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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 6 273 – 12 de Agosto de 2012

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Médiums 

Allan Kardec 

 (Parte 23)
 

Continuamos con el estudio metódico de “El Libro de los Médiums”, de Allan Kardec, la segunda de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en 1861. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir 

A. En una manifestación espírita, ¿cómo saber si los golpes son producidos por Espíritus?

B. ¿Podrían las comunicaciones ser reflejo de la mente del médium o de los asistentes?

C. En las sesiones mediúmnicas ¿es necesario alternarse por sexo, darse las manos,  un ambiente sin luz, locales y horas determinados?

D. ¿Qué se necesita para que una comunicación mediúmnica sea buena?

Texto para la lectura

214. El alma del médium puede comunicarse, como la de cualquier otro Espíritu: es lo que hoy denominamos animismo. Por la naturaleza de las comunicaciones se podrá distinguir si el Espíritu que se comunica es el del médium, u otro. En el estado de sonambulismo o de éxtasis, es cuando más a menudo el Espíritu del médium se manifiesta, porque en tal caso se encuentra más libre. En el estado normal este hecho es más difícil. (Ítem 223, preguntas 2 a 5)

215. En la comunicación mediúmnica, el Espíritu del médium es el intérprete, porque está unido al cuerpo que emite el habla y por ser necesaria una cadena entre los hombres y los Espíritus comunicantes. Es el Espíritu del médium el que recibe el pensamiento y lo transmite, incluso cuando son usadas mesas, tablitas y cestas, o el médium es mecánico. (Ítem 223, preguntas 6 a 9)

216. El médium sólo es pasivo cuando no mezcla sus propias ideas con las del Espíritu comunicante, pero nunca está completamente anulado. Su concurso es siempre indispensable como intermediario, aunque se trate de los llamados médiums mecánicos. (Ítem 223, preguntas 10 y 11)

217. El Espíritu errante, cuando se dirige al Espíritu del médium, no le habla en francés, ni en inglés, sino en la lengua universal que es la del pensamiento. Para expresar sus ideas en un lenguaje articulado, transmisible, toma las palabras del vocabulario del médium. (Ítem 223, pregunta 15)

218. No todos los médiums son aptos para recibir mensajes en lenguas que desconoce, que los Espíritus utilizan sólo accidentalmente, cuando esto pueda tener alguna utilidad. Para las comunicaciones usuales y de cierta extensión, ellos prefieren valerse de una lengua familiar al médium. (Ítem 223, pregunta 16)

219. Una persona analfabeta puede escribir como médium pero es comprensible que tendrá que vencer una gran dificultad mecánica, por faltarle a la mano el hábito del movimiento necesario para formar las letras. Lo mismo sucede con los médiums dibujantes que no saben dibujar. (Ítem 223, pregunta 18)

220. La expresión del pensamiento por medio de la poesía, el dibujo o la música depende a veces de la aptitud del médium; a veces, del Espíritu. Los Espíritus superiores poseen todas las aptitudes; los inferiores sólo disponen de conocimientos limitados. (Ítem 223, pregunta 22)

221. El Espíritu que se quiere comunicar comprende, sin duda, todas las lenguas, puesto que las lenguas son la expresión del pensamiento. Para expresar ese pensamiento, le es necesario un instrumento, y éste es el médium, que sólo puede transmitir la comunicación por los órganos de su cuerpo. Ahora bien, tales órganos no pueden tener, para una lengua que desconozca el médium, la flexibilidad que presenta la que le es familiar. Un médium que sepa sólo portugués, puede accidentalmente dar una respuesta en inglés, si al Espíritu le place hacerlo; pero los Espíritus se impacientan con la resistencia mecánica que encuentran; de ahí que no siempre lo hacen. (Ítem 224)

222. Las incorrecciones de estilo y de ortografía pueden provenir tanto de los Espíritus como del médium. Aferrarse a tales cosas es una futilidad.  Sin embargo, es lícito corregirlas, sin ningún escrúpulo, a menos que caractericen al Espíritu que se comunica. (Ítem 224)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. En una manifestación espírita, ¿cómo saber si los golpes son producidos por Espíritus?

Es necesario, primeramente, excluir todas las causas naturales que puedan estar por detrás de las manifestaciones: el viento, bromas, efectos de animales, etc. El ruido espírita demuestra señales de inteligencia por su obediencia a la voluntad y porque ocurre de hecho en el lugar designado por el observador. Si el fenómeno es realmente producido por un Espíritu, él quiere decir algo. Si responde incluso al pensamiento de los espectadores, no se le puede negar una causa inteligente. (El Libro de los Médiums, ítem 83.)

B. ¿Podrían las comunicaciones ser reflejo de la mente del médium o de los asistentes?

La experiencia ha demostrado el error de esta tesis. He aquí un ejemplo de la independencia del pensamiento del Espíritu comunicante en relación al médium y a las personas presentes. En un barco de la Marina Imperial Francesa, en servicio en los mares de China, todos se ocupaban en hacer hablar a las mesas. Tuvieron entonces la idea de evocar al Espíritu de un primer teniente del mismo navío, muerto hacía dos años. La entidad espiritual compareció y después de varias comunicaciones que asombraron a todos, dijo lo siguiente por medio de golpes: “Les ruego encarecidamente que paguen al capitán la suma de… (Indicaba la cantidad) que le debo y siento no haberle podido reembolsar antes de mi muerte”. Nadie conocía el caso; el mismo capitán había olvidado esa deuda, que además era muy pequeña, pero buscando en sus apuntes encontró la mención del débito del primer teniente, cuyo valor coincidía con el del mensaje. Las comunicaciones psicográficas recibidas por el médium Chico Xavier, que dan informaciones pormenorizadas sobre nombres y direcciones, especialmente por parte de jóvenes recién desencarnados, son una prueba irrefutable de que las comunicaciones auténticas no tienen nada que ver con el pensamiento del médium o de los asistentes. (Obra citada, ítems 69 y 70.)

C. En las sesiones mediúmnicas ¿es necesario alternarse por sexo, darse las manos,  un ambiente sin luz, locales y horas determinados?

No; la única prescripción que es rigurosamente obligatoria es el recogimiento, un silencio absoluto y sobre todo la paciencia, si el efecto tarda en producirse. La elección de días y horas determinados favorece la asistencia de los Espíritus, que tienen también sus ocupaciones y no pueden quedar a disposición de las preferencias de los encarnados. Un lugar consagrado a la actividad mediúmnica facilita la concentración, aunque el momento más propicio a la actividad mediúmnica sea aquél en el que los participantes de la tarea estén más tranquilos y menos distraídos por sus obligaciones habituales. (Obra citada, ítems 62, 63 y 282.)

D. ¿Qué se necesita para que una comunicación mediúmnica sea buena?

Para que una comunicación mediúmnica sea buena es necesario que proceda de un Espíritu bueno; para que este Espíritu bueno pueda transmitirla, necesita un buen instrumento; para que él quiera transmitirla, es necesario que el objetivo le convenga. (Obra citada, ítem 186.)

 

 

 


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