El Evangelio según Juan
Cuarto
libro del Nuevo Testamento
Juan (Apóstol de Jesús)
(Parte 10)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. En el instante en que
Jesús era prendido, Simón
Pedro hirió a uno de los
siervos del sumo sacerdote.
¿Cómo se llamaba el servidor
herido?
2. Una vez preso, ¿adónde
fue conducido primero Jesús?
3. Simón Pedro siguió a
Jesús a distancia. ¿Había
algún otro discípulo con él?
4. Llevado por sus
acusadores hasta Pilatos,
este preguntó a Jesús: “¿Qué
hiciste?” ¿Qué respuesta le
dio el Messias?
5. ¿Quién, según Juan, llevó
hasta el Gólgota la cruz
destinada al Maestro?
Texto para la lectura
39. Jesús ruega la
protección del Padre para
los hombres del mundo -
Momentos antes de ser
prendido, Jesús, levantando
sus ojos al cielo, oró:
“Padre, es llegada la hora;
glorifica a tu Hijo, para
que también tu Hijo te
glorifique a ti; así como le
diste este poder sobre toda
la carne, para que dé la
vida eterna a todos cuantos
le diste. Y la vida eterna
es esta: que te conozcan, a
ti sólo, por único Dios
verdadero, y Jesucristo, a
quien enviaste”. Recordando,
en sus palabras, que había
glorificado el nombre del
Padre y manifestado su
nombre a los hombres del
mundo, Jesús pidió: “Yo
ruego por ellos; no ruego
por el mundo, sino por
aquellos que me diste,
porque son tuyos. Y todas
mis cosas son tuyas, y tus
cosas son mías; y en eso soy
glorificado”. “Padre santo,
guarda en tu nombre a
aquellos que me diste, para
que sean uno, así como
nosotros. Estando yo con
ellos en el mundo, los
guardaba en tu nombre. He
guardado aquellos que tú me
diste, y ninguno de ellos se
perdió, sino el hijo de la
perdición, para que la
Escritura se cumpliera.”
(Juan, 17:1 a 17:13.)
40. Jesús afirma no
pertenecer a este mundo
- En su súplica, Jesús no
pide a Dios que quite a los
hombres del mundo, sino que
los libre del mal. “No son
del mundo, como yo del mundo
no soy”, afirmó el Maestro.
“Así como tú me enviaste al
mundo, también yo los envié
al mundo. Y por ellos me
santifico a mí mismo, para
que también ellos sean
santificados en la verdad. Y
no ruego solamente por
estos, sino también por
aquellos que por su palabra
han de creer en mí; para que
todos sean uno, como tú, oh
Padre, lo eres en mí, y yo
en ti; que también ellos
sean uno en nosotros, para
que el mundo crea que tú me
enviaste.” Concluyendo su
oración, Jesús suplica:
“Padre, aquellos que me
diste quiero que, donde yo
esté, también ellos estén
conmigo, para que vean mi
gloria que me diste; porque
tú me has amado antes de la
fundación del mundo. Padre
justo, el mundo no te
conoció; pero yo te conocí,
y estos conocieron que tú me
enviaste a mí. Y yo les hice
conocer tu nombre, y se lo
haré conocer más, para que
el amor con que me has amado
esté en ellos, y yo en ellos
esté”. (Juan, 17:14 a
17:26.)
41. Jesús se entrega
pacíficamente a los
partidarios del sumo
sacerdote - Después de
la cena de pascua, Jesús
salió con sus discípulos más
allá del arroyo de Cedron,
donde había un huerto, en el
cual entró con sus
discípulos. Judas, que
conocía bien aquel lugar,
después de recibir la
cohorte y los oficiales de
los sacerdotes y fariseos,
se dirigió para allí con
lámparas, antorchas y armas.
Jesús, conocedor de como las
cosas habían de ocurrir, se
adelantó y preguntó: “¿A
quien buscáis?” Ellos
respondieron: “a Jesús
Nazareno”. Jesús les dijo:
“Soy yo”. Judas, que lo
traicionaba, andaba con
ellos. Al oír las palabras:
“Soy yo”, los hombres
recularon y cayeron por
tierra. Jesús hizo la
preguntar: “¿A quien
buscáis?” Ellos
respondieron:
“a Jesús Nazareno”. Jesús
entonces les dijo: “Ya os
dije que soy yo; si pues me
buscáis a mí, dejad ir a
estos” – para que se
cumpliera así la palabra que
había dicho: “De los que me
diste ninguno de ellos
perdí”. (Juan, 18:1 a
18:9.)
42. Oído por el sumo
sacerdote, el Maestro es
llevado a Pilatos -
Llevado de entrada a Anás,
suegro de Caifás, que era
entonces el sumo sacerdote,
este interrogó a Jesús
acerca de sus discípulos y
de su doctrina. El Maestro
le respondió: “Yo hablé
abiertamente al mundo; yo
siempre enseñé en la
sinagoga y en el templo,
donde todos los judíos se
juntan, y nada dije oculto.
¿Para que me preguntas a mí?
Pregunta a los que oyeron lo
que les enseñé; he ahí que
ellos saben lo que yo les he
dicho”. Al oír esa
respuesta, uno de los
criados que allí estaban dio
una bofetada a Jesús,
diciendo: ¿Así respondes
al sumo sacerdote? Le
respondió Jesus: “¿Si hablé
mal, da testimonio del mal;
y, si bien, por qué me
hieres?” Anás lo mandó,
entonces, maniatado, a
Caifás. Simón Pedro estaba
próximo y se equilibraba,
cuando alguien le preguntó
si él era uno de los
discípulos de Jesús. Pedro
negó que lo fuera.
Enseguida, uno de los
siervos del sumo sacerdote,
pariente de Malco, a quién
Pedro hubo cortado la oreja,
dijo: “¿No te vi yo en el
huerto con él? Pedro negó
otra vez, e inmediatamente
el gallo cantó. El Maestro
fue llevado entonces para la
audiencia con Pilatos, que
preguntó a sus acusadores
que acusación traían contra
Jesús. “Si este no fuera
malhechor, no te lo
entregaríamos”, le
respondieron los partidarios
del sumo sacerdote. Les dijo
entonces Pilatos: “Llevadlo
vosotros, y juzgadlo según
vuestra ley”. Ellos
respondieron: “A nosotros no
nos es lícito matar persona
alguna”. Pilatos, entonces,
llamó a Jesus y le preguntó:
“¿Tú eres el Rey de los
Judíos?”. Jesus respondió:
“¿Tú dices eso de ti mismo,
o te lo dijeron otros de
mí?” (Juan, 18:18 a
18:34.)
43. Mi
reino no es de este mundo,
dijo Jesus a Pilatos
- Tras afirmar a Pilatos que
su reino no era de este
mundo, porque, si lo fuera,
sus siervos pelearían para
que él no fuera entregado a
los judíos, Pilatos indagó:
“¿Luego tú eres rey?” Y
Jesús reafirmó: “Tú dices
que yo soy rey. Yo para eso
nací, y para eso vine al
mundo, a fin de dar
testimonio de la verdad.
Todo aquel que es de la
verdad oye mi voz”. El
gobernador de Judea le
preguntó, entonces: “¿Qué es
la verdad?” Pero, antes que
Jesús le respondiera, volvió
a ir hasta los judíos para
decirles: “No hallo en él
crimen alguno. Pero vosotros
tenéis por costumbre que yo
os suelte alguien por la
pascua. “¿Queréis pues que
os suelte al Rey de los
Judíos?” Entonces todos
clamaron, diciendo: “Este
no, sino Barrabás”, que,
según el evangelista Juan,
era un salteador. (Juan,
18:36 a 18:40.)
44. Pilatos cede a la
presión de los sacerdotes y
entrega Jesus - Pilatos
azotó a Jesus, y los
soldados le pusieron sobre
la cabeza una corona de
espinos, vistiéndolo con una
vestidura púrpura. Decían
entonces para ironizarlo:
“Salve, Rey de los Judíos” y
le daban bofetadas. Pilatos
salió otra vez y dijo a la
multitud: “He ahí aquí os lo
traigo fuera, para que
sepáis que no hallo en él
crimen alguno”. Viéndolo,
sin embargo, los principales
de los sacerdotes y los
siervos clamaron, diciendo:
“Crucifícalo, crucifícalo”.
Pilatos les dijo: “Tomadlo
vosotros, y crucificadlo;
porque yo ningún crimen
hallo en él”. Los judíos
explicaron: “Nosotros
tenemos una ley, y, según
nuestra ley, debe morir,
porque se hizo Hijo de
Dios”. Al oír esa frase,
Pilatos quedó atemorizado y,
entrando otra vez en la
audiencia, preguntó a Jesus
de dónde era él. Jesus no
respondió. Dijo Pilatos:
“¿No me hablas a mí? ¿No
sabes tú que tengo poder
para crucificarte y tengo
poder para soltarte?” Le
respondió el Maestro:
“Ningún poder tendrías
contra mí, si de arriba no
te fuera dado; pero aquel
que me entregó a ti mayor
pecado hace”. Desde ese
momento Pilatos buscaba un
medio de soltarlo, pero los
judíos clamaban, diciendo:
“Si sueltas a este, no eres
amigo de César; cualquiera
que se hace rey está contra
César”. Pilatos llevó,
entonces, a Jesus para fuera
y, como era la preparación
de la pascua, casi a la hora
sexta, dijo a los judíos:
“He ahí aquí vuestro Rey”.
Pero ellos gritaron: “Coge,
coge, crucifícalo”. “No
tenemos rey, sino César.”
Pilatos lo entregó entonces
para ser crucificado, y la
turba tomó a Jesus y lo
llevó. (Juan, 19:1 a
19:16.)
45. La inscripción puesta
en lo alto de la cruz fue
escrita por Pilatos - En
la cruz donde Jesús fue
pregonado, Pilatos puso una
inscripción escrita por él
mismo: JESUS NAZARENO, REY
DE LOS JUDÍOS, y muchos de
los judíos leyeron este
título, porque el lugar
donde Jesús fue crucificado
quedaba próximo a la ciudad
y la frase estaba escritura
en hebraico, griego y latín.
Los sacerdotes protestaron
junto a Pilatos: “No
escribas: Rey de los Judíos,
pero él dijo: Soy Rey de los
Judíos”. Les respondió
Pilatos: “Lo que escribí,
escribí”. Una vez
crucificado Jesús, los
soldados tomaron sus
vestiduras y las dividieron
en cuatro partes, para cada
soldado una parte, menos la
túnica, que no tenía
costura, tejida como fue de
arriba abajo. Decidieron
entonces no rasgarla, sino
lanzarla a suerte para ver
con quien ella quedaba, a
fin de que se cumpliera la
Escritura que dice:
Dividieron entre sí mis
vestiduras, y sobre mi
túnica la lanzaron a suerte.
(Juan, 19:19 a
19:24.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. En el instante en que
Jesus era prendido, Simón
Pedro hirió a uno de los
siervos del sumo sacerdote.
¿Cómo se llamaba el servidor
herido?
El nombre del siervo era
Malco. Pero, delante del
hecho, Jesús dije a Pedro:
Pon tu espada en la vaina;
¿no beberé yo el cáliz que
el Padre me dio? (Juan,
18:10.)
2. Una vez preso, ¿adónde
fue conducido Primero Jesús?
Él fue llevado de entrada a
Anás, por ser suegro de
Caifás, que era el sumo
sacerdote de aquel año.
Caifás fue quién había
aconsejado a los judíos que
convenía que un hombre
muriera por el pueblo.
(Juan, 18:12 a 18:14.)
3. Simón Pedro siguió en la
distancia a Jesús. ¿Había
algún otro discípulo con él?
Sí. Y ese discípulo era
conocido como sumo
sacerdote. (Juan, 19:15 a
18:17.)
4. Llevado por sus
acusadores hasta Pilatos,
este preguntó a Jesús: “¿Qué
hiciste?” ¿Qué respuesta le
dio el Mesías?
Le respondió Jesus: Mi reino
no es de este mundo; si mi
reino fuera de este mundo,
pelearían mis siervos, para
que yo no fuera entregado a
los judíos; pero ahora mi
reino no es de aquí. Le
dijo, entonces, Pilatos:
¿Luego tú eres rey? Jesús
respondió: Tú dices que yo
soy rey. Yo para eso nací, y
para eso vine al mundo, a
fin de dar testimonio de la
verdad. Todo aquel que es de
la verdad oye mi voz. (João,
18:33 a 18:37.)
5. ¿Quién, según Juan, llevó
hasta el Gólgota la cruz
destinada al Maestro?
Según Juan, fue Jesús mismo
quien llevó a la espalda su
cruz, hasta el lugar llamado
Calavera, que en hebraico se
llama Gólgota, donde lo
crucificaron, y con él otros
dos, uno de cada lado.
(Juan, 19:16 a 19:18.)