El Evangelio según Juan
Cuarto
libro del Nuevo Testamento
Juan (Apóstol de Jesús)
(Parte 4)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. ¿Cuál es, según Jesús, el
significado de estas
palabras: “Yo soy el pan de
la vida”?
2. Cuando Jesús enseñaba en
el templo, los judíos se
maravillaban, diciendo:
“¿Cómo sabe este letras, no
habiéndolas aprendido?” ¿Qué
respuesta les dio Jesús?
3. ¿Por qué razón el hecho
de que Jesús viviera en
Galilea contribuyó para que
muchos no lo consideraran el
Mesías prometido?
4. ¿Qué enseñó Jesús a los
fariseos que le trajeron a
una mujer atrapada en
adulterio?
5. En el episodio de la
mujer adúltera, Jesús le
hizo a ella una importante
recomendación. ¿Qué le dijo
el Maestro?
Texto para la lectura
14. Muchos discípulos,
hallando duro el discurso
del Maestro, se alejan -
El sermón en que Jesús
declaró ser “el pan de la
vida” fue dicho por el
Maestro en la sinagoga de
Cafarnaún, pero muchos de
sus discípulos hallaron duro
ese discurso. Conocedor de
eso, Jesús les dijo: “¿Esto
os escandaliza? ¿Qué sería,
pues, si vierais subir al
Hijo del hombre para donde
primero estaba? El espíritu
es lo que vivifica, la carne
para nada aprovecha; las
palabras que yo os dije son
espíritu y vida. Pero hay
algunos de vosotros que no
creen”. Porque bien sabía
Jesús, desde el principio,
quien eran los que no
creían, y quién eran los que
lo habían de entregar.
Enseguida, él advirtió: “Por
eso yo os digo que nadie
puede venir a mí, si por mi
Padre le fuera concedido”.
Desde entonces muchos de sus
discípulos se volvieron para
atrás y ya no andaban con
él. Entonces Jesús preguntó
a los doce: “¿Queréis
vosotros también retiraros?”
Le respondió Simón Pedro:
“¿Señor, para quien iremos
nosotros? Tú tienes las
palabras de la vida eterna.
Y nosotros hemos creído y
conocido que tú eres Cristo,
el Hijo de Dios viviente”.
(Juan, 6:59 a 6:71.)
15. Jesús evita andar por
Judea porque los judíos
quieren matarlo - Tras
esto Jesús andaba por
Galilea y ya no quería andar
por Judea, pues los judíos
buscaban matarlo. Como
estaba próxima la fiesta de
los tabernáculos que los
judíos conmemoraban, le
dijeron sus hermanos: “Sal
de aquí, y ve para Judea,
para que también tus
discípulos vean las obras
que haces. Porque no hay
nadie que busque ser
conocido que haga cosa
alguna en oculto. Si haces
estas cosas, te manifiestas
al mundo”. Jesús respondió:
“Aún no es llegado mi
tiempo, pero vuestro tiempo
siempre está listo. El mundo
no os puede aborrecer, pero
él me aborrece a mí, por
cuanto de él testifico que
sus obras son malas. Subid
vosotros a esta fiesta; yo
no subo aún a esta fiesta,
porque aún mi tiempo no está
cumplido”. El Maestro se
quedó entonces en Galilea y
solo fue a la fiesta, en
secreto, después que sus
compañeros partieron. Ahora,
los judíos lo buscaban en la
fiesta y preguntaban:
“¿Dónde está él?” Y había
grande murmuración entre la
multitud a su respecto. Unos
decían: Él es bueno. Otros
decían: Él engaña al pueblo.
Pero nadie hablaba esto
abiertamente, por miedo a
los judíos. (Juan, 7:1 a
7:13.)
16. Jesús reitera haber
sido enviado por el Padre, a
quién él conoce muy bien
- Habiendo subido al templo,
Jesús enseñaba a los que
allí estaban, y, como sabía
que los fariseos querían
matarlo, preguntó: “¿No os
dio Moisés la ley”? y
ninguno de vosotros observa
la ley. ¿Por qué buscáis
matarme?” Enseguida, afirmó:
“Hice una sólo obra, y todos
os maravilláis. Por el
motivo de que Moisés os dio
la circuncisión, el sábado
circuncidais a un hombre.
¿Si el hombre recibe la
circuncisión el sábado, para
que la ley de Moisés no sea
quebrantada, indignaos
contra mí, porque el sábado
curé de todo a un hombre?”
“No juzguéis según la
apariencia, pero juzgad
según la recta justicia.” En
ese momento algunos de los
hombres de Jerusalén
preguntaron: “¿No es este el
que buscan matar? Helos ahí
hablando abiertamente y nada
le dicen. ¿Saben
posiblemente los príncipes
que este es Cristo?” El
Señor sin embargo, si nada
importarle, clamaba en el
templo: “Vosotros me
conocéis, y sabéis de donde
soy; y yo no vine de mí
mismo, pero aquel que me
envió es verdadero, el cual
vosotros no conocéis. Pero
yo lo conozco, porque de él
soy y él me envió”.
(Juan, 7:20 a 7:29.)
17. El Maestro dice que
quién crea en él jamás
tendrá sed - Los
fariseos y los sacerdotes
buscaban prender a Jesús,
pero nadie consiguió echó
mano de él, porque no había
aún llegado la hora. Muchos,
sin embargo, creyeron en él
y preguntaban: “¿Cuándo
Cristo venga, hará aún más
señales que los que este ha
hecho?” Los fariseos y los
principales de los
sacerdotes no les gustó oír
tales cosas y, por eso,
mandaron servidores para
prenderlo. Les dijo
entonces, Jesús: “Aún un
poco de tiempo estaré con
vosotros, y después voy para
aquel que me envió. Vosotros
me buscaréis, y no me
hallaréis; y donde yo estoy,
vosotros no podéis venir”.
Los judíos no entendieron
esas palabras y se
preguntaban unos a los
otros: “¿Para donde irá él,
que no lo hallaremos? ¿Irá
posiblemente para los
griegos? Y que palabra es
esta: ¿Me buscaréis y no me
hallaréis? ¿Adónde yo estoy
vosotros no podéis ir?” El
último día, el gran día de
la fiesta, Jesús se puso de
pie y clamó, diciendo: “Si
alguien tiene sed, venga a
mí, y beba. Quién cree en
mí, como dice la Escritura,
ríos de agua correrán en su
vientre”. (Juan, 7:30 a
7:39.)
18. Nunca hombre alguno
habló así como Jesús -
Las palabras de Jesús eran
aceptadas por unos,
rechazadas por otros,
naciendo, por lo tanto,
entre el pueblo disensión a
causa de él. Pero, aunque
algunos quisieran prenderlo,
nadie lo consiguió. Yendo
tales servidores a tener con
los principales de los
sacerdotes y fariseos, estos
les preguntaron: “¿Por qué
no lo trajisteis?”
Respondieron los servidores:
“Nunca hombre alguno habló
así como este hombre”.
Replicaron los fariseos:
“¿También vosotros fuisteis
engañados? ¿Creyó en él
posiblemente alguno de los
principales o de los
fariseos?” Nicodemos, que
era uno de ellos (aunque de
noche fuera hablar con
Jesús), les dijo: “¿Por
ventura condena nuestra ley
un hombre sin primero oírla
y tener conocimiento de lo
que hace?” Respondieron
ellos: “¿Eres tú también de
Galilea? Examina, y verás
que de Galilea ningún
profeta surgió”. Y cada uno
fue para su casa. (Juan,
7:43 a 7:53.)
Respuestas a las cuestiones
propuestas
1. ¿Cuál es, según Jesús, el
significado de estas
palabras: ¿“Yo soy el pan de
la vida?
Antes de ella, el Maestro
hubo dicho: “Aquel que cree
en mí tiene la vida eterna”.
Enseguida: “Yo soy el pan de
la vida”. He ahí la
explicación dada por Jesús:
“Vuestros padres comieron el
maná en el desierto, y
murieron. Este es el pan que
desciende del cielo,
para que lo que de el coman
no mueran. Yo soy el pan
vivo que descendió del
cielo; si alguien come de
este pan, vivirá para
siempre; y el pan que yo dé
es mi carne, que yo daré por
la vida del mundo”.
(Juan, 6:47 a 6:58.)
2. Cuando Jesús enseñaba en
el templo, los judíos se
maravillaban, diciendo:
“¿Cómo sabe este letras, no
habiéndolas aprendido?” ¿Que
respuesta les dio Jesús?
Jesús les dijo: “Mi doctrina
no es mía, sino de aquel que
me envió. Si alguien
quisiera hacer la voluntad
de él, por la misma doctrina
conocerá si ella es de Dios,
o si yo hablo de mí mismo.
Quién habla de sí mismo
busca su propia gloria; pero
el que busca la gloria de
aquel que lo envió, ese es
verdadero, y no hay en él
injusticia”. (Juan, 7:14
a 7:19.)
3. ¿Por qué razón el hecho
de que Jesús viviera en
Galilea contribuyó para que
muchos no lo consideraran el
Mesías prometido?
Dos fueron los motivos. El
primero: las Escrituras
decían que Cristo vendría de
la descendencia de David y
nacería en Belén, que
quedaba en Judea. El segundo
motivo es que de Galilea
jamás hubo surgido profeta
alguno. (Juan, 7:40 a
7:43. Ver también 7:50 a
7:53)
4. ¿Qué enseñó Jesús a los
fariseos que le trajeron a
una mujer atrapada en
adulterio?
Tras ponerla en medio de la
turba, los fariseos le
dijeron: “Maestro, esta
mujer fue atrapada, en el
propio acto, adulterando. Y
en la ley nos mandó Moisés
que tales sean apedreadas.
Tú, pues, ¿qué dices?” Esto
decían ellos, tentándolo
para que tuviesen de que
acusarlo, pero Jesús,
inclinándose, escribía con
el dedo en la tierra. Pasado
algún tiempo, como
insistieran, preguntándole,
Jesús les dijo: “Aquel que
de entre vosotros esté sin
pecado sea el primero en
tirarle la piedra”. Cuando
oyeron esto, los fariseos
salieron uno a uno,
comenzando por los más
viejos hasta los últimos,
quedando sólo Jesús y la
mujer. (Juan, 8:1 a
8:11.)
5. En el episodio de la
mujer adúltera, Jesús hizo a
ella importante
recomendación. ¿Que le dijo
el Maestro?
Luego que los fariseos
salieron, encaminándose
Jesús preguntó a aquella
mujer: “Mujer, ¿dónde están
tus acusadores? ¿Nadie te
condenó?” Ella respondió:
“Nadie, Señor”. Le dijo
entonces el Maestro: “Ni yo
tampoco te condeno; vete y
no peques más”. (Juan,
8:10 a 8:11.)