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Metaneurología
Una visión espiritual
del cerebro
(1ª Parte)
Las nuevas áreas
El estudio de cráneos
fósiles está acumulando
revelaciones
sorprendentes sobre el
cerebro de animales que
vivieron hace millones
de años. Esa nueva
especialidad, la
neuropaleontología,
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estudia
pequeñas señales
marcadas en el cráneo de
esos animales. La
expansión del cerebro
con el uso predominante
de la mano derecha, el
perfeccionamiento de la
visión en detrimento del
olfato,
la capacidad de producir
herramientas y el
desarrollo de las áreas
del lenguaje, refleja en
el cráneo cambios en
determinadas áreas que
podemos observar más
tarde, miles de años
después. |
A partir de los años
setenta del Siglo
pasado, los científicos
percibieron que podrían
estudiar el cerebro
visualizando sus
mecanismos biológicos.
Fenómenos tan complejos
como la memoria,
la atención y el
lenguaje son analizados,
ahora, a partir de las
neuronas, sus sinapsis,
los neurotransmisores,
las redes neuronales y
los sistemas modulares
comprometidos con esas
funciones.
Fue creada así la
neurociencia cognitiva,
cuyo propósito es
revelar qué fenómenos
biológicos ocurridos en
el cerebro están
relacionados a
determinados fenómenos
psicológicos.
Por otro lado,
analizando
comportamientos que
ocurren en animales de
diversos niveles
evolutivos, los
estudiosos crearon la
psicología evolucionista
y, cuantificando la
participación del
patrimonio genético
ligado a esos
comportamientos,
desarrollándose la
genética comportamental.
El progreso en las
neurociencias está
revelando funciones
cerebrales jamás
sospechadas. Incluso la
espiritualidad, que se
revela en matices
variados en cada uno de
nosotros, está siendo
estudiada
científicamente. La
neuroteología viene
identificando la
actividad cerebral que
se relaciona a ese tipo
de sentimiento.
Como estudiar el cerebro
El cerebro trabaja
movilizando múltiples
funciones, integrándolas
y organizándolas dentro
de un sistema
jerarquizado. Un
fenómeno simple como
sentir el efecto de la
picadura de una aguja
tiene
un local anatómico
preciso en una región
cerebral conectada a la
sensibilidad dolorosa,
pero su repercusión
psicológica moviliza
diversas áreas. Por otro
lado, funciones
complejas como el
lenguaje,
el cálculo, la
escritura, la memoria y
la toma de decisiones
exigen desde su inicio,
la integración de varias
regiones anatómicas y,
cada uno de esos
procedimientos, puede
reclutar caminos
diversos para su
ejecución.
La interpretación de
cada uno de los
fenómenos cerebrales que
conocemos aún exige el
razonamiento
reduccionista usado por
el método científico. En
una determinada área
cerebral que motiva
nuestro
interés, podemos
estudiar las vías de
entrada y salida de sus
porción de hebras
nerviosas y ampliar con
el microscopio el
estudio de sus neuronas.
La neurona, por su
parte, nos revelará sus
membranas,
sus receptores y su
química que dispara la
comunicación con sus
miles de vecinos. La
composición química de
los neurotransmisores ya
está identificada en
decenas de substancias
que los componen. Ya
tenemos métodos
bioquímicos para
identificar su
producción y
distribución en regiones
particulares del
cerebro. Conocemos, por
ejemplo,
por donde circula la
serotonina, la
noradrenalina y la
dopamina en diversas
regiones cerebrales.
En el estudio de las
funciones complejas a
las cuales ya nos
referimos, podemos
seguir, también, el
camino inverso.
Agregamos funciones de
diversas áreas en el
intento de comprender
toda la complejidad que
envuelve el fenómeno. La
memoria y el lenguaje
son óptimos ejemplos
para exigir nuestra
reflexión sobre su
presentación multiforme.
¿Qué nos hace recordar y
olvidar? ¿Por qué el
niño expande tan
rápidamente su
vocabulario y el adulto
tiene enorme dificultad
de aprender una segunda
lengua? ¿Cómo
conseguimos recordarnos
de un rostro familiar en
medio de una multitud?
Las diversas áreas de
las neurociencias están,
reconocidamente,
produciendo un avance
extraordinario en la
interpretación del
cerebro y de la mente,
sin embargo, aún están
lejos de la frontera
final. La Física ya se
consolidó con Teorías
que funcionan muy bien
en su papel de explicar
el mundo físico. La
relación de identidad
entre energía y materia
unificó principios
fundamentales entre esas
Teorías. La Biología ya
construyó sus
fundamentos básicos al
descubrir la célula, la
evolución de las
especies y el ADN, pero
la psicología,
pretendiendo estudiar la
mente,
sólo produjo hasta ahora
Teorías provisionales y
ninguna con certificado
de validez. Tenemos que
reconocer que aún
estamos lejos de contar
con una Teoría
unificadora para
explicar la mente.
Cuando escribí sobre el
“cuerpo mental”,
tuve la intención de
traer para la neurología
un estudio clínico que
puede introducir un
nuevo paradigma en el
conocimiento de la
mente. Sin cualquier
presunción, estoy
llamando a este
conocimiento como
metaneurología.
Funciones cerebrales
Vamos a considerar
funciones cerebrales
cuyos mecanismos ya
están razonablemente
conocidos:
La visión de un objeto
– La luz que refleja en
ese objeto se proyecta a
nuestros ojos
señalizando las neuronas
en la retina. A partir
de ahí el estímulo
nervioso recorre vías
anatómicas que llevan
este estímulo hasta
al cortes visual.
Distribuidos en capas
concéntricas como una
cáscara de cebolla, las
neuronas codifican en
áreas próximas, cada una
de las particularidades
del objeto a ser
visualizado. Así es que
tenemos un lugar
específico para ver la
forma del objeto, otro
lugar para ver su color
y otro aún para percibir
sus movimientos. Ese
objeto puede ser, por
ejemplo, la mano de
alguien llamándonos.
Tras eso tenemos al
frente un gran enigma:
como el cerebro junta
esas informaciones
decompuestas – la forma,
el color y el movimiento
– en un único objeto
acompañado de su
significado, o sea, el
reconocimiento de un
objeto que nos es
familiar o no.
Vamos a hablar de la
memoria
– Todos saben que
tenemos una memoria de
corto plazo, que nos
sirve para las
resoluciones de lo
cotidiano. ¿Cuál es mi
compromiso hoy? ¿Qué
acabo de ver en la
televisión? Cuando mi
mujer preguntó,
¿Qué hora dije yo que
volvería para casa?
Tenemos también una
memoria de largo plazo.
Quiénes son mis padres,
dónde nací y qué
medicamento uso yo para
el dolor de cabeza. Esa
memoria puede ser
rescatada parcialmente a
partir de cierto
esfuerzo. Podemos
acordarnos de escenas
que vivimos en el último
viaje vacacional. Otras
veces esa memoria es
traidora
y nos deja de la mano no
permitiéndonos recordar
del nombre de un amigo.
Estudios sistemáticos
sobre el rescate de
memoria han confirmado
que todo relato de
hechos memorizados está
impregnado de
imaginación. Podemos
confirmar, también, que
la gente no se acuerda
de lo que ocurrió, en
verdad, recordamos de lo
que pensamos haya
ocurrido. Los
científicos de la mente
están usando la
expresión “facción”
para nombrar esa mezcla
de hechos con ficción. Y
nuestra memoria es
generosa en crear esa
mezcla explosiva.
El lenguaje hablado
– En 1867, Paul Broca
confirmó que el giro
frontal inferior del
hemisferio izquierdo
está relacionado con la
emisión del lenguaje
hablado y, algunos años
más tarde, Carl Wernicke
relacionó
la comprensión del
lenguaje a un área
situada un poco más
atrás, en el lobulo
parietal izquierdo. A
partir de ahí, con
aumento de eminentes
neurólogos como Pierre
Marie, quedó delimitado
un “cuadrilátero”, con
estructuras corticales y
sub-corticales
relacionados con nuestra
capacidad de revelar
nuestro pensamiento por
el lenguaje hablado y
seamos comprendidos por
los que nos oyen. Tras
los trabajos de Noam
Chomsky, sabemos que el
niño nace con un módulo
gramatical que le
facilita aprender
cualquiera de las
lenguas humanas. El
estímulo del ambiente y
la cultura de cada
pueblo van añadiendo el
vocabulario que
sedimenta en el niño la
lengua materna.
La escritura
– actividades motoras
simples como extender la
pierna pueden ser
realizadas con el
reflejo rotular,
envolviendo teóricamente
dos neuronas – una para
estimular el reflejo y
otra para elaborar la
respuesta. Apretar la
mano ya exige cierta
dosis de intencionalidad
y escribir un texto
implica en una capacidad
especial para crear una
idea, la producís en un
texto con palabras y
utiliza un instrumento
como la pluma o el
ordenador para
transcribirlo.
El diálogo humano
– mantener una
conversación con un
amigo que acaba de
llegar va a obligarnos a
movilizar una serie de
ideas y las transmitís
en palabras. Ese amigo
puede preguntarnos: ¿Qué
coche tienes tú ahora?
Yo, casi que
inmediatamente,
respondo: Honda Cyvic
verde. De ahí a poco
nosotros dos escuchamos
la voz de mi esposa
haciendo la corrección -
Honda verde era el
coche del año pasado,
ahora tenemos Honda
negro. Fui traicionado
por la distracción y por
la falta de memoria.
(Este artículo será
concluido en la próxima
edición de esta
revista.)
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