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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 5 235 – 13 de Noviembre de 2011 

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

(Parte 27)

Continuamos con el Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano, que focalizará las cinco principales obras de la Doctrina Espírita, en el orden en que fueron inicialmente publicadas por Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo.

Las respuestas a las preguntas presentadas, fundamentadas en la 76ª edición publicada por la FEB, basadas en la traducción de Guillon Ribeiro, se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Cuál es el objetivo del trabajo?

B. Con respecto al trabajo, ¿existe algún límite?

C. ¿Tiene el hombre derecho a descansar en la vejez?

D. Según algunos, como Malthus, la población humana en la Tierra crece mucho más rápido que los recursos para la subsistencia. ¿Llegará un momento en que la población en la Tierra será excesiva?

E. Si la reproducción de los seres vivos constituye una ley natural, ¿cómo entender las costumbres humanas que tienen por objetivo crear obstáculos a la reproducción?

Texto para la lectura

381. Todo trabaja en la Naturaleza y los animales también trabajan, aunque su trabajo, de acuerdo a la inteligencia que poseen, se limite al cuidado de su propia conservación. Es por ello que el trabajo no les proporciona ningún progreso, mientras que el trabajo humano tiene doble finalidad: la conservación del cuerpo y el desarrollo de la facultad de pensar. (L.E., 677)

382. La naturaleza del trabajo es relativa a la naturaleza de las necesidades. Cuanto menos materiales son éstas, menos material es el trabajo. En todo caso, el hombre nunca permanece inactivo e inútil, cualquiera que sea el mundo donde viva. La ociosidad sería un tormento. (L.E., 678)

383. El hombre rico puede quedar exento de la necesidad del trabajo material, pero no de la obligación de hacerse útil en la medida de sus posibilidades, ni de perfeccionar su inteligencia o la de los demás, lo cual también es un trabajo. Tanto mayor es su obligación de ser útil a sus semejantes cuantas más ocasiones de practicar el bien le proporciona la parte que Dios le concedió anticipadamente. (L.E., 679)

384. Dios quiere que cada uno sea útil, según sus facultades; por eso condena a aquél que voluntariamente se volvió inútil en su existencia en la Tierra, porque vive a expensas del trabajo ajeno. (L.E., 680)

385. La ley natural ordena que los hijos trabajen para sus padres, del mismo modo que éstos deben trabajar para sus hijos. Fue por eso que Dios hizo del amor filiar y del amor paterno un sentimiento natural. (L.E., 681)

386. Todo aquél que trabaja tiene derecho al reposo, que sirve para reparar las fuerzas del cuerpo y es también necesario para dar un poco más de libertad a la inteligencia, a fin de que ésta se eleve por encima de la materia. (L.E., 682)

387. El límite del trabajo es el de las fuerzas. Dios deja al hombre totalmente libre en ese sentido. (L.E., 683)

388. Los que abusan de su autoridad, imponiendo a sus inferiores un exceso de trabajo, realizan una de las peores acciones y se hacen responsables del exceso de tareas impuesto a sus inferiores, puesto que al obrar así, están trasgrediendo la ley de Dios. (L.E., 684)

389. Hay un elemento que no se suele poner en la balanza y sin el cual la ciencia económica no pasa de ser una simple teoría: es la educación; no la educación intelectual sino la educación moral. No la moral de los libros, sino la que consiste en el arte de formar los caracteres, la que inculca hábitos, porque la educación es el conjunto de los hábitos adquiridos. (L.E., 685-a, comentario de Allan Kardec)

390. Cuando ese arte sea conocido, comprendido y practicado, el hombre tendrá en el mundo hábitos de orden y de previsión para él mismo y para los suyos, de respeto a todo lo que es respetable, hábitos que le permitirán pasar de manera menos penosa los malos días inevitables. El desorden y la imprevisión, son dos heridas que sólo una educación bien entendida puede curar. Ese es el punto de partida, el elemento real del bienestar, la garantía de la seguridad de todos. (L.E., 685-a, comentario de Kardec)

391. Los hombres que constituyen la raza actual, son los mismos Espíritus que volvieron para perfeccionarse en cuerpos nuevos, pero que todavía están lejos de la perfección. Así, la raza humana actual tendrá también su etapa de decrecimiento y de desaparición, y será sustituida por razas más perfeccionadas, que de ella descenderán, de la misma forma que los hombres civilizados de hoy descienden de los seres brutos y salvajes de los tiempos primitivos. (L.E., 689)

392. El carácter dominante de las razas primitivas era el desarrollo de la fuerza bruta. Ahora sucede lo contrario: el hombre hace más con la inteligencia que con la fuerza del cuerpo, y hace cien veces más porque sabe sacar provecho de las fuerzas de la Naturaleza. (L.E., 691)

393. Siendo la perfección la meta hacia la que tiende la Naturaleza, favorecer esa perfección con el auxilio de la Ciencia es corresponder a los planes de Dios. (L.E., 692)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Cuál es el objetivo del trabajo?

El objetivo del trabajo es, para el hombre, el perfeccionamiento de su inteligencia. Sin el trabajo el hombre permanecería – en lo que respecta a la inteligencia – indefinidamente en la infancia. A eso se debe que su alimento, su seguridad y su bienestar dependen de su trabajo y de su actividad. (El Libro de los Espíritus, preguntas 674 a 676.)

B. Con respecto al trabajo, ¿existe algún límite?

Sí. El límite del trabajo es el de las fuerzas, lo que implica decir que el hombre debe trabajar mientras pueda. En la hipótesis de que no pueda trabajar más, como en el caso de las personas de edad avanzada, el fuerte debe trabajar para el débil. Si no tiene familia, la sociedad debe hacer las veces de ésta. Es la ley de caridad. (Obra citada, preguntas 683 a 685).

C. ¿Tiene el hombre derecho a descansar en la vejez?

Sí, porque sólo está obligado según sus fuerzas. (Obra citada, preguntas 682, 683, 685 y 685-a  y comentario de Kardec.)

D. Según algunos, como Malthus, la población humana en la Tierra crece mucho más rápido que los recursos para la subsistencia. ¿Llegará un momento en que la población en la Tierra será excesiva?

No, pues Dios provee a eso y mantiene siempre el equilibrio. (Obra citada, preguntas 686 y 687.)

E. Si la reproducción de los seres vivos constituye una ley natural, ¿cómo entender las costumbres humanas que tienen por objetivo crear obstáculos a la reproducción?

Según el Espiritismo, todo lo que entorpece a la Naturaleza en su marcha es contrario a la ley general. En lo que respecta a las especies de seres vivientes, animales y plantas, cuya reproducción ilimitada sería nociva para otras especies y de las cuales el mismo hombre acabaría por ser víctima, Dios concedió al hombre un poder que debe usar, pero no abusar. Puede pues, regular la reproducción según las necesidades, pero no debe impedirla sin necesidad. La acción inteligente del hombre es un contrapeso del que Dios dispone para restablecer el equilibrio entre las fuerzas de la Naturaleza y es esto además lo que lo distingue de los animales, porque obra con conocimiento de causa. (Obra citada, preguntas 693 y 694.)

 

 

 


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