Estela era médica y,
muchas veces, en virtud
de su trabajo ella era
requerida para prestar
servicios en otras
ciudades, orientando y
dando charlas, lo que
generaba gran dificultad
para la familia, pues la
hija de ocho años,
Carminha, era muy
celosa.
Siempre que necesitaba
viajar, Estela
enfrentaba crisis en su
hogar: la hija lloraba,
gritaba y pataleaba,
suplicando a la madre
que no fuera a viajar.
Ciertamente, habiendo
asumido compromisos,
Estela no podría faltar,
siendo obligada a dejar
el hogar con el corazón
amargado, llena de
compasión por la
hija.
Cierto día, al
anochecer, Carminha
observaba el cielo de la
baranda de su casa en
compañía de la madre. La
noche sin luna permitía
ver mejor las estrellas
que brillaban en el
firmamento. Mirando los
puntos luminosos que
brillaban en lo alto,
Carminha observó que
algunos eran más
visibles y brillantes,
otros menos y había
otros que casi no se
veían. Entonces, ella
preguntó a la madre:
— ¿Mamá, por qué las
estrellas son
|
|
tan diferentes?
¡Mira! Unas
brillan bastante
y otras casi la
gente no las ve,
de estar tan
apagadas. ¿Dios
las creó
diferentes? |
La madrecita miró el
infinito y explicó:
— Carminha, nuestro
Padre Mayor, que creó
todo lo que existe, lo
hizo a través de leyes
sabias y justas. La
diferencia entre los
infinitos astros que
están en el firmamento
es porque hay gran
diversidad de cuerpos
celestes en el Universo,
como las estrellas, los
planetas, que por tamaño
y por la distancia que
están de nosotros
parecen más pequeños o
mayores... Vamos a tomar
por base nuestro planeta
Tierra: formamos parte
del sistema solar.
Giramos en torno al Sol,
que nos da vida y
calor.
La niña, que estaba
sorprendida, recordó:
— ¡Ah! Mi profesora
explicó que la Tierra
forma parte de la
familia de planetas que
giran en torno al Sol.
— Eso mismo, hija mía.
No tendríamos
condiciones de
existencia aquí en la
Tierra, si no tuviéramos
el calor del Sol para
calentarnos.
La niña pensó um poço y
considero:
— ¡Pero en el invierno
yo siento mucho frío y
no me gusta! ¿Por qué el
Sol no nos calienta?
La madre pensó un poco,
buscando la mejor manera
de explicar, al tiempo
que intentaba enfocar
los celos de Carminha:
— Hija, cuando estamos
próximas una de la otra
sentimos más de cerca el
amor que existe entre
nosotras, ¿no es así?
¿Cuando estamos lejos,
dejamos de amarnos?
— No, mamá. Yo siento tu
falta, pero siempre
continúo amándote.
La madre sonrió delante
de las palabras de la
hija, y prosiguió:
— Exactamente, Carminha.
Con el Sol ocurre la
misma cosa. El puede
estar más distante de
nosotros, realizando su
trayecto, es decir, su
órbita. Sin embargo,
continúa mandándonos su
calor, aún a una
distancia mayor, sólo
que el calor llega más
débil. ¿Entendiste?
Carminha, que en virtud
de sus celos vivía
afligida y atormentada,
juzgando que no era
amada como debería por
los padres, oyó a la
madre y entendió.
Quedó callada por
algunos instantes,
pensando. Después, miró
para el cielo, miró para
a la madre, y dijo:
— Mamá, no te preocupes
más conmigo. Cuando tú
necesites viajar, yo voy
a entender y aceptar.
Comprendo ahora que el
hecho de estar lejos de
mí no significa que me
ames menos.
|
La madrecita abrazó a la
hija y completó:
— Eso mismo, Carminha.
Además de eso, podemos
siempre estar juntas a
través del pensamiento,
¿no es así? Como Dios,
nuestro Padre, que está
en todos los lugares y
cuyo amor por nosotros
podemos sentir en todo
instante, aún sin
verlo.
— Es verdad, mamá. ¡Pero
también podemos hablar
por teléfono y matar la
nostalgia!
|
— Tienes razón, hija —
concordó la madre,
sonriendo.
Después, la madre abrió
los brazos aproximando a
la pequeña al pecho,
segura de que no tendría
más problemas con la
hija cuando necesitara
viajar por trabajo.
MEIMEI
(Recebida por Célia X.
de Camargo, em
27/05/2013.)
|