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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 7 351 – 23 de Febrero de 2014

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

Fiesta en la escuela


 

La profesora reunió a los alumnos y anunció que la escuela, en pocos días, compliría cincuenta años y habría una gran fiesta. Para tanto, solicitaba la colaboración de los alumnos para hacer la decoración.

A todos gustó mucho la idea y aceptaron colaborar.

Así, al día siguiente la profesora trajo el material que sería usado para hacer los adornos del gran salón. Después, separó los equipos y escogió un jefe para cada una de ellos, dándoles trabajos diferentes y explicando cómo deberían hacer.

Marcos, jefe de uno de los equipos, tendría cinco compañeros trabajando con él. Aline, una de las niñas, que le gustaba crear

problemas, no aceptó cortar tiras de papel para adornar el salón. Marcos, con paciencia, explicó:

— Aline, no fui yo que escogí el servicio. ¡Fue la profesora que distribuyó las tareas!

— ¡Pues no concuerdo y no quiero hacerlo!

— Entonces, ve a hablar con la profesora — respondió Marcos.  

La niña salió pisando fuerte, irritada. Al encontrar la profesora, fue inmediatamente quejándose:

— Prof. ª Amélia, ¡Marcos quiere obligarme a hacer lo que no quiero y no me gusta!

Con delicadeza, la profesora le explicó que cada equipo tenía una actividad diferente y a la de ella cabía hacer las tiras para adornar las paredes. Como Aline continuara protestando del trabajo, la profesora la cambió de equipo.

Allá fue Aline para el equipo de Márcia, que le explicó lo que estaban haciendo:
 

— Estamos cortando cartulina para hacer las invitaciones para la fiesta. Tú tienes que medir la cartulina y después cortar. ¡Sólo eso! ¡Es fácil!  

— ¡Que horror! ¡Detesto tener que medir papel, y cortar

yo encuentro que es peor aún! ¿No tienes otro trabajo para mí?

— Lo siento mucho — respondió Márcia — esa es la tarea de este equipo.

Aline nuevamente se quejo a la profesora, que la mandó para otro equipo, donde estaban pintando carteles para adornar las paredes del salón.  La reacción de ella fue rápida:

— ¡Pero no sé pintar!...

Llena de paciencia, la profesora la encaminó para otro equipo, y más otro y otro aún. Llegó el momento que la profesora le dijo:

— Aline, yo ya sé cual es tu problema de adaptación a los equipos.

— ¿Y cuál es, profesora?

— Pereza. ¡Falta de voluntad de trabajar!

La niña quedó roja, y bajó la cabeza avergonzada.

— No es eso, profesora. Es que no tengo facilidad para hacer esas tareas. ¡Déme otra oportunidad! Prometo que voy a hacerlo sin protestar.

La profesora pensó un poco y concordó:

— Está bien. Creo que hallé la tarea adecuada para ti.

— ¡Que bueno! ¡Finalmente!...

La profesora la llamó a una esquina y, cogiendo una escoba, un balde y una pala, lo colocó todo en las manos de ella:

— Aquí está, Aline. Creo que ahora será capaz de trabajar. La única cosa que deberás hacer es barrer los restos de papel que caen en el suelo y colocarlos en la basura.

— Pero... ¿barrer el suelo, profesora?

— ¡Sí! Nada hay de vergonzoso en eso. Sólo estoy adelantando el trabajo. Al terminar las actividades, todos los alumnos irán a recoger los papeles del suelo para dejar el salón limpio. Así, como tú no estás haciendo nada, comenzarás a recoger la suciedad del suelo. ¡Así, todos terminarán las tareas a la vez!
 

Muy avergonzada, Aline cogió la pala, el balde y la escoba, y se puso a barrer el suelo.

Al terminar las actividades, los demás alumnos, sonrientes y animados, aún la ayudaron a concluir la limpieza. Aline creyó que ellos la estuvieran ayudando para mostrar que eran más capaces que ella, sin embargo los compañeros no mostraban mala intención: sonreían bien humorados, jugueteaban entre sí, contentos, y conversaban con ella, dejándola a voluntad.

En aquel momento, Aline entendió que el trabajo es bendición divina que une a las personas, creando buena relación y generando bienestar.

Al término de las tareas, Aline se aproximó a la profesora y dijo:

— Prof. ª Amélia, entendí la lección. Gracias por la oportunidad de ayudar. De otra vez, puede contar conmigo para lo que sea.

El día de la fiesta, la animación y la alegría entre los alumnos era general al recibir a los invitados y las autoridades de la ciudad. Y Aline, en medio del grupo, también se sentía satisfecha por haber colaborado para que todo estuviera tan bonito y arreglado. 

                                                       MEIMEI
 

(Recebida em 13/01/2014, por Célia X. de Camargo.)   

 


                                                                                   



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Revista Semanal de Divulgación Espirita