Continuamos con el
Estudio Metódico del
Pentateuco Kardeciano,
que focalizará las cinco
principales obras de la
Doctrina Espírita, en el
orden en que fueron
inicialmente publicadas
por Allan Kardec, el
Codificador del
Espiritismo.
Las
respuestas a las
preguntas presentadas,
fundamentadas en la 76ª
edición publicada por la
FEB, basadas en la
traducción de Guillon
Ribeiro, se encuentran
al final del texto.
Preguntas para debatir
A. ¿Cuál
es el objetivo del
trabajo?
B. Con
respecto al trabajo,
¿existe algún límite?
C. ¿Tiene
el hombre derecho a
descansar en la vejez?
D. Según
algunos, como Malthus,
la población humana en
la Tierra crece mucho
más rápido que los
recursos para la
subsistencia. ¿Llegará
un momento en que la
población en la Tierra
será excesiva?
E. Si la
reproducción de los
seres vivos constituye
una ley natural, ¿cómo
entender las costumbres
humanas que tienen por
objetivo crear
obstáculos a la
reproducción?
Texto para la lectura
381. Todo
trabaja en la Naturaleza
y los animales también
trabajan, aunque su
trabajo, de acuerdo a la
inteligencia que poseen,
se limite al cuidado de
su propia conservación.
Es por ello que el
trabajo no les
proporciona ningún
progreso, mientras que
el trabajo humano tiene
doble finalidad: la
conservación del cuerpo
y el desarrollo de la
facultad de pensar.
(L.E., 677)
382. La
naturaleza del trabajo
es relativa a la
naturaleza de las
necesidades. Cuanto
menos materiales son
éstas, menos material es
el trabajo. En todo
caso, el hombre nunca
permanece inactivo e
inútil, cualquiera que
sea el mundo donde viva.
La ociosidad sería un
tormento. (L.E., 678)
383. El
hombre rico puede quedar
exento de la necesidad
del trabajo material,
pero no de la obligación
de hacerse útil en la
medida de sus
posibilidades, ni de
perfeccionar su
inteligencia o la de los
demás, lo cual también
es un trabajo. Tanto
mayor es su obligación
de ser útil a sus
semejantes cuantas más
ocasiones de practicar
el bien le proporciona
la parte que Dios le
concedió
anticipadamente.
(L.E.,
679)
384. Dios
quiere que cada uno sea
útil, según sus
facultades; por eso
condena a aquél que
voluntariamente se
volvió inútil en su
existencia en la Tierra,
porque vive a expensas
del trabajo ajeno.
(L.E.,
680)
385. La
ley natural ordena que
los hijos trabajen para
sus padres, del mismo
modo que éstos deben
trabajar para sus hijos.
Fue por eso que Dios
hizo del amor filiar y
del amor paterno un
sentimiento natural.
(L.E., 681)
386. Todo
aquél que trabaja tiene
derecho al reposo, que
sirve para reparar las
fuerzas del cuerpo y es
también necesario para
dar un poco más de
libertad a la
inteligencia, a fin de
que ésta se eleve por
encima de la materia.
(L.E., 682)
387. El
límite del trabajo es el
de las fuerzas. Dios
deja al hombre
totalmente libre en ese
sentido. (L.E., 683)
388. Los
que abusan de su
autoridad, imponiendo a
sus inferiores un exceso
de trabajo, realizan una
de las peores acciones y
se hacen responsables
del exceso de tareas
impuesto a sus
inferiores, puesto que
al obrar así, están
trasgrediendo la ley de
Dios.
(L.E.,
684)
389. Hay
un elemento que no se
suele poner en la
balanza y sin el cual la
ciencia económica no
pasa de ser una simple
teoría: es la educación;
no la educación
intelectual sino la
educación moral. No la
moral de los libros,
sino la que consiste en
el arte de formar los
caracteres, la que
inculca hábitos, porque
la educación es el
conjunto de los hábitos
adquiridos. (L.E.,
685-a, comentario de
Allan Kardec)
390.
Cuando ese arte sea
conocido, comprendido y
practicado, el hombre
tendrá en el mundo
hábitos de orden y de
previsión para él mismo
y para los suyos, de
respeto a todo lo que es
respetable, hábitos que
le permitirán pasar de
manera menos penosa los
malos días inevitables.
El desorden y la
imprevisión, son dos
heridas que sólo una
educación bien entendida
puede curar. Ese es el
punto de partida, el
elemento real del
bienestar, la garantía
de la seguridad de
todos. (L.E., 685-a,
comentario de Kardec)
391. Los
hombres que constituyen
la raza actual, son los
mismos Espíritus que
volvieron para
perfeccionarse en
cuerpos nuevos, pero que
todavía están lejos de
la perfección. Así, la
raza humana actual
tendrá también su etapa
de decrecimiento y de
desaparición, y será
sustituida por razas más
perfeccionadas, que de
ella descenderán, de la
misma forma que los
hombres civilizados de
hoy descienden de los
seres brutos y salvajes
de los tiempos
primitivos.
(L.E., 689)
392. El
carácter dominante de
las razas primitivas era
el desarrollo de la
fuerza bruta. Ahora
sucede lo contrario: el
hombre hace más con la
inteligencia que con la
fuerza del cuerpo, y
hace cien veces más
porque sabe sacar
provecho de las fuerzas
de la Naturaleza. (L.E.,
691)
393.
Siendo la perfección la
meta hacia la que tiende
la Naturaleza, favorecer
esa perfección con el
auxilio de la Ciencia es
corresponder a los
planes de Dios.
(L.E.,
692)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. ¿Cuál
es el objetivo del
trabajo?
El
objetivo del trabajo es,
para el hombre, el
perfeccionamiento de su
inteligencia. Sin el
trabajo el hombre
permanecería – en lo que
respecta a la
inteligencia –
indefinidamente en la
infancia. A eso se debe
que su alimento, su
seguridad y su bienestar
dependen de su trabajo y
de su actividad.
(El
Libro de los Espíritus,
preguntas 674 a 676.)
B. Con
respecto al trabajo,
¿existe algún límite?
Sí. El
límite del trabajo es el
de las fuerzas, lo que
implica decir que el
hombre debe trabajar
mientras pueda. En la
hipótesis de que no
pueda trabajar más, como
en el caso de las
personas de edad
avanzada, el fuerte debe
trabajar para el débil.
Si no tiene familia, la
sociedad debe hacer las
veces de ésta. Es la ley
de caridad.
(Obra
citada, preguntas 683 a
685).
C. ¿Tiene
el hombre derecho a
descansar en la vejez?
Sí,
porque sólo está
obligado según sus
fuerzas.
(Obra
citada, preguntas 682,
683, 685 y 685-a y
comentario de Kardec.)
D. Según
algunos, como Malthus,
la población humana en
la Tierra crece mucho
más rápido que los
recursos para la
subsistencia. ¿Llegará
un momento en que la
población en la Tierra
será excesiva?
No, pues
Dios provee a eso y
mantiene siempre el
equilibrio.
(Obra
citada, preguntas 686 y
687.)
E. Si la
reproducción de los
seres vivos constituye
una ley natural, ¿cómo
entender las costumbres
humanas que tienen por
objetivo crear
obstáculos a la
reproducción?
Según el
Espiritismo, todo lo que
entorpece a la
Naturaleza en su marcha
es contrario a la ley
general. En lo que
respecta a las especies
de seres vivientes,
animales y plantas, cuya
reproducción ilimitada
sería nociva para otras
especies y de las cuales
el mismo hombre acabaría
por ser víctima, Dios
concedió al hombre un
poder que debe usar,
pero no abusar. Puede
pues, regular la
reproducción según las
necesidades, pero no
debe impedirla sin
necesidad. La acción
inteligente del hombre
es un contrapeso del que
Dios dispone para
restablecer el
equilibrio entre las
fuerzas de la Naturaleza
y es esto además lo que
lo distingue de los
animales, porque obra
con conocimiento de
causa.
(Obra
citada, preguntas 693 y
694.)
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