El padre de Mateos,
funcionario de una gran
empresa, fue ascendido y
sería transferido para
otro país, y la familia
tendría que mudarse para
allá.
Después de meses de
preparación, viajaron
para el nuevo país.
Instalados en la nueva
residencia, todo era
novedad. A pesar de
haber estudiado inglés
en Brasil, Mateos no
entendía lo que las
personas decían.
|
|
En la escuela, él no
conseguía entender ni a
los compañeros ni a la
profesora. Esa situación
lo dejó estresado, y él
volvía para casa siempre
nervioso e irritado. No
bastara eso, aún tenía a
un chico que lo
ridiculizaba ante toda
el grupo, bromeando
sobre él.
Cierto día, Mateos entró
en casa triste y no
quiso almorzar. Doña
Elsa se acercó a él,
cariñosa, lo abrazo.
— Hijo mío, yo sé que no
está siendo fácil para
ti ese cambio de vida.
Pero, con paciencia,
vamos a resolver todo.
Abrazado a la madre,
Mateo se puso a llorar,
desahogándose:
— La adaptación ya no es
fácil, pero tengo a un
chico que me perturba
todo el tiempo, madre.
Como Joe sabe que no
entiendo bien el inglés,
él hace humillándome
ante los demás.
— Hijo mío, yo entiendo
lo que tú estás pasando.
Sin embargo, siempre que
alguien actúa de esa
forma es porque también
tiene problemas.
Ciertamente ese chico no
es feliz, puedes creerlo
— dijo ella.
— ¿Tú crees eso, mamá?
— ¡Creo no, tengo
seguridad! De cualquier
modo, busca actuar
diferente con Joe. Sé
simpático, muestra
cordialidad, sonría. No
hay nada que tu bella
sonrisa no consiga
resolver. Aproxímate a
él, busca conversar.
Más animado con las
sugerencias de la madre,
al día siguiente Mateos
fue para la escuela más
confiado. Siempre que el
otro hacía una de sus
bromas, Mateos no
reaccionaba, mostrándose
tranquilo y sonriente.
Los días pasaban y el
chico no desistía de ridiculizarlo,
pero Mateos continuaba
obrando de la misma
forma, alegre y
simpático, lo que
conquistó a los otros
compañeros, pero no a
Joe.
|
Cierto día, en el
horario del recreo,
viendo que Joe estaba
solo, Mateos se aproximó
a él con una sonrisa.
— Hola!...
El otro levantó la
cabeza, con expresión
cerrada. Extrañaba la
manera de actuar del
|
novato. Mateos
se sentó al lado
de él. Joe lo
miraba con el
rabillo del ojo,
sin entender. De
repente, Mateos
cogió una
barrita de
chocolate del
bolsillo y la
ofreció al
compañero.
|
Joe andaba con hambre, y
la aceptó. Comenzaron a
conversar. Mateos
hablaba un poco en
inglés y un poco por
mímica, y el otro lo
encontraba gracioso. Por
fuerza del hábito, acabó
hablando en portugués,
que Joe no entendió
nada. Ambos cayeron en
la risa y un clima
diferente se estableció
entre los dos chicos.
Mateos supo que Joe
estaba muy triste y
rebelde porque sus
padres estaban
divorciados. Él vivía
con la madre, pero
sentía mucha falta del
padre. Mateos se apenó
de la situación de él,
pensando que su madre
tenía razón, cuando
afirmó que el compañero
tenía problemas.
— Joe, yo imagino como
tú estás sufriendo. Las
parejas se desentienden
y se separan. A veces,
es mejor separarse que
quedarse peleando todo
el tiempo. Pero tú
siempre vas a tener el
amor de ellos, puedes
creerlo.
— Yo lo sé, pero no
consigo aceptar esa
situación.
Apenado, Mateos pensó un
poco y lo invitó para ir
hasta su casa después de
clase, afirmando que la
madre había hecho un
bizcocho de chocolate
muy bueno.
Joe aceptó con placer. A
él no le gustaba volver
para casa.
Sonó la sirena y
volvieron a la sala de
clase. El ambiente
ahora, sin embargo, era
completamente diferente.
Joe avisó a la madre que
iba a visitar a un amigo
y acompañó a Mateos
hasta la casa de él.
Llegando a la casa, la
madre de Mateos quedó
muy contenta al ver al
hijo con el chico que,
hasta entonces, era el
mayor problema de él en
la escuela. Joe le contó
a ella que los padres
estaban divorciados. Que
al padre le gustaba
beber y, cuando eso
ocurría él se ponía
violento. A veces él
golpeaba a la madre que,
no aguantando más,
decidió separarse. Sin
embargo, él sabía que
ella estaba sufriendo,
pues por las noches,
sola en el cuarto, él la
oía llorar.
Llena de compasión, Elsa
consideró:
— Joe, cuando una pareja
no se entiende más, es
preferible la separación
para que no ocurra algo
peor. ¡Además de eso,
todo cambia! La oración
opera milagros. Siempre
que recuerdes a tu
padre, envuélvelo con
cariño. Piensa que tú
estás dándole un abrazo
a distancia. Haz lo
mismo con tu madre.
— Voy a intentarlo. ¿Eso
ayuda?
— Mucho. Tus padres
necesitan de ayuda.
Busca también hablar con
tu padre. Háblale a él
de la necesidad de parar
de beber. Incentívalo a
buscar un grupo de
apoyo, y ¿quien sabe, la
situación mejore?
El chico quedó todo
animado. Sabía que al
padre aún le gustaba su
madre y que también
estaba sufriendo con la
separación.
Los chicos se hicieron
amigos y se visitaban
con frecuencia. Ellos se
ayudaban mutuamente con
el idioma, cada uno
enseñando al otro la
propia lengua.
Algún tiempo después,
Dorothy, la madre de Joe,
junto con el marido y el
hijo llegaron a la casa
de Mateos.
Recibidos con mucho
cariño por los dueños de
la casa, Dorothy les
contó la novedad:
— Mi marido y yo vamos a
hacer un nuevo intento.
Él paró de beber y está
bien. ¡Entonces, seremos
una familia de nuevo! —
exclamó, intercambiando
con el marido una mirada
llena de amor y de
esperanza.
Todos estaban felices
con la solución del
problema. Joe, con los
ojos brillando, dijo:
— Debo todo a vosotros,
que fueron mi mayor
apoyo durante todo ese
tiempo. Gracias.
Elsa sonrió y consideró:
— ¡Agradezcamos a Jesús!
Él es quien los amparó y
fortaleció para que
pudieran resolver sus
conflictos.
Joe sugirió que hicieran
una plegaria y todos
estuvieron de acuerdo. Y
allí, las dos familias
reunidas, ahora por
lazos de afecto
profundo, elevaron los
pensamientos a Jesús,
llenos de gratitud.
MEIMEI
(Recebida por Célia X.
de Camargo em
31/01/2011.)
|