(Parte 3)
Continuamos con el Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano, que focalizará las cinco principales obras de la Doctrina Espírita, en el orden en que fueron inicialmente publicadas por Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo.
Las respuestas a las preguntas
presentadas, fundamentadas en la
76ª edición publicada por la
FEB, basadas en la traducción de
Guillon Ribeiro, se encuentran
al final del texto.
Preguntas para
debatir
A. ¿Por orden de quién fue
escrito “El Libro de los
Espíritus”?
B. ¿A quiénes asisten y auxilian
los buenos Espíritus?
C. ¿Qué es Dios?
D. ¿Qué nos enseña el
Espiritismo sobre Dios y las
pruebas de su existencia?
Texto para la lectura
27. El dibujo de la cepa de vid
que aparece en el principio de
los Prolegómenos es el emblema
del trabajo del Creador. “Allí
se encuentran reunidos todos los
principios materiales que mejor
pueden representar al cuerpo y
al Espíritu. El cuerpo es la
cepa; el Espíritu es el licor;
el alma o Espíritu unido a la
materia es el grano. El hombre
purifica el Espíritu por medio
del trabajo y tú sabes que sólo
por medio del trabajo del
cuerpo, el Espíritu adquiere
conocimientos.” (Prolegómenos,
pág. 49)
28. Si el sentimiento de la
existencia de Dios sólo fuese
producto de una enseñanza, no
sería universal ni existiría,
sino únicamente en aquellos que
hubiesen podido recibir esa
enseñanza. (L.E., 6)
29. La armonía que regula las
fuerzas del Universo revela
combinaciones y fines
determinados y, por eso mismo,
un poder inteligente. Atribuir
la formación primera al azar
sería una falta de sentido,
porque la casualidad es ciega y
no puede producir efectos
inteligentes. (L.E., 8)
30. Cuando el Espíritu humano no
se encuentre ya oscurecido por
la materia y por su perfección
se haya aproximado a la
Divinidad, entonces la verá y
comprenderá. (L.E., 11)
31. Dios existe, no podéis
dudarlo, y esto es lo esencial.
No queráis ir más allá. No os
extraviéis en un laberinto de
donde no podríais salir. (L.E.,
14)
32. La inteligencia de Dios se
revela en sus obras, como la de
un pintor en su cuadro. (L.E.,
16)
33. Dios, modelo de amor y de
caridad, jamás estuvo inactivo.
Por muy lejano que pudierais
imaginar el inicio de su acción,
¿podéis concebirlo un segundo en
la ociosidad? (L.E., 21)
34. No podemos, a no ser
mediante el pensamiento,
concebir al Espíritu sin la
materia y a la materia sin el
Espíritu. (L.E., 26)
35. La ponderabilidad es un
atributo de la materia tal como
la conoce el hombre, pero no de
la materia considerada como
fluido universal. La materia
etérea y sutil que forma ese
fluido es imponderable a la
percepción humana; y sin
embargo, constituye el principio
de la materia pesada que
conocemos. (L.E., 29)
Respuestas a las preguntas
propuestas
A. ¿Por orden de quién fue
escrito “El Libro de los
Espíritus”?
Fue escrito por orden y bajo el
dictado de Espíritus superiores,
para establecer los cimientos de
una filosofía racional, libre de
los prejuicios del espíritu de
sistema. Nada contiene que no
sea la expresión de su
pensamiento y que no haya sido
examinado por ellos. Sólo el
orden y la distribución metódica
de las materias, así como las
observaciones y la forma de
algunas partes de la redacción
constituyen la obra de Allan
Kardec. (Prolegómenos, 6º
párrafo, pág. 49.)
B. ¿A quiénes asisten y auxilian
los buenos Espíritus?
Los buenos Espíritus sólo
conceden asistencia a los que
sirven a Dios con humildad y
desinterés, y repudian a todo
aquél que busca en la senda del
Cielo un escalón para conquistar
las cosas de la Tierra.
(Prolegómenos, dos últimos
párrafos, pág. 50.)
C. ¿Qué es Dios?
Dios es la inteligencia suprema,
causa primera de todas las
cosas. (L.E. preguntas 1 y
14.)
D. ¿Qué nos enseña el
Espiritismo sobre Dios y las
pruebas de su existencia?
La prueba de la existencia de
Dios, que es infinito en sus
perfecciones, se encuentra en un
axioma conocido de los hombres
de ciencia: No hay efecto sin
causa. Busquemos la causa de
todo lo que no sea obra del
hombre, y nuestra razón
responderá. La soberana
inteligencia de Dios se revela
en un proverbio igualmente
conocido: Por la obra se
conoce al autor. ¡Pues bien!
Veamos la obra de la Creación y
busquemos al autor. No pudiendo
ningún ser humano crear lo que
la Naturaleza produce, la causa
primera es, por lo tanto, una
inteligencia superior a la
Humanidad. Cualesquiera que sean
los prodigios que la
inteligencia humana haya
realizado, ella misma tiene una
causa, y cuanto más grande fuera
lo que produzca, tanto más
grande será la causa primera.
Aquella inteligencia superior es
la causa primera de todas las
cosas, sea cual fuere el nombre
con que se le designe. (L.E.
preguntas 3, 4, 5 y 9)