cualquiera indicado por el
pueblo. Incitada por los
príncipes de los sacerdotes,
la multitud pidió que fuera
soltado el Rey de los
Judíos. Incitada por los
príncipes de los sacerdotes,
la multitud pidió que fuera
soltado Barrabás, no Jesús,
clamando por la
crucificación del Maestro.
Entonces Pilatos soltó a
Barrabás y entregó a Jesús
para ser crucificado. Tras
azotarlo, los soldados
llevaron al Mesías a la sala
de audiencia y convocaron
toda la cohorte. Allí lo
vistieron de púrpura y le
pusieron en la cabeza una
corona de espinos.
Y comenzaron a saludarlo,
diciendo: “¡Salve, Rey de
los Judíos!” Enseguida, lo
hirieron en la cabeza con
una caña, escupieron en él
y, puestos de rodillas,
irónicamente lo adoraron.
Luego le quitaron y lo
vistieron con los sus
propias vestiduras,
llevándolo para ser
crucificado. Un cierto
Simón, cirineo, padre de
Alejandro y de Rufo, que por
allí pasaba, fue obligado a
llevar la cruz hasta el
Gólgota, donde se dio la
crucifixión. (Marcos,
15:1 a 15:22.)
40. “¡Dios mío, Dios mío,
cuanto me glorificas!” -
Por cima del cuerpo de Jesús
estaba escrito, en la cruz,
una frase que indicaba su
acusación: El REY DE Los
JUDÍOS. Con él fueron
crucificados dos
salteadores, uno a la
derecha, otro a la
izquierda, cumpliéndose de
ese modo la escritura que
dice: Y con los
malhechores fue contado.
Los que por allí pasaban
blasfemaban de él, moviendo
sus cabezas y diciendo:
“¡Ah! tú que derribas el
templo, y en tres días lo
edificas, sálvate a ti
mismo, y desciende de la
cruz”. De igual manera
también los príncipes de los
sacerdotes y los escribas
decían, mofándose: “Salvó a
los otros, y no puede
salvarse a sí mismo.
Desciende ahora de la cruz,
Cristo, el Rey de Israel,
para que lo veamos y
creamos”. Y la misma injuria
hizo con él los que a su
lado fueron crucificados. A
La hora novena (1)
Jesús exclamó con gran voz:
Eli, Eli, lamma
sabachthani, es decir,
Dios mío, Dios mío, ¿por qué
me desamparaste? (2)
(Marcos, 15:26 a
15:34.)
41. José de Arimatea
lleva el cuerpo de Jesús
para el sepulcro -
Oyendo al Maestro decir Eli,
Eli, algunas de las personas
que allí se encontraban
pensaron que él llamaba a
Elías. Uno de ellos corrió,
entonces, a embeber una
esponja en vinagre, y,
poniéndola en una caña, se
lo dio a beber, diciendo:
“Dejad, veamos si vendrá
Elías a quitarlo”. Jesús
dio, sin embargo, un grande
grito y expiró, y el velo
del templo se rasgó en dos,
de lo alto a abajo. A cierta
distancia de la cruz estaban
algunas mujeres: Maria
Magdalena, María, madre de
Santiago, el menor, y de
José, y Salomé. Llegada la
tarde, por cuanto era el día
de la preparación, es decir,
la víspera del sábado, llegó
José de Arimatea, senador
muy considerado y honrado,
que pidió a Pilatos el
cuerpo de Jesús. Arimatea,
que había comprado una
sábana fina, envolvió en él
el cuerpo de Jesús y lo
depositó en un sepulcro
labrado en una roca,
colocando una piedra a la
puerta, bajo las miradas
atentas de Maria Magdalena y
Maria, madre de José, que
observaban atentamente donde
lo pusieron. (Marcos,
15:35 a 15:47.)
42. Magdalena encuentra
el sepulcro vacío y a un
joven dentro - Pasado el
sábado, el primer día de la
semana, María Magdalena,
María, madre de Santiago, y
Salomé compraron aromas para
ir a ungirlo y fueron al
sepulcro inmediatamente al
nacer el sol. En el camino,
se preguntaban unas a las
otras: “¿Quién nos removerá
la piedra de la puerta del
sepulcro?” Llegando, sin
embargo, al lugar de la
sepultura, vieron que la
piedra, aunque fuera muy
grande, estaba movida.
Entrando en el sepulcro, se
depararon entonces con un
joven sentado a la derecha,
vestido con una ropa larga,
blanca, lo que mucho las
espantó. El joven, sin
embargo, las tranquilizó,
diciendo: “No os asustéis;
buscáis a Jesús Nazareno,
que fue crucificado; ya
resucitó, no está aquí; he
ahí el lugar donde lo
pusieron. Pero id, decid a
sus discípulos, y a Pedro,
que él va delante de
vosotros para a Galilea;
allí lo veréis, como él os
dijo”. Las tres mujeres
salieron apresuradamente,
sin decir nada, ya que
estaban poseídas de un gran
temor y asombro. (Marcos,
16:1 a 16:8.)
43. Jesús aparece y da a
los apóstoles un último
consejo – Jesús apareció
después a los once apóstoles
cuando estos estaban a la
mesa y reprobó severamente
su obstinada incredulidad,
porque ellos no creyeron ni
en aquellos que lo habían
visto resucitado.
Y les dijo: “Id al mundo
entero, proclamad el
Evangelio a todas las
criaturas. Quién creyera y
fuera bautizado, será
salvado. Quién no creyera,
será condenado. He ahí los
prodigios que acompañarán a
los que crean: en mi nombre
expulsarán demonios,
hablarán lenguas nuevas,
cogerán serpientes y, si
bebieran un veneno mortal,
no les hará mal alguno;
impondrán las manos sobre
los enfermos y ellos serán
curados”. Dicho eso, Jesús
fue arrebatado (3)
al cielo.
Notas:
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. ¿El pueblo prefirió que
Barrabás fuese soltado, y no
Jesús. ¿Quién era Barrabás?
Barrabás, que fue prendido
con otros amotinadores,
había en un motín cometido
una muerte. Él formaba parte
de un grupo de israelitas
que no admitían el yugo de
Roma sobre su país.
(Marcos, 15:6 a 15:11.)
2. ¿En qué hora, según
Marcos, Jesús fue
crucificado? ¿Y cuándo
expiró él?
Jesús fue crucificado a la
hora tercera y expiró a la
hora nona, o sea, a las 15
horas del mismo día.
(Marcos, 15:22 a 15:37.)
3. ¿Para quién, según
Marcos, Jesús apareció
primero, después de la
resurrección?
Jesús, habiendo resucitado
en la mañana del primer día
de la semana, se apareció
primeramente a María
Magdalena, de la cual había
expulsado siete demonios.
(Marcos, 16:1 a 16:10.)
4. ¿Cuál fue la reacción de
los discípulos de Jesús al
oír de María Magdalena la
noticia de la resurrección?
Maria Magdalena, después que
vio a Jesús, partió y
anunció el hecho a aquellos
que habían andado con él,
los cuales estaban tristes y
llorando, pero ellos no la
creyeron. Enseguida, el
Maestro se manifestó de otra
forma a dos de ellos, que
iban de camino para el
campo. Estos avisaron a los
demás, pero ni así ellos
creyeron. (Marcos, 16:10
a 16:13.)
5. ¿Qué recomendación hizo
Jesús al aparecer a los once
discípulos en Galilea?
Antes de la recomendación,
Jesús les lanzó en el rostro
su incredulidad y dureza de
corazón, por no haber creído
en los que lo habían visto
ya resucitado. Y recomendó:
Id por todo el mundo,
predicad el evangelio
a toda criatura. Quién
creyera y sea bautizado será
salvado; pero quién no
creyera será condenado. Y
estas señales seguirán a los
que crean: En mi nombre
expulsarán los demonios;
hablarán nuevas lenguas;
cogerán las serpientes; y,
si bebieran alguna cosa
mortífera, no les hará daño
alguno; y pondrán las manos
sobre los enfermos, y los
curarán. (Marcos, 16:14 a
16:18.)