La Doctrina Espírita
preceptúa que existen
dos elementos generales
en el Universo: “materia
y Espíritu y, por encima
de todo Dios”. (1)
Emmanuel aclara que “por
la voluntad divina, se
condensó la materia
cósmica en el Universo
sin fin. La materia
produjo la fuerza, la
fuerza generó el
movimiento, el
movimiento hizo surgir
el equilibrio de la
atracción y la atracción
se transformó en amor”.
(2) De esa manera, se
identifican todas las
dimensiones de la vida
en base de la ley de
unidad establecida por
el Creador,
considerándose que en la
Tierra “todos los
movimientos de evolución
material y espiritual se
procesaron, como hasta
hoy se procesan, bajo el
patrimonio de Jesús”.
(3)
¡La fuente de energía
para todos los núcleos
de la vida planetaria es
el Sol, eso es un hecho!
y todos “los seres
reciben la renovación
constante de sus
radiaciones a través de
la lluvia incesante de
los átomos solares”. (4)
De este modo, “las
primitivas agregaciones
moleculares, obedecieron
al pensamiento divino de
los preceptos de Cristo,
cuando en las
manifestaciones
iniciales de la vida
sobre la Tierra” (5) y
en los “principios de la
organización planetaria,
encontraron, en el
protoplasma (6) el punto
de inicio para su
actividad realizadora,
tomándolo como base
esencial de todas las
células vivas del
organismo terrestre”.
(7)
Algunos conciben que en
los seres inorgánicos
todo sea “ciego”,
pasivo, fatal; jamás se
verifica “evolución”; no
hay más que cambios de
estados en la naturaleza
intrínseca de la
sustancia. Argumentan
que los minerales no
tienen forma propia,
mientras que los “seres
vivos” poseen forma
específica. Los seres
brutos
presentan composición
química simple, mientras
que la “sustancia viva”
es compleja. Los
minerales no presentan
un ciclo vital (no nacen
y no mueren) – su
duración es ilimitada.
Pero creo que en las
atracciones moleculares,
aunque no identifiquemos
manifestaciones de
espiritualidad, como
principio
de inteligencia, estoy
convencido de que “los
fenómenos rudimentarios
de la vida en sus
demostraciones de
energía potencial están
presentes en base a la
evolución de la materia
en sus infinitos
aspectos dimensionales”.
De ese modo, la materia
“bruta” no es
estacionamiento y
evoluciona.
Albert Einstein, a
partir de la Teoría de
la Relatividad, afirmó
que materia y energía
son las dos fases de una
misma moneda. La materia
es energía condensada y
la energía una forma de
presentación de la
materia. Endosando esa
tesis, el Espíritu
Emmanuel, considerando
el proceso radioactivo,
identifica la
“evolución”
de la materia, pues “es
en ese continuo desgaste
que se observan los
procesos de
transformación de las
individualizaciones
químicas, convertidas en
energía, movimiento,
electricidad, luz, en el
ascenso para nuevas
modalidades evolutivas,
en obediencia a las
leyes que rigen el
Universo”. (8) En
verdad, las
individualizaciones
químicas
poseen su ruta para la
obtención de las
primeras expresiones
anímicas, recordando que
en la constitución de
las vidas, en el reino
vegetal y animal,
encontramos los
elementos minerales. Hay
obviamente algunas
controversias teóricas
acerca de cuando el
Principio Inteligente se
individualizaría; si tal
ocurriría ya a partir
del reino mineral, o
solamente a partir del
reino vegetal. Unos
defienden la primera
hipótesis, otros
sostienen la segunda
tesis. Me junto a la
primera corriente,
respaldado en Kardec
que explica: “si se
observa la serie de los
seres, se descubre que
ellos forman una cadena
sin solución de
continuidad, desde la
materia bruta hasta el
hombre más inteligente’.
(9)
Sobre la cuestión de la
individualización, esa
situación no se confunde
con la creación
“individual” del
Principio Inteligente,
sólo habla respecto a su
estado de
particularización. El
término empleado en la
Codificación significa
aquello que el Ser
(principio) agregó de
experiencias para que él
pudiera literalmente
ser identificado, en
cuanto a otros seres de
la creación, como un
individuo. Sin embargo,
en cuanto a la
“conciencia del yo” (que
es un estadio avanzado,
más elaborado y
perfeccionado de la
individualización),
solamente se da en el
estadio del “reino
hominal”, pues que,
anteriormente, la
inteligencia permanecía
en estado latente, en
los “reino hominal”. A
propósito de eso, Kardec
dice que “el alma de los
animales (...) conserva
su individualidad; en
cuanto a la conciencia
del yo, no. La vida
inteligente le permanece
en estado latente”. (10)
En el universo de la
vida organizada (ser
orgánico) se sabe que
hay un principio
especial, aún
inaprensible y que aún
no es bien definido por
los estudiosos: el
Principio Vital.
Presente en el ser
viviente, inexiste en
los minerales. “Es un
estado especial, una de
las modificaciones del
Fluido Cósmico
Universal, por la cual
este se vuelve
principio de vida.” (11)
El Principio Vital es
uno sólo para todos los
seres orgánicos, pero
modificado según las
especies. Es fuerza
motriz de la estructura
orgánica y “al mismo
tiempo que el agente
vital estimula los
órganos, la acción de
ellos [de los órganos]
mantiene y desarrolla la
actividad del agente
vital, casi del mismo
modo como la fricción
produce el calor". (12)
Es importante considerar
que, a pesar de ser
materia diferenciada,
distinguida de los
niveles, digamos,
materiales, tal origen
no invalida la matriz
celular del fluido
vital, principalmente
por su papel
diferenciado e
intermediario.
¿El principio vital
forma un tercer elemento
constituyente del
universo?
Como dijimos, Espíritu y
materia son dos
elementos constituyentes
del Universo. ¿El
Principio Vital formaría
un tercero? ¡No! Pues se
trata de uno de los
elementos necesarios a
la constitución del
Universo, pero el aún
tiene su fuente en la
materia primordial
modificada. “Es un
elemento, como el
oxígeno y el hidrógeno
que, sin embargo, no son
elementos primitivos,
aunque todo eso proceda
de un mismo principio.”
(13) ¿Será que
realmente la vitalidad
es un atributo
permanente del agente
vital o sólo se
desarrolla por el
funcionamiento de los
órganos? En verdad, ese
agente sin la materia no
es la vida: “es preciso
la unión de las dos
cosas para producir la
vida. Se deduce de eso
que la vitalidad está en
estado latente, cuando
el agente vital no está
unido al organismo”.
(14)
Para haber vida orgánica
es preciso que exista el
protoplasma, componente
de las células, formado
principalmente por
proteínas. En la Tierra,
sólo pudo surgir la vida
orgánica en el momento
en que, en la atmósfera,
por medio de las
descargas eléctricas, se
unieron metano, amonio,
agua e hidrógeno,
formándose los primeros
aminoácidos. (15) Ellos
se combinaron, formando
proteínas, las cuales se
aglomeraron en los
coacervados (16) y de
estos originaron las
células. Todas las
células tienen
cromosomas y ADN, que no
existen en los
minerales. El fluido
universal, quedado con
la acción del elemento
inteligente, es
responsable por la
cohesión y las
calidades
gravitacionales de la
materia. Recordemos aquí
que la inteligencia es
un atributo esencial del
espíritu (17), que por
su parte es el elemento
inteligente del
universo,
individualizado, con
moralidad propia, aunque
reconozca que “la
naturaleza íntima del
elemento inteligente,
fuente del pensamiento,
escape completamente a
las [actuales]
investigaciones”. (18)
La monada
Están los que se dedican
al estudio de la monada
(19). Según algunos,
vertida del plano
espiritual sobre el
plano físico, la monada
atravesó las más rudas
cribas de la adaptación
y selección, asimilando
los valores múltiples de
la organización, de la
reproducción, de la
memoria, del instinto,
de la sensibilidad, de
la percepción y de la
preservación propia,
penetrando, así, por las
vías de la inteligencia
más completa y
laboriosamente
adquirida, en los rangos
inaugurales de la razón.
(20)
El punto principal del
pensamiento de Leibniz
es la teoría de las
monadas. Es un concepto
neoplatónico, que fue
retomado por Giordano
Bruno y que Leibniz
desarrolló. Las monadas
(unidad en griego) son
puntos últimos
desplazándose en el
vacío. Leibniz llama la
esencia del alma y
monada la sustancia
tomada como
cosa en sí, teniendo en
sí su determinación y
finalidad. Para Leibniz,
la monada significa
sustancia simple,
activa, indivisible, de
que todos los entes son
formados. Según el
filósofo, todos los
seres son constituidos
por substancias simples
entre las cuales reina
una armonía
preestablecida.
El Espíritu André Luiz
explica mejor diciendo
que la monada es “el
Principio Inteligente en
sus primeras
manifestaciones”, es
decir, en la primera
fase de evolución del
ser vivo “gérmenes
sagrados de los primeros
hombres”. (21)
Trabajadas “en el
transcurso de milenios,
por los obreros
espirituales que les
magnetizan los
valores permutándolos
entre sí, bajo la acción
del calor interno y del
frío exterior, las
monadas se expresan en
el mundo a través de la
red filamentosa del
protoplasma”. (22)
El éter
Evoco de pasada, en la
discusión de los
principios (material y
espiritual) aquí
expuestos, el éter,
término que significa la
sustancia que los
científicos creían que
existía en todo el
universo, pero sin masa,
sin volumen e
indetectable, pues no
provocaría fricción. Los
físicos del sic. XIX
sabían que la luz tenía
naturaleza
ondulatoria, e
imaginaban por lo tanto
que esa debería
necesitar de un medio
para propagarse (de ahí
el éter). Para el
Espíritu Emmanuel el
éter es casi una
abstracción, un fluido
sagrado de la vida, que
se encuentra en todo el
cosmo; fluido esencial
del Universo que, en
todas las direcciones,
es el vehículo del
pensamiento divino.
Agente vital: ¿causa o
efecto?
No hay consenso entre
algunos puntos propios
como tampoco hay una
comprensión por parte de
la mayoría de los
espíritas sobre el
fluido vital. ¿Sería una
propiedad de la materia,
un efecto que se produce
cuando la materia se
encuentra en
determinadas
circunstancias?
Recordemos que los seres
orgánicos tienen en sí
una fuerza íntima que
produce el fenómeno de
la vida, mientras esa
fuerza dure. Para Kardec
el fluido vital “es
creado por el
metabolismo corporal”.
(23) Según esa manera de
ver, el Principio Vital
no sería más que una
especie particular de
electricidad, denominada
electricidad animal, que
durante la vida se
desprende por la acción
de los órganos y cuya
producción cesa, cuando
surge la muerte, por
extinguirse tal acción.
Sin embargo, como vimos
arriba, los Espíritus
discuten el asunto y
apuntan que el Principio
Vital es una
transformación de la
materia primordial del
Universo – el Fluido
Cósmico Universal.
Principio inteligente y
evolución
En base a la escala
evolutiva de la
inteligencia, Léon Denis
afirma que “en la
planta, la inteligencia
dormita; en el animal,
sueña; sólo en el hombre
despierta, se conoce, se
posee y se hace
consciente; a partir de
ahí, el progreso, de
alguna suerte fatal en
las formas inferiores de
la Naturaleza, sólo se
puede realizar por el
acuerdo de la
voluntad humana con las
leyes Eternas”. (24) Por
otro lado, la Doctrina
Espírita explica que las
diferentes especies de
animales no proceden
intelectualmente unas de
las otras, mediante
progresión. En ese
tópico no todos piensan
la misma cosa acerca de
las relaciones que
existen entre el hombre
y los animales. Según
algunos, el Espíritu
sólo alcanza el periodo
de humanidad después de
haber sido elaborado e
individualizado en los
diferentes grados de los
seres inferiores de la
Creación; según otros,
el Espíritu del hombre
habría siempre
pertenecido a la raza
humana, sin pasar por la
experiencia animal. El
primero de esos sistemas
tiene
la ventaja de dar un
objetivo al futuro de
los animales, que
formarían así los
primeros anillos de la
cadena de los seres
pensantes; el segundo
está más en consonancia
con la dignidad del
hombre. (25)
“Así, el espíritu de la
ostra no se hace
sucesivamente el del
pez, del pájaro, del
cuadrúpedo y del
cuadrúmano.” (26) Cada
especie constituye,
física y moralmente, un
tipo absoluto, cada uno
de cuyos individuos
aspira en la fuente
universal la cantidad
del Principio
Inteligente que le sea
necesario, en
consonancia
con la perfección de sus
órganos y con el trabajo
que tenga que ejecutar
en los fenómenos de la
Naturaleza, cantidad que
él, por su muerte,
restituye a la reserva
donde la cogió.
El Principio Inteligente
gastó, desde los virus y
las bacterias de las
primeras horas del
protoplasma en la Tierra
“millones de siglos, a
fin de que pudiera, como
ser pensante, aunque en
fase embrionaria de la
razón, lanzar sus
primeras emisiones de
pensamiento continuo
para los Espacios
Cósmicos”. (27) Emanan
del mismo Principio
Inteligente el alma de
los animales y del
hombre, con la
diferencia que la del
hombre pasó por una
elaboración que la
coloca por encima de la
que existe en el animal,
elaboración esa hecha en
una serie de existencias
que preceden el periodo
de Humanidad. (28)
“Una tesis que los
Espíritus rechazan de
manera más absoluta es
la de la trasmigración
del alma del hombre para
los animales y
viceversa.” (29) Entre
los Espíritus hay
divergencia en cuanto a
los orígenes del alma
del hombre y de los
animales, creyendo
algunos que el Espíritu
del hombre habría
pertenecido siempre a la
raza humana, sin
pasar por la fiera
animal. Según esa línea
de pensamiento, cada
especie constituiría,
física y moralmente, un
tipo absoluto, cada uno
aspirando de la fuente
universal la cantidad
del Principio
Inteligente que le sea
necesario. (30)
Identificamos, sin
embargo, algunos puntos
doctrinarios apuntando
para la tesis de la
elaboración progresiva
del Principio
Inteligente a partir del
reino mineral, pasando
por el reino vegetal,
animal, hasta finalmente
individualizarse como
Espíritu, cuando pasa a
encarnar solamente en el
reino hominal,
continuando su ascenso
en la escala del
progreso intelectual y
moral, a través de
encarnaciones sucesivas,
con la finalidad de
alcanzar el máximo grado
de perfección relativa
(solamente Dios tiene la
perfección absoluta).
Entre las especies
orgánicas dotadas de
inteligencia y de
pensamiento, hay una que
es dotada de un sentido
moral especial que le da
una incontestable
superioridad sobre las
otras: es la especie
humana. Ahí el fluido
vital funciona como un
sistema energético que
actúa como un
intermediario entre el
periespíritu y el cuerpo
físico durante la
reencarnación, y es el
que da vitalidad a la
materia.
Cuando el Espíritu tiene
que encarnar en un
cuerpo humano en vías de
formación, un lazo
fluídico, que no es más
una expansión de su
periespíritu, la unión
al germen que lo atrae
por una fuerza
irresistible, desde el
momento de la
concepción. A medida que
el germen se desarrolla,
el lazo se acorta. Bajo
la influencia
del principio
vito-material del
germen, el periespíritu,
que posee ciertas
propiedades de la
materia, se une,
molécula a molécula, al
cuerpo en formación,
donde el puede decirse
que el Espíritu, por
intermedio de su
periespíritu, se
enraíza, de cierta
manera, en ese germen,
como una planta en la
tierra.
Cuando el germen llega a
su pleno desarrollo,
completa es la unión;
nace entonces el ser
para la vida exterior.
“Por un efecto
contrario, la unión del
periespíritu y de la
materia carnal, que se
había efectuado bajo la
influencia del Principio
Vital del germen, cesa,
desde que ese principio
deja de actuar, a
consecuencia de la
desorganización del
cuerpo. Mantenida que
era por una fuerza
actuante, tal unión se
deshace, luego que esa
fuerza deja de actuar.
Entonces, el
periespíritu se
desprende, molécula a
molécula, conforme se
había unido, y al
Espíritu es restituida
la libertad. Así, no es
la partida del Espíritu
que causa la muerte del
cuerpo; esta es la que
determina la partida del
Espíritu.” (13)
Conclusión
El Principio Espiritual
estacionó por todos los
reinos desde su
creación, tanto que es
uno de los elementos
fundamentales y
constitutivos de ella;
sin embargo, se
individualizó después
del conocimiento de las
leyes de la misma
creación, de cómo ellas
actúan, inclusive las de
atracción, cohesión y
otras que existen en los
primarios reinos,
incluyendo el mineral.
En tesis no hay que
hablar cuál de los dos
(Principio Inteligente o
Principio Material) fue
creado primero.
Filosóficamente
hablando, para algunos,
“si el Principio
Inteligente fue creado
perfectible, y, para
eso, tiene que actuar en
la Materia, se deduce
que el fue creado como
una individualidad para
actuar (inmediatamente)
en el primer reino de la
naturaleza [materia por
excelencia], y, a partir
de ahí, ganar
experiencias que lo
harían identificable en
el futuro”. (32)
El progreso es la ley de
la naturaleza. A esa ley
todos los seres de la
creación, animados e
inanimados, fueron
sometidos por la bondad
de Dios, que quiere que
todo se engrandezca y
prospere. Según Allan
Kardec “todo se encadena
en la naturaleza, desde
el átomo primitivo hasta
el arcángel, pues el aún
comenzó por el átomo.
Admirable ley de
armonía, de que vuestro
espíritu limitado aún no
puede comprender el
conjunto”. (33)
Se constata así la
aceptación general –
“tanto por autores
encarnados como también
por los Espíritus de
superioridad que nos
transmiten sus
enseñanzas por vía
mediúmnica – de la
teoría de la dualidad:
Elemento
Espiritual/Elemento
material creados
simultáneamente por
Dios, siendo que el
Elemento Espiritual,
desde sus
primeras
manifestaciones, acumula
siempre las experiencias
adquiridas en su
trayecto hasta el estado
de Espíritu, sin jamás
retrogradar, mientras
que la materia – creada
para la manifestación
del Elemento Espiritual
que la dirige – por su
propia naturaleza está
sujeta a las
transformaciones, que
incluyen, en los tres
reinos, el nacimiento,
crecimiento, decrepitud
y muerte con la
consecuente destrucción
(así entendida como
retorno a los elementos
constitutivos), para dar
origen la nuevas formas
manifestadas por el
Espíritu en su
trayectoria rumbo a la
Perfección”. (34)
Referências
bibliográficas:
(1) Kardec, Allan.
O Livro dos Espíritos,
Rio de Janeiro: Ed. FEB,
2000, Questão 27
(2) Xavier, Francisco
Cândido. O Consolador,
ditado pelo espírito
Emmanuel , Rio de
Janeiro: Ed. FEB,
questão 21
(3) Idem questão 265
(4) Idem questão 10
(5) Idem questão 12
(6) Toda a substância ou
mistura de substâncias
em que se manifesta a
vida nas suas
características de
metabolismo, reprodução
e irritabilidade
(7) Xavier, Francisco
Cândido. O consolador,
ditado pelo espírito
Emmanuel , Rio de
Janeiro: Ed. FEB,
questão 6
(8) Idem questão 9
(9) Kardec, Allan. O
Livro dos Espíritos, Rio
de Janeiro: Ed. FEB,
2000, Introdução, item
XVII
(10) Idem questão607
(11) Idem questão 598
(12) Kardec, Allan. A
Gênese, Rio de Janeiro:
Ed. FEB, 2001
(13) Idem
(14) Kardec, Allan. O
Livro dos Espíritos, Rio
de Janeiro: Ed. FEB,
2000, Questão 64
(15) Aminoácido es una
molécula orgánica
formada por átomos de
carbono, hidrógeno,
oxígeno, y nitrógeno
unidos entre sí de
manera característica.
Algunos aminoácidos
también pueden contener
enxofre.
(16) Coacervado es un
aglomerado de moléculas
proteicas envueltas por
moléculas de agua, en su
forma más compleja. Esas
moléculas fueron
envueltas por el agua
debido al potencial de
ionización presente en
alguna de sus partes. Se
cree, por lo tanto, que
el origen de los
coarcevados (y
consecuentemente de la
vida)
(17) Kardec, Allan. O
Livro dos Espíritos, Rio
de Janeiro: Ed. FEB,
2000, Questão 24
(18) Allan Kardec,
Revista Espírita, ano:
1866 páginas 78 e 79.
Editora EDICEL
(19) Ser formado por la
unión del principio
inteligente y su cuerpo
mental, imperecederos,
integrantes e
inseparables uno del
otro, cualquiera que sea
el mundo en que viva y
el grado evolutivo en
que se encuentre.
(20) Xavier, Francisco
Cândido e Vieira Waldo.
Evolução em Dois Mundos,
ditado pelo espírito
André Luiz capítulo III
, Rio de Janeiro:
Editora FEB, 1977
(21) Idem
(22) Xavier, Francisco
Cândido. O consolador,
ditado pelo espírito
Emmanuel , Rio de
Janeiro: Ed. FEB,
questão 20
(23) Kardec, Allan. A
Gênese, Rio de Janeiro:
Ed. FEB, 2001
(24) DENIS, Léon. O
problema do ser, do
destino e da dor, Rio de
Janeiro: 21ª ed. Ed.
FEB, , 1999 às pág.
122/123
(25) Kardec, Allan. O
Livro dos Espíritos, Rio
de Janeiro: Ed. FEB,
2000, Questão 613
(26) Idem questão 613
(27) Xavier, Francisco
Cândido e Vieira Waldo.
Evolução em Dois Mundos,
ditado pelo espírito
André Luiz capítulo III
, Rio de Janeiro:
Editora FEB, 1977.
(28) Kardec, Allan. O
Livro dos Espíritos, Rio
de Janeiro: Ed. FEB,
2000, Questões 606/607
(29) Idem questão 613,
Comentários
(30) Idem questão 222
(31) Kardec, Allan. A
Gênese, Rio de Janeiro:
Ed. FEB, 2001
(32) Kardec, Allan. O
Evangelho Segundo o
Espiritismo, Rio de
Janeiro: Ed. FEB, 2000,
Cap. III, item 19,
Progressão dos Mundos,
Santo Agostinho-Espírito
- 1864
(33) Kardec, Allan. O
Livro dos Espíritos, Rio
de Janeiro: Ed. FEB,
2000, Nota de Kardec à
questão 540, e RE, 1860,
julho, pg. 226, p. 2º,
item 8.
(34) Cf. Joel Matias ,
artigo “Considerações a
Respeito do Princípio
Material e Princípio
Inteligente” Publicado
no Boletim GEAE Número
440 de 02 de julho de
2002