René Descartes, filósofo
francés del siglo XVIII,
en su método que quedó
conocido como método
cartesiano, nos indica
cuatro pasos para que
lleguemos a una
conclusión eficaz sobre
cualquier asunto. Nos
dice el pensador que
debemos siempre
analizar, verificar,
sintetizar y enumerar
todas las posibilidades
del objeto en estudio.
Es decir bien racional,
bien distante de
aquellos tiempos en que
nos imponían una
creencia ciega sin la
más pequeña posibilidad
de contestarla, bajo
pena de ser clasificados
como herejes, cuyo acto
siguiente siempre
terminaba en torturas y
muertes violentas que
desacreditaban la
individualidad creada
por Dios. Esto nos anima
a buscar con tranquila
un análisis más profundo
sobre la vida y el ser
humano. La vida está
compuesta a partir de la
voluntad de Dios que
crea los espacios y los
tiempos que mejor se
adecuen a la necesidad
de sus hijos, en sus
variados estadios
evolutivos. Todos saben
que la Tierra es un
planeta que gravita en
torno al sol que nos
calienta, sostiene e
ilumina y este planeta
tiene sus agregaciones
propias y rígidas dentro
de las leyes
gravitacionales que
guían sus movimientos.
Ella fue construida
para, junto con otros
planetas de este
sistema, atender la
variadas comunidades y
en la Tierra la
comunidad humana.
Hasta aquí gran parte de
los humanos vivieron
ajenos a esa realidad.
Preocupados con la
supervivencia veían los
días suceder, las noches
llegar y las
convulsiones geológicas
ocurriendo, modificando
ambientes y, más al
frente, analizando
siempre los efectos
sísmicos sin, con todo,
buscar una explicación
espiritual para el caso.
La gran cuota de la
humanidad hasta
transcendió de sí para
una línea puramente
horizontal. Fue bueno.
Cuando Thomaz Morus
concibió la Utopía, aún
en la Edad Media, estaba
esbozando un tiempo
venidero donde todos
pudieran comparecer en
el mundo enriqueciéndolo
con sus presencias.
Creemos como Léon Denis
que el socialismo
puramente cristiano
habrá de imponerse en
las sociedades futuras,
colocando a cada cuál en
su puesto de gran
colaborador social y
felices estudiantes
aumentaran en
conocimientos que
liberan.
Hay quién piense que
basta estudiar y
coleccionar títulos
– Al recorrer los ojos
por la historia y aquí
colocamos también la
historia de la ciencia y
de la filosofía, vimos
que en el transcurso de
las eras, grandes
mentes, grandiosos
corazones aquí
estuvieron,
individuales,
solitarios, voces
gritando en el desierto
humano, para alertar,
componer, disponer,
asociar, disociar los
valores que rigen la
evolución humana. Hoy
los encontramos en sus
hechos y en las
enciclopedias que
glorifican sus nombres
ilustrando nuestra
historia con sus
presencias, probando el
cuidado de Jesús con los
seres que Dios le dio
para, bajo su augusta
batuta, dejen las zonas
primitivas de la mente y
alcen a los confines de
la trascendencia
espiritual. Y aquí
podemos preguntarnos,
cada uno de per sí: y
yo, ¿qué hice estos
siglos que aquí nací y
renací continuamente?
¿Será que si juntaran
mis hechos podré decir
que fui bueno, válido y
útil al planeta?
En los ciclos que se
suceden todos somos
llevados por ellos. Hay
un tiempo predeterminado
por Dios para cada etapa
de nuestros
aprendizajes. Hay los
que piensan que basta
estudiar y coleccionar
títulos. Hay los que
piensan que basta
trabajar incansablemente
ofreciendo su mano de
obra, especializada o
no, pero mano que hace.
Esto fue bueno hasta
aquí. Pero, el tiempo
nuevo que surge exige
nuevas perspectivas.
Nuevas y buenas
invenciones a partir de
cada uno de nosotros.
Sabemos que cualquiera
base social precisa del
tripe donde la
institución, sus
miembros y beneficiarios
necesitan estar unísonos
bajo pena de que los
proyectos fracasen o
cumplan precariamente
sus objetivos.
Veamos dos casos que
mucho nos llaman la
atención. Se trata de la
salud y de la educación,
según muchos,
precariamente
practicados en Brasil.
No vamos a los méritos,
vamos a los análisis:
para un cómputo que
designamos por “salud”.
Por ella debemos unir
las instituciones a los
terapeutas y cuerpos
técnicos y
administrativos y, aún,
los pacientes. Sin una
unicidad entre ellos,
con seguridad que el
sistema será equivocado.
El nuestro es, sí, el
tiempo de las
transformaciones
– No basta crear centros
de salud y formar
terapeutas y abrir las
puertas a los pacientes.
Es necesario que todos
se agrupen, si adecuen,
se ajusten en la
propuesta master del
proyecto salud. A las
instituciones y sus
gestores, sus
responsabilidades
sociales y cristianas. A
los terapeutas,
idénticas necesidades
aliadas a la
cualificación, estudios
continuos, ética y
solidaridad para con
aquellos que no pueden
pagar un plan de salud y
que son considerados
como necesitados de
urgentes intervenciones,
y, a los pacientes, la
postura de hacerse
médicos de sí mismos,
pues sólo así la cura
definitiva se concreta
según Calderaro,
instructor de André Luiz
en el libro En el Mundo
Mayor. Casi siempre lo
que se ve es una
transferencia de culpas
y responsabilidades que
en nada ayudarán a nadie
e, infelizmente, el peso
de la moneda corriente
en este mundo y los
relajamientos indebidos,
que perjudican el
proceso. Institución,
cuerpos clínicos y
administrativo y
pacientes necesitan de
un acuerdo ético que
felicite a todos y
promueva el bienestar
social.
El mismo razonamiento
puede ser visto en el
caso de la educación. De
nuevo: instituciones,
cuerpos técnicos y
administrativos y
educadores necesitan
estar afinados para el
arte de enseñar y
aprender. De lo
contrario, las horas
pasarán y el saber
quedará colgado por las
paredes de las salas de
clases. ¿Será aún que
todos esos
segmentos están
encajados íntegramente
en el arte de la
educación? ¿Será que
como alumno,
administrativo o como
docente estoy, de hecho,
glorificando el acto de
cada día ir a la
institución y de ella
participar con alabanza
en aquel espacio y por
el tiempo que allí me es
dado?
Es aquí que justificamos
nuestra idea inicial de
que son llegados los
tiempos en que todos
debemos participar de la
vida ofreciendo lo mejor
de nosotros. Este es el
tiempo de las
transformaciones. El
planeta está cumpliendo
su parte, la vida, las
propuestas establecidas
por Dios, y nosotros,
¿qué estamos haciendo?
¿Aguardando paciente o
intempestivamente que
los espacios se
transformen, que el
tiempo pase y nos lleve
para no sabemos donde o
estamos, generosamente,
cuidando de nosotros en
este proceso
ininterrumpido de
sucesiones que nos
ofrece cada vez más los
recursos para nuestro
vislumbrar de horizontes
azules?
El sol de cada día nos
trae nuevas propuestas
– El Ser y la Vida. Los
espacios y los tiempos.
Nosotros en estos
contextos. ¿Cómo
estamos? ¿Cómo va
nuestra salud? ¿Cómo va
nuestro proceso de
educación? El tiempo de
todos nosotros llegó. El
mundo es una gran
escuela, gran espacio
interconectado en todas
las latitudes. No valen
más las disculpas del
“yo no sabía” o del “ay
si yo supiera”. La
doctrina espírita es
gran farol en esta
niebla, bondadoso guía
en estas escarpas,
vigoroso bastón de apoyo
en esas carreteras
pedregosas. El Evangelio
de Jesús es el insigne
guía de conciencias que
necesitan estar cada vez
más despiertas para,
según Descartes,
analizar, verificar,
sintetizar y enumerar
todas las posibilidades,
a fin de concluir con
acierto. ¿Cómo estoy
cuidando de mi presencia
en el planeta? ¿Estoy
firme en mi puesto de
observador de cada
detalle, aceptando lo
que ocurre a mi
alrededor, sacando
conclusiones útiles para
mi vida y mis avances?
¿O aún me consuelo con
un plato de revueltos y
entrego por él a mi
primogenitura como hizo
Esaú a Jacob, cuando
Isaac estaba al borde de
la muerte física? ¿Aún
me deleito con el opio
que me adormece mientras
las caravanas pasan
dejándome para tras?
¿Aún me coloco en los
goces efímeros de los
placeres carnales
mientras el alma suspira
por avances a los planos
inmortales del más allá?
¿Quién soy en este
conjunto,
en esta textura que la
vida construyó para que
yo en ella desfilara
como un ser vencedor,
dominando con gallardía
los espacios y
glorificando los
tiempos? Y mis odios,
rencores, amarguras...
¿Mis tonterías por el
dinero y por el poder
que aquí quedarán viendo
impávidos mi ataúd pasar
en dirección a la
sepultura? ¿Y mis
prepotencias, mis
algazaras infelices en
interminables noches de
vigilia cuando soy joven
o no y creo que el mundo
soy yo, es solamente
mío? ¿Que obnubiló mis
sentidos con sonidos
alegres que alucinan
mientras las sinfonías y
adagios reconfortan?
¿Quién soy? Me pregunto.
El sol de cada día nos
trae nuevas propuestas.
¿Me pongo como anciano a
descifrarlas o me quejo
que un día más de verano
va a quemar todo,
inclusive mis
disposiciones de dar
algunos pasos para
frente y para lo alto?
La reconstrucción
espiritual requiere
urgente atención
– Cuando Francisco de
Asís oyó mediúmnicamente
la orden de Jesús para
reconstruir su iglesia,
el noble Espíritu de
Umbría entendió, al
principio, que debería
reconstruir físicamente
la pequeña iglesia de
San Damián. Ahora, Jesús
nos invita a todo
instante para
reconstruir nuestras
iglesias íntimas.
Iglesia significa
asamblea de los electos,
según la traducción del
griego. Fuimos elegidos
por Dios desde que Él
nos creó. La
reconstrucción
espiritual, después de
tantas búsquedas
infelices, necesita de
urgente atención de
nuestra parte. Es muy
fácil y común
congratularnos con
nuestros amigos y
afectos en los momentos
festivos. Lo difícil es
congratularnos con Dios
todos los instantes que
vivimos y, vivimos En
él, nos movemos En él y
En él existimos como el
mensaje bíblico inscrito
en Actos de los
Apóstoles, capítulo
diecisiete, versículo
veintiocho. ¿Por cuál
razón no queremos
entender así?
Es mucho más fácil comer
y beber, vestir y
dormir, procrear y
trabajar lo cotidiano
que asumamos la postura
de muchos de aquellos
que aquí vinieron para
incentivar a la
humanidad en sus
crecimientos. ¿Fueron
santos? No sabemos
cierto, aunque muchos
hayan sido canonizados.
Pero, si fueron, ¿por
cuál razón tampoco nos
hacemos santos y nos
posicionamos como
centinelas en un puesto
cualquiera ayudando a
todos, alisando pasiones
inmerecidas, colocando
agua en incendios o
ebulliciones peligrosas,
enseñando, aprendiendo,
construyendo los templos
de la pura sabiduría?
La invitación es para
todos. La mesa está
puesta para santos y
publícanos, fariseos y
saduceos, blancos,
afrodescendientes,
indios, etnias varias.
De aquí a algunos años
cuando el planeta esté
renovado, habremos de
mirar este tiempo
extraño y, ciertamente,
destruiremos muchos
vídeos, revistas,
periódicos y libros que
cuentan nuestras
desdichas de ahora con
jactancias indebidas. La
vergüenza sólo no nos
asaltará porque
estaremos en otra
encarnación y con la
bendición del olvido
temporal. Pero, ved
bien, esto sólo para
aquellos que despierten
ahora y caminen mientras
es tiempo. “Mientras hay
luz”. Los que
definitivamente no
aceptan las propuestas
de Jesús con seguridad
irán para otros mundos.
Es tiempo de
reflexionar, de
construir nuestra
próxima morada
– Muchos de los que se
portan como parias
sociales de ahora, que
empuñan sus armas y
amedrentan la parte
pacífica de la sociedad,
deberán ir para mundos
donde las guerras
atroces aún ocurren y se
sentirán hechos peces
fuera del agua. Esto es
porque las sociedades de
aquellos mundos
desconocen los avances
éticos y morales de las
sociedades de la Tierra.
Ellos clamarán
desesperados, asustados.
Los valentones de aquí
se sentirán como
pequeñas perdices a
suplicar misericordia
ante las garras de los
valientes primates que,
con razón, necesitan
formatear el ego.
Nuestras bellezas
inútiles se sentirán
como frágiles mariposas
a volar pantanos,
huyendo aquí y allí de
predadores asaz
temerosos. Todo muy
justo para los mundos
primitivos, pero
nuestras sociedades
caminan para el mundo en
regeneración donde el
bien predominará y donde
las personas se
confraternizaran,
cambiando valores,
enriqueciéndose
mutuamente por ellos.
Es tiempo de
reflexionar. Es tiempo
de construir nuestra
próxima morada. Para
donde deseo ir de aquí a
algún tiempo: días,
meses, años, horas... No
sabemos el momento en
que la desencarnación
nos llamará a cuentas.
Es necesario que nos
hagamos útiles,
sociales, pues sólo así
la vida nos encaminará
para los Jardines del
Edén que están para ser
erigidos en el mundo.
Pero no serán estancias
paradisíacas donde los
habitantes
intercambiarán a Dios
por una manzana ofrecida
por la serpiente. Serán
terrenos a ser
explotados centímetro a
centímetro, pues en todo
hay la sabiduría divina
expresándose. ¡Y pasamos
y pisamos en las hierbas
y no nos damos cuenta de
esto, aún! Los futuros
terráqueos sabrán tanto
que ni de lejos
imaginamos como serán
sus construcciones
mentales. Si Esaú
intercambió la
primogenitura por un
plato de lentejitas,
hubo otro incauto que
intercambió el Evangelio
de Jesús por un plato de
revueltos. Ambos,
revueltos y lentejas,
alimentan
el cuerpo físico que no
sobrevivirá. Y el alma,
¿cómo habremos de
alimentarla, siendo esta
la parte inmortal que
cargamos?
Somos seres reencarnados
y vinimos de eras
lejanas
– Es justo que hagamos
estas reflexiones,
finalmente estamos aquí
para aprender a orar,
meditar y trabajar según
Martins Peralva.
Entremos en el tanque
que Dios preparó para
cada uno de nosotros y
lavémonos mientras es
tiempo, pues el
prometido puede llegar
en cualquier momento y,
si fuéramos prometidas
descuidadas, podremos no
ser llevadas por Él,
como es bien puesto en
la parábola de las diez
vírgenes. Eran vírgenes,
pero cinco de ellas
vacilaron. ¿En cuál
partida pretendo estar
cuando el prometido
(Jesús) resurgiera
soberano en nuestras
almas? ¿La de las
vírgenes vacilantes o de
las vírgenes cuidadosas?
Merece la pena parar un
poco el tráfico loco de
los pensamientos que
pasan acelerados en
nuestras mentes. Ellos
surgen y nos arrastran
sin dejarnos escoger si
debemos aún ir o
quedarnos. Cuidemos de
ellos, o mejor, cuidemos
de nuestros
sentimientos, pues es a
partir de lo que
sentimos que los
pensamientos nacen.
Entendamos
definitivamente y
vivamos intensamente la
realidad de que somos
seres reencarnados y
venidos de eras lejanas
con el propósito de
ahora amarnos más,
querernos mejor. Ame
mucho, pero libere al
ser amado. Si usted cree
que el otro o la otra es
el aire que usted
respira, cuídese,
porque esto no pasa de
una amenaza y nunca amor
verdadero. El amor
legítimo parte del
presupuesto de que yo
soy yo y usted es usted
y juntos formamos un par
que puede caminar
imponente por las
virtuosas carreteras de
las construcciones
espirituales. Ame a sus
padres, sus hermanos, su
trabajo, su vida, pues
sólo así estará, de
hecho, haciéndose útil a
usted y a la creación. Y
ella necesita de usted,
principalmente de sus
buenos ejemplos. José
Herculano Pires en su
libro Concepción
Existencial de Dios, en
el capítulo que se
titula Dios en el
Hombre, nos dice que
tenemos en nuestra
conciencia humana tres
principios fundamentales
en nuestras
manifestaciones en el
plano social: “la idea
de Dios en el hombre, su
anhelo de trascendencia
y el deseo natural del
bien”. Que nos
coloquemos al corriente
de estas informaciones y
multipliquemos en
nosotros estos
principios. Es un punto
de partida. ¿Y la
llegada?
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