En el
tratamiento de
la obsesión, no
bastan
sólo los pases
Hay en algunos
sectores del
medio espirita
quien entienda
que en el
tratamiento de
la obsesión
basta asistir a
algunas
conferencias y
recibir pases al
final de la
reunión, idea
ésa que
constituye,
indiscutiblemente,
grave error. Es
obvio que las
conferencias y
pases son
providencias
útiles, pero no
bastan por sí
sólo; es
necesario algo
más.
El asunto fue
tratado con
bastante clareza
por Allan Kardec
en el capítulo
28, ítems 81 y
siguientes, d’
El Evangelio
según el
Espiritismo,
donde se percibe
la notoria
influencia de
las experiencias
llevadas a
efecto en la
ciudad de
Marmande por el
grupo dirigido
por el Sr.
Dombre.
En el capítulo a
que nos
referimos, el
Codificador
reafirma la
importancia de
los pases, pero
agrega, como
medidas
importantes en
el tratamiento,
el
adoctrinamiento
del agente
causador de la
obsesión y la
manifestación de
la voluntad por
parte del
paciente, cuya
decisión de
reequilibrarse
es factor
primordial en la
evolución del
proceso
desobsesivo.
Antes de la
publicación d’
El Evangelio
según el
Espiritismo,
en el artículo
publicado en la
Revista
Espirita de
1862, Kardec se
refirió al tema,
enseñando que en
el tratamiento
de las
obsesiones es
importante que
el paciente se
esfuerce por
adquirir la
mayor suma
posible de
superioridad por
medio de la
voluntad y de la
adquisición de
cualidades
morales.
Como se sabe, en
un proceso
obsesivo es
necesario que el
paciente consiga
dominarse a sí
mismo y, para
eso, el recurso
más eficaz es la
acción de la
voluntad,
secundada por la
oración.
Es necesario
aún, pedir a su
ángel protector
y a los
Espíritus buenos
que le asisten
en la lucha,
pero no basta
solicitar que
expulsen al
Espíritu malo.
Recordándonos de
la máxima
Ayúdate, y el
cielo te ayudará,
debe pedirles,
sobre todo, la
fuerza que le
falta para
vencer las malas
inclinaciones,
porque son éstas
que atraen los
Espíritus malos,
como el mondongo
atrae las aves
de presa.
Otra
recomendación de
Allan Kardec
dice respecto a
la oración en
favor del
Espíritu
causador de la
obsesión,
porque, según el
Codificador, es
posible, con
paciencia y
perseverancia,
conducir, en la
mayoría de los
casos, el
Espíritu a
mejores
sentimientos,
transformándolo
de obsesor en
una persona de
reconocimiento.
De Kardec hasta
nuestros días,
mucho tiempo se
pasó y obras
innúmeras
surgieron
teniendo por
tema el
tratamiento de
la obsesión, en
razón de lo que
se sabe hoy, con
toda la certeza,
que en un
proceso obsesivo
ambos los
litigantes son
igualmente
enfermos y
merecen toda
nuestra atención
y nuestro
cariño, para que
puedan erguirse
y dar un nuevo
rumbo a la
historia que
originó el
proceso.
Cuidar sólo de
la persona que
sufre la
dominación
obsesiva es un
equívoco que no
podemos permitir
que ocurra en
una casa
espirita bien
orientada.
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