Reflexiones
sobre el
incendio en
Santa María
Dos semanas se
pasaron desde
que se
sucedieron los
tristes
acontecimientos
ocurridos en el
día 27 de enero
en la ciudad de
Santa María
(RS), el asunto
continúa siendo
objeto de
discusiones en
los medios de
comunicaciones
del País, los
cuales,
reflejando las
preocupaciones
de los lectores,
vienen
enfatizando dos
puntos.
El primero: la
esperanza de que
los
acontecimientos
del día 27
despierten la
conciencia de
los agentes
públicos y de
los empresarios
para que hechos
semejantes no
más ocurran.
El segundo: la
necesidad de que
los eventuales
culpados por la
tragedia sean
debidamente
identificados y
llevados a
prestar cuentas
delante de los
tribunales.
En el medio
espirita, como
es natural,
muchos aún se
preguntan: -
¿Qué decir a las
personas que
enfrentan
tragedias de
idéntica
naturaleza?
Entendemos que
la respuesta a
esa pregunta es
simple: - No hay
lo que decir, a
no ser orar en
favor de todas
ellas,
reafirmando
nuestra fe en
Dios y en la
misericordia
divina, y
buscando
entender, con
las luces que el
Espiritismo nos
ofrece, por qué
todavía ocurren
en nuestro mundo
hechos
semejantes.
Este pensamiento
está reflejado
en el editorial
de la edición de
febrero del
periódico El
Inmortal,
donde extraemos
el trecho abajo:
“De las muchas
manifestaciones
publicadas en
los días
siguientes al
incendio, nos
llegó al
conocimiento un
texto titulado
“Reflexiones
espiritas sobre
la tragedia de
Santa María,
de autoría de la
conocida
escritora Dora
Incontri, que
hizo oportunas
consideraciones
acerca de los
hechos ocurridos
en la mencionada
ciudad.
Como afirma Dora
en su artículo,
no tenemos
condiciones de
decir por qué
aquellas
personas
desencarnaron en
condiciones así
tan aflictivas.
Nos faltan para
eso
informaciones de
que no
disponemos. Los
episodios del
edificio Joelma,
ocurridos en
Febrero de 1974,
pueden darnos
una pista, pero
sabemos muy bien
que, en la vida,
cada caso es un
caso distinto,
que puede tener
o no semejanza
con otros.
Es obvio que con
las enseñanzas
que tenemos
recibido en la
doctrina
espirita la
cuestión de la
muerte no nos
causa el temor o
las angustias
que acometen las
personas sin
preparación para
enfrentarla,
pero se trata de
informaciones
genéricas que,
evidentemente,
pueden o no
aplicarse a
determinada
situación
individualmente
considerada.”
Totalmente de
acuerdo con el
pensamiento de
Dora Incontri y
con el editorial
a que nos
referimos, he
aquí lo que
entendemos sea
posible decir a
nuestros
hermanos de
Santa María:
- que Dios es un
Padre amoroso,
justo y sabio,
que desea
solamente el
bien para sus
hijos...
- que las
pruebas que nos
acometen en la
vida no vienen
para
machacarnos,
pero para que
sean superadas y
vencidas…
- que la muerte
no existe y, por
lo tanto, los
jóvenes que
partieron
continúan a
vivir y podrán,
en determinado
momento, dar a
los familiares
noticias de sus
condiciones…
-
que la muerte
traumática deja
marcas en
aquéllos que
parten y también
en aquéllos que
se quedan y, por
eso, todos ellos
necesitan de
amparo y
oración…
- que el
sufrimiento
tiene siempre
significado
existencial, que
cada persona
debe descubrir y
transformar en
motivo de
ascensión…
- que la fe, la
comunión con la
Espiritualidad,
sea ella cual
sea, da fuerzas
al individuo
para superar
cualquier
trauma, incluso
los resultantes
de hechos como
ése.
Además de lo
arriba expuesto,
nada más nos es
lícito decir,
pero, sí,
esperar, como la
gran prensa
tiene destacado,
que tragedias
como ésa jamás
se repitan y que
las providencias
que compiten a
la justicia sean
efectivamente
tomadas, porque
está probado que
es la impunidad
que crea las
condiciones para
que la
negligencia y la
omisión de los
agentes
responsables se
perpetúen.
|