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La homosexualidad y
la orientación sexual
suministrada a los niños
y a los adolescentes
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El tema homosexualidad
(y no homosexualismo,
pues el sufijo "ismo"
significa enfermedad, lo
que definitivamente no
corresponde a la
homosexualidad) es
multifacético y,
obviamente, en un único
texto o en un abordaje
más sucinto, no sería
posible agotar tan
complejo asunto, si es
que es posible agotarlo.
Siendo así, cualquier
estudioso mínimamente
sensato no tendría la
pretensión de aclarar
esa delicada cuestión en
uno o dos artículos,
sólo. Sin embargo, el
tema, así como todos los
demás asuntos
relevantes y de difícil
asimilación, necesita
ser debatido a la luz de
la Doctrina Espírita.
Necesitamos estudiar, lo
que implica reflejar y
muchas veces discordar
para que la profundidad
de nuestra conciencia
espírita crezca
gradualmente.
La problemática de las
obsesiones ha acentuado
una serie de
dificultades humanas,
inclusive las asociadas
al comportamiento
sexual. Las obsesiones
constituyen un gravísimo
problema, aún no
conocido en todas sus
formas, y poseen
gravísimas
implicaciones. En este
contexto, las llamadas
“obsesiones sexuales”
merecen destacarse, pues
han generado cuadros de
grandes perturbaciones.
El admirable médium y
orador espírita Divaldo
Pereira Franco ya abordó
con mucho énfasis ese
tema. De hecho, él es el
instrumento mediúmnico
de la obra de Manoel
Philomeno de Miranda de
contundente título "Sexo
y Obsesión". Vale
resaltar también, en lo
tocante al asunto, los
trabajos oriundos de la
mediumnidad misionera de
Chico Xavier por los
autores espirituales
André Luiz, con sus
obras “Sexo y Destino”,
“En el Mundo Mayor” y
“Acción y Reacción”, y
Emmanuel, autor
espiritual de “Vida y
Sexo”.
Así como ocurre con los
heterosexuales, el
homosexual tiene el
derecho de asumir su
opción homosexual, desde
que presente una postura
digna ante su
homosexualidad,
condición esa que se
aplica igualmente al
heterosexual.
Cada individuo es un
universo en sí mismo,
con características
propias
De manera ninguna, la
Doctrina Espírita
restringe esa libertad
personal. Por el
contrario, las sucesivas
reencarnaciones, muchas
veces en diferentes
sexos, ayudan a explicar
los diferenciados
comportamientos en ese
área.
Esta comprensión,
profundamente basada en
las enseñanzas de Jesús,
no es algo común en la
mayoría de las
religiones dichas
cristianas, pero,
indiscutiblemente, es
una realidad de la
Doctrina Espírita.
Por otro lado, en lo que
se refiere a la
orientación educacional
proporcionada por
padres, profesores y
psicólogos, hay que
tener mucha cautela,
para que comportamientos
sin raíces más sólidas
en el pasado no sean
estimuladas sin ninguna
necesidad. Muchas
niños y pre-adolescentes
viven una fase de
conflictos en esas
respectivas fases de la
vida, incluyendo
dificultades en el campo
sexual, sin, sin
embargo, presenten
necesariamente
tendencias homosexuales
efectivas.
En esos casos, la
postura de algunos
padres y psicólogos de
apoyo inmediato a la
opción homosexual puede
fomentar una elección
que no siempre está
sostenida verdaderamente
en las vivencias e
inclinaciones del
Espíritu. Eso ocurre
porque cada individuo es
un universo en sí mismo,
con características
únicas.
Partiéndose, por lo
tanto, del presupuesto
de que ninguna persona,
por más habilitada que
sea, tiene comprensión
total del universo
íntimo del otro, tenemos
que admitir que
cualquier estímulo a
determinado
comportamiento
homosexual consiste en
actitud de gravísima
responsabilidad, sobre
todo cuando se trate de
niños, pre-adolescentes
y adolescentes, los
cuales están formando
aún su personalidad para
la presente
reencarnación.
En nuestro estadio, el
conflicto psicológico-comportamental
del adolescente es
natural
El instructor espiritual
André Luiz en
“Misioneros de la Luz”,
al discutir el papel de
la epífisis en nuestra
vida mental, afirma que
en torno a los 14 años
de edad ocurre un
proceso de conflicto
entre el equipaje
espiritual de las
reencarnaciones
anteriores y la
educación y formación
personal de la presente
encarnación. De ese
modo, en nuestro nivel
evolutivo, más que
común, el conflicto
psicológico-comportamental
del adolescente es
natural. Lógicamente,
además de los cambios
fisiológicos y de la
adquisición de los
caracteres sexuales
secundarios, tal
información del
benefactor espiritual
nos muestra que la
transición de la
juventud es mucho más
profunda, compleja y
general de lo que
podríamos suponer en un
primer momento,
partiéndose de un
abordaje puramente
materialista.
Ahora, si el conflicto
del presente con el
pasado, en torno a los
14 años de edad, es
prácticamente una regla
para todos nosotros que
estamos reencarnando en
el planeta Tierra, se
deduce que solamente de
esa “lucha íntima”
surgirá un adulto más
consciente, más
espiritualizado y más
maduro para la vida, que
es exactamente el
objetivo del proceso
reencarnatorio.
Se concluye que sólo con
el tiempo tendremos una
definición de la
personalidad en todas
las áreas, sobre todo en
ese intrincado sector
que constituye el campo
sexual. En esta área del
comportamiento humano,
es común la coexistencia
de tendencias
contradictorias para la
formación de una
personalidad más
equilibrada y
espiritualizada.
Indiscutiblemente,
dentro de este contexto,
la educación moral
espírita presenta
profunda relevancia,
para que los Espíritus
que comienzan una nueva
jornada tengan, desde la
GESTACIÓN, orientación
evangélica, ejemplos
éticos sabios y apoyo
emocional para guiarse
por el camino del bien,
de lo bello, de lo útil
y de lo verdadero.
Nuestra sociedad permite
y hasta estimula una
excesiva “sexualidad” de
la infancia
Ahora, en principio, en
casos en que las
tendencias homosexuales
no sean tan explícitas,
la orientación
heterosexual”, es decir,
una orientación sexual
convencional, en
concordancia con la
morfología física del
cuerpo material del
individuo, debería ser
el comportamiento de
praxis, hasta para
preservar a los niños y
jóvenes de un estímulo a
determinadas
experiencias
precipitadas para la
faja etária de ellos.
De hecho, vivimos un
momento histórico en que
nuestra sociedad permite
y hasta estimula una
excesiva “sexualidad” de
la infancia, siendo que
profundas perturbaciones
han derivado de esa
realidad. A partir del
momento en que el
individuo sea más maduro
física y
psicológicamente, él
tendrá condiciones de
realmente ecuacionar sus
tendencias. De esta
forma, si las
características
homosexuales se
manifiestan
efectivamente, él podrá
asumir esa condición en
un momento más
apropiado, con más
madurez y, si no fuera
el caso, habrá evitado
mayores problemas por no
haber sido estimulado
tal actitud.
Jesús nos enseña: “Es
necesario que haya
escándalos, pero ay de
quienes los escándalos
vengan”. En el libro “El
Evangelio según el
Espiritismo” recibimos
una interesante
orientación que dice que
“en caso de duda,
debemos abstenernos”.
Corroborando tal
afirmación, el Espíritu
Erasto, en “El Libro de
los Médiums”, afirma que
“Es preferible rechazar
10 verdades que aceptar
una única mentira”.
Ahora, si el individuo
sea realmente
homosexual, él no
perderá nada por haber
aplazado el momento de
asumir tal condición,
acordándonos siempre de
que estamos
refiriéndonos
principalmente a los
niños y pre-adolescentes.
Y si no fuera
homosexual, habremos
evitado
fomentar graves
perturbaciones en el
mundo íntimo y en la
historia personal de
aquellos con quienes
deberíamos contribuir
para la educación moral
y para el equilibrio
espiritual. Una
orientación sexual dicha
convencional, sobre todo
en la infancia y en la
pre-adolescencia, busca
justamente minimizar las
perturbaciones
acentuadas
descuidadamente por
padres, amigos y
orientadores, y no lo
contrario.
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