Actos de los Apóstoles
Quinto
libro del Nuevo Testamento
Lucas (Discípulo de
Pablo)
(Parte
10)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstoles. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. ¿Pablo era orientado por
los Espíritus en sus viajes
de predicación de la Buena
Nueva?
2. ¿Qué aviso el profeta
Ágabo transmitió a Pablo,
antes del retorno de este a
Jerusalén?
3. ¿Qué acusación acerca del
contenido de sus
predicaciones a los gentiles
fue, en casa de Santiago,
presentada a Pablo por sus
compañeros?
4. ¿Cuáles son las
prescripciones mosaicas que
los gentiles convertidos al
Evangelio deberían observar?
5. ¿Qué hechos ocurrieron
cuando los judíos vieron a
Pablo en el templo de
Jerusalén?
Texto para la lectura
36. Pablo se despide de
los Efesios con palabras
conmovedoras y ellos lloran
- Deseoso de pasar el
Pentecostés en Jerusalén,
Pablo, en su retorno a
Judea, había pedido a los
presbíteros de Éfeso que se
reunieran, porque deseaba
hablarles al pasar a lo
largo de la
ciudad. Cuando ellos se
presentaron, el Apóstol de
los gentiles les habló sobre
su trabajo, recordando que
él nunca hube dejado de
insistir con judíos y
griegos para que se
convirtieran a Dios y
creyeran en Nuestro Señor
Jesús. Su presentimiento,
sin embargo,
era que lo aguardaban muchos
sufrimientos en Jerusalén y,
posiblemente, ellos jamás lo
vieran otra vez. Por lo
menos es eso que el Espíritu
Santo le hube transmitido.
Afirmando que la vida para
él no tenía valor, Pablo les
dijo: “Lo importante es
completar mi carrera y
cumplir la misión que recibí
del Señor Jesús: dar
testimonio de la Buena Nueva
de la gracia de Dios. Ya sé,
por lo tanto, que vosotros
todos, entre los cuales
anduve anunciando el Reino,
no vendréis a verme. Por eso
os declaro el día de hoy que
no seré responsable por la
perdición de quienquiera que
sea, porque nunca dejé de
anunciaros toda la voluntad
de Dios. Tened cuidado con
vosotros y con todo el
rebaño que el Espíritu Santo
os dio para guardar, siendo
así pastores de la Iglesia
de Dios que él adquirió con
la sangre de su Hijo”. En
la secuencia, él advirtió:
“Sé que, tras mi partida, se
introducirán en medio de
vosotros lobos feroces, que
exterminaran el rebaño. De
vuestro propio medio
surgirán hombres que
enseñarán doctrinas
perversas, para arrastrar
discípulos tras de sí. Por
eso vigilad, acordándoos de
que durante tres años, día y
noche,
no dejé de exhortar entre
lágrimas a cada uno de
vosotros”. Concluyendo,
Pablo aseveró: “No codicié
ni plata, ni oro, ni ropa de
quienquiera que fuera.
Vosotros mismos sabéis como
estas mis manos trabajaron
para atender a mis
necesidades y a la de mis
compañeros. Siempre os
mostré que, trabajando así,
debemos amparar a los
débiles, recordando las
palabras del Señor Jesús,
que dije personalmente: “Hay
más felicidad en dar que en
recibir”. Dicho esto, él se
arrodilló con todos y rezó.
Y todos lloraban mucho,
abrazando y besando al amigo
y lo acompañaron después
hasta el navío. (Actos,
20:13 a 20:38.)
37. El profeta Ágabo dice
lo que le espera a Pablo en
Jerusalén - En el
retorno a Jerusalén, Pablo,
Lucas y sus compañeros
descendieron al puerto de
Tiro, donde quedaron siete
días con sus discípulos.
Allí, movidos por el
Espíritu Santo, ellos
dijeron a Pablo que no
subiera a
Jerusalén, pero Pablo
decidió seguir viaje,
hospedándose, en el camino,
en Cesárea, en casa del
evangelista Felipe, uno de
los siete, el cual tenía
cuatro hijas vírgenes, que
poseían el don de la
profecía. Ellos estaban allí
algunos días cuando llegó de
Judea un profeta de
nombre Ágabo, que profetizó
lo que le ocurriría a Paulo
en la capital de los judíos.
Oyendo el aviso de Ágabo,
Lucas y los otros
insistieron con Paulo para
que no subiera a Jerusalén.
Pablo les respondió: “¿Por
qué lloráis y partís así mi
corazón? Estoy listo no sólo
para ser esposado, sino
incluso para morir en
Jerusalén por el nombre del
Señor Jesús”. Como él
insistiera en el viaje, los
compañeros pararon de pedir,
diciendo sólo: “Sea hecha la
voluntad del Señor”.
(Actos, 21:1 a 21:14.)
38. En Jerusalén, Pablo
relata a Santiago todo lo
que hubo sucedido en sus
viajes - Pasados
aquellos días y hechos los
preparativos para el viaje,
subieron todos a Jerusalén,
viajando con ellos algunos
discípulos de Cesárea, que
los llevaron a la casa de
Menason, natural de
Chipre, discípulo desde los
primeros tiempos, que iría a
hospedarlos. En la llegada a
Jerusalén, los hermanos los
acogieron con alegría. Al
día siguiente, Pablo visitó
a Santiago y le contó,
minuciosamente, en la
presencia de los presbíteros
entonces reunidos, todo
cuánto Dios había hecho
entre los paganos a través
de su servicio. (Actos,
21:15 a 21:19.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. ¿Pablo era orientado por
los Espíritus en sus viajes
de predicación de la Buena
Nueva?
Sí. El hecho aparece de
forma nítida en el libro de
Actos y el propio Pablo a él
se refiere. (Actos, 20:22
a 20:24. Ver también 21:4.)
2. ¿Qué aviso el profeta
Ágabo transmitió a Pablo,
antes de la vuelta de este a
Jerusalén?
Ágabo habiendo venido de
Judea y, tomando la cinta de
Pablo, y ligándose sus
propios pies y manos, les
dijo: Esto dice el Espíritu
Santo: Así ligaran a los
judíos en Jerusalén el
hombre de quién es esta
cinta y lo entregarán en las
manos de los gentiles.
(Actos, 21:10 a 21:12.)
3. ¿Qué acusación acerca del
contenido de sus
predicaciones a los gentiles
fue, en casa de Santiago,
presentada a Pablo por sus
compañeros?
Le dijeron haber sido
informados de que Pablo
enseñaba a los judíos que
vivían entre los gentiles a
apartarse de Moisés,
diciéndoles que no debían
circuncidar a sus hijos ni
andar según la costumbre de
la ley. (Actos, 21:17 a
21:24.)
4. ¿Cuáles son las
prescripciones mosaicas que
los gentiles convertidos al
Evangelio deberían observar?
Ellos deberían guardarse de
sacrificios a los ídolos, de
la sangre, de asfixiar y de
la prostitución. (Actos,
21.25.)
5. ¿Qué hechos ocurrieron
cuando los judíos vieron a
Pablo en el templo de
Jerusalén?
Viéndolo en el templo, los
judíos se alborozaron todo
el pueblo y echaron mano de
él, clamando: Hombres
israelitas, acudid; este es
el hombre que por todas
partes enseña a todos contra
el pueblo y contra la ley, y
contra este lugar; y, además
de eso, introdujo también en
el templo a los griegos y
profanó este santo
lugar. Con eso se alborozó
toda la ciudad, y hubo gran
concurso del pueblo; y
cogiendo a Pablo, lo
arrastraron para fuera del
templo, e inmediatamente las
puertas se cerraron. Cuando
buscaban matarlo, llegó al
tribuno de la corte lo avisó
de que Jerusalén estaba toda
en confusión. Él, tomando
consigo
soldados y centuriones,
corrió para ellos. Cuando
vieron al tribuno y los
soldados, cesaron de herir a
Pablo. El tribuno se
aproximó, prendió a Pablo, a
quien mandó atar con dos
cadenas, y le preguntó quién
era y lo que había hecho.
Enseguida, mandó conducirlo
para la fortaleza.
(Actos, 21:26 a 21:34.)