El Evangelio según Lucas
Tercer
libro del Nuevo Testamento
Lucas (Discípulo de
Pablo)
(Parte 9)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
1. Jesús comparó el reino de
Dios al grano de mostaza y
también a la levadura. ¿Qué
mensaje el Señor quiso pasar
con tales comparaciones?
2. ¿Qué enseñanzas contienen
la parábola de la cena?
3. Jesús, en tres frases
diferentes, estableció las
condiciones que debemos
recoger para ser sus
discípulos. ¿Qué condiciones
son esas?
4. En el capítulo 15 del
Evangelio narrado por Lucas
aparecen encadenadas tres
parábolas de fondo bastante
semejante – la de la oveja
perdida, la del dracma
desaparecido y la del hijo
pródigo. ¿Cuál es el sentido
de las tres parábolas?
5. ¿Por qué Jesús afirmó que
ningún siervo puede servir a
dos señores, ni servir a
Dios ni a Mamom?
Texto para la lectura
35. Mucho se pedirá a
quién mucho se ha dado -
En la secuencia, recomendó
Jesús: “No temas, oh pequeño
rebaño, porque a vuestro
Padre agradó daros el reino.
Vended lo que tenéis, y dad
limosnas. Haced para
vosotros bolsas que no se
envejezcan; tesoro en los
cielos que nunca acaba,
adónde no llega el ladrón y
la herrumbre no roe. Porque,
donde esté vuestro tesoro,
allí estará también vuestro
corazón. Estén ceñidos
vuestros lomos, y encendidas
vuestras candelas. Y sed
vosotros semejantes a los
hombres que esperan a su
señor, cuando haya de volver
de las bodas, para que,
cuando venga, y toque, luego
puedan abrirle.
¡Bienaventurados aquellos
siervos, los cuales, cuando
el Señor venga, hallar
vigilando! En verdad os digo
que se ceñirá, y los hará
sentar a la mesa, y,
llegando, los servirá. Y, si
viniera en la segunda
vigilia, y se viniera en la
tercera vigilia, y los
hallar así, bienaventurados
son tales siervos. Sabed,
sin embargo, esto: que, si
el padre de familia supiera
a que hora habría de venir
el ladrón, vigilaría, y no
dejaría minar su casa. Por
lo tanto, estad vosotros
también vigilantes; porque
vendrá el Hijo del hombre a
la hora que no imagináis”.
Oyendo esas palabras, Pedro
le preguntó: “Señor, ¿dices
esa parábola a nosotros, o
también a todos?” Le
respondió Jesús: “¿Cuál es,
pues, el mayordomo fiel y
prudente, a quien el señor
puso sobre sus siervos, para
darles a tiempo la ración?”
Y añadió: “Bienaventurado
aquel siervo a quien el
Señor, cuando venga, hallara
haciendo así. En verdad os
digo que sobre todos sus
bienes lo pondrá. Pero, si
aquel siervo dice en su
corazón: Mi señor tarda en
venir; y comenzara a dar
patadas a los criados y
criadas, y a comer, y a
beber, y a embriagarse,
vendrá el Señor de aquel
siervo el día en que el no
espera, y en una hora que él
no sabe, y lo separará, y le
dará su parte con los
infieles. Y el siervo que
sabe la voluntad de su
señor, y no se prepare, ni
hizo conforme su voluntad,
será castigado con muchos
azotes; pero el que no la
supiera, e hizo cosas dignas
de azotes, con pocos azotes
será castigado. Y, a
cualquiera que mucho le sea
dado, mucho se le pedirá, y
al que mucho se le confió,
mucho más se le pedirá”.
(Lucas, 12:32 a 12:48.)
36. El Maestro enfatiza
que debemos estar atentos
- Insistiendo en la
importancia de la atención y
vigilancia, el Señor dijo a
la multitud: “Cuando veis la
nube que viene del
occidente, luego decís: Allá
viene lluvia, y así sucede.
Y, cuando sopla el sur,
decís: Habrá calma; y así
sucede. Hipócritas, sabéis
discernir la faz de la
tierra y del cielo; ¿cómo no
sabéis entonces discernir
este tiempo? ¿Y por qué no
juzgáis también por vosotros
mismos lo que es justo?
Cuando pues vas con tu
adversario al magistrado,
busca librarte de él en el
camino en el camino; para
que no suceda que te
conduzca al juez, y el juez
te entregue al oficial de
justicia, y el oficial de
justicia te encierre en la
prisión. Te digo que no
saldrás de allí mientras no
pagues el último ceitil”.
(Lucas, 12:54 a 12:59.)
37. Jesús advierte para
la necesidad del
arrepentimiento - Cierta
vez, estando presentes allí
algunos que hablaban de los
galileos, cuya sangre
Pilatos hubo mezclado con
sus sacrificios, Jesús les
preguntó: “¿Cuidáis vosotros
que esos galileos fueron más
pecadores que todos los
galileos, por haber padecido
tales cosas? No, os digo;
antes, si no os arrepentid,
todos de igual modo
pereceréis. ¿Y aquellos
dieciocho, sobre los cuales
cayó la torre de Siloé y los
mató, cuidáis que fueron más
culpables que todos cuántos
hombres habitan en
Jerusalén? No, os digo;
antes, si no os arrepentid,
todos de igual modo
pereceréis”. Y les contó
entonces la parábola de la
higuera. (Lucas, 13:1 a
13:6.)
38. Los últimos serán los
primeros y los primeros
serán los últimos -
Jesús recorría las ciudades
y las aldeas, enseñando,
cuando alguien le preguntó:
“¿Señor, son pocos los que
se salvan?” El Maestro le
respondió, recomendando:
“Porfiáis por entrar por la
puerta estrecha; porque yo
os digo que muchos buscarán
entrar, y no podrán”.
“Cuando el padre de familia
se levante y cierre la
puerta, y comencéis a estar
de fuera, y a tocar a la
puerta, diciendo: Señor,
Señor, ábrenos; y,
respondiendo él, os diga: No
sé de donde sois vosotros;
entonces comenzaréis a
decir: Hemos comido y bebido
en tu presencia, y tú has
enseñado en nuestras calles.
Y él os responderá: Os digo
que no sé de donde sois
vosotros; apartaos de mí,
vosotros todos los que
practicáis la iniquidad.
Allí habrá lloro y crujir de
dientes, cuando veáis a
Abrahán e Isaac, y Jacob, y
todos los profetas en el
reino de Dios, y vosotros
lanzados fuera. Y vendrán
del oriente y del occidente,
y del norte y del sur, y se
sentarán a la mesa en el
reino de Dios. Y he ahí que
últimos hay que serán los
primeros; y primeros hay que
serán los últimos.”
(Lucas, 13:22 a 13:30.)
39. Importa caminar hoy,
mañana y el día siguiente
- Aquel mismo día llegaron
unos fariseos, diciendo a
Jesús: “Sal, y retírate de
aquí, porque Herodes quiere
matarte”. El Maestro les
respondió: “Id, y decid a
aquella raposa: He ahí que
yo expulso demonios, y
efectúo curas, hoy y mañana,
y en el tercer día soy
consumado. Importa, sin
embargo, caminar hoy,
mañana, y el día siguiente,
para que no suceda que muera
un profeta fuera de
Jerusalén”. “¡Jerusalén,
Jerusalén, que matas los
profetas, y apedreas a los
que te son enviados!
¿Cuántas veces quise yo
juntar a tus hijos, como la
gallina a sus polluelos bajo
las alas, y no quisiste? He
ahí que vuestra casa se os
dejará desierta. Y en verdad
os digo que no me veréis
hasta que venga el tiempo en
que digáis: Bendito aquel
que viene en nombre del
Señor.” (Lucas, 13:31 a
13:35.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. Jesús comparó el reino de
Dios al grano de mostaza y
también a la levadura. ¿Qué
mensaje el Señor quiso pasar
con tales comparaciones?
Según las palabras de Jesús,
el reino de Dios es
semejante al grano de
mostaza que un hombre,
tomándolo, lanzó en su
huerta; y él creció y se
hizo un gran árbol, y en sus
ramas se anidaban las aves
del cielo. Y es también
semejante a la levadura que
una mujer, tomándola,
escondió en tres medidas de
harina, hasta que todo
fermentó.
Según Carlos Torres
Pastorino, en Sabiduría del
Evangelio, 5º volumen, pp.
114 y 115, la interpretación
común es que Jesús destaca
que la vida espiritual, aún
comenzando pequeñita, crece
enormemente. En el campo
iniciático, la imagen de la
semilla y de la levadura
significa que la jornada no
es hecha por medio de
acciones externas, sino con
el inicio humilde dentro de
sí mismo. El reino de los
cielos no es el coronamiento
mundano de valores terrenos,
pero la labor oculta
(“enterrado, escondido”), lo
único que puede garantizar
el crecimiento posterior
correcto y benéfico.
Coloquemos la semilla,
aunque pequeña, y la
levadura, aunque poco, en el
corazón de las criaturas, y
aguardemos que cada uno
crezca por sí. Sepamos
actuar en nosotros y en los
otros, con humildad, y la
acción divina actuará por sí
misma. (Lucas, 13:18 a
13:21.)
2. ¿Qué enseñanza contiene
la parábola de la cena?
Esa parábola puede ser así
resumida: Un cierto hombre
hizo una grande cena, e
invitó a muchos. Y a la hora
de la cena mandó a su siervo
decir a los invitados:
Venid, que ya todo está
preparado. Y todos, uno a
uno, comenzaron a excusarse.
Le dijo el primero: Compré
un campo, e importa ir a
verlo; te ruego que me des
por excusado. Y otro dijo:
Compré cinco yuntas de
bueyes, y voy a probadlos;
te ruego que me des por
escusado. Y otro dijo: Me
casé y, por lo tanto, no
puedo ir. Volviendo, el
siervo anunció estas cosas a
su señor. Entonces el padre
de familia, indignado, dijo
a su siervo: Sal deprisa por
las calles y barrios de la
ciudad, y traed aquí a los
pobres, y paralíticos, y
mancos y ciegos. Y dijo el
siervo: Señor, hecho está
como mandaste; y aún hay
lugar. Y dijo el señor al
siervo: Sal por los caminos
y, fuérzalos a entrar, para
que mi casa se llene. Porque
yo os digo que ninguno de
aquellos hombres que fueron
invitados probará mi cena.
Muy semejante a la parábola
del festín de las bodas
constante del Evangelio de
Mateo, esta narrada por
Lucas tiene un deshecho
diferente, que es asociado
generalmente a la idea del
despertamiento, o sea, la
invitación del Evangelio es
hecho a todos, pero ni todos
despertaron para su
aceptación y, por eso,
rechazan la invitación,
privándose voluntariamente
de “probar la cena”, es
decir, las bienes que las
enseñanzas morales de Cristo
nos traen, como camino
infalible, según Kardec, de
la felicidad esperada.
(Lucas, 12:12 a 14:24.)
3. Jesús, en tres frases
diferentes, estableció las
condiciones que debemos
ocuparnos para ser sus
discípulos. ¿Qué condiciones
son esas?
La primera condición es
esta: si alguien viene a mí,
y no aborrece a su padre,
madre, mujer, hijos,
hermanos y hermanas, y aún
también a su propia vida, no
puede ser mi discípulo. La
segunda: aquel que no
llevara su cruz, y no venga
en pos de mí, no puede ser
mi discípulo. La tercera:
cualquier persona que no
renunciara a todo cuánto
tiene no puede ser mi
discípulo.
En todas ellas, la idea es
la misma, o sea, es preciso
abnegación, dedicación,
desprendimiento y renuncia
para seguir fielmente a
Cristo y soportar todas las
dificultades de ahí
resultantes. (Lucas,
14:26 a 14:35.)
4. En el capítulo 15 del
Evangelio narrado por Lucas
aparecen encadenadas tres
parábolas de fondo bastante
semejante – la de la oveja
perdida, la del dracma
desaparecido y la de el hijo
pródigo. ¿Cuál es el sentido
de las tres parábolas?
La primera habla de la oveja
que se perdió, la segunda
habla del dracma
desaparecido y ambas
destacan la alegría inmensa
que el pastor y la mujer
sintieron al encontrarlas.
La tercera parábola habla
del hijo que volvió a la
casa paterna, tras haber
disipado sus bienes, y de la
felicidad con fue recibido
por su padre, a pesar de la
implicación de su hermano
más mayor, que no veía
motivos para tanta alegría.
Una de las explicaciones del
padre, conforme narra la
parábola, está en este tramo
de su conversación con el
hijo más mayor: Era justo
alegrarnos y descansar,
porque este tu hermano
estaba muerto, y revivió; y
se había perdido, y se
encontró.
De acuerdo con la
interpretación más conocida,
las tres parábolas señalan
como es importante el
despertamiento de las
personas para los asuntos
realmente relevantes de la
vida y como Dios, nuestro
Padre, queda feliz cuando
alguno de sus hijos vuelve
al buen camino. (Lucas,
15:3 a 15:32.)
5. ¿Por qué Jesús afirmó que
ningún siervo puede servir a
dos señores, ni servir a
Dios ni a Mamom?
Mamom o Mamon es un término
utilizado en la Biblia para
describir la riqueza
material o la codicia, pero
no siempre aparece
personificado como una
divinidad. La palabra es una
transliteración de la
palabra hebraica "Mamom",
que significa, literalmente,
"dinero". Ningún siervo,
dijo Jesús, puede servir a
dos señores, porque o hay
que odiar a uno y amar al
otro, o si ha de llegar a
uno y despreciar al otro.
Con esa imagen, tan clara y
lógica, Jesús enfatizó: No
podéis servir a Dios y a
Mamom. La razón es muy
simple: los intereses de
nuestro Padre no son los
mismos de Mamom y viceversa,
pues el desprendimiento de
los bienes materiales es una
de las virtudes que hacen
que el alma se eleve, y
nadie ignora los maleficios
que vienen de la avaricia.
(Lucas, 16:13 a 16:15.)