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Posesión:
¿existe la
posesión física
del encarnado?
Parte
2 e final
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Prosiguiendo en
la cita de los
textos de Kardec
constantes del
capítulo XIV del
libro La
Génesis, he
ahí el
complemento del
ítem 48 del
capítulo citado:
Son numerosos
los hechos de
este género, en
diferentes
grados de
intensidad, y no
derivan de otra
causa muchos
casos de locura.
A menudo, hay
también
desordenes
patológicos, que
son meras
consecuencias y
contra las
cuales nada
adelantan los
tratamientos
médicos,
mientras
subsiste la
causa
originaria.
Dando a conocer
esa fuente donde
provienen una
parte de las
miserias
humanas, el
Espiritismo
indica el
remedio a ser
aplicado: actuar
sobre el autor
del mal que,
siendo un ser
inteligente,
debe ser tratado
por medio de la
inteligencia.
(1)
49. – Son las
más de las veces
individuales la
obsesión y la
posesión; pero,
no es raro que
sean epidémicas.
Cuando sobre una
localidad se
lanza una banda
de malos
Espíritus, es
como si una
tropa de
enemigos la
invadiese. Puede
entonces ser muy
considerable el
número de los
individuos
atacados.
(2)
Se ve, por lo
tanto, que Allan
Kardec no deja
de registrar en
una obra básica
su nuevo
posicionamiento
delante del tema
posesión.
Infelizmente,
así como la
Revista
Espírita, el
libro La Génesis
no es casi leído
por los
espíritas; pocos
se aventuran a
leerlo; con eso,
la
comprensión
queda
equivocada,
cuando se afirma
que no hay
posesión física,
con base en
posición
anterior de
Kardec, posición
esa que fue
cambiada delante
de los hechos
que le fueron
presentados.
Tomamos la
libertad de
sugerir a la FEB
– Federación
Espírita
Brasileña, que,
en las obras
citadas - El
Libro de los
Espíritus,
El Libro de
los Médiums
y La Génesis
-, registré eso
en notas al pie,
buscando alertar
al lector sobre
el cambio de
comprensión por
Kardec.
Otro factor que
no podemos dejar
de llamar la
atención es el
hecho de que,
para Kardec,
posesión no
significa
necesariamente
una obsesión,
como muchos de
nosotros
creemos; para él
es sólo un hecho
en el cual,
ciertos
espíritus,
literalmente,
“toman posesión”
del cuerpo del
médium,
pudiendo, tales
espíritus ser
buenos o malos,
conforme el
caso. Es eso lo
que quedó claro,
para nosotros,
en cuanto a la
lectura de los
itenes 47 y 48,
arriba
trascritos.
5) Fev./ -
Revista Espírita
En la narración
de Kardec al
respecto de un
espíritu que no
creía haber
muerto, sólo
soñando, podemos
encontrar
algunas cosas
más sobre el
asunto de que
estamos
tratando.
Veamos:
En la sesión de
la Sociedad de
París, del 8 de
enero, el mismo
Espíritu vino a
manifestarse de
nuevo, no por la
escritura, sino
por la palabra,
sirviéndose del
cuerpo del Sr.
Morin, en
sonambulismo
espontáneo. Él
habló durante
una hora, y eso
fue una escena
de las más
curiosas, porque
el médium tomó
su posesión, sus
gestos, su voz,
su lenguaje al
punto que
aquellos que lo
habían visto lo
reconocieron sin
dificultad. […]
En otra reunión,
un Espíritu dio
sobre este
fenómeno la
comunicación
siguiente:
Hay aquí, una
sustitución de
persona, una
simulación. El
Espíritu
encarnado recibe
la libertad o
cae en la
inacción. Digo
inercia, que
quiere decir, la
contemplación de
aquello que
pasa. Él está en
la posición de
un hombre que
presta
momentáneamente
su habitación, y
que asiste a las
diferentes
escenas que se
realizan con la
ayuda de sus
muebles. Si
gusta más de
gozar de su
libertad, él
puede, a menos
que no haya para
él utilidad en
permanecer
espectador.
No es raro que
un Espíritu
actúe y hable
con el cuerpo de
un otro; debéis
comprender la
posibilidad de
este fenómeno,
entonces que
sabéis que el
Espíritu puede
retirarse con su
periespíritu más
o menos lejos de
su envoltorio
corpóreo. Cuando
ese hecho ocurre
sin
que ningún
Espíritu de esto
se aproveche
para ocupar el
lugar, hay la
catalepsia.
Cuando un
Espíritu desea
para allí
colocarse para
actuar, toma un
instante su
parte en la
encarnación, une
su periespíritu
al cuerpo
adormecido, lo
despierta por
ese contacto y
restituye el
movimiento a la
máquina; pero
los movimientos,
la voz no son
más los mismos,
porque los
fluidos
periespirituales
no afectan más
el sistema
nervioso de
igual manera que
el verdadero
ocupante. Esa
ocupación jamás
puede ser
definitiva;
sería preciso,
para eso, la
desagregación
absoluta del
primero
periespíritu, lo
que llevaría
forzosamente a
la muerte. Ella
no puede aún ser
de larga
duración, por la
razón de que el
nuevo
periespíritu, no
habiendo sido
unido a ese
cuerpo desde su
formación, no
tiene en el
raíces, no
estando modelado
sobre ese
cuerpo, no está
apropiado al
desempeño de los
órganos; el
Espíritu intruso
no está en una
posición normal;
él está impedido
en sus
movimientos y es
porque deja esa
vestidura
prestada desde
que de ella no
tenga más
necesidad.
(KARDEC, 2001,
p. 48-49)
Aquí, entonces,
delante del
asunto incluido
en un de los
libros de las
obras básicas,
no hay más como
contestar no ser
tema
constitutivo de
la Doctrina,
aunque, como ya
lo dijimos, ya
lo aceptásemos
por estar tan
objetivamente en
la Revista
Espírita, y
como respuesta a
la experiencia
personal que
tuvimos,
inicialmente
relatada. La
novedad es que
Kardec afirma
que hasta un
Espíritu bueno
podrá poseer el
cuerpo de un
encarnado, desde
que las
condiciones lo
exijan, conforme
es abordado en
el tópico
anterior.
Opiniones sobre
el asunto
En el capítulo
XIX – Transes e
Incorporaciones
del libro En
lo Invisible,
Léon Denis habla
justamente de
aquello que
estamos
presentemente
estudiando.
Vamos a ver,
entonces, lo que
dijo aquel que
es considerado
el sucesor de
Kardec:
El estado de
transe es ese
grado de sueño
magnético que
permite al
cuerpo fluídico
exteriorizarse,
desprenderse del
cuerpo carnal, y
al alma volver a
vivir por un
instante su vida
libre e
independiente.
La separación,
sin embargo,
nunca es
completa; la
separación
absoluta sería
la muerte… En el
trance, el
médium habla, se
mueve, escribe
automáticamente;
de esos actos,
sin embargo,
ningún recuerdo
conserva al
despertar.
El estado de
trance puede ser
provocado, sea
por la acción de
un magnetizador,
sea por la de un
Espíritu. Bajo
el influjo
magnético, los
lazos que unen
los dos cuerpos
se aflojan. El
alma, con su
cuerpo sutil, se
va emancipando
poco a poco;
recobra el uso
de sus poderes
ocultos,
comprimidos por
la materia.
Cuanto más
profundo es el
sueño, más
completo viene a
ser el
desprendimiento.
[…]
En el cuerpo del
médium,
momentáneamente
abandonado,
puede darse una
sustitución de
Espíritu. Es el
fenómeno de las
incorporaciones.
El alma de un
desencarnado,
aún el alma de
un vivo
adormecido,
puede tomar el
lugar del médium
y servirse de su
organismo
material, para
comunicarse por
la palabra y por
el gesto con las
personas
presentes. (DENIS,
1987, p. 249).
En ese punto
Léon Denis cita
a Dr. Oliver
Lodge y al
profesor Myers
como testigos de
la realidad de
esos hechos. Y
continuando,
leemos: Indagan
ciertos
experimentadores:
¿el Espíritu del
manifestante se
incorpora
efectivamente en
el organismo del
médium? ¿U opera
él antes, a la
distancia, por
la sugerencia
mental y por la
transmisión de
pensamiento,
como lo puede
hacer el
Espíritu
exteriorizado
del sensitivo?
Un examen atento
de los hechos
nos lleva a
creer que esas
dos
explicaciones
son igualmente
admisibles,
conforme los
casos. Las
citaciones que
acabamos de
hacer prueban
que la
incorporación
puede ser real y
completa. Es aún
algunas veces
inconsciente,
cuando, por
ejemplo, ciertos
Espíritus poco
adelantados son
conducidos por
una voluntad
superior al
cuerpo del
médium y puestos
en comunicación
con nosotros, a
fin de ser
esclarecidos
sobre su
verdadera
situación. Esos
Espíritus,
perturbados por
la muerte, creen
aún, mucho
tiempo
después,
pertenecer a la
vida terrestre.
No
permitiéndoles
sus fluidos
groseros que
entren en
relación con los
Espíritus más
adelantados, son
llevados a los
grupos de
estudio, para
ser instruidos
acerca de su
nueva condición.
Es difícil a
veces hacerles
comprender que
abandonaron la
vida carnal, y
su estupefacción
alcanza lo
cómico, cuando,
invitados a
comparar el
organismo que
momentáneamente
animan con lo
que poseían en
la Tierra, son
obligados a
reconocer su
engaño. No se
podría dudar, en
tal caso, en la
incorporación
completa del
Espíritu.
En otras
circunstancias,
la teoría de la
transmisión, a
la distancia,
parece mejor
explicar los
hechos. Las
impresiones
oriundas de
fuera son más o
menos fielmente
percibidas y
transmitidas por
los órganos. Al
lado de pruebas
de identidad,
que ninguna duda
permiten sobre
la
autenticidad del
fenómeno e
intervención de
los Espíritus,
se verifican, en
el lenguaje del
sensitivo en
trance,
expresiones,
construcciones
de frases, un
modo de
pronunciar que
le son
habituales. El
Espíritu parece
proyectar el
pensamiento en
el cerebro del
médium, donde
adquiere, de
paso, formas de
lenguaje
familiares a
este. La
transmisión se
efectúa en tal
caso en el
límite de los
conocimientos y
aptitudes del
sensitivo, en
términos
vulgares o
escogidos,
conforme su
grado de
instrucción.
De ahí también
ciertas
incoherencias
que se deben
atribuir a la
imperfección del
instrumento. Al
despertar, el
Espíritu del
médium pierde
toda conciencia
de las
impresiones
recibidas en el
sentido de
libertad, de
igual manera que
no guardará el
más pequeño
conocimiento del
papel
que su cuerpo
haya desempeñado
durante el
trance. Los
sentidos
psíquicos, de
que por un
momento habían
readquirido la
posesión, se
extinguen de
nuevo; la
materia extiende
su manto; la
noche se
produce; todo
recuerdo se
desvanece. El
médium despierta
en un estado de
perturbación,
que lentamente
se disipa. (DENIS,
1987, p.
252-254).
Las colocaciones
de Léon Denis
vienen a
corroborar lo
que el propio
Kardec dijo
sobre la
posesión. Ahora,
más que nunca,
quedamos
convencidos de
esa realidad,
una vez que
todas las
colocaciones que
citamos son
coherentes entre
sí, no habiendo,
por lo tanto,
algo que
demuestre
cualquier
contradicción
entre ellas.
Podremos aún
añadir, sólo
para reforzar
esa idea,
algunas cosas
que encontramos
en el libro
En los Dominios
de la
Mediumnidad,
Chico Xavier,
dictado por
André Luiz.
Veamos los
tramos en los
cuales, hablando
acerca de
determinado
médium, está
dicho:
Cuando presta el
vehículo las
entidades
dementes o
sufridores, nos
reclama cautela,
por cuanto casi
siempre deja el
cuerpo a merced
de los
comunicantes,
cuando le
compite el deber
de ayudarnos en
la contención de
ellos, a fin de
que nuestro
intento de
fraternidad no
le traiga
perjuicio a la
organización
física”.
(XAVIER, 1987,
p. 30).
Según pensamos,
si el médium
“presta el
vehículo a
entidades” es
porque los
espíritus toman
posesión del
cuerpo físico de
él o, en el
lenguaje
popular, se
incorpora en el
médium.
[…] Sin embargo,
adaptándose al
organismo de la
mujer amada que
pasó a obsesar,
en ella encontró
nuevo
instrumento de
sensación,
viendo por sus
ojos, oyendo por
sus oídos,
muchas veces
hablando por su
boca y
vitalizándose
con los
alimentos
comunes por ella
utilizados. En
esa simbiosis
viven ambos,
hace casi cinco
años sucesivos,
con todo, ahora,
la joven
subnutrida y
perturbada acusa
desequilibrios
orgánicos de
importancia. […]
XAVIER, 1987, p.
54).
Es prácticamente
lo que dice
Kardec al final
del item 47, en
el pasaje
comentado en el
item 4 arriba –
La Gênese.
La única
divergencia es
que el
codificador
habló de
posesión
momentánea, y
aquí describe
una con,
probablemente,
cinco años de
duración.
Notamos que
Eugênia-alma se
alejó del
cuerpo,
manteniéndose
junto a él, a
distancia de
algunos
centímetros,
mientras que,
amparado por los
amigos que lo
asistían, el
visitante se
sentaba cerca,
inclinándose
sobre el
equipamiento
mediúnico al
cual se
yuxtaponía, a la
[…] en esos
trabajos, el
médium nunca se
mantiene a larga
distancia del
cuerpo… (XAVIER,
1987, p. 56).
Impresionante
como ese tramo
se asemeja al
habla del
espíritu que
explicaba como
poseía el cuerpo
físico de la
Señora A..., en
la posesión
citada en la
Revista Espírita.
Y, para quien
asistió a la
película Ghost,
esa descripción
nos hace
recordar de lo
que ocurría con
el personaje
vivido por
Whoopi Goldberg,
que antes jugaba
a “recibir”
espíritus, y
después pasó a
“recibirlos” de
hecho.
Vean bien: todo
eso se ajusta a
lo que está
dicho en La
Gênese;
pero, aunque en
el libro del
autor espiritual
André Luiz
hechos
extremadamente
idénticos sean
relatados,
leemos en esa
obra - En los
dominios de la
mediumnidad
-, lo siguiente:
“Hallándose la
mente en la base
de todas las
manifestaciones
mediúmnicas,
cualquiera que
sean las
características
en que se
expresen…”
(XAVIER, 1987,
p. 18).
Eso viene a
contradecir
justamente,
salvo mejor
juicio, lo que
está descrito en
ese mismo libro
de André Luiz,
cuando en los
casos de
incorporación y
de los de
obsesión, una
vez que, por
ellos queda
caracterizada la
posesión del
cuerpo del
médium o,
conforme el
caso, del
obsesado. Así,
creemos que
podría estar
habiendo cierta
exageración en
decir de forma
absoluta que la
mente está en la
base de todas
las
manifestaciones
mediúmnicas,
como se afirma
en el mencionado
libro, a menos
que estemos
entendiendo de
manera errada lo
que quiere
colocar el autor
espiritual.
Podría, quien
sabe, estar aún
queriendo decir
que esa base es
la mente del
desencarnado, no
como siendo la
conexión mental
entre los
envueltos en el
fenómeno
mediúmnico.
Podemos aún
citar al Dr.
Hernani
Guimarães
Andrade que
utilizó casi de
los mismos
pasajes que
citamos de André
Luiz, cuando
estudió la
cuestión de las
incorporaciones
mediúmnicas,
obsesiones y
posesiones. A
cierta altura
nos dice ese
añorado maestro:
La
“incorporación
mediúmnica”
puede, también,
distinguirse por
diversas
modalidades de
comunicación:
psicofonía,
psicografia,
posesión parcial
o total de las
manifestaciones
de habilidades
no aprendidas
tales como en
los casos de
psicopictografia,
psicocirugía,
psicoescultura,
psicomúsica,
escritura
automática
incontrolable
con xerografía,
xenoglosia,
múltiple
personalidad,
transfiguración
(esta última
perteneciendo
también al
capítulo de las
ectoplasmias),
etc.
El mecanismo de
la
“incorporación
mediúmnica” es
fácil de
comprender. Ella
puede empezar
por la
aproximación de
la entidad que
desea
comunicarse.
Esta podrá
eventualmente
influenciar al
“médium”,
facilitándole el
“trance”. El
médium pasa
entonces a
sufrir un
desdoblamiento
astral (OBE) y
su cúpula
juntamente con
el cuerpo astral
se desplazan
parcial o
totalmente de
manera a
permitir que la
cúpula y el
cuerpo astral
del Espíritu
comunicante
ocupe parcial o
totalmente el
campo libre
dejado por el
“cuerpo astral”
del médium. La
incorporación es
tanto
más perfecta
cuánto mayor el
espacio es
cedido por el
astral del
médium al
alejarse de su
cuerpo físico,
dejando lugar
para la cúpula
con el cuerpo
astral del
comunicador.
Este – el
Espíritu
comunicante –
deberá sufrir un
proceso
semejante al
desdoblamiento
astral,
para permitir
que su cúpula y
cuerpo astral
puedan
yuxtaponerse al
espacio libre
dejado por el
médium. Hay
casos en que la
parte astral del
médium se
desplaza sólo
parcialmente,
permitiendo que
sólo una
fracción del
astral del
Espíritu
comunicador
entre en
contacto con la
zona
anímico-periespirítica
de aquel.
Aún en estas
condiciones
puede haber
comunicación, la
cual podrá ser
en parte directa
y en parte
telepática. En
semejante
circunstancia
hay siempre
posibilidad de
control de las
comunicaciones,
por parte del
médium. Este
podrá interferir
en el proceso,
aún incluso
totalmente
alejado, pues la
conexión con su
zona
anímico-perispirítica
no cesa. Hay
siempre la
presencia del
“cordón
plateado”
garantizando el
dominio del
propio
equipamiento
somático.
(ANDRADE, 2002,
p. 122-124).
Conclusión
Lo que
aprendemos, como
una oportuna
lección, es que
siempre debemos
hacer nuestras
investigaciones
en todos los
libros de
Kardec; hasta
que tengamos la
opinión final,
no podemos
quedar con la
primera opinión
que, por
ventura,
vengamos a
encontrar.
Conforme quedó
demostrado en
este estudio,
Kardec cambió de
opinión sobre la
posesión; de ahí
podremos
concluir que no
colocó nada como
verdad absoluta,
pero, como
siempre,
plausible de
nuevas
comprensiones.
Va más lejos al
decir, en
relación al
progreso
evolutivo del
Espiritismo: “Si
nuevos
descubrimientos
le demostrasen
que está
equivocado sobre
un punto, se
modificaría
sobre ese punto;
si una nueva
verdad se
revela, el la
acepta” (KARDEC,
2007c, p. 40).
Debemos, pues,
reformular
nuestros
conceptos sobre
la posesión, con
miras a que
deberá
prevalecer,
según creemos,
la última
opinión de
Kardec; y es
ella que viene a
decir de la
posibilidad real
de la posesión,
por un espíritu,
del cuerpo de un
encarnado.
Podremos
decir que en la
subyugación el
encarnado no
quiere hacer,
pero es
impulsado a
hacer aquello
que el espíritu
obsesor desea
que el subyugado
haga. La
actuación del
espíritu es por
implicación. En
esa hipótesis el
encarnado está
consciente de la
situación, pero
nada puede hacer
para evitarla.
Ya en la
posesión el
encarnado no
tiene la mínima
idea de lo que
está
ocurriéndole;
hace, sin tomar
conciencia, la
voluntad del
espíritu,
conforme
percibimos, sino
en todos, por lo
menos en la
mayoría de los
casos de que
tenemos
conocimiento. En
esa situación
está
completamente
inconsciente, no
ofreciendo la
mínima
resistencia a la
voluntad del
obsesor, que
hace del
obsesado una
marioneta, si
así podemos
expresarnos.
Delante de lo
expuesto,
podemos aceptar,
sin miedo de
errar, que, en
algunos casos,
existe aún una
real
incorporación,
en el sentido
exacto de la
palabra,
aplicado a ese
fenómeno
mediúnico,
conclusión a que
llegamos por
este nuestro
estudio.
Referências
bibliográficas:
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Espírito,
Perispírito e
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Paulo:
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_________
Revista
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Araras – SP:
IDE, 2000.
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Revista Espírita,
tomo XII, 1869,
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IDE, 2001.
XAVIER, F. C.
Nos Domínios da
Mediunidade,
Rio de Janeiro:
FEB, 1987.
_______________________
(1)
Casos de cura de
obsessões e de
possessões:
Revue Spirite,
dezembro de
1863, pág., 373;
- janeiro de
1864, pág. 11; -
junho de 1864,
pág. 168; -
janeiro de 1865,
pág. 5; - junho
de 1865, pág.
172; - fevereiro
de 1868, pág.
38; - junho de
1867, pág. 174.
(2)
Foi exatamente
desse gênero a
epidemia que,
faz alguns anos,
atacou a aldeia
de Morzine na
Saboia. Veja-se
o relato
completo dessa
epidemia na
Revue Spirite
de dezembro
de 1862, pág.
353; janeiro,
fevereiro, abril
e maio de 1863,
págs. 1, 33, 101
e 133. (KARDEC,
2007c, p.
347-351). (Grifo
nosso)
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